A favor de la reforma migratoria
Est¨¢ en juego la forma de vida de centenares de miles de personas y se pone en jaque los principios m¨¢s b¨¢sicos de la concepci¨®n de justicia social que deber¨ªa tener nuestro Estado de bienestar
?ltimamente, me pasa demasiado a menudo que llego tarde. A casi todo. Hoy, de nuevo, se me ha pasado el momentum de comentar la reforma migratoria de Jos¨¦ Luis Escriv¨¢ y casi todo ya se ha dicho. Si quer¨¦is entender el detalle, leed a Gemma Pinyol, si quer¨¦is saber por qu¨¦, pese a ser tan pobre, debemos estar contentos, leed a Gonzalo Fanjul y Carles Campuzano. Y si quer¨¦is entender por qu¨¦ la izquierda lo ha entendido todo al rev¨¦s, leed a Ana Iris Sim¨®n. E incluso en esto voy con retraso, pues los citados ya le plantearon sus cr¨ªticas. Sin embargo, cuando el desatino es tan importante y compartido (con los sindicatos) merece la pena insistir. Sobre todo cuando est¨¢ en juego la forma de vida de centenares de miles de personas y se pone en jaque los principios m¨¢s b¨¢sicos (econ¨®micos, pol¨ªticos y filos¨®ficos) de la concepci¨®n de justicia social que ?deber¨ªa? tener nuestro Estado de bienestar. Supongo que es el peligro que corre una persona al escribir sobre cualquier cosa siempre desde la misma posici¨®n ideol¨®gica: muchas veces lo que dices carece de sentido. Tienes que hacerlo por la camiseta.
Pero ojo, que esto ya ven¨ªa desde lejos. ?Recuerdan aquel intento de boicot revolucionario en la cara de su anfitri¨®n (el presidente) elaborando una visi¨®n castiza del relleno de la Espa?a vaciada? Casas, trabajos y pol¨ªticas de natalidad. Dadnos eso y repoblaremos Espa?a los j¨®venes abandonados de este pa¨ªs de viejos. Una receta guap¨ªsima para exacerbar a los j¨®venes hambrientos de oportunidades. Un desprop¨®sito si se quiere hacer pol¨ªtica p¨²blica. Incluso haciendo uso de nuestra virilfeminidad potencia espa?ola, nuestros v¨¢stagos ser¨¢n productivos (si no se dedican a jugar a videojuegos, vivir en el metaverso o atiborrarse de ansiol¨ªticos) dentro de 25 a?os. Y si nos falla eso, nos sobran casas y trabajos, as¨ª que todo empez¨® entonces. Se le dio (alta)voz. Y de esos barros estos lodos: ah¨ª empez¨® su diatriba antiinmigraci¨®n. De la defensa de su privilegio como espa?ola.
As¨ª que empecemos por ah¨ª, por la econom¨ªa, que parece siempre lo m¨¢s relevante: la autora arranca as¨ª su art¨ªculo replicando la opini¨®n de los sindicatos mayoritarios: hablando de c¨®mo los empresarios quieren bajar los salarios importando personas. Suena perfecto como eslogan para una campa?a de oeneg¨¦, si no fuera porque la teor¨ªa es err¨®nea. Ni un solo estudio serio ha encontrado una correlaci¨®n entre migraci¨®n y descenso de los salarios. Es contraintuitivo, lo s¨¦, pero no sucede. Unas veces porque no existe el efecto sustituci¨®n (las personas migrantes ocupan posiciones que no quieren los nativos), otras porque ralentizan la inserci¨®n tecnol¨®gica en ciertos sectores y, por consiguiente, la destrucci¨®n de ciertos empleos, y otras porque emprenden en negocios o consumen m¨¢s por lo que, de hecho, generan empleo (en 2017, 43% de las 500 empresas m¨¢s grandes de EE UU fueron fundadas o cofundadas por personas migrantes o sus hijos). El error es casi siempre el mismo, los premios nobel Esther Duflo y Abhijit Banerjee le llaman napkin economics (econom¨ªa de servilleta): creen que la tarta es siempre igual y hay m¨¢s gente para com¨¦rsela. Pero la tarta puede crecer y hay muchos ingredientes que, por mucho que pagues, ya nadie quiere probar.
En segundo lugar, la autora de Feria cae, como lo hace una gran parte de la izquierda, en un paternalismo barato que, por un lado, anula la capacidad de agencia en las personas migrantes y, por el otro, desconoce las din¨¢micas de desarrollo de los pa¨ªses. Al ya famoso ¡°las personas son explotadas y tra¨ªdas por mafias¡± se les une el ¡°les estamos robando el talento¡±. Qu¨¦ poco ha viajado esta gente a los pa¨ªses de donde provienen los migrantes. No necesitan a nadie que trafique con ellos para decidir salir, las condiciones en las que viven y las perspectivas de una vida sin esperanza son suficientes para empujarles al viaje. Y s¨ª, no lo negaremos, existen mafias que operan en las zonas de tr¨¢nsito: que explotan, estafan e incluso esclavizan a los migrantes, pero su presencia surge precisamente por la falta de mecanismos y v¨ªas legales para que estas personas migren con condiciones desde sus lugares de origen, que es lo que esta reforma (demasiado t¨ªmidamente) intenta construir. Y lo que es m¨¢s importante: las migraciones suponen una respuesta extremadamente exitosa para salir de estas situaciones de las que huyen, no solo para ellos, sino tambi¨¦n para sus familias e incluso para sus propios pa¨ªses. Y aqu¨ª est¨¢ el segundo quid de la cuesti¨®n: robarles a los pa¨ªses empobrecidos la posibilidad de utilizar las migraciones como una herramienta de desarrollo (ya sea para adquisici¨®n de remesas o de capacidades), es quitarles un escal¨®n fundamental de la escalera hacia el progreso.
Pero es que encima, la presente reforma refuerza la posibilidad de que estos trabajadores se incorporen al mercado laboral con derechos (y deberes). Ana Iris Sim¨®n en su escrito decidi¨® omitir un peque?o factor fundamental: hay en Espa?a 500.000 personas que viven sin derechos y que, de facto, sufren esa explotaci¨®n que tanto les preocupa a los sindicatos. Y solo hay dos v¨ªas para solucionarlo: las regularizaciones masivas o los sistemas de arraigo. Las primeras (sin duda el mecanismo m¨¢s efectivo y eficiente), no parecen muy atractivas pol¨ªticamente en un entorno en el que las migraciones se han convertido en el arma arrojadiza m¨¢s rentable de nuestro espect¨¢culo de pan y circo. Las segundas, bien gestionadas y con la suficiente flexibilidad, son una forma de llevar a cabo estas regularizaciones de manera constante y silenciosa. Y aqu¨ª est¨¢ la raz¨®n pol¨ªtica: esta v¨ªa abierta por el ministerio de Escriv¨¢ permite habilitar un mecanismo silencioso para abrir la puerta a la legalidad a decenas, si no centenares, de miles de personas. Y una pol¨ªtica migratoria exitosa, debe ser una que no se escuche demasiado.
Y por ¨²ltimo, hay una raz¨®n mucho m¨¢s importante, que vincula narrativa y moral a partes iguales y que la izquierda espa?ola ha le¨ªdo, a mi modo de ver, err¨®neamente. La idea rawlsiana que soporta los principios que debieran alimentar las pol¨ªticas de izquierdas tiene uno de sus mayores enganches en la universalidad de su aplicaci¨®n. Y, si bien es cierto que puede ser importante una adaptaci¨®n de estos principios al contexto (Michael Sandel dir¨ªa a la comunidad), una vez que anulas esa universalidad los principios se convierten en un argumento pol¨ªtico m¨¢s de corte utilitarista que ¨¦tico. Es decir, cuando la justicia social se convierte en un coto cerrado, solo la escala nos separa de los que abogan por qued¨¢rselo todo para s¨ª mismos. Ampliar el c¨ªrculo no nos hace m¨¢s morales, ¨²nicamente edulcora nuestras conciencias y nos sirve de analg¨¦sico. Y esta reforma, por primera vez y de forma seguramente colateral e inintencionada, empieza a cambiar el mensaje que durante los ¨²ltimos 20 a?os han lanzado las pol¨ªticas migratorias: ¡°los ricos first¡±. Y eso bien vale un aplauso. Bajito.
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