Sin espacios culturales para los adolescentes de barrios vulnerables en Argentina
En los ¨²ltimos 10 a?os la inversi¨®n p¨²blica en programas art¨ªsticos y deportivos destinados a los j¨®venes disminuy¨® casi un 20% en Buenos Aires. Lugares de impacto muy positivo para aquellos que carecen de otros recursos, la covid-19 ha empeorado la situaci¨®n
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Cuando Tamara Zakowicz ten¨ªa ocho a?os empez¨® a ir al centro cultural de la Fundaci¨®n Crear Vale La Pena (CVLP). La primera clase que tom¨® fue de aerobic y luego sigui¨® con danza contempor¨¢nea, hip hop y telas acrob¨¢ticas. All¨ª pas¨® toda su adolescencia y juventud. Ella vive en La Cava, un asentamiento ubicado en San Isidro, en la provincia de Buenos aires, que tiene viviendas precarias, un alto nivel de hacinamiento e infraestructura p¨²blica deficiente. ¡°Si bien es dif¨ªcil vivir ac¨¢ por la violencia y desigualdad que se ve, tener un espacio de expresi¨®n me cambi¨® la vida: me ayud¨® a vincularme de otra manera con las personas y a canalizar la angustia. Todo eso pude transformarlo en arte¡±, cuenta la joven de 31 a?os.
CVLP es una organizaci¨®n que convoca a los j¨®venes a relacionarse con el arte a trav¨¦s de distintos talleres. ¡°Es un espacio para juntarse y un lugar disponible para la creaci¨®n, el disfrute y el aprendizaje¡±, explica Macarena P¨¦rez Supervielle, directora ejecutiva de la fundaci¨®n.
Las propuestas art¨ªsticas, deportivas, culturales y recreativas permiten crear espacios de contenci¨®n y pertenencia para los adolescentes en general, pero en especial para aquellos que viven en situaci¨®n de vulnerabilidad. ¡°Ayudan a canalizar las emociones, transmitirlas y registrarlas. Muchos j¨®venes viven realidades duras y al no saber c¨®mo ponerlas en palabras salen al choque¡±, expresa Zakowicz. Para ella era importante ir al centro cultural porque all¨ª se sent¨ªa parte de un grupo. ¡°Tengo un padre ausente, mi mam¨¢ trabajaba todo el d¨ªa, me cuidaba la vecina y me sent¨ªa bastante sola. En CVLP siempre me esperaban con clases y ensayos¡±, recuerda.
La joven reconoce que la fundaci¨®n le dio herramientas que le permitieron abrir la cabeza y formarse. ¡°Con el paso de los a?os, pude reconocerme como una artista vers¨¢til. Desde la organizaci¨®n me convocaron para coordinar los talleres art¨ªsticos, me form¨¦ como instructora de yoga y hoy formo parte de un grupo profesional que se llama Fuera de Foco con el que nos fuimos de gira a Alemania en 2018¡±, enumera.
P¨¦rez Supervielle advierte que la pandemia tuvo un impacto muy alto en el sostenimiento de las actividades. Intentaron realizar clases virtuales, pero no pudieron mantenerlas. Para ella es prioridad poder retomar ese v¨ªnculo directo con los adolescentes. ¡°Cuando un joven participa de un programa de arte y cultura genera herramientas de resiliencia que le permite abordar diferentes problem¨¢ticas. Comienza a armar un proyecto de vida, se maneja en ¨¢mbitos m¨¢s saludables y adquiere habilidades para el trabajo¡±, asegura.
La pandemia puso un freno a muchas de estas iniciativas que suelen estar motorizadas por organizaciones sociales o club de barrio. Para evitar los contagios se suspendieron los talleres o las clases presenciales. As¨ª, los j¨®venes, que tampoco pueden asistir regularmente a la escuela, se ven afectados por el encierro, la falta de contacto f¨ªsico con sus pares y una convivencia intensiva en los hogares.
Cuando un joven participa de un programa de arte y cultura genera herramientas de resiliencia que le permite abordar diferentes problem¨¢ticas¡±P¨¦rez Supervielle, directora ejecutiva de la fundaci¨®n Crear Vale La Pena (CVLP)
Ya antes de la llegada de la covid-19, la desinversi¨®n p¨²blica en adolescentes y j¨®venes de los sectores populares de la provincia de Buenos Aires hab¨ªa aumentado. De hecho, en los ¨²ltimos 10 a?os la inversi¨®n disminuy¨® en casi un 20%, seg¨²n una investigaci¨®n del Centro de Estudios de la Ciudad de la Facultad de Ciencias Sociales (CECSO- UBA) realizada con el apoyo de Unicef.
¡°La inversi¨®n p¨²blica en adolescentes ya era poca y siempre fue marginal dentro del presupuesto general. De media, todas las iniciativas representan el 1,5% del gasto social de la provincia de Buenos Aires. Otro problema es que muchas veces los programas no est¨¢n dirigidos a esa poblaci¨®n, sino a grupos m¨¢s amplios que los incluyen [ni?os o adultos]¡±, explica Adriana Clemente, directora de la investigaci¨®n. Sin embargo, es importante tener en cuenta que fortalecer los recursos econ¨®micos destinados a programas culturales, art¨ªsticos, recreativos y deportivos tiene un impacto enorme para los j¨®venes.
A los 10 a?os, Aldana Franco comenz¨® a tomar clases de danza ¨¢rabe en el centro comunitario de SonRisas, ubicado en la localidad de Esteban Echeverr¨ªa, en la provincia de Buenos Aires. Ahora, ella tiene 18 a?os y nunca dej¨® de bailar. ¡°Crec¨ª ac¨¢, pas¨¦ por todos los talleres y despu¨¦s mis hermanos tambi¨¦n se sumaron a hacer actividades. Incluso a mi mejor amiga la conoc¨ª en la organizaci¨®n. Yo iba todos los d¨ªas a ayudar, preparaba las meriendas para los chicos y despu¨¦s hac¨ªa mi clase de baile¡±, cuenta Franco, que estudia en la carrera de Trabajo Social.
SonRisas es un espacio de formaci¨®n, recreaci¨®n, contenci¨®n y expresi¨®n donde ni?os y adolescentes en situaci¨®n de vulnerabilidad pueden encontrar un marco adecuado para su desarrollo. ¡°Tener la posibilidad de bailar danza oriental me ayuda a relajarme y liberarme. Es un espacio de descarga para m¨ª y lo disfruto mucho¡±, enfatiza Franco.
La pandemia suspendi¨® las clases de baile en el centro. ¡°No pod¨ªamos practicar virtualmente porque muchas chicas no pod¨ªan conectarse¡±, dice la joven. En alguna ocasi¨®n, se reunieron en la plaza para ensayar, pero ella enfatiza en que la experiencia es totalmente distinta.
La pandemia puso un freno a muchas de estas iniciativas que suelen estar motorizadas por organizaciones sociales o club de barrio. Para evitar los contagios se suspendieron los talleres o las clases presenciales
En este a?o y medio Franco no dej¨® de ir a SonRisas. En lugar de bailar, ella se acercaba para ayudar en el armado de canastos y la entrega de alimentos.
¡°Hay un cambio fundamental en los adolescentes que encuentran una actividad que les da pertenencia. En el centro encuentran un marco de contenci¨®n que impacta en su desarrollo y sociabilidad. Generan v¨ªnculos sanos que no los llevan hacia un camino de desamparo y desesperanza¡±, atestigua Mart¨ªn Ferreira, presidente de SonRisas. El portavoz lamenta que por la pandemia no se pudieran continuar las actividades presenciales para los chicos.
¡°Hay necesidades b¨¢sicas que no son materiales. Tener un marco donde divertirte, estar con amigos, sentirte parte, encontrar un proyecto o una vocaci¨®n tambi¨¦n es fundamental. Las organizaciones comunitarias desempe?amos un papel central en este aspecto¡±, expresa Ferreira.
Dar¨ªo Galeano es un chico de 20 a?os que tambi¨¦n es parte de SonRisas. Antes de que se dispusiera el aislamiento social para evitar los contagios, ¨¦l iba a la organizaci¨®n los martes, jueves, viernes y s¨¢bados para tomar clases de folklore y reguet¨®n.
¡°El a?o pasado, me bajone¨® estar todo el tiempo en casa. Desde SonRisas me llamaron para ver si pod¨ªa ayudar a organizar la entrega de alimentos y a tomar la temperatura cuando alguien ingresaba. Me alivi¨® mucho poder participar¡±, cuenta el joven que est¨¢ cursando el segundo a?o de la carrera de Ciencias de la Educaci¨®n.
En un contexto de reducci¨®n de la inversi¨®n en pol¨ªticas de promoci¨®n para adolescentes, la misma se concentra en la cuesti¨®n alimentaria. ¡°Durante la pandemia se ve que muchas organizaciones territoriales tuvieron que reforzar las tareas que tienen que ver con la asistencia o con la urgencia, y perdieron peso las actividades recreativas, deportivas y art¨ªsticas. Muchos espacios de sociabilizaci¨®n se cortaron¡±, observa Hern¨¢n Monath, especialista en Protecci¨®n de Derechos y acceso a la Justicia de Unicef Argentina.
Muchas veces los adolescentes quedan por fuera en el dise?o de pol¨ªticas p¨²blicas. ¡°Se los invisibiliza en forma recurrente hasta que pasa algo que es sumamente nocivo para ¨¦l, ella o la comunidad, por ejemplo, la participaci¨®n en un episodio delictivo. Cuando los chicos y las chicas logran estar integrados a su comunidad y tener acceso a derechos es dif¨ªcil que entren en ese circuito da?ino¡±, agrega Monath.
Circo del Sur trabaja con j¨®venes a trav¨¦s de la expresi¨®n art¨ªstica e invit¨¢ndolos a ser part¨ªcipes activos en la construcci¨®n de una realidad que les permita romper con el estigma social con el que habitualmente se les ha etiquetado. ¡°Creemos que el arte es motor de cambios en la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s equitativa y justa, y por eso hace m¨¢s de 22 a?os trabajamos en programas de las artes circenses con j¨®venes de sectores vulnerables¡±, se?ala Mariana R¨²folo, directora general de la organizaci¨®n.
En 2019, Circo del Sur trabaj¨® con 550 j¨®venes de barrios vulnerables en las Escuelas de Circo social de Ciudad de Buenos Aires y Vicente L¨®pez, municipios en los que est¨¢n hace 10 y cinco a?os respectivamente. ¡°En 2020 y 2021 la inversi¨®n p¨²blica en las actividades de nuestra organizaci¨®n disminuy¨® 100%. Las dos Escuelas de Circo Social tuvieron que cerrar y otros programas que realiz¨¢bamos en el noroeste del pa¨ªs y en el Gran Buenos Aires se redujeron al contacto virtual. Quienes no tienen disponibilidad de buena conexi¨®n a internet, quedaron afuera y no llegamos a darles seguimiento. Y esto es muy preocupante: la situaci¨®n en la que se encuentra la juventud es lo que m¨¢s nos inquieta, el impacto negativo es enorme¡±, opina R¨²folo.
La directora general del Circo del Sur coincide en que los programas para j¨®venes se est¨¢n desfinanciando y son m¨ªnimos. Expresa: ¡°En este momento, para gran parte de les adolescentes, el n¨²cleo familiar emerge como ¨²nico espacio de sociabilizaci¨®n, lo que rigidiza los lazos sociales y achica el horizonte de posibilidades en muchos casos¡±.
A m¨ª, el arte me sac¨® de la pobreza y me ayud¨® a romper con visiones culturales. Adem¨¢s, te ayuda a no caer en los monstruos del barrio: las adicciones o la violencia callejera e intrafamiliarFranco Ortiz, artista del Circo del Sur
Franco Ortiz comenz¨® a asistir a la propuesta de Circo del Sur a los 13 a?os. En ese entonces, trabajaba como alba?il con su pap¨¢ y luego iba a las clases. Aprendi¨® a hacer malabares, acrobacia y pr¨¢cticas a¨¦reas. ¡°Con el circo social aprend¨ª sobre la superaci¨®n, el autocuidado, el autoconocimiento y las formas de trabajar con otro. Me doy cuenta que esas son herramientas que me sirven para la vida¡±, dice Ortiz.
El joven de 25 a?os se desempe?¨® como profesional de las artes acrob¨¢ticas a¨¦reas e incluso viaj¨® por distintos pa¨ªses para actuar. ¡°Mi primer viaje fue a Brasil. Salir de la villa y estar en cartelera en otro pa¨ªs me cambi¨® la visi¨®n de la vida completamente¡±, expresa. ?l ahora no est¨¢ trabajando como artista por la pandemia, pero comenz¨® a estudiar la carrera de ciencias pol¨ªticas. En este momento coordina operativos de testeo y vacunaci¨®n en barrios vulnerables.
¡°A m¨ª, el arte me sac¨® de la pobreza y me ayud¨® a romper con visiones culturales. Adem¨¢s, te ayuda a no caer en los monstruos del barrio: las adicciones o la violencia callejera e intrafamiliar. En el circo todos esos problemas se exponen y se debaten porque de ah¨ª puede salir una producci¨®n art¨ªstica¡±, cuenta Ortiz.
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