El legado extraviado del catalanismo
Todo lo que se hizo y ha sucedido en Catalu?a estos ¨²ltimos a?os no sirve para nada. Solo queda humo, palabras vac¨ªas
Ren¨¦ Char, poeta y resistente, escribi¨® unas notas durante sus a?os en el maquis bajo la ocupaci¨®n nazi. Las public¨®, en 1946, bajo el t¨ªtulo de Les feuillets d¡¯Hypnos, libro que contiene un aforismo c¨¦lebre, citado e interpretado en numerosas ocasiones. Entre nosotros, por Raimon Obiols y, entre los grandes pensadores, por Hannah Arendt. ¡°A nuestra herencia no la precede ning¨²n testamento¡±, dice. Podemos recibir el legado de la experiencia hist¨®rica de quienes nos han precedido, pero no hay un testamento ni determine qu¨¦ debemos hacer con ella, ni siquiera si somos nosotros los herederos. Es el territorio de la memoria y del recuerdo, pero sobre todo de la libertad y de la inteligencia, que bien podr¨ªamos utilizar para la meditaci¨®n sobre nuestra historia reciente. Si pensamos en el estado del catalanismo tras el naufragio secesionista, advertimos que adem¨¢s de carecer de testamento nos hemos quedado sin herencia.
Traducido al lenguaje de nuestros t¨®picos, la transmisi¨®n de esta herencia responde a dos estereotipos: l¡¯hereu de la casa cremada y l¡¯hereu escampa, el que recibi¨® una propiedad quemada y el que dilapid¨® la fortuna dejada por sus ancestros. De atender al pensamiento catalanista, podr¨ªamos imaginar incluso que el testamento pudo existir, pero al abrirlo comprobamos que es nulo, inservible o quiz¨¢s fruto de una alucinaci¨®n de la historia. Todo lo que se hizo y ha sucedido estos ¨²ltimos 12 a?os no sirve para nada. Solo queda humo, palabras vac¨ªas.
No es un caso ¨²nico. Todo lo pone a prueba el desgaste del tiempo, en especial los grandes acontecimientos hist¨®ricos, entre los que los actores del proceso independentista so?aron encuadrar sus gestas enormes de 2012 a 2017. Ninguna revoluci¨®n deja un testamento, pero hay algunas que permiten mantener su legado. La americana y la francesa, por ejemplo. Otras devienen, en cambio, una carga monstruosa, como sucede con la bolchevique, hoy el episodio m¨¢s calamitoso de la torturada vida imperial rusa.
La ruptura que empez¨® en 2012 introdujo extra?os conceptos que anularon aquel catalanismo anterior, abierto y plural, pactista y dialogante, pragm¨¢tico y eficaz, europe¨ªsta y respetuoso con el Estado de derecho. En el mejor de los casos, fue un desgraciado experimento que sirvi¨® para certificar la disfuncionalidad del derecho a decidir, la secesi¨®n, la autodeterminaci¨®n y el todav¨ªa persistente refer¨¦ndum.
Gracias a una sana esperanza democr¨¢tica, solemos ir a las urnas creyendo que nuestro voto contar¨¢ para el futuro de la comunidad pol¨ªtica. En el caso de estas pr¨®ximas elecciones catalanas, entre las opciones que se nos ofrecen estar¨¢ la recuperaci¨®n de la herencia sin testamento del catalanismo, de forma que los ciudadanos decidir¨¢n si quieren dar por obsoleta y clausurada aquella tradici¨®n catalanista, idea en la que coinciden tanto el independentismo como el anticatalanismo, o recuperar el legado dilapidado que a todos pertenec¨ªa.
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