¡°Pronto tendremos pastores predicando con chalecos antibalas¡±: alarma por los robos violentos en iglesias y mezquitas de Sud¨¢frica

¡°Fue un acto cruel y malvado. Me preocupa el tejido moral de esta naci¨®n¡±, se lamenta el pastor Jaibhesi Dota, cl¨¦rigo de la Iglesia Cristiana de Sion, la mayor confesi¨®n religiosa aut¨®ctona africana en Sud¨¢frica. Se refiere al robo violento ocurrido en la iglesia de Newlands, un barrio acomodado de la ciudad sudafricana de Johanesburgo. El pasado 8 de octubre, un grupo de hombres armados irrumpi¨® en el templo durante un abarrotado servicio religioso y fue, fila por fila, exigiendo a los fieles que les entregaran anillos de boda, tel¨¦fonos m¨®viles, llaves del coche y dinero en efectivo. Durante el atraco, el pastor Dwayne Gordon, que se encontraba en el p¨²lpito, recibi¨® un disparo en el cuello y muri¨® ante una congregaci¨®n traumatizada.

Sud¨¢frica experimenta crecientes niveles de inseguridad. El pa¨ªs registr¨® 45 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2022 y 2023, situ¨¢ndolo entre las naciones m¨¢s violentas del mundo, seg¨²n la organizaci¨®n africana sin ¨¢nimo de lucro Instituto de Estudios para la Seguridad. Se trata de la ratio m¨¢s alta de las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, con un incremento del 50% respecto al periodo 2012-2013. Las estad¨ªsticas oficiales reflejan que millones de delitos (una tercera parte de los robos en casa, por ejemplo) no se reportan, en gran parte debido a la falta de confianza en la polic¨ªa.

En este clima de inseguridad ciudadana, los fieles parecen ser un objetivo especialmente atractivo para los delincuentes armados, aunque no hay cifras oficiales de robos en lugares de culto. ¡°Asaltan una iglesia, hieren y secuestran a fieles¡¯ es ya un titular habitual en Sud¨¢frica, con docenas de incidentes denunciados y docenas m¨¢s sin denunciar¡±, declara a este diario el cl¨¦rigo Jaibhesi Dota, que ha seguido estos acontecimientos y ha asistido a marchas de solidaridad junto con otros cl¨¦rigos. ¡°He contado 10 robos en iglesias de mi ciudad desde junio de 2023¡å, a?ade. ¡°Tenemos que encarar esta ola de actividad criminal que atemoriza a nuestros lugares de culto¡±, reconoci¨® en noviembre Faith Mazibuko, responsable de Seguridad en la provincia norte?a de Gauteng.

¡°El invierno pasado, mientras bail¨¢bamos despu¨¦s de una oraci¨®n que dur¨® toda la noche, nos apuntaron con pistolas a la cabeza y nos quedamos, helados con la Biblia en la mano¡±, recuerda Ashley Moyo, un pastor inmigrante en Springs, una ciudad minera de oro a 60 kil¨®metros al este de Johanesburgo.

Los robos en lugares de culto son un fen¨®meno nuevo en Sud¨¢frica, a?ade Dota. ¡°Hace 15 a?os, los delincuentes respetaban, m¨¢s o menos, los templos, las mezquitas y las iglesias¡±, puntualiza. ¡°Recuerdo que, en 2005, cuando era pastor, un ladr¨®n se me acerc¨® y me dijo: ¡®Rece por m¨ª, pastor, he robado una cartera en el tren, necesito perd¨®n¡±.

La delincuencia no se limita a las iglesias cristianas. En las mezquitas tambi¨¦n ha habido casos de imanes asaltados a punta de pistola durante las oraciones del viernes, se?ala Farida Mehmet Khan, director de una escuela musulmana en Ciudad del Cabo, la segunda ciudad m¨¢s grande de Sud¨¢frica. ¡°Se ha abierto la veda en los lugares de culto¡±, afirma.

Recuerdo que, en 2005, cuando era pastor, un ladr¨®n se me acerc¨® y me dijo: ¡®Rece por m¨ª, pastor, he robado una cartera en el tren, necesito perd¨®n

Jaibhesi Dota, cl¨¦rigo sudafricano

Un motivo para que los delincuentes vean en iglesias y mezquitas un blanco f¨¢cil es la falta de seguridad. ¡°Los delincuentes saben que muy pocos drones policiales y c¨¢maras de vigilancia se dedican a proteger los centros religiosos, a pesar de las ofrendas monetarias, los coches aparcados en los patios de las mezquitas o iglesias y las donaciones en met¨¢lico de los fieles¡±, dice Yasin Kakande, escritor y analista pol¨ªtico. Otro factor de riesgo es el hecho de que ¡°el dinero fluye¡± debido a las cuantiosas donaciones en efectivo de los fieles, a?ade. Las iglesias y las mezquitas sudafricanas a menudo reciben donaciones en efectivo para obras filantr¨®picas de sus fieles o sus iglesias matrices en el extranjero.

Los bancos sudafricanos, mientras tanto, han dejado de ser tan atractivos para los ladrones durante los ¨²ltimos a?os debido al aumento de los pagos sin dinero en efectivo y la mejora de la tecnolog¨ªa, se?ala Kakande. En 2022 no hubo atracos ¡°tradicionales¡±, donde se retiene al personal y a los clientes a punta de pistola, ¡°debido a las nuevas medidas de seguridad¡±, corrobora el South African Banking Risk Information Centre (Sabric), un organismo creado por entidades bancarias sudafricanas. En el a?o 2010, por ejemplo, se produjeron 93 atracos de este tipo.

Culto armado

Algunos responsables de las mezquitas e iglesias asediadas ya apuestan por armarse o contratar guardias privados. En Sud¨¢frica es legal la posesi¨®n de hasta siete armas de fuego para defensa personal o fines recreativos. ¡°Si esta abominaci¨®n contin¨²a, pronto tendremos pastores predicando en el p¨²lpito con la Biblia y chalecos antibalas, y di¨¢conos vigilando el patio de la iglesia con escopetas¡±, reflexionaba el pastor Tom Fazenda, cl¨¦rigo bautista jubilado, tras el asesinato del pastor Gordon en octubre. ¡°Los fieles pronto no tendr¨¢n otra opci¨®n¡±, sentencia el im¨¢n Jabil Bere, cl¨¦rigo musulm¨¢n de Durban, ciudad a orillas del oc¨¦ano ?ndico y tercera de Sud¨¢frica. ¡°Las mezquitas se ven abocadas a un inc¨®modo dilema¡±.

El pastor Dota, asimismo, predice un aumento de los ¡°fieles armados¡± en Sud¨¢frica, y l¨ªderes de templos, sinagogas y mezquitas tomando en sus manos las funciones de la polic¨ªa. ¡°Esto conllevar¨¢ todo tipo de consideraciones morales: ?Habr¨¢ pastores de escuelas dominicales con pistolas hablando a los ni?os?¡±, se pregunta. ¡°Acabaremos con iglesias armadas hasta los dientes, que aterrorizar¨¢n tanto a los fieles como a los delincuentes¡±, coincide Fazenda, el cl¨¦rigo jubilado. Ya hay ejemplos: en enero del a?o pasado, dos ladrones que intentaron asaltar una mezquita abarrotada en Kensington, un barrio obrero de Johanesburgo, fueron abatidos por fieles armados.

Un cuerpo de polic¨ªa mermado

Solo el 27% de los sudafricanos conf¨ªa en la polic¨ªa, seg¨²n datos del South African Human Sciences Research Council. Las fuerzas de seguridad enfrentan acusaciones de brutalidad policial, pero tambi¨¦n, simult¨¢neamente, de permisividad con la delincuencia, algo que algunos expertos atribuyen a su escasa formaci¨®n, los bajos salarios, la corrupci¨®n y la falta de equipos tecnol¨®gicos sofisticados. ¡°El historial de la polic¨ªa sudafricana es p¨¦simo¡±, resume Carter Mavhiza, analista econ¨®mico independiente de Pretoria, la capital. Tambi¨¦n faltan efectivos: seg¨²n analistas como el crimin¨®logo Guy Lamb, el n¨²mero de polic¨ªas ha bajado de 150.600 en el a?o 2018 a 140.000 hoy.

As¨ª, una parte de la seguridad en Sud¨¢frica recae en el sector privado. La Autoridad Reguladora del Sector de la Seguridad Privada de Sud¨¢frica calcula que en 2019 hab¨ªa 534.300 agentes de seguridad privada registrados en un pa¨ªs de 60 millones de habitantes, casi cuatro veces m¨¢s que polic¨ªas.

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