Una sorpresa para Europa: el mundo est¨¢ cambiando
En el actual escenario toca m¨¢s planificaci¨®n, no s¨®lo econ¨®mica, por mucho que esa palabra horrorice a las derechas
El pasado 16 de abril, Mario Draghi intervino en la Conferencia de Alto Nivel sobre el Pilar Europeo de Derechos Sociales en Hulpe (B¨¦lgica). Su discurso fue un adelanto del informe que se publicar¨¢ tras las elecciones europeas, solicitado por la Comisi¨®n. Sus palabras fueron un severo toque de atenci¨®n a la Uni¨®n: ¡°El mundo est¨¢ cambiando r¨¢...
El pasado 16 de abril, Mario Draghi intervino en la Conferencia de Alto Nivel sobre el Pilar Europeo de Derechos Sociales en Hulpe (B¨¦lgica). Su discurso fue un adelanto del informe que se publicar¨¢ tras las elecciones europeas, solicitado por la Comisi¨®n. Sus palabras fueron un severo toque de atenci¨®n a la Uni¨®n: ¡°El mundo est¨¢ cambiando r¨¢pidamente y nos ha cogido por sorpresa¡±.
Draghi, a quien se recuerda como salvador del euro en su etapa de gobernador del BCE, comenz¨® aceptando el catastr¨®fico error de imponer la austeridad, cuando al reducir costes salariales e inversi¨®n p¨²blica ¡°el efecto neto fue debilitar la demanda interna y socavar nuestro modelo social¡±. Adem¨¢s, certific¨® que otras regiones ya no segu¨ªan ¡°las reglas del juego¡±, citando a China pero tambi¨¦n a EE UU, pa¨ªses que han puesto en marcha medidas para ¡°reorientar la inversi¨®n hacia sus propias econom¨ªas a expensas de la nuestra; para hacernos permanentemente dependientes de ellas¡±.
Nuestro presente, efectivamente, es un tiempo de cambios. Ver a Draghi aceptar que los pa¨ªses, o bloques, no pueden tener a la vez m¨¢s globalizaci¨®n y neoliberalismo si no renuncian a recortar soberan¨ªa y democracia es su confirmaci¨®n. El economista Dani Rodrik ya lo enunci¨® en 2011; muchos otros, los millones que se manifestaron en la anterior d¨¦cada para proteger sus empleos, sus servicios p¨²blicos y su democracia, tambi¨¦n lo sab¨ªan. El antiguo banquero de Goldman Sachs se cae del caballo por una cuesti¨®n de supervivencia: la UE no puede subsistir en el medio plazo confiando en el ¡°mundo de antes¡±.
Esta es la confirmaci¨®n de que cuestiones como la mutualizaci¨®n de la deuda europea, de la que Espa?a fue impulsora, significan mucho m¨¢s que un par¨¦ntesis poscovid. Draghi propone extender este endeudamiento conjunto para financiar la provisi¨®n de bienes p¨²blicos, mayor integraci¨®n en defensa, telecomunicaciones, medicamentos e inteligencia artificial para aprovechar las econom¨ªas de escala, tambi¨¦n asegurar el suministro de recursos y trabajadores cualificados, as¨ª como una uni¨®n de mercados de capitales para evitar fugas de inversi¨®n privada hacia esos pa¨ªses ¡°en los que ya no podemos confiar¡±. Toca m¨¢s planificaci¨®n, por mucho que esa palabra horrorice a las derechas.
Y Espa?a, ?c¨®mo se sit¨²a ante este ¡°cambio radical¡± impostergable? Como toda la UE, rezagada en la creaci¨®n digital y de alta tecnolog¨ªa, pero, a diferencia del resto, ocupando el liderazgo en renovables, lo que ahora significa m¨¢s capacidad de decisi¨®n. Nuestra buena posici¨®n de partida no es tan solo una cuesti¨®n de infraestructura energ¨¦tica, sino tambi¨¦n de ideolog¨ªa. El Gobierno progresista supo leer con acierto que tras la pandemia se iban a requerir medidas intervencionistas, que lo p¨²blico ten¨ªa que imponerse a las pulsiones desatadas de los mercados. Las pol¨ªticas de protecci¨®n del empleo son un ejemplo que ha servido para que nuestro crecimiento tenga un motor del que otros carecen.
La izquierda espa?ola debe hacer bandera de lo conseguido, m¨¢s cuando el viento sopla a favor de la orientaci¨®n de sus velas. Pero tambi¨¦n aspirar a mucho m¨¢s. Empezando por la vivienda, ?por qu¨¦ no poner en marcha lo que funciona en pol¨ªtica energ¨¦tica al servicio de uno de los bienes m¨¢s b¨¢sicos que todos necesitamos? Lo material debe ir acompa?ado de su correlato cultural, uno que legitime el valor de lo p¨²blico y el inter¨¦s com¨²n como espacio de seguridad. Tambi¨¦n de una apuesta por un renovado contrato social destinado a ofrecer a la mayor¨ªa ciudadana una democracia que vaya m¨¢s all¨¢ de lo procedimental, esto es, que ampl¨ªe el imperio de la soberan¨ªa popular de lo pol¨ªtico a lo econ¨®mico. Sobre todo, porque los cambios que ya se han empezado a producir no han afectado a¨²n al esp¨ªritu de la ¨¦poca, que sigue dominado por un ego¨ªsmo del s¨¢lvese quien pueda cada vez m¨¢s radical. Esto se manifiesta en un debate p¨²blico secuestrado por la tiran¨ªa del bulo y la manipulaci¨®n: los procesos electorales, tambi¨¦n el de la cita europea del pr¨®ximo 9 de junio, no versan sobre este contexto emergente, sino sobre una crispaci¨®n que parte de lo falso e incluso lo conspiranoico. Tambi¨¦n se aprecia en una derecha que, al quedarse en fuera de juego, ha optado por el encanallamiento: entre sus votantes son m¨¢s populares Milei o Ayuso que este realismo que despunta en la UE.
Este escenario no significa necesariamente una progresi¨®n a mejor. En esta puesta en valor de la ordenaci¨®n econ¨®mica hay lugar para los monstruos, para un matrimonio entre los herederos del neoliberalismo decadente y la reacci¨®n ultra. Uno que buscar¨¢ impulsar espacios de bienestar basados en la segregaci¨®n, fraccionados por el individualismo y el acceso para quien pueda pagarlos. Tambi¨¦n para un securitarismo que utilice familia, naci¨®n y Estado como arietes excluyentes. Las reglas del juego han cambiado, pero el partido est¨¢ a¨²n por disputarse, entre quienes pretenden una reconstrucci¨®n de la clase media como guardia pretoriana de un nuevo autoritarismo y quienes creemos en una Europa en la que democracia, econom¨ªa y derechos sociales sean un todo virtuoso.