El sufrimiento de los agricultores y ganaderos en Kenia
Un relato de c¨®mo los pueblos del condado de Laikipia poseen un gran potencial para desarrollar su industria agropecuaria, pero la falta de formaci¨®n y medios, las adversidades clim¨¢ticas y el frecuente robo de ganado lastra la tarea de los granjeros, que piden ayuda
![Lawrence Kamau, junto a su hijo, observa pastar a sus vacas y ovejas en Lobere, Kenia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RI6FRC25JJEYRJMO7JCP25Q3BI.jpg?auth=cb68669f0515152dbaa24f3ca2e40b0a09b391f924af5eedc57cd2d3b1139743&width=414)
Nota a los lectores: EL PA?S ofrece en abierto la secci¨®n Planeta Futuro por su aportaci¨®n informativa diaria y global sobre la Agenda 2030. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
Lobere, Ngarua, y otros pueblos de la regi¨®n keniana de Laikipia tienen un gran potencial para convertirse en santuario de la industria agropecuaria, pero se ven lastrados por la constante falta de informaci¨®n o de medios para llegar al mercado adecuado, y sufren el continuo robo de ganado.
¡°Mi granja tiene casi cinco hect¨¢reas, pero cada a?o cultivo entre 10 y 12 porque alquilo los terrenos a otros propietarios que son demasiado viejos para dedicarse a los cultivos o que viven lejos del pueblo¡±, explica el agricultor Theuri wa Kaburu sobre su empresa de ma¨ªz. ¡°Es nuestro principal cultivo comercial. Cuando las lluvias vienen pronto sembramos en marzo y cosechamos en noviembre y diciembre. Para lograr media hect¨¢rea de ma¨ªz se necesitan unas seis horas con 20 personas a 60 chelines [medio euro] por saco¡±, explica.
Kaburu se?ala que obtienen peores precios de la venta del cereal a causa del mal estado de las carreteras, sobre todo cuando llueve. ¡°Los intermediarios son los ¨²nicos compradores que disponen de un cami¨®n para utilizar estas rutas, pero tambi¨¦n est¨¢ la opci¨®n de trasladar el ma¨ªz al centro de negocios m¨¢s cercano para garantizar la accesibilidad de los compradores, aunque esto puede resultar engorroso para muchos agricultores. Si consigues llevar tu mercanc¨ªa a estos centros, puedes vender un saco de 90 kilos por 2.500 chelines (casi 20 euros), mientras que si un intermediario viene a tu granja, son 2.300. Normalmente espero a que disminuya la oferta para poder venderlo a unos 3.000 chelines (23 euros) el saco de 90 kilos¡±. Cada a?o, Kaburu cosecha unos 300 sacos y cree que, si la gente estuviera m¨¢s unida, encontrar¨ªa un mercado fiable.
Seg¨²n este peque?o empresario, el peor a?o en Lobere, donde ¨¦l vive, fue 1999, cuando se perdieron todas las cosechas debido a las escasas precipitaciones. ¡°No ten¨ªamos comida. Habr¨ªa sido un momento perfecto para que muchos granjeros probasen la t¨¦cnica de regad¨ªo, pero no tenemos recursos econ¨®micos ni informaci¨®n para emprender nuevas formas de cultivo¡±.
No tenemos recursos ni informaci¨®n para emprender nuevas formas de cultivoTheuri wa Kaburu, agricultor del condado de Laikipia
Con todo, Kaburu recuerda que hace unos cuatro a?os la empresa FriGoken introdujo el cultivo de jud¨ªas verdes entre los lugare?os. ¡°Al principio no me interesaba mucho, pero me encant¨® lo que vi cuando visit¨¦ al primer grupo de agricultores. As¨ª que empec¨¦ a cultivarlas y est¨¢n funcionando muy bien en los terrenos en barbecho en los que cultivamos el ma¨ªz. Y fui a¨²n m¨¢s all¨¢ y cav¨¦ un peque?o estanque para regar las jud¨ªas verdes¡±.
Estas tardan dos meses en madurar y al comienzo del tercer mes est¨¢n listas para la cosecha. Kaburu tambi¨¦n habla de plantar tomates. ¡°El a?o pasado dej¨¦ de intentarlo porque son muy fr¨¢giles, propensos sobre todo a las enfermedades f¨²ngicas provocadas por las fuertes lluvias. Los atacan durante la estaci¨®n en que se forma el fruto y, de un d¨ªa para otro, los arruina y parecen tabaco. Dir¨ªa que es la mezcla del fr¨ªo y del calor que se suceden a diario. Soy un aficionado, como la mayor¨ªa de los de por aqu¨ª, y no tenemos a ning¨²n experto que nos diga a qu¨¦ problema nos enfrentamos, o c¨®mo resolverlo¡±.
La aldea de Kaburu se ubica junto al parque nacional Ol Ari Nyiro Conservancy (Laikipia Nature Conservancy), lo que supone una serie de desaf¨ªos ¨²nicos. ¡°El tercer mes despu¨¦s de haber plantado el ma¨ªz tenemos que dormir siempre con la luz encendida por la invasi¨®n de elefantes y monos. Muchos duermen fuera para vigilar sus plantaciones. En los ¨²ltimos dos a?os no hemos tenido ning¨²n conflicto porque el Gobierno del condado ha vallado el rancho para mantener dentro a los animales. Pero la verja no hace que durmamos toda la noche, porque tambi¨¦n hay bandidos con los que lidiar¡±.
Seg¨²n cont¨¢bamos en Planeta Futuro, en un art¨ªculo en terreno de Chema Caballero, el robo de ganado en este pa¨ªs africano se sol¨ªa explicar por la tradici¨®n: ¡°Se trataba de j¨®venes que intentaban aumentar el n¨²mero de cabezas de su reba?o para casarse o demostrar riqueza¡±. Pero cada vez tiene que ver m¨¢s con el crimen organizado y con el aumento de la demanda de carne. Una actividad muy peligrosa que provoca conflictos violentos entre comunidades, desplazamientos forzosos e incluso incremento de muertes (en 2014, la polic¨ªa keniana ya report¨® 580 en dos a?os y en el ¨²ltimo lustro van a m¨¢s debido al uso de armas de fuego). Los medios locales (v¨¦ase la Kenya News Agency) est¨¢n repletos de noticias de ganado perdido para siempre y a veces, felizmente, recuperado.
Ol Ari Nyiro, que significa ¡°lugar de manantiales¡±, es un santuario de fauna privado de 40.500 hect¨¢reas, situado al oeste del condado de Laikipia, en una meseta con vistas al Gran Valle del Rift. Incluye elefantes, serpientes, rinocerontes, jirafas, cebras, ant¨ªlopes, perros salvajes, zorros orejudos y leones. Lo fund¨® la italiana Kuki Gallmann, autora de Siempre so?¨¦ con ?frica y African Nights [Noches africanas].
Mantener a salvo las vacas
El rancho es el principal escondite para quienes roban ganado. ¡°Mantener las vacas en este pueblo y en los de alrededor se percibe como un intento de malgastar el dinero, pero a¨²n as¨ª, lo hago¡±, afirma. Kaburu tiene al menos tres vacas. ¡°No me dedico a la ganader¨ªa para producir l¨¢cteos, sino que vendo el exceso de leche despu¨¦s de alimentar a mi familia. Cuando conseguimos la valla, pensamos que ser¨ªa el final del robo de ganado en la zona, pero justo anoche, en el pueblo de al lado, dos granjeros perdieron 80 vacas. Y lo peor es que dispararon a un polic¨ªa, que espero que est¨¦ bien¡±, a?ade.
Ol Ari Nyiro Conservancy, que se ubica entre los ladrones y los agricultores, se enfrent¨® a su mayor conflicto con los bandidos en marzo de 2017. Su propietaria, Gallmann, recibi¨® un disparo en el est¨®mago. En febrero, tambi¨¦n quemaron el lujoso alojamiento para safaris que tienen en el parque.
Para mantener sus vacas a salvo, Kaburu se cerciora de que haya bastantes luces de seguridad en su recinto. ¡°Nac¨ª en este lugar y tenemos la suerte de que nunca nos han atacado, pero creo que el hecho de que est¨¦ completamente vallado les mantiene lejos, porque es demasiado trabajo cortar la verja para llevarse las vacas. Creo que este enorme recinto los mantiene a distancia porque no tienen recursos humanos suficientes para rodearlo y atacar. Hay tambi¨¦n una norma no escrita en los pueblos de alrededor que consiste en poseer una sola res o dos cabras, porque as¨ª no malgastar¨¢n recursos para robarlas¡±, bromea.
Los continuos ataques de los cuatreros han empujado a varios agricultores a irse del pueblo y mudarse a los centros de negocio m¨¢s cercanos. ¡°Habr¨¢ m¨¢s familias que abandonen sus casas, porque nos hemos negado a entender que nos enfrentamos a un reto com¨²n que requiere que unamos fuerzas y lo resolvamos. Por ejemplo, si me voy, mis vecinos se ver¨¢n obligado a hacer lo mismo, porque ser¨ªan m¨¢s vulnerables. La uni¨®n hace la fuerza, e irse solo beneficia a los delincuentes¡±, afirma Kaburu.
Ante la situaci¨®n de las tierras sin cultivar, el Gobierno promulg¨® una pol¨ªtica para los granjeros que estuvieran interesados en cualquier tierra inutilizada a lo largo de Ol Ari Nyiro Conservancy. ¡°El Gobierno garantiza que durante cinco a?os se pueda sembrar con libertad en estas tierras inutilizadas y que el propietario no pueda intervenir, lo que impide a los ladrones, que no son agricultores, convertir estas tierras en campos de pastoreo para el ganado¡±.
Jane Mwaura, viuda de la aldea de Lobere, es una de las propietarias con intenciones de mudarse tras el ataque de los ladrones. Perdi¨® su ¨²nica vaca y cuatro cabras. ¡°Esta es mi casa. Aqu¨ª he criado a mis cinco hijas y aqu¨ª est¨¢ enterrado mi marido, pero no puedo superar que alguien haya profanado mi hogar y se haya llevado lo que tanto me cost¨® levantar. Mis hijas me ayudaron econ¨®micamente para comprar la nueva parcela por unos 300.000 chelines (2.300 euros). Espero, por mi tranquilidad mental, haber terminado de construir a finales de 2021¡±, dice.
![Jane Mwaura es una granjera que sufri¨® el robo de su ganado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JESROEMK7BF6LP5TPI7H3VBYJU.jpg?auth=dd40f2a0ad3aa19bcd1f5294c7e3f16376f14b25f47f0bedd55c823dcdc6eb1c&width=414)
Mwaura recuerda v¨ªvidamente la noche del 27 de julio de 2020 en que los delincuentes se llevaron su ganado. ¡°Era m¨¢s o menos medianoche, los perros de mis vecinos ladraban sin parar y yo pens¨¦ que los elefantes hab¨ªan escapado del rancho. Le ped¨ª a mi nieto, que estaba conmigo en ese momento, que fuese a comprobar si estaban en nuestra granja. Como no vio nada, decidimos dormir mientras segu¨ªamos escuchando los ladridos. Al despertar por la ma?ana, uno de los lados de la valla estaba derribado y el cobertizo estaba vac¨ªo¡±.
Los continuos ataques de los cuatreros han empujado a varios agricultores a irse del pueblo y mudarse a los centros de negocio m¨¢s cercanos
Hace casi cinco meses que sucedi¨® y desde entonces Mwaura no ha abandonado su finca. ¡°Mi salud se ha deteriorado. Durante meses sent¨ªa una gran pesadez en la cabeza. Ten¨ªa las piernas hinchadas. Las noches son lo peor: tengo demasiado miedo para dormir tranquila. Cada vez que pienso en esa noche, me preocupa que hubiesen asesinado a mi nieto cuando sali¨®, porque matan a la gente a la m¨¢s m¨ªnima provocaci¨®n o resistencia¡±, a?ade.
Seg¨²n la granjera, el robo de animales ocurre en la zona desde hace a?os. ¡°En 1992, el conflicto era peor y tuvimos que buscar refugio en el pueblo de al lado durante unos meses. En aquel momento, yo no ten¨ªa miedo porque era joven, todas mis hijas estaban conmigo y mi marido tambi¨¦n. Ahora solo estamos mi nieto adolescente y yo, y me da pavor. Aunque este sea mi ¨²nico hogar y la tierra sea f¨¦rtil, necesito paz¡±.
Lawrence Kamau cree que toda ciudad o pueblo tiene su propio problema. ¡°Entiendo por qu¨¦ mis vecinos se van, pero en ciudades como Nairobi los bandidos roban a plena luz del d¨ªa y la gente se muda all¨ª de todos modos. Aqu¨ª solo perdemos vacas y cabras. Un granjero puede decidir no quedarse con ninguna de las dos, lo cual es triste, pero es un peque?o precio que pagar a cambio de una tierra f¨¦rtil y un clima incre¨ªble para la agricultura¡±.
Kamau ten¨ªa 15 cabras y cuatro vacas, pero tuvo que venderlas casi todas cuando atacaron a su vecina Jane Mwaura. ¡°Vend¨ª la mayor¨ªa de mis reses, ten¨ªa miedo de que mi casa fuese la siguiente. S¨¦ que podr¨ªan venir a por las restantes, pero he minimizado las p¨¦rdidas que podr¨ªa padecer. Los ataques son aleatorios y pueden suceder cada semana o cada mes, en funci¨®n de las fuerzas de seguridad de la zona o del ganado que haya en el pueblo¡±.
Los ladrones, en opini¨®n de Kamau, no tienen miedo y a veces atacan durante el d¨ªa, sobre todo cuando los animales pastan a lo largo del Ol Ari Nyiro Conservancy. ¡°A veces el Ej¨¦rcito se hace cargo, en lugar de la polic¨ªa local, cuando los ataques se intensifican. En tal caso es m¨¢s seguro quedarse con los animales, pero entonces los disparos aumentan, lo que resulta traum¨¢tico¡±.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra ¡®newsletter¡¯.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.