Dana: panorama para despu¨¦s de la tragedia
La anticipaci¨®n y la gesti¨®n del riesgo deben ser una parte fundamental de la reconstrucci¨®n
Una dana tremenda y anormal: una ola arrasadora especialmente en el r¨ªo Magro y en el barranco del Poyo que hace justo dos meses pas¨® de 264 a 2.282 metros c¨²bicos por segundo en muy pocas horas. El caudal del r¨ªo Ebro encajonado en un barranco que normalmente va seco pasando por la localidad de Paiporta y llev¨¢ndose todo lo que encontraba por delante. El Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica estim¨® que 107 sistemas de depuraci¨®n (la mitad de los de la provincia de Valencia) quedaron inutilizados, arrasados por la dana, con lo que las aguas fecales acabaron en los r¨ªos J¨²car y Turia y en la Albufera de Valencia. Ha habido 230 muertos, la magnitud del sufrimiento es enorme y los da?os econ¨®micos significativos. El Banco de Espa?a, en el Informe de Estabilidad Financiera de oto?o, cifr¨® en 20.584 millones de euros la exposici¨®n m¨¢ximo al riesgo de la banca espa?ola. Del total, 13.542 millones de euros corresponden a hogares (10.047 millones en hipotecas) y 7.042 millones a empresas. Expertos de la Universidad de Valencia analizaron que la dana golpe¨® a m¨¢s de 70 municipios especialmente importantes para la econom¨ªa regional y nacional. Estos municipios suponen el 34,5% del PIB provincial y el 22% del de la Comunidad Valenciana. Por ello, el Banco de Espa?a cuantifica una contracci¨®n de 0,22 puntos porcentuales del PIB en el ¨²ltimo trimestre de 2024.
Ante la magnitud de estas cat¨¢strofes, se buscan responsables directos e indirectos. Recurrir a la equidistancia suele ser una estrategia a implementar, pero no revela la evoluci¨®n objetiva de los hechos ni es justa: las responsabilidades no son equidistantes. En el caso que nos ocupa, los sistemas de predicci¨®n meteorol¨®gica informaron una y otra vez a las autoridades de que el fen¨®meno que ven¨ªa era extremo. Pero las autoridades auton¨®micas no avisaron a los ciudadanos a tiempo. Los sistemas de predicci¨®n y las alertas de riadas de la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del J¨²car no sirvieron para que se produjera una respuesta sobre el terreno de las autoridades regionales o la mayor¨ªa de las municipales. Una parte importante de lo que llamamos Estado advirti¨® en tiempo y forma sobre lo que se avecinaba; otra parte desoy¨® o minimiz¨® tales anuncios. En suma: en un Estado descentralizado, la comunicaci¨®n y las alertas no fueron suficientes para que, sobre todo la Generalitat valenciana, pusiera en marcha los protocolos necesarios para avisar a la poblaci¨®n. Probablemente, los da?os materiales se hubiesen producido, pero no los humanos, tal y como se observ¨® en la segunda dana acaecida pocos d¨ªas despu¨¦s de la primera, en la que s¨ª se atendi¨® a lo que advert¨ªa la Aemet.
Pero, adem¨¢s, otros aspectos que corresponden a fases previas al desastre deben ser resaltados. Algunos ejemplos:
¡ª El sistema financiero no ha sabido dar se?ales de mercado para que no se construyera en zonas inundables.
¡ª Los sistemas de seguros, las hipotecas y los cr¨¦ditos no han tenido en cuenta los riesgos asociados a las modificaciones del clima, con m¨¢s inundaciones y sequ¨ªas m¨¢s prolongadas.
¡ª El urbanismo desorbitado y una ocupaci¨®n del territorio abusiva han tomado las llanuras de inundaci¨®n y han encajonado los cursos de agua, con la consecuencia de que el agua no encuentra sitio para expandirse, aumenta en velocidad y volumen y se lleva todo a su paso.
¡ª Se ha construido al lado de los r¨ªos y barrancos, porque se pensaba que los embalses nos daban seguridad y pod¨ªan con todo.
En definitiva, no se ha entendido que la anticipaci¨®n y la gesti¨®n del riesgo son y tienen que ser una parte fundamental de la adaptaci¨®n al cambio clim¨¢tico. La sociedad ha reaccionado con cuerpos de voluntarios cuya actuaci¨®n solidaria debe aplaudirse y enaltecerse. Pero todo esto, de importancia capital, no ser¨ªa suficiente sin la actuaci¨®n del Estado en todas sus manifestaciones: cuerpos de polic¨ªa de todos los territorios de Espa?a, UME, ej¨¦rcito, bomberos, el Gobierno central poniendo los medios para responder a la crisis y para ayudar a estos pueblos a recuperarse frente a la devastaci¨®n. Los datos son claros: el Gobierno ha habilitado presupuestos de gasto y ayudas para empresas, ciudadanos y ayuntamientos estimadas en 16.600 millones de euros. Son paquetes complejos de, entre otras, ayudas directas a los ciudadanos para sus viviendas y bienes; de car¨¢cter fiscal y crediticio para las empresas y los trabajadores, y destinadas a los ayuntamientos para las labores inmediatas de limpieza y reparaci¨®n. Importante: sin pago de intereses y sin devoluciones posteriores. Hay que resaltar todo esto y arrinconar tergiversaciones intencionadas.
Organizaciones como la Fundaci¨®n Nueva Cultura del Agua han publicado propuestas para prevenir y reducir los da?os por inundaciones. Defienden actuar de manera urgente para adaptar nuestro estilo de vida a la nueva situaci¨®n de cambio clim¨¢tico: respetar las zonas inundables y redise?ar los planes urbanos municipales en funci¨®n de la realidad, lo que por ejemplo supone eliminar viviendas en zonas de alto riesgo de inundaci¨®n. De hecho, se apuesta por devolver espacio a los r¨ªos, regresarles a su espacio habitual de desbordamiento. Y, a la vez, recuperar la red de drenaje natural, eliminada o gravemente alterada por una agricultura intensiva que explota la m¨¢xima superficie posible, e implantar sistemas de drenaje urbano sostenibles para reducir la impermeabilizaci¨®n del suelo.
De acuerdo con la Asociaci¨®n de Operadores P¨²blicos de Agua (Aeopas), urge elaborar gu¨ªas para desarrollar planes de emergencia municipales y para que los planes de urbanismo este?n obligados a incluir cata?logos de riesgos de los planes de emergencia. Existen ejemplos de ¨¦xito en que se ha fomentado la autoprotecci¨®n de los ciudadanos en Navarra, as¨ª como en otros pa¨ªses. Se han recuperado las propuestas que hizo en 2007 la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica para la gesti¨®n de los riesgos de inundaci¨®n en la rambla del Poyo con reforestaci¨®n y construcci¨®n de micropresas y corredores para desviar el agua al nuevo cauce del Turia. En definitiva, resulta esencial que no se financie la reconstrucci¨®n de viviendas en las llanuras de inundaci¨®n; que los ayuntamientos hagan permutas de suelo para quedarse con las zonas edificadas en las llanuras de inundaci¨®n y que den suelo p¨²blico o licencias para relocalizar las viviendas y actividades que las ocupaban; que se revisen y se replanteen los planes urban¨ªsticos de una vez por todas, y que las instituciones financieras habiliten protocolos que eviten construir en las zonas inundables. Hay que asegurar que la informaci¨®n sobre los riesgos clim¨¢ticos se incorpora a las decisiones de las instituciones financieras.
Junto a ello, es necesario que se habilite un sistema para que las alertas no puedan ser deso¨ªdas, y protocolos para que la Aemet y las confederaciones informen directamente a los ayuntamientos, asegur¨¢ndose de que avisan a los ciudadanos para que se protejan. El negacionismo clim¨¢tico no puede significar jugar con las vidas de los ciudadanos. Y, adem¨¢s, preparar a la poblaci¨®n en los centros educativos a todos los niveles, desde la infancia a la universidad, para la gesti¨®n del riesgo, y trabajar con los medios de comunicaci¨®n para mejorar la informaci¨®n.
En s¨ªntesis, una planificaci¨®n estrat¨¦gica que tenga en cuenta que los episodios derivados del cambio clim¨¢tico van a ser recurrentes, y que urge estar preparados para enfrentarnos a ellos. Hay que recordar la adaptaci¨®n transformacional que propone el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Clim¨¢tico (IPCC, por sus siglas en ingl¨¦s): una adaptaci¨®n que va m¨¢s all¨¢ de los cambios incrementales en los sistemas existentes; una adaptaci¨®n que implica transformaciones fundamentales en la forma en que dise?amos, planificamos y gobernamos la resiliencia clim¨¢tica en sectores como el agua y el desarrollo urbano.
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