Un respiro que llega con retraso
El BCE rebaja de nuevo el precio del dinero en un intento de reanimar una econom¨ªa muy lastrada por su pol¨ªtica monetaria
Si los tipos de inter¨¦s son la medida del miedo en la econom¨ªa, la rebaja del precio del dinero en 25 puntos b¨¢sicos, hasta el 3,25% ¡ªdecidida este jueves por el Banco Central Europeo (BCE)¡ª indica que en Fr¨¢ncfort le ven las orejas al lobo de la recesi¨®n. Una buena noticia que llega tarde ya no es tan buena, y eso es justo lo que sucede con este recorte de tipos, el tercero en lo que va de a?o. Es, adem¨¢s, el segundo consecutivo, algo que no ocurr¨ªa desde que en 2011 el entonces presidente del BCE, Mario Draghi, puso toda la carne en el asador para salvar la moneda ¨²nica en medio de la crisis financiera. El BCE de Christine Lagarde lleva casi un a?o caminando con pies de plomo. Demasiado pendiente de la Reserva Federal, demasiado pendiente de su reputaci¨®n, demasiado poco pendiente de unos datos de PIB que tienen a varios pa¨ªses yendo de cabeza hacia las rocas de la recesi¨®n.
La de ayer, como las dos anteriores, es una rebaja discreta, pero suficiente para dibujar una tendencia a la desescalada de una pol¨ªtica monetaria que lleva tiempo siendo demasiado restrictiva. El BCE afirma que no sigue una ruta determinada para los tipos, sino que se adapta a los datos. El problema es que, pese a sus alardes de adaptaci¨®n, la prolongada rigidez del equipo de Christine Lagarde en el pasado ha provocado en la econom¨ªa europea un enfriamiento m¨¢s largo y profundo de lo deseable. La paradoja del riesgo es especialmente aplicable a los bancos centrales: ser excesivamente osado tiene sus problemas, pero no arriesgar cuando toca acaba saliendo caro.
El objetivo declarado de las subidas iniciadas en 2022 era, precisamente, enfriar la econom¨ªa para que la escalada de precios desatada por la energ¨ªa y los alimentos no se convirtiera en sist¨¦mica. Pero a la vista de los datos actuales, est¨¢ claro que el Eurobanco se ha pasado bajando la temperatura: podr¨ªa haber tomado antes el camino de una normalizaci¨®n que no congelara la actividad econ¨®mica.
Las consecuencias de esa pol¨ªtica monetaria van por barrios. Alemania parece abocada a cerrar el a?o en recesi¨®n; Francia no goza de una salud mucho mejor y adem¨¢s tiene serios problemas fiscales y un presupuesto marcado por un verbo que se declina poco en franc¨¦s: recortar. Doble mala noticia trat¨¢ndose de los grandes motores de la econom¨ªa continental. Espa?a est¨¢ en una posici¨®n mejor ¡ªcon un mayor crecimiento y una inflaci¨®n m¨¢s baja¡ª, pero tampoco le ha beneficiado la tardanza en reaccionar del BCE: sus principales mercados son los de la eurozona, y con Francia y Alemania a la baja el robusto aumento del PIB espa?ol tendr¨¢ que ir ralentiz¨¢ndose indefectiblemente. En toda la UE la debilidad general del sector industrial es m¨¢s fuerte de lo esperado, y el mercado laboral se est¨¢ frenando.
Por delante casi todo son brumas. La inflaci¨®n y el crecimiento tienden a frenarse en toda la eurozona, y el sentimiento predominante en Fr¨¢ncfort es que hay que evitar una moderaci¨®n excesiva de la demanda interna y una inflaci¨®n por debajo de lo esperado: de ah¨ª las rebajas de tipos, que ponen autom¨¢ticamente m¨¢s dinero en el bolsillo de los consumidores y de las empresas. Pero nada es tan f¨¢cil. Las incertidumbres son variadas. Las dos guerras ¡ªUcrania, Oriente Pr¨®ximo¡ª pueden provocar sobresaltos, y las elecciones norteamericanas espesan todav¨ªa m¨¢s la niebla. Las tensiones geopol¨ªticas suelen derivar en tensiones comerciales, m¨¢s aranceles e inflaci¨®n, la gran obsesi¨®n de un BCE que, con Lagarde, lleva demasiado tiempo arrastrando los pies.
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