?Por qu¨¦ regres¨® Brasil al mapa del hambre?
Como ocurre en la mayor parte del planeta, la escasez de alimentos para los brasile?os no se debe a que no se produzca suficiente comida, sino a la imposibilidad de los m¨¢s pobres de acceder a ella
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En 2018, cinco a?os despu¨¦s de que la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO), hubiera declarado a Brasil como pa¨ªs libre del hambre, m¨¢s de 10 millones de brasile?os volv¨ªan a padecerla. Los resultados de la Encuesta de Presupuesto Familiar (POF) oficial brasile?a, de junio de 2017 a julio de 2018, se?alaban que el 4,6% del pa¨ªs sufr¨ªa inseguridad alimentaria severa ¡ªel nombre t¨¦cnico de no comer lo suficiente. La incidencia era mayor en los hogares encabezados por negros y mujeres, y en la regi¨®n nordeste, que arroja las peores cifras de pobreza. En las zonas rurales, el hambre supera el 7%.
Si hacemos una proyecci¨®n lineal simple, pensando que la tendencia de aumento del hambre se ha mantenido constante ¡ªes decir, sin contar, por ejemplo, los efectos de la pandemia¡ª las cifras en julio de 2020 alcanzar¨ªan algo as¨ª como el 6,6% de la poblaci¨®n, es decir, ?unos 15 millones de brasile?os pasar¨ªan hambre hoy!
Pero la pandemia de la covid-19 y sus consecuencias econ¨®micas empujan a pensar que la situaci¨®n es peor. A finales de agosto hab¨ªa ya 13,7 millones de personas sin empleo ¡ªun r¨¦cord: el 14,3% de la poblaci¨®n activa. Y eso sin tener en cuenta a los millones de trabajadores informales que viven con salarios de miseria. Y a esa falta de ingresos hay que sumarle las limitaciones en la distribuci¨®n de comidas escolares que alimentan a millones de ni?os por el cierre de las escuelas y el desmantelamiento de pol¨ªticas de seguridad alimentaria como el Programa de Adquisici¨®n de Alimentos (PAA), que se ha quedado casi sin presupuesto. Los stocks regulatorios de la CONAB (Companhia Nacional de Abastecimiento) est¨¢n pr¨¢cticamente a cero. En paralelo, los precios de la cesta b¨¢sica ¡ªy entre ellos la combinaci¨®n arroz-frijol, que es la base del sistema alimentario brasile?o¡ª no han dejado de crecer.
La covid-19, sin embargo, no es el principal villano de la historia. Sobre todo, porque el aumento del hambre registrado por el IBGE ocurri¨® en los 5 a?os anteriores a la pandemia. En el pasado se consiguieron avances en la erradicaci¨®n del hambre por la implementaci¨®n de una pol¨ªtica de seguridad alimentaria y nutricional en el primer Gobierno de Lula, a partir de 2003. Se aplicaron pol¨ªticas p¨²blicas de transferencia de ingresos, con subidas reales del salario m¨ªnimo, el aumento de la oferta de empleos de calidad y la implementaci¨®n de la estrategia Hambre Cero, adem¨¢s de fortalecer los programas arriba mencionados, que hoy est¨¢n siendo desmantelados.
Por desgracia, desde la destituci¨®n de Dilma Rousseff en 2016, la lucha contra el hambre ya no es una prioridad del Gobierno. Brasil es un importante productor y exportador mundial de alimentos. Es el primer o segundo productor y exportador de az¨²car, caf¨¦, zumo de naranja, carne de vacuno y pollo, ma¨ªz o soja. Esto hace que muchas personas, incluido el actual presidente de la Rep¨²blica, confundan las cosas y piensen que producir gran cantidad de alimentos, como hace Brasil, trae consigo la ausencia de hambre. Pero, como ocurre en la mayor parte del planeta, el hambre de los brasile?os no se debe a que no se produzca suficiente comida, sino a la imposibilidad de los m¨¢s pobres de acceder a ella.
En pocas palabras, no falta comida, sino dinero para comprarla. Los datos de la FAO muestran que, aun tirando a la basura m¨¢s de un tercio de la producci¨®n mundial, esta es m¨¢s que suficiente para proporcionar a todos los habitantes del planeta una dieta m¨ªnimamente adecuada.
Esta no es la ¨²nica paradoja del caso brasile?o: el hambre crece pese a producir enormes cantidades de alimentos. Un 27% de nuestra poblaci¨®n adulta es obesa y casi dos tercios adolecen de sobrepeso, lo que no es sino otra cara de la misma moneda: comemos mal. El hambre y la obesidad son los dos extremos de un continuo de desnutrici¨®n, que afecta a los brasile?os por la falta de una pol¨ªtica activa de educaci¨®n alimentaria.
Un 27% de nuestra poblaci¨®n adulta es obesa y casi dos tercios adolecen de sobrepeso, lo que no es sino otra cara de la misma moneda: comemos mal
Con la pandemia hemos visto multiplicarse los programas de radio y televisi¨®n que tratan de ense?ar a la gente c¨®mo cocinar en casa. Esta respuesta de emergencia deber¨ªa ser en realidad una pr¨¢ctica permanente, incluida en el programa de men¨²s escolares a partir de la escuela primaria: ?hay que reaprender lo que es una comida saludable! Somos un pa¨ªs de personas obesas y con sobrepeso porque ingerimos demasiados az¨²cares, sales y grasas saturadas en alimentos ultraprocesados de bajo valor nutricional, adem¨¢s de muchas harinas con alto contenido cal¨®rico, pero bajas en prote¨ªnas.
Y, ahora que est¨¢ m¨¢s que probado que la obesidad, junto con la vejez, se encuentran entre las comorbilidades ¡ªcoexistencia?de?dos?o?m¨¢s?enfermedades?en?un?mismo?individuo,?generalmente relacionadas¡ª m¨¢s graves asociadas con la covid-19, ?por qu¨¦ el Gobierno de Bolsonaro sigue desmantelando lo que queda de la pol¨ªtica de seguridad alimentaria implementada en Brasil desde el primer gobierno de Lula, especialmente ahora donde la buena comida es un arma fundamental de prevenci¨®n?
Orientar a las personas a comer bien, de forma sana y nutricionalmente equilibrada, es un deber del Estado. El derecho humano a la alimentaci¨®n saludable est¨¢ inscrito en nuestra Constituci¨®n y debe ser vigilado por todos los gobiernos, independientemente de su afiliaci¨®n pol¨ªtica. No encuentro otra respuesta: hay una creencia ciega y dogm¨¢tica en la actual administraci¨®n federal en Brasil de que la alimentaci¨®n es un problema individual, de cada uno de nosotros, en el que el Gobierno no tiene nada que decir.?O, peor a¨²n, que ¨Cal mejor estilo ultra neoliberal¨C el Gobierno no debe interferir en el funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda, donde los mercados son soberanos y deben gobernar la econom¨ªa y la pol¨ªtica, y la salud.
Jos¨¦ Graziano da Silva?ha sido director general de la?FAO?(2011-2019) y ministro extraordinario para la Seguridad Alimentaria en Brasil. Actualmente dirige el Instituto Hambre Cero.
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