Alemania ¡®kaput¡¯
El declive econ¨®mico germano se ha convertido en una recesi¨®n estructural, no en una crisis normal
Hay tres tipos de crisis econ¨®micas. La primera responde a est¨ªmulos; la segunda, a reformas, y luego est¨¢ la que los alemanes tienen ahora mismo: una crisis sobre qui¨¦nes son, con qui¨¦n est¨¢n, qu¨¦ se les da bien y cu¨¢l es su papel en el mundo. Los alemanes llevan toda la vida dici¨¦ndose que son una econom¨ªa industrial anticuada, que tienen que tener un super¨¢vit comercial frente al resto del mundo y que deben resistirse a la perniciosa influencia de un mundo digital dominado por Estados Unidos. As¨ª es como Alemania sucumbi¨® a las asociaciones estrat¨¦gicas con Rusia en materia de gas, y con China para el comercio y las inversiones. Esta d¨¦cada ha menoscabado brutalmente la visi¨®n alemana del mundo y el modelo econ¨®mico en el que se basa. El estancamiento pol¨ªtico de la UE y su incapacidad para forjar una ecosfera en un mundo dominado por matones geopol¨ªticos tiene mucho que ver con la recesi¨®n estructural de Alemania.
En el Reino Unido no se ha notado hasta hace poco, pero empez¨® hace tiempo. Cuando el pa¨ªs anglosaj¨®n celebr¨® el refer¨¦ndum del Brexit en 2016, todav¨ªa se consideraba a Alemania una potencia econ¨®mica. Angela Merkel era la l¨ªder m¨¢s poderosa de Europa. The Economist la llamaba la europea indispensable. Lo que solo unos pocos vieron es que todas las decisiones fat¨ªdicas ya se hab¨ªan tomado por entonces: la estrecha relaci¨®n de los sucesivos cancilleres alemanes con Vlad¨ªmir Putin que llev¨® a Alemania a depender cada vez m¨¢s del gas ruso; la excesiva dependencia de China para las cadenas de suministro de las empresas alemanas, y la decisi¨®n unilateral de Merkel en 2011 de adelantar el final de la energ¨ªa nuclear. Otro problema que no aparec¨ªa tanto en la pantalla del radar de la gente es la falta de inversi¨®n cr¨®nica de Alemania en digitalizaci¨®n. China y Rusia se hab¨ªan convertido en socios estrat¨¦gicos de Alemania en la ¨²ltima d¨¦cada. A¨²n recuerdo mi asombro cuando habl¨¦ con un compa?ero columnista en Berl¨ªn hace 10 a?os y me coment¨®: ¡°Los berlineses miramos al Este, hacia Mosc¨² y Varsovia. Par¨ªs y Londres son ciudades del pasado¡±.
Nunca hab¨ªa o¨ªdo expresarlo con tanta brutalidad. Esa era la Alemania de la era de Merkel. La relaci¨®n germano-rusa se hab¨ªa convertido en el eje bilateral m¨¢s importante de Europa. Su s¨ªmbolo eran los gasoductos Nord Stream a trav¨¦s del mar B¨¢ltico. Aportaban gas barato a las empresas alemanas, pero los europeos del Este lo consideraban una amenaza para su seguridad nacional. Las ilusiones alemanas se esfumaron de la noche a la ma?ana cuando Putin invadi¨® Ucrania en febrero de 2022 y con la decisi¨®n de Olaf Scholz de volver a anclar firmemente a Alemania en la alianza occidental. El canciller habl¨® de un cambio de era en la pol¨ªtica exterior alemana. Creo que lo dec¨ªa en serio, pero la econom¨ªa alemana no pudo frenar el cambio. Su apuesta hab¨ªa sido que la era de la globalizaci¨®n durar¨ªa eternamente. La nueva Guerra Fr¨ªa fue un golpe para el que no estaban preparados. La forma en que las empresas afrontan ahora este problema es cerrando f¨¢bricas y deslocalizando la producci¨®n a Estados Unidos y al este y el sur de Europa. Volkswagen ha anunciado recientemente el cierre de al menos tres f¨¢bricas en Alemania y la p¨¦rdida masiva de puestos de trabajo, la primera vez que esto ocurre. Este a?o, la econom¨ªa alemana se estancar¨¢ en un segundo ejercicio de crecimiento cercano a cero. Una asociaci¨®n empresarial alemana acaba de pronosticar que 2026 ser¨¢ igual. Efectivamente, esto tiene toda la pinta de una recesi¨®n estructural.
La intrincada relaci¨®n entre la pol¨ªtica y los negocios en Alemania suele subestimarse, y no resulta tan f¨¢cilmente visible para el mundo exterior. Los pol¨ªticos alemanes, de todos los partidos, han utilizado las redes empresariales y los bancos propiedad del Gobierno como plataforma de lanzamiento hacia el poder pol¨ªtico. Uno de ellos fue Gerhard Schr?der, excanciller alem¨¢n. Cuando era primer ministro del Estado de Baja Sajonia, en el norte de Alemania, era miembro del consejo de supervisi¨®n de Volkswagen, debido a la participaci¨®n del 20% de Baja Sajonia en la empresa. En 2003, cuando era canciller alem¨¢n, dej¨® que un ejecutivo de Volkswagen redactara sus reformas del mercado laboral y de la seguridad social. La necesidad de la industria de contar con un suministro de gas estable y asequible fue lo que llev¨® a Schr?der a entablar una estrecha relaci¨®n pol¨ªtica con Vlad¨ªmir Putin. Todav¨ªa le llama amigo. Tras abandonar la pol¨ªtica en 2005, Schr?der se convirti¨® en ejecutivo de Gazprom, responsable de Nord Stream. Algunos de sus ministros ocuparon puestos lucrativos en el sector energ¨¦tico alem¨¢n.
La historia de Rusia es en algunos aspectos similar a la de Alemania. Ambos pa¨ªses se han vuelto dependientes ¨²nicamente de unos pocos sectores econ¨®micos: Rusia, de las materias primas; Alemania, de la ingenier¨ªa y los productos qu¨ªmicos. Tambi¨¦n se han vuelto dependientes el uno del otro. El SPD, el partido de Schr?der y Scholz, fue el partido que se adue?¨® de la relaci¨®n bilateral con Rusia. Toda una serie de altos cargos pol¨ªticos del SPD invirtieron en esta relaci¨®n. Tambi¨¦n son los mismos pol¨ªticos que expresan escepticismo respecto al apoyo de Scholz a Ucrania. Se dijeron a s¨ª mismos que alemanes y rusos nunca volver¨ªan a estar en bandos opuestos de un conflicto internacional.
Scholz no era miembro de la conexi¨®n Putin de su partido. Pero era el l¨ªder del club chino. Los chinos trataron de ganarse su amistad desde el principio. Como alcalde de Hamburgo en la d¨¦cada pasada, Scholz realizaba visitas cada vez m¨¢s frecuentes a China. Cuando el mes pasado la UE vot¨® a favor de imponer aranceles a los autom¨®viles chinos, Alemania fue el ¨²nico gran Estado miembro que vot¨® en contra. Scholz est¨¢ totalmente obsesionado con los aranceles. Actualmente, est¨¢ azuzando en Alemania un fuerte sentimiento anti-UE a causa de esta decisi¨®n. El pa¨ªs se ha vuelto tan dependiente de China que no se ha dejado suficientes grados de libertad pol¨ªtica, sobre todo en lo que respecta a la pol¨ªtica comercial. Esto es lo que tienen los super¨¢vits comerciales: uno gana dinero, pero se vuelve dependiente.
Muchas de las empresas alemanas m¨¢s importantes se han expuesto demasiado al mercado chino. Volkswagen y Mercedes-Benz obtienen m¨¢s del 30% de sus beneficios de China. La empresa qu¨ªmica BASF quiere incluso aumentar su dependencia del pa¨ªs asi¨¢tico, que considera su mercado futuro m¨¢s importante.
Pero China se ha convertido en un gran problema para Alemania. Se ha apoderado de mercados antes dominados por Alemania, como el del autom¨®vil. Los chinos son hipercompetitivos. A diferencia de Alemania, China tambi¨¦n ha invertido en las tecnolog¨ªas digitales del siglo XXI. Los coches el¨¦ctricos chinos no solo son m¨¢s baratos que sus competidores alemanes, sino tambi¨¦n m¨¢s avanzados.
Esto es lo que convierte el declive econ¨®mico de Alemania en una recesi¨®n estructural, no en una crisis econ¨®mica normal. En estos momentos, la estrategia consiste en reafirmarse en lo que se hac¨ªa antes. Nadie en Alemania habla de diversificaci¨®n, el ¨²nico remedio conocido contra la dependencia excesiva. Scholz quiere abordar el problema con m¨¢s subvenciones para salvar puestos de trabajo. Supongo que el pr¨®ximo Gobierno alem¨¢n presionar¨¢ para que se prorrogue el plazo tope de 2035 para la venta de coches de combusti¨®n. Esta ser¨ªa otra respuesta miope. Las razones por las que los fabricantes de coches alemanes tienen tantos problemas es la p¨¦rdida de mercado fuera de Europa y especialmente en China. Esto est¨¢ ocurriendo ahora, no en 2035.
Comparando el declive industrial de Alemania con las cinco etapas del duelo, vi al pa¨ªs atascado en la primera etapa de negaci¨®n durante mucho tiempo.
Ahora est¨¢ pasando a la segunda fase: la ira. Esta es la fase en la que las f¨¢bricas cierran y los puestos de trabajo desaparecen, y en la que todo el mundo se?ala con el dedo a los dem¨¢s, y en particular a la UE. El Brexit tambi¨¦n vino precedido de d¨¦cadas de insultos a la UE. No estoy prediciendo una salida de Alemania de la Uni¨®n Europea, pero observo un distanciamiento progresivo. La gente achaca la culpa a las normativas de la UE. Scholz culpa a los aranceles de la UE. La relaci¨®n franco-alemana tampoco es tan estrecha como sol¨ªa ser con Helmut Kohl y Fran?ois Mitterrand. Emmanuel Macron y Olaf Scholz se tratan con cortes¨ªa, pero no son amigos cercanos.
Adem¨¢s, Alemania est¨¢ cada vez menos dispuesta a financiar a la UE. Durante la crisis de la deuda soberana de la eurozona de la d¨¦cada pasada, Alemania hizo lo m¨ªnimo que necesitaba hacer para impedir la ruptura de la Uni¨®n Monetaria. El pa¨ªs es, con diferencia, el mayor contribuyente al presupuesto de la UE. Y fue el mayor contribuyente al fondo de recuperaci¨®n de la UE, que se cre¨® durante la pandemia. Los sucesivos cancilleres alemanes han intentado contener el presupuesto de la UE, con cierto ¨¦xito, pero nunca han logrado reducir las contribuciones netas de Alemania, que actualmente rondan los 30.000 millones de euros anuales. En tiempos de austeridad, es mucho dinero que no se gasta en las autopistas, las carreteras y los trenes germanos.
El presupuesto de la UE se negocia para siete a?os. El periodo actual termina en 2027. Para entonces, puede que nos encontremos en una fase diferente de la recesi¨®n estructural, pero la crisis no habr¨¢ terminado. No creo que Friedrich Merz exija que le devuelvan su dinero, como hizo Margaret Thatcher en su d¨ªa, pero tampoco creo que acepte un aumento de la contribuci¨®n alemana. Y sin un aumento es dif¨ªcil ver c¨®mo podr¨ªa financiarse la adhesi¨®n de Ucrania a la UE. Depender¨ªa de que otros pa¨ªses del este de Europa, y especialmente Polonia, aceptaran que ellos tambi¨¦n tendr¨¢n que convertirse en contribuyentes netos.
Es posible que la mayor crisis previsible se produzca entre Alemania y Estados Unidos. Me cuesta ver c¨®mo Alemania puede seguir econ¨®micamente ligada a China hasta el punto en que lo est¨¢ hoy y seguir dependiendo de Estados Unidos para su seguridad nacional. La alianza transatl¨¢ntica, y la relaci¨®n entre Estados Unidos y Alemania en particular se enfrentar¨ªan a una prueba monumental si se llegara a un enfrentamiento militar entre Estados Unidos y China a causa de Taiw¨¢n. Los holandeses ya han cedido a la presi¨®n estadounidense para poner fin a la exportaci¨®n a China de m¨¢quinas litogr¨¢ficas que producen semiconductores de alto rendimiento. Para Estados Unidos es relativamente f¨¢cil presionar a un pa¨ªs peque?o como Holanda. Alemania no ser¨¢ tan d¨®cil ni mucho menos. La recesi¨®n estructural de Alemania es tambi¨¦n una crisis pol¨ªtica europea.
Y tambi¨¦n es una advertencia sobre lo cerca que est¨¢n el ¨¦xito y el fracaso econ¨®micos. Los alemanes tuvieron much¨ªsima suerte en las dos primeras d¨¦cadas de este siglo. Todo les sal¨ªa a la perfecci¨®n. A principios de la d¨¦cada de 2000, mejoraron su competitividad de precios mediante reformas econ¨®micas. La globalizaci¨®n abri¨® nuevos mercados. El transporte mar¨ªtimo de contenedores baratos permiti¨® a las empresas poner en marcha cadenas de suministro mundiales. Rusia aportaba gas barato. China necesitaba instalaciones y maquinaria alemanas para su expansi¨®n econ¨®mica.
Los jugadores saben lo que son las rachas de buena y mala suerte. La buena suerte de Alemania empez¨® a agotarse poco despu¨¦s de que el Reino Unido votara a favor del Brexit. Las exportaciones alemanas al pa¨ªs anglosaj¨®n se redujeron dr¨¢sticamente. La pandemia da?¨® las cadenas de suministro. La invasi¨®n rusa de Ucrania puso patas arriba las pol¨ªticas energ¨¦ticas del pa¨ªs. Actualmente, los principales socios comerciales de Alemania son Estados Unidos y China. No es una situaci¨®n muy favorable, pero s¨ª es sintom¨¢tica de un problema subyacente: la negaci¨®n generalizada de la geopol¨ªtica. Si Alemania hubiera optado por abrirse a las nuevas tecnolog¨ªas, por diversificarse y dejar de depender de empresas, pa¨ªses y tecnolog¨ªas, hoy ser¨ªa un pa¨ªs muy diferente: m¨¢s proeuropeo, m¨¢s seguro, menos extremista en su discurso pol¨ªtico y m¨¢s claro respecto a su posici¨®n en el mundo.
Los sucesivos gobiernos alemanes han descubierto por las malas que los intereses corporativos que defend¨ªan no son lo mismo que el inter¨¦s nacional. El inter¨¦s nacional habr¨ªa sido diversificarse y alejarse de las empresas de las que depend¨ªan demasiado. Ahora son las empresas las que se est¨¢n diversificando fuera de Alemania.
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