Estamos frente a una pandemia: debemos atacar al virus, no a las personas vulnerables
En vez de malgastar unos recursos inestimables imponiendo medidas discriminatorias para los grupos de mayor riesgo, nos deber¨ªamos centrar en luchar contra el SARS-CoV-2
En un momento en que la lucha por contener la covid-19 prosigue en todo el mundo y en que crece el agotamiento causado por la pandemia, se oyen voces que abogan por procurar la denominada ¡°inmunidad colectiva¡±, argumentando que esta se puede conseguir gracias a una ¡°protecci¨®n selectiva¡±. Esta estrategia implicar¨ªa reabrir por completo nuestras sociedades y blindar a las personas mayores y a las que presentan otras enfermedades, con el fin de conseguir dicha inmunidad colectiva en el transcurso de los pr¨®ximos seis meses, a la espera de una vacuna.
Esto podr¨ªa parecer muy sencillo, pero los hechos demuestran lo contrario.
En primer lugar, la inmunidad colectiva se puede lograr administrando una vacuna para proteger a las personas de un virus, no exponi¨¦ndolas a ¨¦l. Por ejemplo, para conseguir la inmunidad colectiva contra el sarampi¨®n se necesita vacunar a cerca del 95% de las personas, quienes, una vez inmunizadas, act¨²an como escudo protector para prevenir la circulaci¨®n del virus y la infecci¨®n del 5% restante de la poblaci¨®n que no ha sido vacunada.
En segundo lugar, nuestros niveles de inmunidad est¨¢n todav¨ªa muy lejos de los necesarios para evitar la transmisi¨®n de la covid-19. Los datos de los estudios seroepidemiol¨®gicos indican que menos del 10% de la poblaci¨®n mundial ha presentado signos de infecci¨®n. Es decir, la vasta mayor¨ªa de las personas todav¨ªa son vulnerables al virus SARS-CoV-2. De acuerdo con los c¨¢lculos, para alcanzar la inmunidad colectiva contra este virus mientras no se disponga de una vacuna tendr¨ªa que infectarse entre el 60% y el 70% de la poblaci¨®n mundial (m¨¢s de 5.000 millones de personas), lo cual puede tardar a?os en suceder. Adem¨¢s, como ya ha ocurrido con otros coronavirus, no puede descartarse que se produzcan reinfecciones; de hecho, es algo que ya ha sucedido. Es decir, es posible que la poblaci¨®n est¨¦ repetidamente expuesta a presentar la enfermedad.
En tercer lugar, si permitimos que el virus se propague sin control entre la poblaci¨®n, las consecuencias para las sociedades y los sistemas de salud ser¨¢n devastadoras. El n¨²mero de personas que enfermar¨ªa gravemente y fallecer¨ªa ser¨ªa inmenso, los hospitales se saturar¨ªan debido a la afluencia de pacientes ¡ªsobre todo ahora que, en el hemisferio norte, empieza la temporada de gripe¡ª y el abrumador n¨²mero de personas que precisar¨ªan atenci¨®n sanitaria ocasionar¨ªa enormes estragos en las comunidades.
Si permitimos que el virus se propague sin control entre la poblaci¨®n, las consecuencias para las sociedades y los sistemas de salud ser¨¢n devastadoras
Por otro lado, desconocemos cu¨¢nta gente sufrir¨¢ los efectos debilitantes del s¨ªndrome post covid-19 (es decir, la forma cr¨®nica de la enfermedad), y durante cu¨¢nto tiempo. Muchas personas refieren haber sufrido cansancio, dolor de cabeza, obnubilaci¨®n y dificultades para respirar de forma persistente y durante meses. Asimismo, no podemos olvidar que se han notificado otros s¨ªntomas graves de la covid-19, como limitaciones f¨ªsicas y cognitivas, trastornos psiqui¨¢tricos y afectaci¨®n de los pulmones, el coraz¨®n y el cerebro.
En cuarto lugar, es un error pensar que este virus solo afecta gravemente a las personas mayores y a las que presentan enfermedades. Los datos obtenidos en las investigaciones indican que la mortalidad aumenta de forma marcada con la edad, pero, tambi¨¦n, que muchos j¨®venes sin enfermedades subyacentes se han enfermado de gravedad y han fallecido. Por ejemplo, en el momento de m¨¢xima intensidad del brote registrado en Italia, el 15% de los pacientes ingresados en cuidados intensivos ten¨ªan menos de 50 a?os.
Por ¨²ltimo, me pregunto c¨®mo podr¨ªa aplicarse en la pr¨¢ctica la supuesta protecci¨®n selectiva. En la actualidad, se recomienda a los Gobiernos que protejan a los grupos de mayor riesgo, como parte de una serie de medidas de salud p¨²blica cuya eficacia depende de que se apliquen simult¨¢neamente. Seleccionar una sola intervenci¨®n, sin tener en cuenta las caracter¨ªsticas de la transmisi¨®n local, ser¨ªa una decisi¨®n irresponsable, ineficaz y letal.
Como ha afirmado el Director General de la OMS, no se trata de elegir entre dejar que el virus circule libremente y paralizar nuestras sociedades. Este virus se transmite principalmente entre personas que tienen contacto cercano y ocasiona brotes controlables mediante la aplicaci¨®n de medidas espec¨ªficas. En vez de malgastar unos recursos inestimables imponiendo medidas discriminatorias para los grupos de mayor riesgo, nos deber¨ªamos centrar en luchar contra el virus.
Si las pruebas de detecci¨®n y el rastreo de los contactos se llevan a cabo con rigor, podemos saber con bastante precisi¨®n por d¨®nde circula el virus y atajarlo con medidas de salud p¨²blica, como el aislamiento de los casos y la cuarentena de los contactos. Se trata de medidas probadas que todos conocemos y cuya eficacia ya se ha demostrado.
Si se adaptan las intervenciones al contexto local y se dirigen a los grupos de casos, no es necesario confinar a todo un pa¨ªs sin tener en cuenta las variaciones en la transmisi¨®n dentro de la comunidad. Asimismo, podemos reducir la morbimortalidad de la covid-19 informando a la poblaci¨®n sobre el modo en que pueden protegerse a s¨ª mismos y a sus seres queridos. Hemos comprobado que esta estrategia funciona en muchos pa¨ªses.
Si se adaptan las intervenciones al contexto local y se dirigen a los grupos de casos, no es necesario confinar a todo un pa¨ªs
Es una labor ardua, pero ahora contamos con nuevas herramientas que son m¨¢s eficaces que las disponibles hace nueve meses. Por ejemplo, muchos pa¨ªses han formado y equipado mejor a los profesionales de la salud, y contamos con mejores tratamientos y medios de diagn¨®stico y con aplicaciones digitales que nos ayudan a informar a los pacientes y a encontrar a los contactos de los casos.
En todo el mundo, los Gobiernos deben actuar de forma decidida para poner fin a la transmisi¨®n, reducir la mortalidad y empoderar a sus ciudadanos para que act¨²en a fin de protegerse a s¨ª mismos. Las autoridades de salud p¨²blica deben dialogar con las comunidades a las que sirven para conocer los obst¨¢culos y las limitaciones que enfrentan y para tratar de solventarlos. Los Gobiernos deben apuntalar sus sistemas de salud para que satisfagan todas las necesidades sanitarias e invertir en el desarrollo de herramientas de diagn¨®stico, tratamientos y vacunas que nos ayuden a poner fin a esta pandemia.
En la actualidad hay m¨¢s de 200 vacunas candidatas, varias de las cuales se encuentran en las etapas finales de los ensayos cl¨ªnicos. Es posible que, el a?o pr¨®ximo, dispongamos de un suministro limitado de una vacuna eficaz contra el CoV2-SARS. En ese momento podremos plantearnos si es seguro y realista hacer un esfuerzo para conseguir la inmunidad colectiva.
Por el momento, debemos ser m¨¢s inteligentes que el virus para entender c¨®mo y d¨®nde se propaga y para cerrarle todas las puertas.
Soumya Swaminathan es doctora y cient¨ªfica jefa de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud
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