Las alertas tempranas salvan vidas
De nada sirven las alarmas si no son asumidas como un llamamiento a pasar a la acci¨®n con medidas b¨¢sicas que podr¨ªan tomar las administraciones
Milton, el ¨²ltimo hurac¨¢n de la temporada que cruz¨® la pen¨ªnsula de Florida sobre la ciudad de Tampa, con vientos superiores a los 200 kil¨®metros por hora, caus¨® 16 fallecidos. La gota fr¨ªa en el Levante espa?ol (ahora llamada dana) ha causado hasta la fecha m¨¢s de 200 muertos. Ambos desastres tienen en com¨²n una sola cosa: los sistemas de alerta temprana y monitoreo predijeron con una semana de anticipaci¨®n los dos fen¨®menos.
No hay un desastre igual a otro, y la gesti¨®n de este tipo de fen¨®menos s¨²bitos y extremos es compleja porque desborda cualquier previsi¨®n. Tampoco hay ninguna inundaci¨®n que se parezca a la anterior, pero en el Levante espa?ol llueve sobre mojado. La experiencia deber¨ªa haber sido un activo para reducir el impacto y aprender del pasado en una zona que sufre inundaciones de manera recurrente.
Las im¨¢genes, testimonios e informaciones durante los primeros d¨ªas de la cat¨¢strofe transmiten un estado de caos impropio de la cuarta econom¨ªa de la eurozona, y un ruido insoportable sobre el reparto de responsabilidades entre el Gobierno central y el auton¨®mico. El debate sobre competencias centro-periferia en medio del barrizal y sobre la desidia institucional de unos y otros no responde a las necesidades, y deber¨ªa haber sido sustituido por la b¨²squeda de la eficiencia, priorizando el uso urgente de todos los recursos del Estado, en un evento clim¨¢tico que ha sobrepasado la capacidad municipal y auton¨®mica. Un simple sobrevuelo en helic¨®ptero de las autoridades con un equipo de expertos en evaluaci¨®n de da?os en las primeras horas de la ma?ana hubiera bastado para determinar la gravedad y magnitud de la situaci¨®n y activar los mecanismos legales adecuados. Mientras, decenas de personas siguen desaparecidas (sin una lista oficial publicada a estas alturas) y quienes han sobrevivido han carecido de agua, alimentos, medicinas y servicios b¨¢sicos durante d¨ªas. Todo ello a escasos kil¨®metros de la tercera ciudad de Espa?a, Valencia, con experiencia en organizar elegantes competiciones internacionales de vela o grandes premios de f¨®rmula 1.
En 2022, el secretario general de Naciones Unidas lanz¨® una iniciativa espec¨ªfica llamada Early Warnings for All (Alertas Tempranas para Todos) con el objetivo de concienciar a los gobiernos y a las comunidades sobre la importancia de desarrollar sistemas de alerta temprana integrales, que permitan al personal humanitario, a los cuerpos de respuesta y rescate y a las comunidades en riesgo actuar de forma anticipada con apoyo, recursos y decisiones informadas antes del impacto. El objetivo es claro: salvar vidas, proteger los medios de subsistencia y preservar la dignidad. Nada de esto ha ocurrido en Espa?a.
Las alertas basadas en pron¨®sticos salvan vidas solo cuando son usadas para poner en marcha acciones tempranas. De nada sirven las alertas si no son asumidas como un llamamiento a la acci¨®n. La integralidad reside en conectar cuatro elementos: pron¨®sticos, alertas, recursos (financieros y humanos) y planes de contingencia. Evacuaciones preventivas, mensajes claros v¨ªa SMS u otros medios, despliegue de equipos de evaluaci¨®n, asistencia y rescate preimpacto (como, por ejemplo, la Unidad Militar de Emergencias o los cuerpos de bomberos), refuerzo de infraestructuras cr¨ªticas (carreteras, v¨ªas de tren, sistemas de alcantarillado), posicionamiento de bienes humanitarios, preparaci¨®n de albergues y protecci¨®n de medios de vida (en este caso, locales comerciales y negocios familiares que podr¨ªan haber sido protegidos para mitigar el impacto) son acciones b¨¢sicas que deben involucrar a todas las administraciones. Ha quedado claro que en uno de los pa¨ªses m¨¢s descentralizados de la OCDE siguen siendo las Fuerzas Armadas la ¨²nica instituci¨®n con m¨²sculo y capacidad log¨ªstica para responder a esta crisis en los primeros momentos.
En la crisis del Levante espa?ol, la Aemet (la Agencia Estatal de Meteorolog¨ªa) anunci¨® con d¨ªas de antelaci¨®n la llegada de un fen¨®meno extremo, y fue especialmente enf¨¢tica en la ma?ana previa al impacto, alertando del amplio potencial destructivo de las lluvias e inundaciones. Se desconoce por qu¨¦ esas alertas e informaciones no fueron canalizadas hacia las alcald¨ªas y cuerpos de seguridad en tiempo y forma, activando acciones anticipatorias por las autoridades auton¨®micas. Tambi¨¦n se desconoce por qu¨¦ Protecci¨®n Civil y otras administraciones del Estado a nivel central permanecieron expectantes sin actuar frente a la alerta roja. Miles de personas esperaban la mayor tromba de agua en d¨¦cadas, desarrollando sus actividades cotidianas, sin ser conscientes que sus vidas estaban en alto riesgo. La coordinaci¨®n entre administraciones brill¨® por su ausencia.
Las alertas tempranas act¨²an como disparadores del marco normativo para la gesti¨®n de los desastres, ordenando el ciclo de la preparaci¨®n y la respuesta. El fortalecimiento de la gobernanza para gestionar el riesgo de desastres fue una de las cuatro prioridades de acci¨®n plasmadas en el Marco de Sendai para la Reducci¨®n del Riesgo de Desastres 2015-2030, instrumento suscrito por los pa¨ªses miembros de la ONU, incluida Espa?a. Este acuerdo global enfatiza la necesidad de contar con una visi¨®n clara, planes, leyes, reglamentos y procedimientos que den pie a una toma de decisiones coordinada entre las administraciones para reducir el riesgo y gestionar los desastres de manera efectiva. En el caso que nos ocupa, la descoordinaci¨®n y el desconcierto operativo est¨¢n ¨ªntimamente conectados con el equilibrio pol¨ªtico que unos y otros hacen del marco legal para eludir responsabilidades frente a la opini¨®n p¨²blica.
La mayor emergencia de la historia reciente de Valencia y de Espa?a no alcanza, sorprendentemente, para ser considerada de nivel tres (m¨¢ximo nivel) por la Administraci¨®n auton¨®mica, lo que permitir¨ªa no solo el control de la emergencia por el nivel central, sino el desembolso de m¨¢s recursos y medios. Contradictoriamente, el nivel central ha movilizado a casi 15.000 miembros de las Fuerzas Armadas y de seguridad, en el mayor despliegue en tiempos de paz en Espa?a, sin declarar, sorprendentemente, una emergencia nacional. Este proceder de las autoridades nacionales y auton¨®micas resulta cuando menos confuso y pone en evidencia la alta politizaci¨®n de la respuesta, mientras muchos damnificados autogestionan sus necesidades.
Esta crisis pone de manifiesto que los aspectos estructurales de la gesti¨®n del riesgo en Espa?a merecen mayor atenci¨®n. Espa?a ha sido activa en los foros internacionales en relaci¨®n con la agenda del cambio clim¨¢tico, pero parece haberse olvidado de hacer las tareas dentro de casa. El ordenamiento territorial y un an¨¢lisis prospectivo del riesgo deben ser la base de toda pol¨ªtica p¨²blica. La construcci¨®n desmedida, la modificaci¨®n de los cauces de los r¨ªos, la degradaci¨®n ambiental, el abandono del mundo rural y un uso irresponsable del territorio est¨¢n entre los principales factores que exponen a las comunidades a la muerte. Es necesario que el proceso de recuperaci¨®n y reconstrucci¨®n de este devastador desastre sea planificado de manera sensible al riesgo, considerando los cambios en el clima. Solamente as¨ª se lograr¨¢ reducir el riesgo futuro y fortalecer la resiliencia de las comunidades expuestas. Los desastres no son naturales.
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