?Por qu¨¦ hay que priorizar el regreso a las escuelas en Am¨¦rica Latina y el Caribe?
Este tiempo, en que los gobiernos toman decisiones sobre presupuestos, calendarios y educaci¨®n, es cr¨ªtico para garantizar que el 2021 no sea otro a?o sin clases. Estas son imprescindibles sobre todo para los ni?os y ni?as m¨¢s vulnerables
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Nicolle Nicopa, una adolescente peruana de 15 a?os que quer¨ªa ser enfermera vio truncado su sue?o a causa de la pandemia. La covid-19 se llev¨® a su padre y, agobiada por las necesidades econ¨®micas de la familia, dej¨® sus clases virtuales para dedicarse a trabajar y as¨ª ayudar a su mam¨¢ y a su hermano peque?o. La pandemia le cambi¨® la vida a Nicolle y a millones de estudiantes en la regi¨®n como ella.
A pocos d¨ªas de finalizar el 2020, el balance para la educaci¨®n en Am¨¦rica Latina y el Caribe no es alentador: el 87% del alumnado no han recibido clases presenciales durante los ¨²ltimos ocho meses. Las escuelas permanecen cerradas en la mayor¨ªa de los pa¨ªses desde el mes de marzo. Su reapertura debe ser prioritaria en la medida que se levanten las restricciones debidas a la covid-19.
M¨¢s all¨¢ de la brecha de aprendizaje que se ha producido durante este per¨ªodo, el Programa Mundial de Alimentos (WFP) estima que alrededor de 85 millones de ni?os y ni?as de la regi¨®n no han tenido acceso a alimentaci¨®n escolar, incrementando as¨ª el riesgo de sufrir desnutrici¨®n. As¨ª mismo, se estima que m¨¢s de tres millones podr¨ªan abandonar los estudios, por m¨²ltiples razones, entre ellas, para dedicarse a trabajar.
Los programas de alimentaci¨®n escolar tienen un rol clave de protecci¨®n social. Se ha demostrado que, para los hogares, el valor de las comidas en la escuela es equivalente a aproximadamente el 10% del ingreso del hogar. Para familias con varios ni?os, eso puede significar ahorros sustanciales. En casos de crisis, como la de covid-19, este ingreso indirecto puede contribuir a que los hogares no apliquen estrategias negativas de sobrevivencia, y un desincentivo a la deserci¨®n escolar.
El cierre prolongado de los centros educativos tiene profundos impactos en la vida de los m¨¢s peque?os que van m¨¢s all¨¢ de una p¨¦rdida de aprendizaje y del mayor riesgo, en particular de los m¨¢s vulnerables, de que abandonen la escuela. Por ejemplo, la no asistencia a clases presenciales y el menor tiempo dedicado al aprendizaje, sumado a la p¨¦rdida de ingresos en los hogares, configuran condiciones que aumentan las posibilidades de la incorporaci¨®n prematura de ni?os, ni?as y adolescentes al mercado laboral, particularmente en actividades peligrosas. La Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe (CEPAL) estiman un aumento del trabajo infantil en la regi¨®n durante 2020 de hasta 300.000 menores de edad, mostrando un claro retroceso en los esfuerzos por eliminar esta pr¨¢ctica.
La CEPAL ha estimado que la pandemia afectar¨¢ los ingresos de todos los estratos de la poblaci¨®n en Am¨¦rica Latina y el Caribe, aunque el impacto ser¨¢ proporcionalmente mayor en los bajos, comparado con aquellos de ingresos medios y altos. La pobreza aumentar¨¢ en 45,4 millones de personas y la pobreza extrema en 28,5 millones, con un impacto devastador para la regi¨®n. Adem¨¢s de las dificultades que la crisis genera para la reintegraci¨®n laboral de los padres y madres y, en especial, el efecto desproporcionado sobre las mujeres y su participaci¨®n en el mercado de trabajo.
Por otra parte, FAO reporta que hasta antes de la pandemia casi 60 millones de personas de la regi¨®n se vieron afectadas por inseguridad alimentaria grave. Los datos disponibles sobre el consumo de alimentos, encuestas nutricionales y las proyecciones sobre el incremento de la pobreza en la regi¨®n permiten augurar un aumento significativo del hambre, la inseguridad alimentaria y la malnutrici¨®n en los pr¨®ximos a?os, especialmente en ¨¢reas rurales. En este contexto, para satisfacer necesidades b¨¢sicas, como la seguridad alimentaria, las familias pueden depender de los ni?os y ni?as para complementar los ingresos del hogar. El cierre de los centros educativos en las zonas rurales podr¨ªa traer consigo que estos sean empleados en actividades de trabajos peligrosos en la agricultura y otras actividades.
Para la UNESCO, los pa¨ªses de la regi¨®n enfrentan una tensi¨®n in¨¦dita en materia de recursos financieros. A la vez que se han incrementado las demandas que atender, la dif¨ªcil situaci¨®n fiscal pone en dudas la disponibilidad de los recursos. Los primeros indicios sobre la evoluci¨®n de los presupuestos educativos durante 2020 no indican recortes, pero no hay evidencia de que la educaci¨®n haya sido priorizada por los gobiernos dentro de los paquetes de respuesta econ¨®mica a la emergencia.
Las agencias del Sistema ONU firmantes, preocupadas por la situaci¨®n por la que atraviesa la educaci¨®n en los pa¨ªses de la regi¨®n, reconocen los esfuerzos realizados por los gobiernos y las autoridades educativas que, junto con socios y contrapartes, trabajan para mitigar los riesgos de la interrupci¨®n de la educaci¨®n y su impacto en ni?os, ni?as y adolescentes. Sin embargo, la experiencia de los ¨²ltimos meses evidencia, en casi todos los pa¨ªses, que los programas de educaci¨®n a distancia -en l¨ªnea, radio o televisi¨®n- han agudizado las brechas educativas entre familias pobres y ricas que ya exist¨ªan antes de la pandemia. Seg¨²n cifras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), solo la mitad del alumnado de las escuelas p¨²blicas pueden acceder a la educaci¨®n a distancia, comparado con las tres cuartas partes de quienes estudian en las escuelas privadas. Los alumnos y alumnas que m¨¢s necesitan seguir aprendiendo son quienes tienen menos oportunidades de aprovechar el acceso a clases a distancia.
Despu¨¦s de casi un a?o escolar sin clases presenciales, es necesario que los gobiernos prioricen la reapertura de las escuelas, abord¨¢ndola como parte integral de las pol¨ªticas de reactivaci¨®n, guiados por consideraciones de salud p¨²blica, garantizando la inclusi¨®n digital de todos los hogares. El proceso de reapertura debe ser cuidadoso y prudente e incluir estrategias multisectoriales de mitigaci¨®n y protocolos de bioseguridad y de seguridad y salud en el trabajo para proteger no solo al alumnado, sino tambi¨¦n al profesorado y al resto de personal del sector educativo, as¨ª como a las familias y a la comunidad.
La mayor¨ªa de los ni?os, ni?as y adolescentes de la regi¨®n ya perdieron un a?o de educaci¨®n presencial. No podemos permitir que se repita un segundo a?o bajo estas mismas circunstancias que han impactado sus procesos de aprendizaje, nutrici¨®n y bienestar socioemocional. Las pr¨®ximas semanas, en las que los gobiernos toman importantes decisiones en materia de presupuestos, calendarios y vuelta a la escuela, son cr¨ªticas para garantizar que el 2021 no sea otro a?o de interrupci¨®n de clases para el alumnado de la regi¨®n.
Ni?os y ni?as en condiciones de vulnerabilidad son quienes m¨¢s necesitan la escuela y son quienes m¨¢s sufren las consecuencias. Cuanto m¨¢s tiempo permanezcan fuera de la escuela, mayor es el riesgo de quedar rezagados en su aprendizaje con efectos negativos sobre los resultados educativos, la reducci¨®n de la escolaridad y las habilidades cognitivas y socioemocionales a lo largo de su vida.
Cada d¨ªa adicional de cierre de las escuelas retrasar¨¢ y dificultar¨¢ la recuperaci¨®n econ¨®mica de toda la regi¨®n. Pero tambi¨¦n generar¨¢ grietas en la sociedad que ser¨¢n dif¨ªciles de resolver en el corto plazo. Cada d¨ªa que pasa con las escuelas cerradas aumenta la posibilidad de perder en unos meses el equivalente a una d¨¦cada de avances en materia de protecci¨®n de la infancia y la adolescencia.
Reabrir las escuelas debe ser priorizada como una de las primeras medidas en la fase inicial de la reapertura progresiva de la sociedad, no como la ¨²ltima.
Autores: Alicia B¨¢rcena Ibarra (secretaria ejecutiva Comisi¨®n Econ¨®mica para Am¨¦rica Latina y el Caribe, CEPAL); Eve Crowley (representante Regional Adjunta y Representante, FAO en Chile; Vin¨ªcius Carvalho Pinheiro (director regional de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, OIT); Claudia Uribe (directora regional de la Oficina Regional de Educaci¨®n para Am¨¦rica Latina y el Caribe, OREALC/UNESCO Santiago); Jean Gough (directora regional de UNICEF para Am¨¦rica Latina y el Caribe) y Miguel Barreto (director regional del Programa Mundial de Alimentos, WFP).
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