D¨®nde est¨¢ la IA europea
La UE debe ver como una oportunidad la aparici¨®n de rivales tecnol¨®gicos a Estados Unidos y establecer sus propias reglas
La irrupci¨®n de la inteligencia artificial (IA) china DeepSeek en internet hace justo una semana, que sacudi¨® los mercados burs¨¢tiles al dejar en evidencia el coste y el tama?o de sus rivales en Silicon Valley, no solo pone en cuesti¨®n la gigantesca apuesta de inversi¨®n de Estados Unidos en esta tecnolog¨ªa, sino que, en un sentido contrario, deja a Europa ante la pregunta de si est¨¢ haciendo lo suficiente, o, peor a¨²n, si est¨¢ haciendo algo. Es el momento de preguntarse d¨®nde est¨¢n las empresas europeas en un sector que, seg¨²n el informe del expresidente del BCE Mario Draghi, resulta estrat¨¦gico para el continente. El potencial de la IA de impulsar una nueva revoluci¨®n econ¨®mica global trae consigo, inevitablemente, que esa misma revoluci¨®n deje el mundo dividido entre ganadores que dicten las reglas de juego y perdedores que se sometan a ellas.
Hasta ahora, las empresas europeas de inteligencia artificial se han centrado no en grandes modelos universales como el conocido ChatGPT, sino en aplicaciones m¨¢s espec¨ªficas y m¨¢s centradas en el mercado profesional e industrial, como traductores o generadores de im¨¢genes, donde compiten de igual a igual con sus rivales estadounidenses y asi¨¢ticas. En el lado de la tecnolog¨ªa b¨¢sica para la IA, si bien la estadounidense Nvidia fabrica los chips de referencia que han hecho crecer la industria, la mayor empresa del mundo de m¨¢quinas impresoras de chips (alrededor de un 80% del mercado) es ASML, con sede en Pa¨ªses Bajos.
Pero la falta de un proyecto europeo de gran tama?o que el p¨²blico pueda reconocer como alternativa a ChatGPT o DeepSeek (lo m¨¢s parecido ser¨ªa la francesa Mistral) despierta evidentes recelos, especialmente vista la experiencia de las pasadas d¨¦cadas. Cabe la posibilidad de que una industria europea atomizada pueda ir cayendo empresa a empresa en manos de grandes conglomerados internacionales, como ha pasado con la inform¨¢tica y la telefon¨ªa m¨®vil. La dependencia europea de gigantes tecnol¨®gicos como Meta, Amazon y Google lleva a?os preocupando en Bruselas. La presi¨®n de EE UU con argumentos de seguridad nacional ya puso en cuesti¨®n el uso de la tecnolog¨ªa de la china Huawei en la expansi¨®n de la cobertura 5G en Europa. Alemania orden¨® el a?o pasado la prohibici¨®n de empresas chinas en esta infraestructura cr¨ªtica. Que EE UU se vuelva a posicionar como rival comercial en lugar de como aliado agrava la urgencia de estos recelos.
Un paso en la buena direcci¨®n es la existencia de la ley y el reglamento europeos de inteligencia artificial, aprobados el a?o pasado. A pesar de que la entrada en vigor se alarga durante tres a?os, esta regulaci¨®n es la UE haciendo lo que hace mejor: ofrecer un marco jur¨ªdico que establece criterios de cu¨¢ndo una tecnolog¨ªa supone un peligro y proteger a los usuarios de las peores pr¨¢cticas de la industria, como la manipulaci¨®n de la conducta o el rastreo masivo de im¨¢genes faciales.
Este enfoque defensivo no es suficiente. DeepSeek es una amenaza nueva, pero tambi¨¦n una oportunidad de observar y aprender para orientar la inversi¨®n sin caer presa de la ansiedad que impone Silicon Valley. La UE ya lo ha hecho antes. Tiene el ejemplo de Airbus, una de las grandes historias europeas de ¨¦xito: un proyecto que super¨® rivalidades locales y barreras culturales y ling¨¹¨ªsticas para desarrollar una empresa que hoy es l¨ªder mundial de la aviaci¨®n comercial. Es una experiencia que puede repetirse perfectamente en cualquier nueva industria, tambi¨¦n en la IA. Europa debe sacudirse cualquier complejo y ponerse manos a la obra, con sus propias reglas.
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