El debate | ?Podemos considerar joven a alguien de 40 a?os?
Algunas autonom¨ªas han comenzado a extender las ayudas p¨²blicas destinadas a los j¨®venes m¨¢s all¨¢ de los 30 a?os. Mientras tanto, los que no llegan a la treintena reclaman que no siga aumentando el corte de edad para que la precariedad no se normalice ni eternice
La definici¨®n cl¨¢sica de juventud, que sol¨ªa extenderse hasta los 30 a?os, est¨¢ en cuesti¨®n. Mientras las ayudas para j¨®venes de la Uni¨®n Europea siguen limitadas a esa edad, en Espa?a muchas comunidades aut¨®nomas las est¨¢n haciendo extensivas hasta los 35 e incluso los 40 a?os. Un ejemplo reciente son las ayudas para la compra de vivienda destinadas a este colectivo, que en regiones como la de Madrid ya se est¨¢n ofreciendo hasta los 40. El empleo precario y los bajos sueldos durante los primeros a?os tras la incorporaci¨®n al mercado laboral ¡ªlos trabajadores menores de 24 a?os son el ¨²nico grupo de edad que no ha logrado recuperar su nivel salarial desde la crisis financiera de 2008¡ª est¨¢n postergando la emancipaci¨®n. ?Las ayudas p¨²blicas a la juventud deber¨ªan extenderse hasta los 40 a?os? Dos expertas aportan su visi¨®n sobre el tema.
Lo que esconde la eterna juventud
Margarita Guerrero Calder¨®n
Generaci¨®n de cristal. Flojitos. Ninis. Pertenezco a una generaci¨®n que creci¨® con un discurso que nos ofrec¨ªa un futuro que no llega. Vidas atravesadas por sucesivas crisis en una sociedad que nos mira, pero que, a menudo, no nos entiende. Que nos etiqueta, pero que no empatiza.
Hasta hace poco la juventud se identificaba con ese periodo entre los 15 y los 29 a?os. Ese momento vital en el que coincid¨ªa el desarrollo y la plenitud f¨ªsica con la preparaci¨®n y el acceso a los hitos que marcan el paso a la vida adulta e independiente. Este es el concepto de juventud que comparto: un proceso en el que la maduraci¨®n f¨ªsica y social son simult¨¢neos y se complementan coherentemente.
Este consenso se ha resquebrajado y parece que la juventud se prolonga sin l¨ªmites claros. En Europa se considera joven a alguien de entre 15 y 30 a?os. En Espa?a encontramos una amplia disparidad: el Verano Joven llega hasta los 30, el bono joven de alquiler hasta los 35 e, incluso, hay comunidades aut¨®nomas que ampl¨ªan la consideraci¨®n de joven hasta los 40 para determinados programas. El Observatorio de la Juventud (INJUVE) decidi¨®, para la ¨²ltima Encuesta de Juventud, ampliar la edad del estudio hasta los 34 a?os con el fin de conocer la realidad de este segmento de poblaci¨®n.
Hasta ahora las excepciones etarias se situaban en ¨¢mbitos como la consideraci¨®n de j¨®venes agricultores en las ayudas de la PAC. Existe el riesgo, al normalizar la extensi¨®n de la juventud, de convertir la excepci¨®n en norma. Considero que ampliar la edad de la juventud hasta los 40 (o mientras dura la inestabilidad vital) puede conducirnos a normalizar la precariedad durante toda la vida.
Los datos avalan que la precariedad lastra los proyectos vitales de las personas j¨®venes, pero ?hasta cu¨¢ndo dura esta situaci¨®n? La emancipaci¨®n juvenil se retrasa hasta los 30,4 a?os y el 55,9% de quienes se independizan lo hacen en r¨¦gimen de alquiler. Si se tiene en cuenta el salario mediano de los j¨®venes (1.005 euros al mes), a una persona de esa edad le faltar¨ªan 76 euros para poder vivir solo y asumir los gastos de alquiler y suministros (tendr¨ªa que destinar el 102,3% de su salario). Compartir piso se convierte en casi la ¨²nica opci¨®n, lo que nos sit¨²a ante una generaci¨®n inquilina.
Si te planteas formar una familia, la cuesti¨®n se complica a¨²n m¨¢s. El coste medio de la crianza en 2024 en Espa?a, seg¨²n Save The Children, fue de 758 euros al mes por hijo. Tener descendencia constituye un factor objetivo de riesgo de pobreza y la maternidad se ha retrasado de media hasta cerca de los 32 a?os. Seg¨²n un informe de Comisiones Obreras, hasta los 38 a?os no se alcanza el paquete completo de la autonom¨ªa personal, referida a la emancipaci¨®n y trabajo a tiempo completo.
Entonces, ?j¨®venes eternamente o, m¨¢s bien, precarios eternamente? Si levantamos la vista y nos situamos en los entornos de la madurez ¡ªcon permiso de quienes voluntariamente se adhieren a aquello de ¡°la juventud es un estado de ¨¢nimo¡±¡ª vemos que una de cada tres personas paradas en Espa?a tiene 50 a?os o m¨¢s, y la mitad lo son de larga duraci¨®n. Adem¨¢s, si vuelven al mercado laboral lo hacen de forma precaria.
Lo que nos acompa?a cada vez m¨¢s tiempo, no es la juventud, es la precariedad. Estamos asistiendo a la formaci¨®n de una nueva clase social, el precariado, definida por unas relaciones econ¨®micas de dependencia e inestabilidad. Enfrente, hay grupos de poder, entre ellos los fondos buitre, que cada vez acumulan m¨¢s riqueza al acaparar bienes esenciales como la vivienda, sujeta a especulaci¨®n como mera mercanc¨ªa.
Como nos ense?¨® el soci¨®logo franc¨¦s Pierre Bourdieu: la edad es una construcci¨®n social. Estirar el concepto ¡°juventud¡± no alivia las condiciones de vida de quienes no alcanzan la plena independencia econ¨®mica. Si como pa¨ªs queremos cambiar este rumbo, se impone un nuevo pacto social intergeneracional que ponga freno a la vulneraci¨®n de derechos sociales y los recupere de forma efectiva para todos: desde el inicio de la vida e independientemente de la edad.
La edad depende de la cuenta corriente
Almudena Moreno M¨ªnguez
El sentido simb¨®lico de lo que es ser joven est¨¢ sometido a tensiones contradictorias que enfrentan a las generaciones y a las expectativas de cada cual en esa representaci¨®n esc¨¦nica de la sociedad de consumo. Por un lado, existe un mercado lucrativo y en alza para los que venden productos y estilos de vida que prometen la expectativa de una juventud eterna. Por otro lado, en la vida real es un t¨¦rmino claramente delimitado por la edad que condiciona las oportunidades y establece los l¨ªmites de c¨®mo se deben repartir los recursos p¨²blicos entre las generaciones. Partiendo del planteamiento de Richard Sennet en su ¨²ltimo libro El int¨¦rprete (Anagrama), me pregunto c¨®mo se produce el paso gradual del escenario simb¨®lico al dise?o de pol¨ªticas p¨²blicas cuando hablamos de los j¨®venes y la edad.
El l¨ªmite de la edad para establecer qui¨¦nes son los j¨®venes elegibles para las ayudas p¨²blicas es enga?oso. Nos encontramos en el escenario de la juventud eterna, que es mucho m¨¢s que un eslogan. Sin embargo, las estad¨ªsticas y organismos oficiales fijan un l¨ªmite de edad para definir qu¨¦ colectivos entran dentro de la categor¨ªa de j¨®venes. El l¨ªmite de edad para ser joven se encuentra delimitado en los 29 a?os para la mayor¨ªa de las instituciones y organismos. Sin embargo, los cambios demogr¨¢ficos, sociales y econ¨®micos han transformado el significado, no solo de ¡°sentirse joven¡±, sino tambi¨¦n las circunstancias y contextos que implican ¡°ser joven¡±.
Eres adulto cuando te conviertes en independiente y aut¨®nomo econ¨®micamente y puedes asumir responsabilidades como pagar un alquiler, la hipoteca, formar una familia o tener hijos. En suma, te conviertes en adulto cuando puedes hacerte responsable de tus facturas y de tu propia vida. Estas circunstancias que nos convierten en adultos han dilatado las transiciones a la vida adulta de los j¨®venes como consecuencia, entre otros factores, de la precarizaci¨®n general de los salarios, o el aumento de los precios del alquiler y de la vivienda ¡ªresultado de pr¨¢cticas especulativas y de la falta de iniciativas p¨²blicas¡ª, contribuyendo as¨ª a aumentar la desigualdad entre generaciones. Los datos constatan que las condiciones de vida de la etapa juvenil se alargan hasta bien entrada la treintena, sin embargo, las administraciones p¨²blicas siguen ancladas en un concepto de ¡°joven¡± arcaico que solo representa a una parte de los j¨®venes con edades comprendidas entre los 16 los 30 a?os.
Esto contribuye a mandar mensajes hostiles a muchos j¨®venes sobre la falta de inter¨¦s por parte de las administraciones en la causa juvenil, lo que no hace nada m¨¢s que ahondar en la desconexi¨®n y desconfianza institucional existente entre los j¨®venes y los adultos que gestionan esas pol¨ªticas. La redistribuci¨®n de los recursos existentes es clave para reducir la desigualdad entre generaciones y propiciar el bienestar y calidad de vida de los ciudadanos.
Las pol¨ªticas que establecen la asignaci¨®n de recursos en funci¨®n de la edad deben considerar la complejidad de la etapa juvenil, combinando factores de clase social, de g¨¦nero y de procedencia, ampliando as¨ª la horquilla de la edad para adaptarse a una realidad cambiante y con m¨²ltiples matices. Puede darse el caso de que una joven de 28 a?os cuente con estudios superiores pagados en el extranjero por sus padres, varias viviendas en propiedad de la familia y los contactos suficientes para encontrar un buen empleo en la empresa privada, por lo que quiz¨¢s no deber¨ªa ser elegible para una ayuda para j¨®venes. Mientras, puede darse el caso de una mujer de 38 a?os divorciada, con dos hijos, viviendo de alquiler, sin empleo o con un salario precario, que claramente estar¨¢ m¨¢s necesitada de las ayudas que la joven de 29 a?os, aunque la de m¨¢s edad no pueda ser elegible como destinataria de la pol¨ªtica redistributiva dentro de esa categor¨ªa de ¡°joven¡±.
En definitiva, la condici¨®n de joven es compleja, cambiante y con m¨²ltiples matices que no se pueden ce?ir ¨²nicamente al criterio de la edad como delimitador estricto de quienes son y quienes no son j¨®venes para acceder a los recursos p¨²blicos. M¨¢s all¨¢ del debate sobre la precariedad de los j¨®venes y la imposibilidad de hacer una vida propia, est¨¢ el debate de a qui¨¦n se considera joven precario y necesitado de ayudas para iniciar esa vida propia y en qu¨¦ circunstancias. Pasemos del escenario a la calle con un principio de realidad que permita ser m¨¢s equitativo en la distribuci¨®n de los limitados recursos p¨²blicos disponibles.
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