Los or¨ªgenes de la kora, el popular instrumento de cuerda de ?frica occidental
Este artefacto, construido con una calabaza y cuero de vaca, ha cosechado m¨¢s premios Grammy en la categor¨ªa de m¨²sicas del mundo que el sitar
¡°?Por qu¨¦ no hemos o¨ªdo hablar nunca de este instrumento?¡± Eso era lo que publicaba, hace poco, un estudiante de primer a?o de mi grupo de debate del curso de m¨²sicas del mundo. Su comentario reflejaba lo que muchos de sus compa?eros probablemente sintieron cuando vieron el magn¨ªfico documental Ballak¨¦ Sissoko, Kora Tales (Ballak¨¦ Sissoko, historias de la kora).
El documental sigue la traves¨ªa de Sissoko, un artista musical de primera clase, desde su casa de Bamako (Mal¨ª) hasta un pozo y un baobab sagrados en Gambia, en la costa atl¨¢ntica. En la pel¨ªcula, el laureado Sissoko regresa a su pa¨ªs natal, donde buscar¨¢ los or¨ªgenes del instrumento que conformar¨¢ su identidad.
Sissoko es un jeli (o, como los extranjeros lo llaman, un griot), es decir, un historiador, trovador y m¨²sico que transmite historias de generaci¨®n en generaci¨®n, ligado a las castas dirigentes. Al igual que las generaciones que le precedieron, Sissoko toca la kora, un tipo de arpa ¨²nica y oriunda de la sabana del ?frica occidental. Cuenta con 21 cuerdas y se toca con cuatro dedos. Con ella se pueden crear texturas musicales encandiladoras y profundas y producir notas delicadas y tr¨¦mulas que acompa?an la transmisi¨®n de una historia oral ancestral. Se trata de uno de los instrumentos hechos a mano m¨¢s sofisticados del mundo, tanto por sus posibilidades musicales, como por su inveterada tradici¨®n.
Si no ha llegado a sus o¨ªdos ninguna referencia a la kora, no ser¨¢ porque sea desconocida. Desde el lanzamiento del ¨¢lbum en solitario en 1972 del artista gambiano Jali Nyama Suso, se han publicado decenas y decenas de ¨¢lbumes de kora. Este instrumento ha cosechado m¨¢s premios Grammy en la categor¨ªa Mundo/M¨²sica mundial que el sitar.
En 2023 se public¨® un ¨¢lbum junto con la BBC Symphonic Orchestra en el que se tocaba la kora. El alcance de la kora ha rebasado las fronteras del ?frica occidental, pues puede escucharse en las canciones de varios artistas de diferentes partes del mundo.
Mi primer encuentro con este instrumento fue en un ¨¢lbum de 1973 del gambiano Alhaji Bai Konte. Fue una experiencia formativa prematura que me abri¨® el camino para dedicarme a la etnomusicolog¨ªa.
En los ochenta, el m¨²sico de kora senegal¨¦s naturalizado estadounidense Djimo Kouyate me inspir¨® para analizar las particularidades que existen en cuatro pa¨ªses de la zona a la hora de utilizar la kora. Termin¨¦ por mudarme a Bamako, a tres puertas de donde viv¨ªa Ballak¨¦ Sissoko, donde llev¨¦ a cabo mi investigaci¨®n con Sidiki Diabat¨¦ (el padre del m¨²sico Toumani Diabat¨¦), quien resid¨ªa muy cerca tambi¨¦n. Esto sent¨® las bases de mi primer libro, publicado en el a?o 2000, Mande Music (La m¨²sica mandinga).
Un poco de historia
La kora cuenta con varios siglos de antig¨¹edad a sus espaldas. Se construye con la mitad de una calabaza grande y con cuero de vaca; adem¨¢s, tiene un m¨¢stil de madera y trastes y cuerdas de cuero (hoy en d¨ªa hechas de nailon). Los antecedentes de la kora se remontan a ¨¦pocas incluso m¨¢s antiguas.
La kora est¨¢ ¨ªntimamente ligada a la historia de la naci¨®n mandinga, constituida a lo largo del r¨ªo N¨ªger, y que hoy en d¨ªa comprender¨ªa parte de los pa¨ªses de Mal¨ª y Guinea. Este reino floreci¨® en el siglo XIII, cuando el legendario Sundiata subyug¨® a un rey tirano, Soumaoro Kante, con la ayuda de aliados locales. Kante pose¨ªa la bala primordial (tambi¨¦n llamada balaf¨®n), un xil¨®fono m¨¢gico que hered¨® el jeli (o griot) de Sundiata. Recib¨ªa el nombre de Balla Fas¨¦k¨¦ Kouyat¨¦ y sus descendientes directos conservan ese mismo instrumento en una caba?a al noreste de Guinea. En 2008, la UNESCO declar¨® el instrumento como patrimonio cultural inmaterial y, en la actualidad, se est¨¢ construyendo un museo en esa misma ubicaci¨®n.
En su m¨¢ximo apogeo, el imperio mandinga abarcaba gran parte del ?frica occidental, y de sus minas se extra¨ªa la mayor parte del oro que circulaba en Europa. La visita a la Meca que realiz¨® el rey mandinga Mansa Musa alrededor del a?o 1300 lo consagr¨® como uno de los individuos m¨¢s ricos en la historia de la humanidad. Las migraciones que se produjeron hacia el oeste de la regi¨®n de Senegambia dieron pie al desarrollo de una lengua y una cultura similares, la mandinga.
Si, en el caso de la bala (el xil¨®fono mandinga), esta tiene su origen en Mal¨ª en el siglo XIII, la kora se remonta al siglo XVIII en la federaci¨®n Kaabu dentro de la regi¨®n de la Senegambia mandinga. Tradicionalmente, los jeli han gozado del derecho exclusivo de tocar ambos instrumentos. Seg¨²n varias historias que narran los or¨ªgenes de los instrumentos musicales africanos, estos fueron inventados por genios, tambi¨¦n la kora.
Naci¨® con la kora
Una de las frases que m¨¢s me gustan del documental la pronuncia la t¨ªa de Sissoko Kadiatou Diabat¨¦, una jeli: ¡°Esta persona que tienen enfrente naci¨® con la kora. Es la s¨¦ptima generaci¨®n de su linaje. Si lo tocan, suenan las notas de las cuerdas¡±.
En un recorrido de mil kil¨®metros hacia el oeste que realiza en coche, Sissoko abandona Bamako, la capital de Mal¨ª, para llegar a la cuna de la kora: la costa de Gambia. Anta?o, todo este territorio formaba parte del imperio mandinga en su mayor extensi¨®n, que llegaba hasta las zonas m¨¢s septentrionales del r¨ªo N¨ªger, hasta Tombuct¨². Sissoko hace una parada en Sibi, el lugar donde, seg¨²n las cr¨®nicas, Sundiata reuni¨® a sus fuerzas, forj¨® alianzas y sent¨® las bases para constituir el que ser¨ªa el imperio m¨¢s extenso de ?frica. Los planos del paisaje, realizados mayormente con drones, son, sencillamente, magn¨ªficos. Tras cruzar el sur de Senegal, la compa?¨ªa atraviesa el r¨ªo Casamanza en barca para visitar al maestro de la kora Malan Di¨¦bat¨¦. En esta regi¨®n, profundamente ligada a la kora, aparecen media docena de m¨²sicos cantando los elogios de Sissoko y de su ascendencia.
Seis hombres vestidos con atuendos y gorros tradicionales del ?frica occidental caminan en grupo tocando instrumentos de cuerda enfrente de una granja rural. Detr¨¢s se observa un grupo de mujeres vestidas con trajes tradicionales aplaudiendo. Les acompa?an las mujeres de su extensa familia, que marcan una suerte de ritmo muy similar al caracter¨ªstico patr¨®n musical de la clave cubana.
Di¨¦bat¨¦ relata los or¨ªgenes sobrenaturales de la kora y Sissoko se va camino a ese mismo sitio, Sanementereng, en Gambia. De alguna manera, todos los instrumentos musicales tienen un componente m¨¢gico debido al efecto que pueden tener en nuestras vidas. Las tradiciones orales m¨¢s extendidas atribuyen los or¨ªgenes de la kora a este lugar concreto de la costa gambiana. Uno no puede evitar sentir la piel erizarse al ver la escena del final del documental en la que Sissoko llega a este sitio sagrado, donde se encuentran un pozo y un baobab sagrados.
Los guionistas y directores del documental, Lucy Dur¨¢n y Laurent Benhamou, han logrado realizar un trabajo inspirador a la hora de retratar la belleza del paisaje, la profundidad y la humanidad de la tradici¨®n y la faceta art¨ªstica de Sissoko.
Dur¨¢n, profesora de m¨²sica y antigua presentadora de radio, cuenta con una trayectoria espl¨¦ndida de varias d¨¦cadas en esta parte del mundo, al haber producido los primeros ¨¢lbumes de Toumani Diabat¨¦ y otros artistas malienses, as¨ª como por haber producido Growing Into Music (Creciendo en la m¨²sica), una serie documental pionera que relata c¨®mo los ni?os aprenden las artes musicales de la mano de los jeli en Mal¨ª y Guinea.
El documental, narrado por la estrella de rap francomaliense Oxmo Puccino, empuja al espectador a descubrir una de las grandes tradiciones africanas a trav¨¦s de la visi¨®n de uno de sus mayores exponentes. Este documental es un tesoro, tanto para la vista y los o¨ªdos como para la memoria cultural colectiva.
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