Tabletas para las escuelas africanas: ?innovaci¨®n tecnol¨®gica o despilfarro?
El reparto masivo de hardware para abordar desaf¨ªos educativos en ?frica suele fracasar por no atender al contexto. Los proyectos m¨¢s exitosos combinan pedagog¨ªa coherente, ¨¦nfasis digital moderado y otras innovaciones menos costosas
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Kay Ugwuede se plant¨® ante sus alumnos inflada de entusiasmo. Era 2016 y la joven nigeriana ¡ªtechie convencida¡ª encaraba su primera experiencia docente. El gobierno de Os¨²n, al suroeste del pa¨ªs, hab¨ªa lanzado tres a?os antes un fastuoso proyecto. Nada menos que 150.000 flamantes tabletas para un salto educativo sin precedentes. La regi¨®n se zambullir¨ªa de golpe en la sociedad del conocimiento. Conectados al v¨¦rtigo digital, sus j¨®venes imaginar¨ªan en c¨®digos binarios rutas sin explorar. Transformar¨ªan una tierra eminentemente agr¨ªcola en una floreciente cantera de startups.
Como profesora de Biolog¨ªa en un instituto de la peque?a ciudad de Ikire, Ugwuede nunca lleg¨® a utilizar los dispositivos en clase. Cuenta que las tabletas, de calidad discutible, se estropeaban con frecuencia: ¡°Nadie hab¨ªa previsto un plan de soporte para arreglarlas, as¨ª que pronto se volvieron in¨²tiles¡±. Los fugaces intentos de darles un uso educativo se estrellaron contra la cruda realidad. ¡°El sistema de electricidad era muy fr¨¢gil y la implicaci¨®n del equipo directivo casi nula¡±, explica.
Problemas casi id¨¦nticos han enfrentado otras iniciativas EdTech ¡ªabreviatura de Education & Technology¡ª de largo alcance en ?frica. Incursiones focalizadas en el env¨ªo masivo de dotaciones digitales a zonas especialmente desfavorecidas. Solidaridad y negocio se confunden en programas variopintos, concebidos a veces seg¨²n premisas neocoloniales.
One Laptop per Child fue pionera con su mini-port¨¢til de bajo coste presentado al mundo en 2007 por Nicholas Negroponte, fundador del MIT (Massachusetts Institute of Technology) Media Lab. Desde Occidente han seguido su estela fundaciones corporativas, ONGs, compa?¨ªas EdTech, y organismos de ayuda al desarrollo, adem¨¢s de fil¨¢ntropos.
El furor se extendi¨® pronto a las propias administraciones africanas, que en la ¨²ltima d¨¦cada han destinado millones de euros ¡ªnormalmente apoyadas por donaciones extranjeras¡ª al reparto de artilugios. Las tablets han ido sustituyendo progresivamente a los port¨¢tiles. Se han creado originales remedios para subsanar el d¨¦ficit de infraestructuras. Pero casi todos los proyectos siguen tropezando con la misma piedra.
¡°En su gran mayor¨ªa fracasan por no atender debidamente al contexto¡±, explica Elizabeth Stuart, directora ejecutiva de la Blavatnik School of Government (Universidad de Oxford) y coautora de un amplio estudio sobre el impacto digital en la educaci¨®n de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. Stuart lamenta la preeminencia de enfoques que otorgan al hardware (equipos) propiedades casi m¨¢gicas. Que se limitan a distribuir cachivaches sin cuestionarse demasiado el d¨®nde o el para qu¨¦. Y advierte que un buen n¨²mero de ¡°iniciativas bienintencionadas¡± nunca se eval¨²an. O mueren en su fase piloto sin posibilidad de ser escaladas ni evidencias que animen a seguir su senda.
Formaci¨®n docente
Ahora periodista tecnol¨®gica y directora de publicaciones del colectivo art¨ªstico transafricano Invisible Borders, Ugwuede recuerda barreras mentales que, a¨²n hoy, siguen frenando la ambiciosa apuesta del gobierno de Os¨²n. Escollos quiz¨¢ m¨¢s dif¨ªciles de sortear que los puramente t¨¦cnicos. ¡°Algunos compa?eros ve¨ªan en las tabletas una amenaza a su puesto de trabajo. Y en cualquier caso, casi ninguno sab¨ªa utilizarlas¡±, se?ala.
Sin un manejo fluido, el profesor ve en la m¨¢quina un mero engorro carente de sentido. Obviedad extensible a cualquier lugar, pero que en ?frica ¡ªcon bajos salarios docentes y escasos incentivos para reciclarse profesionalmente¡ª adquiere especial relevancia. ¡°Por norma, los proyectos no han trazado estrategias viables de formaci¨®n continua. No se trata de impartir un taller introductorio, sino de contar con un facilitador que d¨¦ soporte en el d¨ªa a d¨ªa¡±, destaca Danai Maramba, coach tecno-educativo y coordinador TIC en el Colegio Internacional de Windhoek, la capital de Nabimia.
Algunos compa?eros ve¨ªan en las tabletas una amenaza a su puesto de trabajo. Y en cualquier caso, casi ninguno sab¨ªa utilizarlasKay Ugwuede, docente y 'techie' en Nigeria
Originario de Zimbabue, con varios t¨ªtulos de universidades anglosajonas, Maramba ha pasado por escuelas de todo el continente. Siempre centros elitistas plagados de puntos wifi y con generadores en reserva ante posibles fallos de suministro. En su tiempo libre, ofrece formaci¨®n gratuita a colegas menos afortunados de toda Namibia. Se prodiga incansable por eventos como EduTech, un foro digital sobre el sector en ?frica que se celebrar¨¢ el pr¨®ximo octubre. Su mensaje es un¨ªvoco: ¡°Sin un acomodo realista de la tecnolog¨ªa, el fracaso est¨¢ asegurado¡±.
Maramba nunca ha entrado en contacto directo con los ej¨¦rcitos hardware prestos a la revoluci¨®n digital en la escuela p¨²blica africana. ¡°Pero he escuchado historias de dispositivos apilados en un rinc¨®n cogiendo polvo porque los profesores tem¨ªan romperlos o hacer el rid¨ªculo ante sus alumnos¡±, admite. Durante la conversaci¨®n por videoconferencia, su imagen se congela. Maramba vuelve una hora despu¨¦s: ¡°Hemos sufrido un apag¨®n y he tenido que hacer una reparaci¨®n de urgencia. Si esto ocurre en un barrio privilegiado de la capital, imag¨ªnese en zonas rurales¡±, advierte.
Comuni¨®n anal¨®gico-digital
Muchas iniciativas adolecen tambi¨¦n de falta de reflexi¨®n pedag¨®gica. Nadan un poco a la deriva, improvisando usos posibles o guiadas por objetivos inalcanzables, casi persiguiendo ideales. El informe de Stuart resalta el ¨¦xito de contados proyectos que no han ca¨ªdo en ese error.
Por ejemplo Tusome, en Kenia, que se centra en mejorar la alfabetizaci¨®n de los siete millones de ni?os que el pa¨ªs escolariza en los primeros cursos de primaria. Dise?ado por el Ministerio de Educaci¨®n, el plan combina una penetraci¨®n de dispositivos modesta ¡ªante todo para que el profesor recopile y transfiera informaci¨®n¡ª con la paulatina digitalizaci¨®n de contenidos curriculares. ¡°Est¨¢n demostrando un conocimiento profundo de la situaci¨®n local¡±, sostiene Bj?rn Hassler, profesor de la Universidad de Johannesburgo y director de la empresa social Open Development & Education ¡ªcon amplia presencia en el continente¡ª y del nodo investigador EdTech Hub.
Rapero afrobeat fuera de sus ocupaciones oficiales, el joven ministro de Educaci¨®n de Sierra Leona, David Sengeh, ha dispuesto un sistema interactivo con fines de diagn¨®stico. Quiere basar la toma de decisiones en datos fiables. Por ahora, una tableta para cada escuela. El ministro Sengeh ha preferido sentar los cimientos en lugar de empezar la casa por el tejado. ¡°En varios pa¨ªses africanos existe una alarmante ausencia de informaci¨®n a la hora de identificar con rigor los problemas m¨¢s urgentes como la exclusi¨®n escolar¡±, recalca Stuart. Uno de cada cinco ni?os subsaharianos no recibe ense?anza primaria, seg¨²n la UNESCO. En secundaria las cifras se disparan hasta casi un 50% de alumnos sin escuela.
Tusome ha evitado convertir a los dispositivos en depredadores del supuestamente obsoleto ecosistema anal¨®gico. Libros de papel, bol¨ªgrafos y pizarras conviven con las tabletas y el software educativo. Otra cr¨ªtica habitual a la fiebre tecnol¨®gica es que suele arrinconar necesidades m¨¢s acuciantes pero con soluciones menos vistosas. En pa¨ªses como Espa?a, la tecnolog¨ªa no ha arrasado con los materiales did¨¢cticos tradicionales. Tampoco ha empeorado la formaci¨®n docente o ha obligado a descuidar las instalaciones, al menos de forma dr¨¢stica. Pero en algunos pa¨ªses subsaharianos se trata de aut¨¦nticos dilemas, de opciones excluyentes.
Los defensores de la digitalizaci¨®n escolar en ?frica a gran escala suelen esgrimir un mismo argumento: si esperamos a cubrir todas las necesidades b¨¢sicas, la brecha tecnol¨®gica Norte-Sur se ensanchar¨¢ a¨²n m¨¢s. ¡°Yo lo plantear¨ªa al rev¨¦s: sin una s¨®lida alfabetizaci¨®n ordinaria, la alfabetizaci¨®n digital no resulta factible, ya que la capacidad de sacar provecho al aprendizaje online depende del estado educativo previo¡±, replica Hassler. El investigador alem¨¢n considera que las empresas y universidades africanas deben acoger lo digital con los brazos abiertos. Y en menor medida, tambi¨¦n los institutos. Pero no necesariamente los colegios de primaria.
Convertir en sin¨®nimos innovaci¨®n educativa y tecnolog¨ªa digital implica estrechar la mira. ¡°En ?frica, innovar puede ser simplemente construir ba?os separados por g¨¦nero para que las chicas que tienen la menstruaci¨®n no dejen de ir a clase por verg¨¹enza¡±, apunta Stuart. Pero el brillo de las pantallas y la presi¨®n comercial ciegan con frecuencia a los responsables de destinar fondos. ¡°Hay incontables empresas llamando a su puerta para venderles la ¨²ltima panacea educativa¡±, a?ade.
En la localidad costera de Malindi (Kenia), la ONG Elimu (educaci¨®n en swahili) ofrece su inmenso Resource Center a todo tipo de alumnado. De nuevo, lo anal¨®gico y lo digital se al¨ªan bajo objetivos compartidos. Hay talleres de costura y una extensa biblioteca, con libros en papel y en pantalla. Un equipo de expertos locales orienta a los chavales en el uso de tablets, kindles y port¨¢tiles. ¡°Ponemos el ¨¦nfasis en la lectoescritura, la creatividad, el aprendizaje entre iguales y el esp¨ªritu emprendedor¡±, detalla Cynthia Adhiambo, su responsable de comunicaci¨®n.
A Hassler le cuesta entender por qu¨¦ se apuesta tan poco por innovaciones que podr¨ªan cosechar excelentes resultados en la educaci¨®n africana. ¡°La metacognici¨®n, el aprendizaje colaborativo... Son pr¨¢cticas mucho m¨¢s baratas y con un impacto igual o superior al de la tecnolog¨ªa digital¡±, sostiene. Quiz¨¢ no resulten tan fotog¨¦nicas, no permitan capturar la imagen de humildes escuelas rurales bendecidas por sofisticados artefactos, sugiriendo el milagro educativo con su simple presencia.
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