Coumba nunca imagin¨® que trabajar¨ªa en la construcci¨®n
En Senegal, un pa¨ªs donde, desde hace d¨¦cadas, los hombres tienden a migrar a Europa en b¨²squeda de oportunidades laborales, muchas mujeres apuestan hoy por quedarse y reivindicar su espacio en igualdad, rompiendo estereotipos y realizando trabajos para ellas no tradicionales. Cuatro retratos
Un cartel en el que se lee Tabax Nit¨¦ (¡°construir humanidad¡± en w¨®lof, la lengua m¨¢s hablada en Senegal) da la bienvenida a lo que hace un a?o era un solar de dos hect¨¢reas lleno de cactus, pero en el que ahora se levantan distintas construcciones sostenibles a medio hacer. Est¨¢ en Gandiol, en el norte del pa¨ªs, un pueblo tradicionalmente pesquero que se encuentra a escasos 20 kil¨®metros de la antigua capital colonial Saint Louis. Subidas a un andamio, dos mujeres limpian unas botellas de vidrio que hacen de ladrillos. Rama, de 18 a?os, y Kana, de 20, las abrillantan una a una para luego pintarlas. Es la primera vez en su vida que trabajan en la construcci¨®n y se las ve divertidas, les gusta.
Coumba Ndiaye es su jefa. A sus 40 a?os es la capataz de construcci¨®n de esta obra que consta de cinco proyectos con, al menos, dos edificios cada uno. Hay un centro sanitario, una casa para la mujer, un centro de comunicaciones ¨Cdonde coexistir¨¢n una radio, un plat¨® de televisi¨®n y un equipo audiovisual¨C, una residencia, un huerto comunitario con piscina para acuicultura y diversas aulas libres para realizar formaciones. Los proyectos los desarrolla la organizaci¨®n senegalesa Hahatay cuya financiaci¨®n principal procede de la cooperaci¨®n vasca.
Muchos senegaleses, en su mayor¨ªa hombres, han partido a Europa en b¨²squeda de oportunidades que no encuentran en este pa¨ªs pesquero, con 16 millones de habitantes, en el que seg¨²n un informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), antes de la pandemia unas 767.000 personas se encontraban en situaci¨®n de crisis alimentaria. Desde entonces y a consecuencia de la covid-19, la situaci¨®n ha ido a peor: en los ¨²ltimos a?os, las capturas han disminuido debido a la mala gobernanza y a la pesca ilegal no reglamentada, tal y como afirmaba Greenpeace en un estudio del pasado mes de junio. Muy perjudicadas por esta situaci¨®n ha sido las mujeres, que tradicionalmente se ocupan de procesar el pescado.
Y ha aumentado la migraci¨®n irregular, aseguran todos los entrevistados, aunque es imposible saber en cu¨¢nto con datos oficiales ya que no existen listas de pasaje. En este contexto, numerosas senegalesas se reivindican en profesiones generalmente masculinas y se convierten, a veces sin quererlo, en agentes de cambio y modelo para otras.
Es el caso de Coumba Ndiaye, quien dej¨® la escuela muy temprano, con solamente ocho a?os, porque ¡°le fallaba la vista¡±, recuerda. Cuando entraba en clase no ve¨ªa nada y cuando lo comentaba con su familia y profesores no la cre¨ªan. Ya adulta le diagnosticaron una miop¨ªa severa. Nunca retom¨® sus estudios. Se mud¨® a Gandiol cuando ten¨ªa 25 a?os para ayudar a su hermana embarazada y aqu¨ª se qued¨® junto a los suyos.
Nunca imagin¨® que trabajar¨ªa en la construcci¨®n y menos que ser¨ªa la jefa con 45 mujeres a su cargo. ¡°Es f¨¢cil escuchar que te critican porque est¨¢s haciendo un trabajo de hombres, aunque a m¨ª no me importa porque cobro mi salario y soy independiente¡±, explica Coumba. Aunque lo m¨¢s dif¨ªcil, es la opini¨®n de los allegados: ¡°La familia directamente no lo dice, pero s¨¦ que tambi¨¦n lo piensan, y esto s¨ª que afecta¡±.
Empez¨® en la construcci¨®n porque no exist¨ªa otra opci¨®n laboral en ese momento. ¡°No hab¨ªa estudiado, no ten¨ªa alternativas¡±, reconoce. Dud¨® sobre si sabr¨ªa hacerlo o no, y ahora se emociona: ¡°Esto lo hemos hecho nosotras, las mujeres.¡± Al principio no se consideraba un ejemplo, no quer¨ªa sentir esa responsabilidad. Ahora, confiesa que no puede negarlo: ¡°La misma gente que me criticaba y me dec¨ªa que no podr¨ªa hacerlo, son los que aseguran que soy una referente para otras mujeres y ni?as. Incluso muchas vecinas ahora me piden consejo, y algunas de las que est¨¢n trabajando son las que me pidieron consejos antes¡±, explica.
Ndiaye es consciente de que su situaci¨®n no es la mayoritaria en el pa¨ªs. ¡°A trav¨¦s de los talleres de la organizaci¨®n aprend¨ª a creer m¨¢s en m¨ª misma, y tambi¨¦n que quien te alimenta te controla¡±. Piensa que nunca es tarde para aprender. Y explica que le gustar¨ªa retomar los estudios alg¨²n d¨ªa. Hace poco se compr¨® un libro para mejorar en lectura y escritura, para ser independiente y porque tiene claro que tarde o temprano desea tener su propia empresa. ¡°La construcci¨®n no puede ser para toda la vida¡±, sostiene.
La primera electricista de Warang
Gnom Thioro es una mujer valiente, se le nota en seguida. En su casa, su hermana est¨¢ preparando thieboudienne, el plato nacional de Senegal hecho a base de arroz, pescado frito, verduras y especias y, mientras almuerza, explica que fue la primera alumna mujer en graduarse en electricidad en el Centro de Formaci¨®n Fr¨¦d¨¦ric Ozanam, una escuela gestionada por la asociaci¨®n Manos Abiertas Senegal en Warang, a 90 kil¨®metros de Dakar. Ella rompe esquemas en una sociedad marcada por la tradici¨®n y la cultura patriarcal, pero no considera que est¨¦ haciendo nada fuera de lo normal.
¡°Cuando le dije a mi padre que quer¨ªa estudiar electricidad me pregunt¨® que para qu¨¦, si era un asunto de hombres. Le mencion¨¦ que no era as¨ª, que simplemente era un oficio, y que a m¨ª me interesaba. Me respondi¨® que respetar¨ªa mi decisi¨®n y eso hizo¡±, explica. ¡°Soy consciente que no todas las chicas tienen este apoyo en casa. Por lo general, la familia te convence de lo contrario y acabas cediendo¡±.
Tiene claro que juega en desventaja con sus colegas hombres: ¡°A la hora de buscar clientes, a menudo me avisan de que siendo mujer y teniendo hijos deber¨ªa estar en casa cuid¨¢ndolos¡±. ¡°Por eso sigo form¨¢ndome, para que me contraten por mis logros profesionales¡±, sentencia. Aunque es muy joven ¨C21 a?os¨C, ya tiene una hija de cinco y un hijo de uno. Vive con ellos, los cuida cada d¨ªa y acompa?a a la ni?a a la escuela cor¨¢nica por las ma?anas y deja al ni?o con una t¨ªa que lo cuida antes de empezar su jornada laboral. Cuando llega a casa despu¨¦s de trabajar, le ense?a el alfabeto a su hija y a contar ¡°para que cuando vaya al colegio est¨¦ m¨¢s preparada y lo disfrute m¨¢s¡±.
Thioro se sabe referente, y tiene un mensaje para las otras chicas: ¡°Sed atrevidas y no permit¨¢is que los dem¨¢s tomen decisiones por vosotras. Marcaos unos objetivos y no par¨¦is hasta que los hay¨¢is conseguido. Sois vosotras quienes establec¨¦is vuestras propias metas y ten¨¦is que hacer todo lo posible para conseguirlas. Esta es mi filosof¨ªa¡±, sentencia.
Una foto que cambi¨® un destino
En septiembre del 2015, una foto dio la vuelta al mundo y removi¨® conciencias. Mostraba la muerte en una playa turca de Aylan Kurdi, un ni?o sirio de tres a?os que se ahog¨® intentando llegar a Grecia cruzando el mar Egeo. Hu¨ªa con su familia rumbo a Europa, pero nunca lleg¨®. Esta imagen abri¨® telediarios durante un tiempo y propici¨® la creaci¨®n de organizaciones de la sociedad civil para la defensa de los derechos de los migrantes. Impact¨® tanto a la senegalesa Esther Ndour que decidi¨® cambiar de vida.
Ndour vive en Mbour y tiene 37 a?os. Estudi¨® espa?ol y comunicaci¨®n corporativa en la universidad y ahora trabaja como administrativa en un centro de formaci¨®n. Adem¨¢s, en 2018 decidi¨® fundar la ONG Talal Lokho para sensibilizar e informar sobre los peligros reales de la migraci¨®n irregular. ¡°Cuando vi la foto, me pas¨¦ d¨ªas pregunt¨¢ndome qu¨¦ pod¨ªa hacer; yo ten¨ªa una hija de esa edad en ese momento¡±, explica. Mbour es una localidad de tradici¨®n pesquera desde la que muchos han partido a lo largo de la historia en cayucos direcci¨®n a las islas Canarias. Ndour conoce a buena parte de aquellas personas, mayoritariamente hombres, y tambi¨¦n a algunos que nunca consiguieron desembarcar y murieron en el mar.
En lo que llevamos de a?o, ya son 900 los fallecidos en la ruta migratoria de ?frica Occidental hasta el archipi¨¦lago canario que ha contabilizado el proyecto Missing Migrants, de la Organizaci¨®n Internacional para las Migraciones (OIM). Este dato representa un aumento sustancial en el n¨²mero de muertes durante el mismo periodo del a?o pasado, siendo agosto el mes con m¨¢s decesos contabilizados: 379 en total. Como la misma OIM puntualiza, estos datos deben considerarse de m¨ªnimos, ya que ¨²nicamente se registran los cuerpos que se han podido recuperar, por lo que seguramente los n¨²meros ser¨¢n mucho m¨¢s altos, ya que hay constancia de embarcaciones enteras desaparecidas que no se han encontrado ni identificado.
A principios del 2018, Ndour supo de la ONG espa?ola Open Arms y de los proyectos que estaban empezando en Senegal, que permit¨ªan realizar formaciones para convertirse en ¡°capitana de la informaci¨®n¡±. Se trata de una figura que aprende sobre los peligros reales de la migraci¨®n irregular para despu¨¦s dar charlas de sensibilizaci¨®n a sus conciudadanos. Gracias a este proyecto tuvo la posibilidad de volar a Barcelona para conocer c¨®mo viven los senegaleses en Espa?a y no lo dud¨® ni un instante; decidi¨® unirse al equipo. ¡°Quer¨ªa conocer de primera mano la situaci¨®n a la que se encuentran mis compatriotas cuando migran¡±, comparte.
Su idea era poder regresar y compartirlo. Lo que m¨¢s le choc¨®, explica, es ver a gente mayor y blanca durmiendo en la calle. Adem¨¢s, le sorprendi¨® otra cuesti¨®n: ¡°Algunos senegaleses que conocimos nos dijeron que no lo eran, se hac¨ªan pasar por gambianos o de otros pa¨ªses, pero yo sab¨ªa que s¨ª lo eran¡±, sentencia. Espa?a tiene acuerdos de repatriaci¨®n con el pa¨ªs. Para evitar ser enviados de vuelta, algunos ciudadanos mienten sobre su origen cuando consiguen pisar territorio espa?ol.
Cuando regres¨® de su viaje a Espa?a comenz¨® a desempe?ar las tareas de sensibilizaci¨®n e informaci¨®n, y no ha parado. ¡°En general explico que aqu¨ª es complicado, y que cuando vas a Europa sin documentos es a¨²n peor; sin documentos ni visado no puedes hacer nada¡±, comparte. ¡°Les explico lo que vi, las condiciones de vida de los migrantes que est¨¢n all¨ª y que en numerosos casos malviven de recoger chatarra o que son manteros perseguidos por la polic¨ªa¡±. Ndour sostiene que, a menudo, quienes tienen parientes en Europa no conocen la situaci¨®n real de sus familiares porque desde la di¨¢spora no se suelen compartir los problemas. ¡°Para migrar se necesita dinero que pague el trayecto; yo animo a que se use ese capital para emprender aqu¨ª y salir adelante sin necesidad de jugarse la vida en el mar¡±, argumenta.
De todas formas, si hay que acusar a alguien, esta mujer lo tiene claro: ¡°Obviamente, nos encontramos as¨ª por culpa de la clase pol¨ªtica y la Administraci¨®n senegalesa, que no ponen en marcha pol¨ªticas sociales ni de protecci¨®n del empleo. Aqu¨ª los sueldos son demasiado bajos, no te permiten vivir bien, y adem¨¢s es muy dif¨ªcil encontrar trabajo, incluso despu¨¦s de graduarte¡±, sentencia.
Ella misma no lo tuvo f¨¢cil para conseguir el visado para llegar en avi¨®n a Espa?a. La primera vez que lo pidi¨® se lo denegaron. ¡°Vosotros, los senegaleses, ten¨¦is demasiados hijos y vais a invadir Espa?a¡±, asegura Ndour que le respondi¨® un funcionario de la embajada ante su insistencia. La segunda vez tuvo que entregar muchos documentos, entre ellos los certificados de nacimiento de sus hijos, cuentas bancarias... Todo para asegurar que no se iban a quedar en Espa?a de manera irregular. Considera esta situaci¨®n ¡°completamente injusta¡±: ¡°No puedo entender por qu¨¦ un europeo viene aqu¨ª ¨²nicamente con su pasaporte, sin ni siquiera necesidad de visado, y en cambio a nosotros nos hacen pasar por tal humillaci¨®n¡±, critica.
Una migraci¨®n de ida y vuelta
Ndickou Diop, de 38 a?os, llega a la cita conduciendo su flamante coche azul cielo con aire acondicionado. Viste con ropas tradicionales senegalesas y recibe en su despacho en Mbour. En su tarjeta de visita se lee que ocupa el cargo de directora general de la empresa Social Performance ¨C Gabinete que ayuda al emprendedor y a la b¨²squeda de empleo. Pero ella es mucho m¨¢s que esto.
Se mud¨® a Francia, a Montpellier, en 2002 con una beca para estudiar sociolog¨ªa y residi¨® en la ciudad durante 10 a?os. Ten¨ªa 20. Ahora posee un doctorado en su especialidad: la salud social y reproductiva.
Pudo viajar a Europa gracias a un visado de estudiante universitaria que renovaba anualmente y vivi¨® en casa de uno de sus t¨ªos, pero reconoce que no tuvo una vida de estudiante tradicional, ya que ella se limitaba a estudiar y a trabajar limpiando casas y oficinas y estudiar.
Con todos sus empleos lograba ganar unos 500 euros al mes que le permit¨ªan subsistir y enviar dinero a casa, tal y como hacen tantos senegaleses en la di¨¢spora.. ¡°Lo que yo mandaba a mi madre le cambi¨® la vida a ella y a mis hermanos¡±, explica. Es consciente de que su situaci¨®n de privilegio no es la de la mayor¨ªa de sus compatriotas en Europa: ¡°All¨¢ en Montpellier resid¨ªan senegaleses en situaci¨®n irregular, algunos solo consegu¨ªan empleos precarios y, adem¨¢s, a menudo eran v¨ªctimas de violencia; yo conoc¨ª a varios¡±, afirma. ¡°Cuando estaba en Espa?a, en 2016, empezaron a venir cayucos y me encontr¨¦ con un mont¨®n de personas que llegaban de forma totalmente irregular. Les ayudaba en lo que pod¨ªa, sobre todo a entenderse, ya que yo estaba estudiando catal¨¢n y castellano¡±.
Su idea inicial siempre fue quedarse en Europa, pero cambi¨® de opini¨®n a ver las dificultades reales para encontrar empleo una vez licenciada. Adem¨¢s, se cas¨® en 2009 con un hombre que viv¨ªa en Senegal, con el que tuvo a su primera hija en 2010. Aunque su marido las visitaba a menudo en Francia, el hecho de estar sola se le hizo ¡°insoportable¡±, describe.
En la actualidad, la hija de Diop tiene 11 a?os y ella y su marido tienen dos hijos m¨¢s, de siete y tres, ambos nacidos en suelo africano. Desde que regres¨®, Diop ha trabajado en el tercer sector, aunque inicialmente no era su prioridad. ¡°Entr¨¦ en el mundo de la cooperaci¨®n por pura necesidad; quer¨ªa un empleo y all¨ª me lo dieron. Luego, con el tiempo, me empec¨¦ a dar cuenta de lo importante que es impulsar el cambio y por eso me especialic¨¦ en mujeres¡±, comparte. Ha trabajado para Plan Internacional y el PMA; tambi¨¦n para una empresa de marketing digital, y en 2016 decidi¨® crear su propio negocio de asesoramiento a emprendedores y a ONG, como a la espa?ola Open Arms. No obstante, su principal funci¨®n y la que m¨¢s le motiva es acompa?ar a mujeres para conseguir su empoderamiento econ¨®mico. ¡°Una de las formas m¨¢s extensas de violencia de g¨¦nero que vemos en Senegal es la dependencia financiera del marido o de la familia de ¨¦l¡±, opina.
Reconoce que no es f¨¢cil ni para ella, que es senegalesa, porque en su pa¨ªs hay una cultura muy arraigada en la tradici¨®n y cultura patriarcal hasta el punto de que muchas veces son las mismas mujeres las que no quieren cambios, aunque sean objetivamente beneficiosos para ellas, afirma. Aun as¨ª, no pierde la esperanza: ¡°La sensibilizaci¨®n tiene que hacerse poco a poco¡±.
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