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Reparar un mundo en crisis

Las emergencias humanitarias se han multiplicado en los ¨²ltimos a?os. Los efectos devastadores del cambio clim¨¢tico, la pandemia, la guerra en Ucrania y la situaci¨®n econ¨®mica global, que ha encarecido los precios de los alimentos, a?aden sufrimiento a quienes ya padec¨ªan los flagelos del hambre, la violencia, la pobreza. ?C¨®mo proteger a las personas en medio de la tormenta perfecta y aliviar su dolor? Volvemos al epicentro de los desastres con quienes trabajan para salvar vidas

El mundo est¨¢ en crisis. La guerra en Ucrania y sus efectos sobre la disponibilidad de alimentos y energ¨ªa, entre otros, se ha sumado a las emergencias que ya enfrentaba la humanidad en los a?os precedentes, marcados por la pandemia de covid-19, el cambio clim¨¢tico y los conflictos preexistentes. En 2022, 274 millones de personas en 63 pa¨ªses requerir¨¢n de protecci¨®n y asistencia de urgencia para sobrevivir, seg¨²n la ONU. ¡°Este n¨²mero es un aumento significativo respecto de los 235 millones de necesitados de hace un a?o, que ya era el n¨²mero m¨¢s alto en d¨¦cadas¡±, advierte el organismo.

Este c¨®ctel de crisis simult¨¢neas y superpuestas ha provocado un retroceso de los avances hacia un mundo m¨¢s justo, pac¨ªfico y un planeta todav¨ªa habitable para 2030, como se acord¨® con la aprobaci¨®n de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, y como pretend¨ªan sus predecesores, los Objetivos del Milenio. El desarrollo humano ha retrocedido a los niveles de 2016 debido, seg¨²n la ONU, al impacto de la pandemia que ha estresado los sistemas sanitarios incluso de los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros, ha matado a m¨¢s de 6,5 millones de personas hasta la fecha y ha interrumpido la educaci¨®n de millones de ni?os.

Antes, los j¨®venes del planeta ya se hab¨ªan movilizado masivamente para alertar de que hab¨ªa otra crisis preocupante en marcha: el cambio clim¨¢tico. Y quienes m¨¢s sufren sus estragos son quienes habitan el llamado Sur Global, los que menos han contribuido a este problema y cuyas condiciones de precariedad y pobreza les impiden hacerle frente. Las sequ¨ªas prolongadas y las inundaciones m¨¢s virulentas y frecuentes se traducen, en la pr¨¢ctica, en hambre. Y no ha dejado de crecer desde 2017 hasta alcanzar los 828 millones de hambrientos el a?o pasado.

Despu¨¦s, sin haber resuelto ni superado estas emergencias, el 24 de febrero, Vladimir Putin orden¨® el primer ataque ruso sobre Ucrania. El inicio de la guerra en aquel pa¨ªs desencaden¨® el mayor y m¨¢s r¨¢pido ¨¦xodo humano desde la Segunda Guerra Mundial. A lo que le han seguido otras repercusiones como el encarecimiento de los alimentos a nivel global, que ha a?adido sufrimiento a quienes ya carec¨ªan de ellos, especialmente en ?frica, con pa¨ªses peligrosamente al borde del abismo de la hambruna. Y la crisis energ¨¦tica y econ¨®mica, con una inflaci¨®n desbocada, ha retra¨ªdo la ayuda internacional de los donantes justo cuando m¨¢s falta hace.

Estos son los oscuros de una fotograf¨ªa global sombr¨ªa, pero que tambi¨¦n tiene claros. Por todo el globo se encuentran personas formadas y dispuestas para ayudar a otros para salvar sus vidas, reducir su sufrimiento, aliviar su dolor. Son los trabajadores humanitarios y los acompa?amos al epicentro de estos desastres: en Mauritania, Moldavia y Honduras.

MDN
Cap¨ªtulo 1

Mauritania

El pa¨ªs donde miles no saben si comer¨¢n hoy

Por Silvia Blanco
Tipo de crisis

Crisis cr¨®nica de inseguridad alimentaria y desnutrici¨®n, agravada por los repetidos choques clim¨¢ticos (sequ¨ªas e inundaciones) y los flujos migratorios relacionados con la inseguridad en la regi¨®n y, en los ¨²ltimos a?os, por las consecuencias de la pandemia de covid-19.

N¨²mero de personas afectadas

878.000 personas en situaci¨®n de inseguridad alimentaria (en fase 3 "Crisis" y fase 4 "Emergencia"). Representan casi el 20% de la poblaci¨®n.

Principales riesgos

Los ni?os con desnutrici¨®n aguda grave est¨¢n expuestos a la muerte si no reciben tratamiento. Las familias con inseguridad alimentaria tendr¨¢n que encontrar un mecanismo de afrontamiento que podr¨ªa ponerlos en riesgo para el futuro (vender activos productivos como animales, pedir dinero prestado con un alto tipo de inter¨¦s...) arrastr¨¢ndolos a un c¨ªrculo vicioso.

Respuesta sector humanitario

Asistencia directa y r¨¢pida a las poblaciones afectadas: detecci¨®n y tratamiento tempranos de la desnutric¨®n aguda, distribuci¨®n masiva de dinero en efectivo, harinas enriquecidas para ni?os, kits de alimentos y de agua, saneamiento e higiene, as¨ª como alimentos para el ganado.

Mamadou se queda mirando cuando la enfermera dice su nombre y trata de llamar su atenci¨®n. No sonr¨ªe, no llora. ¡°?Mamadou!¡±, le repite en voz alta, y el ni?o, de dos a?os, solo logra colocar la mano en el escote de su madre y entrecerrar los ojos. Lleg¨® hace una semana al hospital de Selibaby, una ciudad de unos 26.000 habitantes al sur de Mauritania. Ten¨ªa diarrea y v¨®mitos. Sus peque?os pies todav¨ªa se ven algo hinchados por el edema que sufr¨ªa, y esa fue la se?al que alert¨® a su madre para acudir al m¨¦dico. Est¨¢ ingresado junto a otros 36 menores de cinco a?os en una unidad especial ¨Cdos salas con camillas y poca luz, un despacho, una cocina y dos letrinas¨C para tratar los casos m¨¢s graves de desnutrici¨®n.

El pabell¨®n pedi¨¢trico es uno de los peque?os edificios que componen el hospital, donde hay un patio central abierto al intenso y h¨²medo calor. All¨ª se cruzan los pacientes que llegan con los que se van, y una cabra pasta junto al cartel de consultas, cirug¨ªa y tuberculosis. Ramata Oumar Diallo es la madre de Mamadou. Tiene 21 a?os y vino con ¨¦l lo antes que pudo: su pueblo, a unos 12 kil¨®metros, qued¨® aislado por las ins¨®litas inundaciones que hubo a finales de agosto en esta zona semi¨¢rida cerca del r¨ªo Senegal. Sus dos hijos mayores, de cuatro y tres a?os, tambi¨¦n padecieron desnutrici¨®n, aunque en menor grado, cuando eran beb¨¦s menores de seis meses. El marido es sastre, pero su salario no les da para vivir. Dice que hay d¨ªas que se despierta y no sabe qu¨¦ comer¨¢ ni si comer¨¢. A?ade que hay d¨ªas que solo tiene arroz.

Ramata Oumar Diallo, 21, con su hijo de dos a?os Mamadou, en el hospital de Selibaby, en una unidad donde se tratan los casos m¨¢s graves de desnutrici¨®n infantil.
Ramata Oumar Diallo, 21, con su hijo de dos a?os Mamadou, en el hospital de Selibaby, en una unidad donde se tratan los casos m¨¢s graves de desnutrici¨®n infantil. CARMEN ABD ALI (ACCI?N CONTRA EL HAMBRE)

Lo que le pasa a Mamadou se llama desnutrici¨®n aguda y se calcula que afecta al 11% de la poblaci¨®n de Mauritania, un inmenso pa¨ªs des¨¦rtico dentro de la franja del Sahel de solo 4,7 millones de habitantes. Puede ser severa o moderada, y la mayor¨ªa de quienes la sufren son menores de cinco a?os. En los casos severos (1,9%), como el de Mamadou ¨Cque adem¨¢s tiene complicaciones¨C, si no se act¨²a de inmediato, el ni?o puede morir, aunque una vez que recibe tratamiento la recuperaci¨®n es r¨¢pida. Lo que le pasa a su madre se denomina inseguridad alimentaria, una situaci¨®n en la que se estima que vive el 20% de los mauritanos y que implica no poder comer lo suficiente o con cierta variedad.

Los par¨¢metros del hambre est¨¢n cuantificados, analizados y jerarquizados. Se pueden predecir. Se pueden evitar. Pero eso no impide que Mauritania y el resto de los pa¨ªses del Sahel atraviesen crisis alimentarias peri¨®dicas, cr¨®nicas en algunos lugares. La diferencia de la alerta de este a?o es que es la peor en una d¨¦cada, tanto por la cantidad de personas en riesgo ¨Cel c¨¢lculo para Mauritania muestra datos nunca vistos: casi 900.000 personas¨C como por la extensi¨®n, ya que est¨¢ golpeando en m¨¢s zonas.

Selibaby est¨¢ a diez horas en coche desde Nuakchot, cerca de la frontera con Senegal y Mal¨ª. Est¨¢ en una de las regiones m¨¢s afectadas por la crisis, donde Acci¨®n contra el Hambre, que ha pagado el viaje para este reportaje, gestiona la unidad hospitalaria y un programa de educaci¨®n nutricional. Por la carretera, el desierto se va transformando, y las peque?as dunas gris¨¢ceas y anaranjadas junto a las que se ven manadas de camellos m¨¢s pr¨®ximas a la capital van dando paso a ¨¢rboles y matorrales hasta llegar a una llanura de hierba alta sobre la arena y ¨¢rboles con manadas de vacas blancas y cabras. En el trayecto, donde hay un tramo de 30 minutos sin asfaltar, hay que parar en unos 15 controles de polic¨ªa. Cerca de Selibaby, cada vez se ven menos coches y m¨¢s carros tirados por burros que muchas veces conducen ni?os.

Adem¨¢s de la pobreza y las condiciones extremas, la ignorancia tambi¨¦n influye en el hambre. Sophie cuenta que todav¨ªa hay algunas comunidades en las que no se les dan huevos a los ni?os porque creen que les ¡°bloquea la inteligencia¡±. Otro mito que ha visto en estos a?os es el rechazo a lavarse las manos con jab¨®n (en Mauritania no se suelen usar cubiertos) porque eso har¨¢ que no consigan dinero, como si el jab¨®n contaminara la suerte. Desmontar este tipo de mitos y proporcionar pautas saludables es crucial, y eso es lo que se hace con madres y futuras madres en un centro de Selibaby apoyado por Acci¨®n contra el Hambre, a trav¨¦s de fondos de Unicef y la Direcci¨®n General de Protecci¨®n Civil y Ayuda Humanitaria de la UE (ECHO). Se trata de grupos de mujeres que se re¨²nen una vez por semana para hablar sobre qu¨¦ es un plato saludable y variado, por qu¨¦ es importante dar el pecho e ir a las revisiones m¨¦dicas durante el embarazo, y donde les ense?an a detectar la desnutrici¨®n con una sencilla prueba a trav¨¦s de una pulsera que se coloca en el brazo del ni?o.

Esta tarde hay unas 30 madres. Sentadas en c¨ªrculo en un patio, comentan las im¨¢genes que les muestran. Ahora se ve a alguien darle agua a un beb¨¦. ¡°?Por qu¨¦ hay que rechazarla?¡±, pregunta la monitora. ¡°Porque la leche materna ya tiene todo lo que necesita el ni?o¡±, dice una. Hawa Path¨¦ Sow, de 37 a?os, ha acudido con su beb¨¦ de cinco meses. Tiene otros dos, y viene porque no quiere que se repita la desnutrici¨®n que sufri¨® el mayor. ¡°Le di el pecho muy poco tiempo, prioric¨¦ las tareas de la casa, otras cosas¡±, cuenta. Su marido es guardia de seguridad y dice que logran comer tres veces al d¨ªa, pero que lo m¨¢s dif¨ªcil es diversificar. Los precios ahora son demasiado altos y ha empezado a hacer ajustes. ¡°En vez de cinco barras de pan, ahora cojo tres al d¨ªa; antes compraba pescado fresco, ahora solo podemos comprarlo seco o piezas peque?as. Me preocupa terminar quitando el pescado y la verdura¡±, cuenta.

¡°En t¨¦rminos de financiaci¨®n de los donantes, estamos olvidados¡±, dice sobre la situaci¨®n de Mauritania Jean-Luc Lambert, el director de la oficina de Acci¨®n contra el Hambre en el pa¨ªs africano. La organizaci¨®n trabaja en 50 pa¨ªses desde hace 40 a?os. La sede en Nuakchot, la capital mauritana clavada en el desierto junto al Atl¨¢ntico, abri¨® en 2007. ¡°Est¨¢ poco poblado y no es un pa¨ªs en guerra, as¨ª que recibe menos atenci¨®n¡±, dice refiri¨¦ndose al vecino Mal¨ª, de donde llegan miles de refugiados huyendo del terror islamista. La amenaza del hambre de este a?o se superpone a la falta de agua y las crisis alimentarias y clim¨¢ticas que de manera recurrente azotan al pa¨ªs.

En Mauritania siempre est¨¢n a punto los ingredientes para el desastre. Cuando no hay una sequ¨ªa (como el a?o pasado) llega una inundaci¨®n (este) y golpea una poblaci¨®n pendiente del cielo y del campo ¨Ccasi la mitad es rural¨C, sin apenas infraestructuras y unos sistemas sanitario y educativo raqu¨ªticos. Cuando no se hab¨ªan recuperado de las restricciones de la covid, la invasi¨®n rusa de Ucrania en febrero elev¨® el precio mundial de los alimentos ¨Cque repercute aqu¨ª con subidas salvajes de hasta el 38% en b¨¢sicos como el trigo¨C, el combustible y los fertilizantes y azuz¨® la emergencia en varias regiones de ?frica, entre ellas el Sahel. ¡°Uno de los problemas de las crisis recurrentes como la de Mauritania es que algunos donantes humanitarios est¨¢n empezando estar fatigados¡±, explica Lambert. ¡°Consideran que el Estado y otros donantes m¨¢s centrados en desarrollo tienen que asumir sus competencias invirtiendo en infraestructuras y agricultura. De modo que algunos donantes de ayuda humanitaria se est¨¢n yendo, pero todav¨ªa no han llegado otros¡±, cuenta. Pone el ejemplo de la cooperaci¨®n de la UE a trav¨¦s de ECHO, que ha pasado de dar a Acci¨®n contra el Hambre 2,1 millones en 2019 a 820.000 euros este a?o, justo cuando la necesidad ¡°est¨¢ aumentando¡±.

En Nuakchot, de 1,3 millones de habitantes ¨Calrededor de la cuarta parte de la poblaci¨®n mauritana¨C, muchas calles est¨¢n sin asfaltar, con suelo de arena y peque?as dunas. Los coches se mezclan con los carros de caballos o de burros, las gallinas picotean entre la basura junto a algunas cabras, y se ven incontables obras, precarios edificios a medio hacer sin demasiadas pretensiones aqu¨ª y all¨¢, en una ciudad que sigue creciendo en medio del desierto y que se levant¨® casi de la nada (era un pueblo) al ser elegida capital cuando Mauritania se independiz¨® de Francia, en 1960.

En la barriada de Dar Naim, los ni?os van descalzos sobre la arena con sus camisetas de f¨²tbol y las casas son apenas chamizos bajo el calor. No hay luz ni agua corriente, y las inundaciones de finales de agosto golpearon con fuerza en la capital, que tiene zonas por debajo del nivel del mar. Uno de los proyectos de medio plazo de Acci¨®n contra el Hambre ha sido reforzar una franja de dunas junto a la playa para frenar una crecida.

La historia de Dar Naim est¨¢ hecha de familias emigradas de todo el pa¨ªs que, desde hace 20 a?os, se han ido instalando aqu¨ª porque la sequ¨ªa, agravada por el cambio clim¨¢tico, les imped¨ªa seguir subsistiendo en sus aldeas. As¨ª lo cuentan en una especie de jaima con los laterales cubiertos de malla met¨¢lica los representantes del barrio, mientras los ni?os se agarran a ella arremolinados al sol y un grupo de mujeres se sienta en la parte contigua de la alfombra. Piden que se construya ya el colegio prometido, porque el m¨¢s cercano est¨¢ a dos kil¨®metros, y cuentan c¨®mo Nuakchot solo les ofrece trabajos informales y precarios. Poco o nada de la riqueza del pa¨ªs, que abastece a Europa de pesca y tiene un sector minero importante, parece llegar aqu¨ª.

La hilera de palos que sirven para fijar la duna como una protecci¨®n para evitar inundaciones, en la playa de Nuakchott.
La hilera de palos que sirven para fijar la duna como una protecci¨®n para evitar inundaciones, en la playa de Nuakchott. CARMEN ABD ALI (ACCI?N CONTRA EL HAMBRE)

Tampoco a zonas rurales como Gorgol, otra de las ¨¢reas m¨¢s impactadas por la crisis, que se extiende al sur del pa¨ªs. El inmenso r¨ªo Senegal, con su agua marr¨®n rojizo, va crecido por las inundaciones recientes. En algunos tramos todav¨ªa cerca de Kaedi, la capital de la provincia, la carretera discurre casi al nivel del r¨ªo, como un trazo de asfalto sobre el agua que queda a izquierda y derecha. La agricultura de subsistencia y la ganader¨ªa son el medio de vida principal aqu¨ª, pero cada vez es menos predecible qu¨¦ suceder¨¢ con la cosecha debido al cambio clim¨¢tico. Un grupo de ni?os y mujeres se ba?a en un socav¨®n provocado por las lluvias, que han aislado aldeas, y se atraviesan poblados con casas circulares con gente yendo a los pozos.

A?ssata Damba Ba, de 21 a?os, acude todos los d¨ªas con su beb¨¦ de tres meses a la cooperativa que impulsa Acci¨®n contra el Hambre con AECID, la agencia de cooperaci¨®n espa?ola. Trabaja junto a otras 39 mujeres en un huerto sobre la misma orilla del r¨ªo en el que se han creado sistemas de irrigaci¨®n que reducen el trabajo f¨ªsico y se les ayuda con la burocracia para formalizar la titularidad de la tierra. Y se han instalado vallas, una de las grandes inquietudes de los agricultores de la zona, pues las necesitan para evitar que los animales destruyan la cosecha.

A?sata Damba Ba, de 21 a?os, es una de las 40 agricultoras de una cooperativa a orillas del r¨ªo Senegal, en Gorgol.
A?sata Damba Ba, de 21 a?os, es una de las 40 agricultoras de una cooperativa a orillas del r¨ªo Senegal, en Gorgol. CARMEN ABD ALI (ACCI?N CONTRA EL HAMBRE)

Este a?o la crecida se comi¨® parte de lo que hab¨ªan cultivado, varios accesos se inundaron y los insectos atacaron a las plantas que quedaban. La subida de precios de los fertilizantes y las semillas se comi¨® mucho de lo que esperaban sacar. Ahora hay patatas, tomates, berenjenas. Han vuelto a plantar. ¡°El a?o pasado no hubo suficiente cosecha, a ver qu¨¦ pasa este¡±, dice Damba Ba. A las siete de la ma?ana sale de su aldea y tarda una hora en llegar aqu¨ª a pie. Cuenta que su marido emigr¨® hace cinco meses y no ha podido mandarle dinero. La mujer no sabe d¨®nde est¨¢, as¨ª que vive en casa de su padre, que le ayuda a mantenerse. Pese al huerto, ella solo come lo necesario ¡°a temporadas, dependiendo de la ayuda que tenga¡± de su familia, y est¨¢ muy preocupada por la salud de su ni?a, a la que da el pecho. ¡°No tengo suficiente leche¡±, explica.

A cuatro horas de aqu¨ª, en el hospital de Selibaby, la madre de Mamadou comer¨¢ tres veces al d¨ªa mientras el ni?o est¨¦ ingresado. Cuando regrese a casa, dice que lo que m¨¢s necesita es una valla para proteger de los animales la parcela que cultivan sus padres, pero no pueden pagarla. Tambi¨¦n expresa que los precios son tan altos que, en vez de adquirir sacos de cereal, ahora solo pueden ir al d¨ªa, comprar peque?as cantidades. Mamadou ahora est¨¢ tomando un preparado nutricional llamado F75 que estabiliza su organismo y lo prepara para tomar el alimento terap¨¦utico con el que podr¨¢, de nuevo, volver a comer. La enfermera Sophie lo tiene claro: ¡°Va camino de recuperarse¡±.

MDN
Cap¨ªtulo 2

Moldavia

En primera l¨ªnea de la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial

Por Alejandra Agudo
Tipo de crisis

Guerra.
Refugiados.

N¨²mero de personas afectadas

Hasta finales de septiembre, se han registrado 7.530.740 refugiados procedentes de Ucrania en toda Europa, de los que 627.796 han cruzado la frontera con Moldavia; m¨¢s de 92.000 han permanecido en este pa¨ªs.

Principales riesgos

Fr¨ªo, falta de medios de subsistencia en destino, estr¨¦s de la poblaci¨®n local, caer en redes de tr¨¢fico de personas. Trauma.

Respuesta sector humanitario

La respuesta global a la situaci¨®n de los refugiados en Moldavia ha evolucionado. En los primeros d¨ªas, lo urgente era proveer alojamiento, alimentos, utensilios de higiene, ropa de abrigo y atenci¨®n psicol¨®gica, especialmente a los ni?os. Con el tiempo, se han proporcionado ayudas econ¨®micas a los refugiados y las familias de acogida moldavas.

Ilona Moskaliuk era de las ucranias que cre¨ªa imposible una guerra en su pa¨ªs. Hasta el 24 de febrero. Ese d¨ªa Vladimir Putin orden¨® el ataque ruso por tierra, mar y aire a su vecina Ucrania. Y la vida de esta madre de 45 a?os y su hija de 17, Bianca Chorba, cambi¨® para siempre. En 20 minutos, metieron todo lo que pudieron en dos maletas y unos d¨ªas despu¨¦s, se establecieron en la comunidad fronteriza de Tudora, ya en Moldavia. Atr¨¢s dejaron los sue?os de estudiar Medicina, al amor, los amigos. Eran refugiadas.

En cuesti¨®n de d¨ªas, la ONU ya advirti¨® que la humanidad se enfrentaba al mayor y m¨¢s r¨¢pido ¨¦xodo humano desde la Segunda Guerra Mundial. Decenas de miles de personas cruzaban cada d¨ªa los pasos fronterizos hacia Polonia, Rumania o Moldavia. Los Gobiernos y ciudadanos de aquellos pa¨ªses fueron los primeros en auxiliar a los reci¨¦n llegados como pod¨ªan, con m¨¢s solidaridad que medios, hasta que la comunidad internacional ¨Cdonantes, ONG y agencias de la ONU¨C hizo el relevo a una poblaci¨®n local sin experiencia y exhausta.

Ilona Moskaliuk, de 45 a?os, y a su hija Bianca Chorba, de 17, en una casa de acogida en Tudora, en la frontera de Moldavia con Ucrania. Una semana antes ambas viv¨ªan en Odesa. La chica hab¨ªa dejado atr¨¢s su idea de estudiar algo relacionado con la medicina; a sus amigos y a su novio. ¡°Mi amor se ha quedado all¨ª¡±, dec¨ªa. La madre segu¨ªa d¨¢ndole vueltas a c¨®mo hab¨ªan acabado con solo dos maletas en otro pa¨ªs.
Ilona Moskaliuk, de 45 a?os, y a su hija Bianca Chorba, de 17, en una casa de acogida en Tudora, en la frontera de Moldavia con Ucrania. Una semana antes ambas viv¨ªan en Odesa. La chica hab¨ªa dejado atr¨¢s su idea de estudiar algo relacionado con la medicina; a sus amigos y a su novio. ¡°Mi amor se ha quedado all¨ª¡±, dec¨ªa. La madre segu¨ªa d¨¢ndole vueltas a c¨®mo hab¨ªan acabado con solo dos maletas en otro pa¨ªs.Gonzalo Hohr

Hab¨ªa que actuar r¨¢pido. El dos de marzo, un equipo de Acci¨®n contra el Hambre parti¨® desde Madrid hacia Moldavia (2,4 millones de habitantes), uno de los pa¨ªses m¨¢s desatendidos y el tercero m¨¢s pobre de Europa despu¨¦s de la propia Ucrania y Armenia. Su misi¨®n era evaluar las necesidades de los refugiados y de quienes les estaban atendiendo en aquel pa¨ªs, para solicitar fondos a los donantes y enviar la ayuda necesaria.

Lo que se encontraron fue una capital que ya hab¨ªa habilitado grandes espacios p¨²blicos para la acogida. En Chisin¨¢u, el recinto de la feria de Moldavia, Moldexpo, se transform¨® en un gran albergue para medio millar de personas y almac¨¦n improvisado para la ropa y los alimentos donados por los vecinos. All¨ª, las autoridades ten¨ªan las riendas y organizaban con m¨¢s o menos acierto a los voluntarios, los transportes, las ayudas y los beneficiarios.

En menos de una semana, se abrieron centros de tr¨¢nsito donde los reci¨¦n llegados pudieron comer y dormir unas horas por todo el pa¨ªs. Las donaciones de colchones, alimentos, mantas, ropa, carritos de beb¨¦ o productos de higiene cubr¨ªan las necesidades m¨¢s b¨¢sicas. Las redes ciudadanas, entidades no gubernamentales y religiosas que se encargaban de la atenci¨®n a la infancia y personas mayores vulnerables en este pa¨ªs con un sistema p¨²blico de protecci¨®n endeble, tomaron la batuta para canalizar la ayuda. Pronto se confesaban sobrepasados.

¡°Nos hace falta conocimiento y formaci¨®n. No sabemos c¨®mo hacer esto¡±, reconoc¨ªa Russu Roman, periodista freelance ucranio, residente en Moldavia, que decidi¨® coordinar un espacio que varias organizaciones ucranias en la di¨¢spora bautizaron como Centro de Tr¨¢nsito en Chisin¨¢u. A la postre, un establecimiento a pie de calle, con colchones sobre pal¨¦s.

Era en los nueve puntos de paso entre ambos pa¨ªses donde la situaci¨®n era m¨¢s desesperada. Especialmente en la frontera sur, en Palanca. Miles de personas cruzaban la frontera cada d¨ªa, ateridas de fr¨ªo, sin apenas pertenencias, traumatizadas. Las ojeras y el llanto era la prueba de lo exhaustas que llegaban a este punto.

Algunas, como Anna Yilinska, ten¨ªan un plan de huida. Pocos d¨ªas despu¨¦s de los primeros ataques rusos, esta neur¨®loga de 48 hizo las maletas de sus tres hijas, de 9, 11 y 13, puso un abrigo a su perra y llam¨® a un taxi que la llev¨® de Odesa a Palanca, donde unos conocidos las recoger¨ªan para acogerlas en su casa.

La mayor¨ªa, sin embargo, com¨ªan y dorm¨ªan gracias a la solidaridad vecinal. Se sub¨ªan en autobuses gratuitos a otros puntos del pa¨ªs o rumbo a Ruman¨ªa, sin m¨¢s destino decidido que alejarse de las bombas.

Algunos logos en los veh¨ªculos por la zona desvelaban que ACNUR y otras ONG internacionales estaban presentes. Todas con el mismo prop¨®sito: estudiar la situaci¨®n para ayudar adecuadamente. Una red de voluntarios, liderada por el empresario local Anatol Malancea y las iglesias, ya hab¨ªa levantado una carpa en el paso fronterizo de Palanca, para ofrecer un techo en las horas de espera, comidas calientes y, tambi¨¦n, informaci¨®n sobre los alojamientos disponibles en la ciudad y alrededores. Pero la afluencia desbordaba la capacidad del lugar. La situaci¨®n empeoraba por horas.

Normalmente, la informaci¨®n que las organizaciones obtienen en estas misiones exploratorias en las emergencias humanitarias sirve para activar los convenios de emergencias con las agencias de cooperaci¨®n, de la ONU o solicitar recursos de la Uni¨®n Europea. Lo que en la pr¨¢ctica significa que los donantes les desembolsen fondos para cubrir las necesidades insatisfechas de los refugiados.

Noelia Monge Vega, responsable de aquella avanzadilla de Acci¨®n contra el Hambre desplazado en Moldavia, no lo dud¨®. ¡°Es urgente comenzar el proceso cuanto antes¡±, evalu¨®. As¨ª decidi¨® que no esperar¨ªa a su regreso a Madrid para hacer papeleo. Ten¨ªan que empezar ya a repartir comidas calientes y apoyar con su saber hacer y sus recursos a los voluntarios. Otras intervenciones las decidir¨ªan en los siguientes d¨ªas.

Una semana despu¨¦s, gastaban los primeros 7.000 euros de su presupuesto en alimentos -incluidos carne y verduras- para repartir 2.000 men¨²s completos al d¨ªa durante siete. La elaboraci¨®n y distribuci¨®n la seguir¨ªan haciendo las entidades locales, pero ahora con apoyo profesional, econ¨®mico y log¨ªstico.

Mientras tanto, las autoridades tambi¨¦n adaptaron su respuesta: instalaron una carpa en una amplia explanada adonde se trasladaba en minibuses a quienes cruzaban la frontera a pie. La cola de veh¨ªculos era kilom¨¦trica y quienes no iban en transporte privado, hac¨ªan el ¨²ltimo tramo arrastrando sus maletas bajo la nieve. El objetivo era evitar las aglomeraciones que se produc¨ªan en el paso, el m¨¢s concurrido del pa¨ªs, que a principios de marzo ya era el m¨¢s concurrido del pa¨ªs.

En el nuevo complejo de tr¨¢nsito, levantado 10 d¨ªas despu¨¦s del inicio de la crisis, ACNUR ya repart¨ªa mantas y hab¨ªa instalado retretes adecuados que sustitu¨ªan a los agujeros en el barro delimitados con maderas que se hab¨ªan habilitado como letrinas inicialmente. Unicef emplaz¨® carpas con calentadores para que los ni?os jugasen y recibieran apoyo psicol¨®gico a resguardo de las bajas temperaturas. Y Acci¨®n contra el Hambre facilit¨® cubos de basura para mantener limpio el lugar e instal¨® un punto de carga para m¨®viles.

Tras unos d¨ªas desde el comienzo de la guerra, entidades como Acnur y Unicef empiezan a proveer ayuda, en Palanca, suministrando mantas y prestando apoyo psicol¨®gico y entretenimiento para los m¨¢s peque?os. Acci¨®n contra el Hambre prove¨ªa comidas. Todos trabajan coordinados para no dar la misma ayuda a la misma gente, sino cubrir el mayor rango de necesidades a la mayor cantidad de personas posible.
Tras unos d¨ªas desde el comienzo de la guerra, entidades como Acnur y Unicef empiezan a proveer ayuda, en Palanca, suministrando mantas y prestando apoyo psicol¨®gico y entretenimiento para los m¨¢s peque?os. Acci¨®n contra el Hambre prove¨ªa comidas. Todos trabajan coordinados para no dar la misma ayuda a la misma gente, sino cubrir el mayor rango de necesidades a la mayor cantidad de personas posible.Gonzalo Hohr

La ayuda humanitaria, coordinada a base de horas de reuniones entre visitas a la fronteras, encuentros con refugiados y entidades locales, estaba a pleno rendimiento para apoyar al pa¨ªs que apenas el 9 de marzo ya era el que m¨¢s refugiados estaba recibiendo con relaci¨®n a su poblaci¨®n (4 por cada 100 habitantes). ¡°Es fundamental que nos coordinemos con otros actores para no estar todos en los mismos pueblos ayudando a la misma gente¡±, analizaba Monge.

M¨¢s all¨¢ de este tipo de ayuda, la Uni¨®n Europea contribuy¨® a aliviar el dolor de los ucranios con su decisi¨®n de activar, por primera vez, una directiva creada hace 20 a?os que permit¨ªa la entrada sin l¨ªmites a los refugiados. Gracias a ello, y a diferencia de los sirios (o afganos o subsaharianos), no se encontraban muros ni trabas burocr¨¢ticas, sino puertas abiertas y facilidades administrativas para regularizar su situaci¨®n.

Con todo, los desaf¨ªos no acaban con la presencia de las organizaciones o la decisi¨®n de la UE. Pronto se advirti¨® de la necesidad de proteger a mujeres y ni?os de las redes de trata. El caos en las fronteras moldavas y del resto de pa¨ªses de acogida, con miles de veh¨ªculos ofreci¨¦ndose solidariamente a llevar a los reci¨¦n llegados a cualquier punto de Europa, era el camuflaje perfecto para quienes no ten¨ªan tales buenas intenciones.

La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) describi¨® la situaci¨®n en las fronteras como ¡°el ensue?o de los traficantes¡± y los ni?os no acompa?ados estaban en alt¨ªsimo riesgo de convertirse en sus v¨ªctimas. La primera opci¨®n para estos menores, indica esta organizaci¨®n, debe ser la acogida en instituciones p¨²blicas. Pero Moldavia carec¨ªa de ellas.

M¨¢s informaci¨®n
Ni?os en la frontera ucrania: ni solos ni mal acompa?ados

¡°Aqu¨ª la mayor¨ªa de los servicios sociales los proveen ONG. Estamos en uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de Europa¡±, explicaba Viorica Matas, directora ejecutiva de la entidad Concordia, especializada en asistir a hu¨¦rfanos y ancianos en precariedad. ¡°La crisis de refugiados no hace desaparecer a las personas que ya atend¨ªamos. Estamos desbordados¡±, lamentaba.

En una crisis de esta magnitud, las urgencias se multiplican por minutos. Y la comunidad humanitaria especializada tiene por cometido detectarlas y darles respuesta. As¨ª, a la par que se repart¨ªan comidas, se habilitaban espacios de descanso, carpas calefactadas¡­ Las ONG y las autoridades empezaron a informar por diferentes v¨ªas de los protocolos que deb¨ªan seguir los ucranios antes de subirse a un coche particular.

En Moldavia, carteles informativos, p¨¢ginas web y voluntarios difund¨ªan un mensaje de precauci¨®n, con datos de los destinos, los centros de tr¨¢nsito y los transportes seguros disponibles. ¡°Este viaje es gratuito. Nadie debe pedirte un pago ni ning¨²n otro servicio a cambio¡±, rezaba una de las octavillas.

Con el paso de los meses, la situaci¨®n va cambiando, aunque la guerra prosigue. Esta primera ola humana y de solidaridad se va relajando. Huye menos gente, la que ya lo ha hecho se establece en su destino, y la emergencia pasa a un segundo plano de la atenci¨®n colectiva.

Algunas ONG se retiraron, otras permanecen. Es el caso de Acci¨®n contra el Hambre, que ha mantenido su misi¨®n en Moldavia para dar soporte a la red de solidaridad ciudadana y, en definitiva, de quienes a¨²n hoy sufren la guerra y el exilio. M¨¢s de 95.000 han decido permanecer aqu¨ª, de los m¨¢s de 650.000 que han salido de Ucrania por sus fronteras. Hasta la fecha, m¨¢s de 7,6 millones de refugiados han huido a otros pa¨ªses de Europa en busca de seguridad. Otros 4,2 millones se han desplazado internamente con el mismo prop¨®sito. La emergencia no ha acabado.

MDN
Cap¨ªtulo 3

Honduras

De huracanes y covid a migraciones masivas: las emergencias humanitarias no dan tregua

Por Andrea J. Arratibel
Tipo de crisis

Migratoria.

N¨²mero de personas afectadas

Entre el 1 de enero y el 23 de septiembre de 2022, el Instituto Nacional de Migraci¨®n (INM) reporta el ingreso de 106.476 personas en tr¨¢nsito irregular por el territorio hondure?o. El aumento en los ingresos de personas de forma irregular en ocho veces superior a la cifra registrada el a?o anterior.

Principales riesgos

Protecci¨®n: no se ha definido ning¨²n corredor humanitario que garantice su seguridad e integridad, lo que los convierte en blanco de extorsi¨®n y tr¨¢fico de personas. No existen procedimientos claros para identificar y referir a las v¨ªctimas de abusos, acoso sexual, violencia, tr¨¢fico de personas o explotaci¨®n sexual. Falta de informaci¨®n que los gu¨ªe en los procedimientos institucionales que deben seguir para resolver su estatus migratorio.

Respuesta sector humanitario

Alojamiento: para atender la emergencia migratoria en la frontera sur, organismos de ayuda humanitaria se unieron en el Consorcio Life-Honduras mediante el cual facilitan alojamiento mediante Centros de Descanso Temporal (CDT) en Trojes, Danl¨ª y Choluteca. Provisi¨®n de alimentaci¨®n, agua y kits de higiene. Atenci¨®n psicosocial a menores de edad. Servicios de salud.

¡°Las lluvias lo destrozaron todo: mi casita de madera, los alimentos, la ropa, los recuerdos. Todo se llen¨® de agua. Pero, por lo menos no perd¨ª a mis hijos por las tormentas. A las ni?as de mi vecina se les cay¨® el techo de zinc encima y ya no se supo m¨¢s de ellas¡±, relata Iris Romero, superviviente de los ciclones Eta e Iota y de tantas calamidades que han azotado Honduras y otras regiones vecinas en los ¨²ltimos a?os: sequ¨ªas que provocan la muerte del ganado y desplazados clim¨¢ticos; huracanes que sumergen comunidades enteras en el yodo; terremotos que sacuden las entra?as de la tierra y derrumban los cimientos de hogares.

Los dram¨¢ticos escenarios se repiten en un lugar y otro del mundo, pero no hay dos emergencias humanitarias iguales. Aunque las im¨¢genes que dejan tras su paso recuerden entre ellas, sus efectos siempre son impredecibles. Y las consecuencias suelen ser todav¨ªa m¨¢s graves que las que las noticias recogen, se acaban alargando en el tiempo. Algunas se cronifican durante a?os.

¡°Por eso hay estar preparado para cualquier situaci¨®n, hasta la m¨¢s impensable¡±, se?ala Mar¨ªa Luisa S¨¢nchez, directora de operaciones de Acci¨®n contra el Hambre en Honduras, uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres y desiguales del hemisferio occidental y donde las crisis se solapan, golpean a la poblaci¨®n sin dejarle sacar la cabeza entre una adversidad y la siguiente. ¡°Cuando en el 2020 la situaci¨®n no pod¨ªa ser m¨¢s dif¨ªcil por la pandemia, en mitad del confinamiento obligatorio, llegaron las terribles tormentas tropicales poniendo todav¨ªa m¨¢s patas arriba el pa¨ªs¡±, afirma S¨¢nchez, quien lleva m¨¢s de 20 a?os residiendo all¨ª. ¡°Nos pusimos a trabajar como locos para dar una respuesta inmediata¡±, agrega.

¡°Nos quedamos sin nada y aqu¨ª no hay trabajo¡±, cuenta Iris Romero, que en enero de 2021 se tuvo que despedir de su familia para sumarse a la caravana de migrantes. ¡°Me llev¨¦ al ni?o peque?o, de siete a?os; el resto se qued¨® con mi madre¡±, relata. El objetivo del grupo con el que viajaba era llegar a Estados Unidos, ¡°pero cuando ¨ªbamos a cruzar el r¨ªo entre Guatemala y M¨¦xico, nos agarraron unos agentes de migraci¨®n. Por suerte, lo peor que pas¨® durante el camino solo fue que me robaron¡±, dice la hondure?a que, como todos lo que intentaron cruzar, ha escuchado demasiadas veces c¨®mo a lo largo de las traves¨ªas de los pasos migratorios las personas desaparecen, tanto las que tratan de salir como ingresar a su pa¨ªs.

¡°Con la pandemia nos quedamos sin trabajo, y ya llev¨¢bamos mucho tiempo mal, as¨ª que mi esposo y yo decidimos irnos de Bolivia¡±, cuenta Katia Lima desde un centro de refugio. ¡°Antes de llegar hasta aqu¨ª pasamos cosas muy feas; en Ecuador nos asaltaron, nos llevaron a unos matorrales y nos golpearon. Como no me encontraron m¨¢s dinero me quisieron abusar de m¨ª, pero, por suerte, ?me libr¨¦!¡±, relata la boliviana, reci¨¦n llegada a la frontera sur con Nicaragua, donde, al tiempo que las ONG locales e internacionales segu¨ªan llevando a cabo planes de contingencia y asistencia para paliar las consecuencias de los desastres naturales en las comunidades, se decret¨® otra emergencia por la llegada masiva de migrantes.

¡°?Y en cuanto lo supimos, all¨¢ que nos fuimos!¡±, narra S¨¢nchez, a cargo de las acciones de asistencia de unas de las primeras organizaciones que lleg¨® a la regi¨®n para ofrecer ayuda y poner recursos a disposici¨®n de la nueva dif¨ªcil situaci¨®n. ¡°Fue el confluir de muchas crisis humanitarias al mismo tiempo. Pero es que adem¨¢s de las distintas urgencias que explotaron, se suma la realidad tan compleja de este pa¨ªs¡±, agrega.

GONZALO HOHR

A Iris Romero Pavón, de 37 años y madre de cuatro niños, la han deportado de EE UU a Honduras. Tiene una casa diminuta lindando con un cafetal y un campo de bananos. Es solo un cuarto lleno de trastos, al lado de la vivienda de su madre, quien le cuida al más pequeño de sus hijos. “El papá se fue con otra mujer y me quedé de madre soltera, pero he sacado adelante a mis hijos, que van todos a la escuela. Él nunca me ayudó. Antes, esta casa era tan solo un cuarto de madera, pero los huracanes la destrozaron. Perdí mi cama, la ropa, los alimentos, todo. Yo andaba en el centro de salud vendiendo pastelitos cuando la tragedia empezó; en muy poco tiempo todo se inundó. Cuando llegué a mi casa me encontré a uno de mis hijos sacando agua. Por lo menos no los perdí a ellos por las tormentas. Una vecina perdió a sus dos niñas pequeñas. Les cayó la casa encima. A veces una quisiera ayudar, pero una es pobre y no puede ni con lo suyo”. Tras el huracán, la familia dormía sobre el suelo hasta que decidió migrar a Estados Unidos. En enero, emprendió el viaje con uno de sus niños, el de siete. "Al resto los dejé con mi madre. Cuando fui a cruzar el río de Guatemala a México, me detuvieron. Me dijeron que ese no era mi hijo, me arrestaron y me separaron de él. Recuerdo que lloraba sin parar. Al final me metieron en un bus de vuelta y me sentí muy triste de volver a mi casa, sin dinero”.

Honduras, cuyos niveles de desigualdad se sit¨²an entre los m¨¢s altos del continente americano, es liderado en la actualidad por un nuevo Gobierno que lleva muy poco tiempo en el poder y esta compleja transici¨®n pol¨ªtica acarrea una lista infinita de retos: el anterior presidente de la Rep¨²blica est¨¢ en la c¨¢rcel por narcotr¨¢fico, un reflejo de hasta qu¨¦ punto la corrupci¨®n penetra en las instituciones; la pobreza extrema afecta al 36,7% de su poblaci¨®n, la violencia forma parte de la cotidianidad y tiene una de las mayores tasas de feminicidios del mundo. Los flujos migratorios, la ¨²ltima emergencia declarada en el pa¨ªs, recorren cada una de sus fronteras: los de quienes llegan en tr¨¢nsito para cruzar a Estados Unidos y los de desplazados internos. ¡°La ciudadan¨ªa no tiene confianza en el Estado y muchas de nuestras acciones se tienen que canalizar a trav¨¦s de ¨¦l, tenemos que trabajar con el sector p¨²blico para obtener permisos y avanzar en proyectos que los implican. Este condicionante supone un gran reto para la acci¨®n humanitaria¡±, confiesa S¨¢nchez.

¡°Las circunstancias de este pa¨ªs obligan a pasar de una emergencia a otra sin poder respirar. Cuando est¨¢s inmersa en un proyecto con necesidad apremiante a las que dar respuesta, te llegan dos tormentas tropicales que devastan la mitad del pa¨ªs. Y, poco despu¨¦s, tantas personas vulnerables en la frontera que requieren de protecci¨®n urgente¡±, afirma Mar¨ªa Castro, responsable de Programas de Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo (AECID) en Honduras.

Como expone la encargada del organismo espa?ol en la regi¨®n, ¡°Honduras es un pa¨ªs muy vulnerable. Sus caracter¨ªsticas hacen que los programas que en ¨¦l se ejecutan pasen en cualquier momento, y de forma continua, del desarrollo a lo humanitario y viceversa. Se crea el perfecto el nexo de la ayuda humanitaria, la paz y desarrollo¡±.

Este v¨ªnculo en la ayuda al que se refiere Castro es, precisamente, una de las caracter¨ªsticas m¨¢s destacables de la Cooperaci¨®n Espa?ola en el territorio. ¡°A diferencia de otras redes, en la espa?ola toma parte una gran diversidad de actores: ONG, organizaciones descentralizadas, universidades, empresas que se sientan en la misma mesa a dialogar para canalizar los recursos y que la ayuda converja. Creo que eso es porque Espa?a es un pa¨ªs muy diverso y ese car¨¢cter se refleja en la forma de reaccionar, implicando a todos los agentes que tienen presencia en el pa¨ªs¡±, reconoce Castro.

En Danl¨ª se encuentra 'Jes¨²s est¨¢ Vivo', un centro religioso habilitado como albergue provisional para que los migrantes puedan hacer noche y descansar.
En Danl¨ª se encuentra 'Jes¨²s est¨¢ Vivo', un centro religioso habilitado como albergue provisional para que los migrantes puedan hacer noche y descansar.Gonzalo Hohr

Las estrategias detr¨¢s de una emergencia

Para dar respuesta eficiente a una emergencia, o a m¨²ltiples al mismo tiempo, establecer alianzas es una estrategia clave. ¡°Por eso desde la AECID tratamos de facilitar un trabajo que sea horizontal y que implique a todas las organizaciones posibles, para que no tengan que competir por recursos, sino que los compartan y sean mejor aprovechados. En un contexto como el hondure?o, la sinergia entre los distintos actores es imprescindible¡±, afirma Castro, quien destaca lo importante que es centrar los esfuerzos de las organizaciones de ayuda en comunicaci¨®n e incidencia pol¨ªtica para visibilizar las realidades a las que se enfrentan. ¡°Desde facilitar la participaci¨®n de lideresas comunitarias hondure?as y ONG locales hasta destinar recursos para apoyar el trabajo de periodistas¡±, explica. De igual manera, a?ade que es crucial canalizar correctamente los recursos con organismos pol¨ªticos, gobiernos nacionales y locales, municipios y oficinas diplom¨¢ticas.

M¨¢s informaci¨®n
Los africanos que miran al paso centroamericano como alternativa a Europa

?Qu¨¦ mueve la ayuda humanitaria?

En diciembre de 2020, Espa?a tuvo la respuesta humanitaria m¨¢s importante de los ¨²ltimos a?os hacia la poblaci¨®n afectada por los huracanes Eta e Iota en Honduras. ¡°Pero para conseguir esto fueron imprescindibles algunas acciones previas, como organizar la visita de la reina Letizia al pa¨ªs para que conociera de primera mano la situaci¨®n y se visibilizaran las consecuencias de las tormentas en un momento en que la covid-19 estaba ocupando toda la atenci¨®n medi¨¢tica¡±, aclara Castro. Las organizaciones no daban abasto tratando de resolver los efectos de aquella emergencia cuando lleg¨® la siguiente en la regi¨®n sur del pa¨ªs: la crisis migratoria se agrav¨®. Ante la inactividad del Gobierno hondure?o, la ayuda internacional se instal¨® en la zona y empez¨® a recaudar fondos para nuevos desaf¨ªos humanitarios.

¡°Honduras lleva a?os viviendo una situaci¨®n dram¨¢tica que no se exhib¨ªa en la prensa internacional y eso suele incidir en la desfinanciaci¨®n de las crisis¡±, apunta Castro. Como explica la responsable de la Cooperaci¨®n Espa?ola en Honduras, la ¨²nica forma de movilizar recursos es poner al pa¨ªs en el mapa, ¡°facilitando cualquier acci¨®n que lo visibilice y que acerque su realidad a los ciudadanos espa?oles. El problema es que hace a?os que la sociedad se deslig¨® de la ayuda humanitaria¡±, lamenta.

Castro achaca esta desconexi¨®n, el compromiso con la solidaridad, a la crisis econ¨®mica. ¡°En 2005, a?o en yo entr¨¦ en el sector y que el mundo estaba en pleno proceso de globalizaci¨®n, la generosidad fuera del pa¨ªs era un valor muy importante de la sociedad espa?ola. Pero la situaci¨®n econ¨®mica y otros procesos pol¨ªticos internacionales han hecho que la mirada se desv¨ªe m¨¢s al interior y menos al exterior. Ayudar a otros ya no est¨¢ en los intereses y s¨ª lo estuvo¡±, afirma.

Esta desconexi¨®n entre la ciudadan¨ªa y la aportaci¨®n de ayuda al desarrollo tiene un gran impacto econ¨®mico. Por un lado, en la bajada de aportaciones directas a ONG: la recaudaci¨®n de fondos propios. Pero tambi¨¦n en el presupuesto destinado a la cooperaci¨®n oficial espa?ola, que en la actualidad se sit¨²a en un 0,25%, la mitad de la media europea. Y esta disminuci¨®n de recursos afecta a cuestiones clave para el desarrollo de los programas que Castro lidera en Honduras.

¡°M¨¢s all¨¢ de los fondos econ¨®micos, hay otra cuesti¨®n muy importante que afecta a la labor humanitaria, y que est¨¢ relacionada con la financiaci¨®n p¨²blica¡±, advierte. ¡°Poder ejecutar ciertos proyectos de desarrollo depende mucho de la voluntad pol¨ªtica. Al margen de la ideolog¨ªa del partido que est¨¦ gobernando, que por supuesto, tiene un efecto, siempre es m¨¢s f¨¢cil mover la agenda de desarrollo cuando hay una ciudadan¨ªa activa reivindicando; as¨ª se crean las pol¨ªticas p¨²blicas y se protegen los derechos humanos¡±, se?ala.

¡°Honduras no despierta inter¨¦s, es una regi¨®n muy olvidada¡±, expone la directora de Operaciones de Acci¨®n contra el Hambre. ¡°Se trata de un pa¨ªs que casi se ahoga por las tormentas, para las cu¨¢les afortunadamente s¨ª se recibi¨® ayuda, aunque nunca es suficiente. La crisis migratoria que enfrenta actualmente, que es terrible, parece que solo provoca indiferencia¡±, lamenta.

En primera l¨ªnea desde Honduras

Consulta el especial

Detr¨¢s de la emergencia

PLANETA FUTURO ha colaborado con Acci¨®n contra el Hambre para visibilizar el trabajo humanitario con dos especiales informativos bajo el paraguas del proyecto Detr¨¢s de la emergencia. La primera parte del mismo, se public¨® en noviembre de 2017, con el t¨ªtulo Lo que no se ve de una emergencia. Este 2022, con un mundo azotado si cabe a¨²n por m¨¢s crisis, publicamos esta segunda entrega.

Coordinaci¨®n: Alejandra Agudo y Brenda Valverde
Fotograf¨ªa: Gonzalo H?hr y Carmen Abd Al¨ª (Acci¨®n contra el Hambre)
Dise?o: Ruth Benito
Direcci¨®n de arte: Fernando Hern¨¢ndez
Desarrollo: Alejandro Gallardo
Agradecimientos: Este especial de Planeta Futuro/ELPA?S ha sido posible gracias al apoyo de Acci¨®n contra el Hambre y a la alianza continuada con la Fundaci¨®n Bill y Melinda Gates. 

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