Y los aut¨®nomos, ?qu¨¦?
El derecho al tiempo es un nuevo valor que busca garantizar una vida profesional y personal digna a las personas trabajadoras. Pero no a todas
Autonom¨ªa es una bella palabra que evoca independencia, toma de decisiones, emprendimiento y libertad. Muchas personas se hacen aut¨®nomas cansadas de un sistema laboral r¨ªgido que las coarta y les impide desarrollar sus capacidades y potencialidades. Otras lo hacen porque el mercado laboral las expulsa debido a su edad o condicionamiento f¨ªsico o intelectual que no casa con los estrictos ¡ªy, a menudo, discriminatorios¡ª requerimientos de los trabajos asalariados: el lecho de Procusto de nuestro mercado de trabajo no perdona. Otras lo son porque el arte no soporta ning¨²n tipo de cadenas para crear. En todos los casos, ser aut¨®nomo implica, en nuestro imaginario, un grado de libertad mayor que no serlo. Sin embargo, las propuestas de mejoras laborales generalmente se centran en la mayor¨ªa asalariada y relegan a las personas aut¨®nomas a un rinc¨®n oscuro al que no alcanza la luz del salario m¨ªnimo, la reducci¨®n de jornada, los d¨ªas de fiesta o las pagas dobles por Navidad y vacaciones.
En los ¨²ltimos meses, se habla intensamente de una nueva medida que implicar¨ªa la reducci¨®n de la jornada laboral en nuestro pa¨ªs. Aparece de la mano de los nuevos usos del tiempo que proponen, tambi¨¦n, un cambio en las jornadas laborales de cinco d¨ªas para que se reduzcan a cuatro, y disfrutemos de tres d¨ªas de ocio. Es dif¨ªcil entender estas propuestas de forma descontextualizada. Aunque ya no estemos en la ¨¦poca del socialismo ut¨®pico, que concibi¨® jornadas de ocho horas para acabar con la explotaci¨®n industrial, nada nos impide persistir en la utop¨ªa. Nuestra sociedad se construye sobre el edificio de los derechos, que responden a nuestros valores, y su evoluci¨®n da lugar a ampliar los ya existentes o a crear algunos nuevos. El derecho al tiempo es, precisamente, uno de nueva generaci¨®n que ha llegado para garantizar una vida profesional y personal digna a todas las personas trabajadoras.
Sin embargo, para que sea un derecho aut¨¦ntico, todas las personas deben tener acceso a ¨¦l. Pero me temo que una ojeada a la vida cotidiana de quienes nos rodean ¡ªo, tal vez de nosotros mismos¡ª nos mostrar¨¢ grandes diferencias en cuanto a su disfrute, e incluso tropezaremos con alg¨²n abismo que, a primera vista, parece insalvable.
Los estudios nos dicen que Espa?a es el pa¨ªs que tiene los horarios m¨¢s retrasados de Europa (y de casi todo el mundo). Almorzamos m¨¢s tarde que nuestros vecinos europeos, cenamos m¨¢s tarde y dormimos menos que los dem¨¢s. La mayor¨ªa de las personas trabajadoras que han empezado su jornada a las 8.30 la acaban entre las cinco y las seis de la tarde, pero todav¨ªa quedan algunos que acaban a las siete, o incluso a las ocho. Sin embargo, si nos asomamos a una ventana indiscreta, veremos que a las nueve hay todav¨ªa un 10% de personas que empezaron a trabajar a primera hora de la ma?ana: son las aut¨®nomas. Y no solo eso.
Si un s¨¢bado o un domingo observamos a alguien ultimando una entrega, un producto o un trabajo cualquiera, sin duda es aut¨®nomo. Si hay una luz en el estudio a las doce de la noche y se oye el teclear furioso del teclado del ordenador, es un aut¨®nomo. Si est¨¢s de vacaciones y tu pareja se lleva el port¨¢til a la playa o al restaurante porque tiene que contestar unos mensajes, es un aut¨®nomo. Sin embargo, toda esa dedicaci¨®n solo se ve compensada con su entusiasmo (mientras dure) o su creatividad incombustible, porque nadie paga esas horas extras infinitas. Y, adem¨¢s de no tener precio, ?c¨®mo van a reducirse?
En la ¨¦poca de la tecnolog¨ªa y la inteligencia artificial, los aut¨®nomos aumentan, pero est¨¢n esclavizados. Desde 2013 su cifra no ha parado de crecer. Cuando son mujeres, los d¨ªas se alargan indefinidamente para albergar una segunda jornada que les permita realizar las tareas dom¨¦sticas y cuidar a las criaturas o padres mayores. Por eso, las espa?olas son las mujeres m¨¢s estresadas de Europa y las que menos duermen.
Todas las pruebas piloto realizadas con la jornada semanal de cuatro d¨ªas (m¨¢s tres de ocio) han mostrado beneficios para la salud f¨ªsica ¡ªy sobre todo mental¡ª de las personas trabajadoras. Los estudios en Reino Unido, Islandia y Portugal apuntan a menos estr¨¦s, menos ansiedad, menos insomnio y m¨¢s bienestar general. En la balanza habr¨¢ que poner su impacto sobre la saturada Administraci¨®n p¨²blica espa?ola (que no ha dado tan buenos resultados en las pruebas piloto, especialmente en sanidad y educaci¨®n), sobre la productividad (para la cual habr¨¢ que aplicar otras medidas organizativas de fuerte calado) y para incluir a colectivos como las personas aut¨®nomas. De lo contrario, no ser¨¢ la inteligencia artificial quien destruya nuestros trabajos, sino nuestra propia incapacidad para otorgarles dignidad. Habr¨¢ que utilizar la imaginaci¨®n para proponer medidas innovadoras que impacten sobre las condiciones socioecon¨®micas de las personas no asalariadas y hagan realidad el sue?o de tantos aut¨®nomos de ¡°ser su propio jefe¡±.
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