La gesti¨®n del agujero de la capa de ozono: ?un ejemplo para la gesti¨®n de la covid-19?
El Protocolo de Montreal ha demostrado que una colaboraci¨®n internacional intensa y coordinada, basada en criterios cient¨ªficos, puede ser la mejor receta para luchar contra los problemas globales a los que nos enfrentamos
El pasado septiembre se celebr¨® el D¨ªa Internacional de la Preservaci¨®n de la Capa de Ozono. Este a?o la efem¨¦ride fue especial, ya que es el 35 aniversario del Convenio de Viena que dio lugar, dos a?os despu¨¦s, al Protocolo de Montreal relativo a las sustancias agotadoras de la capa de ozono. Este protocolo sent¨® las bases de la recuperaci¨®n de la capa de ozono y estableci¨® el control, entre otros, de los compuestos clorofluorocarbonados (CFC), sustancias ampliamente utilizadas en la industria como parte de frigor¨ªficos, aparatos de aire acondicionado o propelentes de aerosoles. Gracias a las medidas adoptadas, la capa de ozono se est¨¢ recuperando satisfactoriamente (un 1-3% por d¨¦cada desde el a?o 2000) y se cree que los niveles de ozono estratosf¨¦rico alcanzar¨¢n en 2030 los valores previos a 1980 en el Hemisferio Norte, 2050 en el Hemisferio Sur y 2060-2070 en las regiones polares.
Pero la lectura que debemos hacer de la exitosa gesti¨®n derivada del Protocolo de Montreal va m¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n del ozono estratosf¨¦rico, ya que nos ofrece valiosas lecciones que aplicar en problemas similares. En primer lugar, la velocidad a la que se tomaron las decisiones. En 1974, dos investigadores de la Universidad de California (Irvine), Frank Sherwood Rowland y Mario Molina, descubrieron que los CFC, unos compuestos de gran ¨¦xito en la industria e inocuos en la parte baja de la atm¨®sfera, causaban la destrucci¨®n del ozono en la estratosfera. Aunque este descubrimiento les llev¨® a ganar el Premio Nobel de qu¨ªmica en 1995 (junto al holand¨¦s Paul Crutzen), en aquel momento pas¨® inadvertido hasta que un grupo de investigadores del British Antarctic Survey, liderado por Joseph Farman, detect¨® una sorprendente disminuci¨®n del ozono estratosf¨¦rico sobre la Ant¨¢rtida.
Era el a?o 1985 y fue la primera constataci¨®n del agujero de ozono. A partir de ah¨ª, los acontecimientos se sucedieron con gran rapidez. En 1985 se cre¨® el Convenio de Viena para la protecci¨®n de la capa de ozono, fruto del cual surgi¨® el exitoso Protocolo de Montreal, adoptado solo dos a?os despu¨¦s, el 16 de septiembre de 1987. Esta rapidez contrasta enormemente con la gesti¨®n de otro problema ambiental global como el cambio clim¨¢tico, en el que la gobernanza multinacional ha estado arrastrando los pies durante d¨¦cadas.
Antonio Guterres, secretario general de la ONU, inst¨® a que todos los pa¨ªses tuviesen la lucha contra el calentamiento global como uno de los elementos clave en sus estrategias de recuperaci¨®n frente a la pandemia
El segundo aspecto destacable del Protocolo de Montreal es el seguimiento continuo por parte de la comunidad cient¨ªfica. Los resultados de las medidas adoptadas son evaluados peri¨®dicamente por un panel cient¨ªfico, de modo que cuando la evoluci¨®n no se corresponde con lo esperado, se modifican a trav¨¦s de ajustes y enmiendas en las que se a?aden nuevas sustancias o se adelanta el a?o de prohibici¨®n de estas. Y es que el Protocolo de Montreal no solamente ha evitado millones de casos de c¨¢ncer de piel o cataratas al recuperar la capa de ozono, sino que tambi¨¦n ha reducido una gran cantidad de CO? equivalente al disminuir la concentraci¨®n de CFC, HCFC y HFC que tienen tambi¨¦n un alto potencial invernadero. El Protocolo de Montreal ha demostrado que una colaboraci¨®n internacional intensa y coordinada, basada en criterios cient¨ªficos, puede ser la mejor receta para luchar contra los problemas globales a los que nos enfrentamos.
En este sentido, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, inst¨® recientemente a que todos los pa¨ªses tuviesen la lucha contra el calentamiento global como uno de los elementos clave en sus estrategias de recuperaci¨®n frente a la pandemia. No valen atajos, ambos problemas deben ser enfrentados de modo coordinado, desde la colaboraci¨®n multilateral y la lealtad pol¨ªtica. Y el Protocolo de Montreal puede ser el espejo en el que mirarse.
La UE parece haber recogido el guante y est¨¢ liderando la lucha global contra el cambio clim¨¢tico, impulsando decisiones en esta direcci¨®n incluso en un momento de extrema complejidad como el actual. Hace unos d¨ªas, el Parlamento Europeo aprob¨® reducir un 60% las emisiones de CO? para 2030, en lugar del 40% establecido hasta ahora, en el camino hacia la neutralidad clim¨¢tica en 2050. Esperemos que esa sea la l¨ªnea a seguir y que esto no quede solo como una idea en un papel. Nos va el futuro en ello.
David Elustondo es profesor e investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente de la Universidad de Navarra.
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