Mohammad Hawajri, enfermero en Gaza: ¡°Mis cuatro hijos me preguntan por qu¨¦ nos matan¡±
Huir y ser atacados, luchar cada d¨ªa para tener comida para la familia y respuestas para calmar los miedos de sus hijos y seguir trabajando bajo las bombas: el doloroso viaje de este trabajador gazat¨ª de M¨¦dicos Sin Fronteras desde octubre
¡°?bamos en un convoy de M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) hacia el sur y nos dispararon. Un colega recibi¨® un disparo mortal en la cabeza. Nosotros est¨¢bamos en ese coche. La bala pas¨® a escasos cent¨ªmetros de mi frente y le alcanz¨®. Mis hijos no pueden olvidar aquello, lo recuerdan sangrando y muriendo frente a nosotros¡±. Mohammad Hawajri, enfermero palestino de la ONG, hoy desplazado en el sur de la Franja de Gaza, tambi¨¦n tiene pesadillas con ese momento, uno de los m¨¢s duros que ha tenido que vivir con su familia en estos cinco meses de guerra.
¡°Mis cuatro hijos me preguntan por qu¨¦ nos matan, qu¨¦ hemos hecho para sufrir algo as¨ª. Si yo no consigo encontrar una explicaci¨®n de hacia d¨®nde vamos y por qu¨¦ estamos viviendo esta injusticia, ellos a¨²n menos¡±, explica a este diario en mensajes de audio enviados por WhatsApp, afirmando que se siente ¡°in¨²til e impotente¡± para calmar los temores de los peque?os, de entre cuatro y 10 a?os, que adem¨¢s est¨¢n a menudo enfermos debido a la mala y escasa alimentaci¨®n.
Este hombre de 34 a?os, experto en tratamiento de quemados graves, lleva desde 2012 trabajando para la ONG y antes de octubre era empleado de una cl¨ªnica de la organizaci¨®n en la ciudad de Gaza. Ahora, env¨ªa sus mensajes desde un refugio de MSF en Rafah, la ¨²ltima ciudad del sur de la Franja, fronteriza con Egipto. Es el tercero en el que vive desde que empez¨® la guerra, el 7 de octubre, pero en ning¨²n momento ha dejado de trabajar como enfermero.
Primero en el hospital Al Shifa, en la ciudad de Gaza, despu¨¦s en el hospital Europeo, de Jan Yunis. ¡°Era muy peligroso llegar hasta all¨¢ cada d¨ªa. Decenas de pacientes llegaban en medio de una falta total de doctores, medicamentos y material. Hab¨ªa pacientes que necesitaban curas diarias para sus heridas, otros ten¨ªan heridas muy graves y no pod¨ªan recibir los cuidados que requer¨ªan¡±, recuerda. ¡°Me ocup¨¦ de una ni?a peque?a all¨¢. Le llevaba comida y algo de ropa. Ten¨ªa cinco a?os y era la ¨²nica superviviente de toda su familia, aunque sufri¨® severas quemaduras en muchas partes del cuerpo. Ped¨ªa ver a su madre, pero estaba totalmente sola¡±, agrega. Ahora, este enfermero atiende a heridos de guerra en el hospital de campa?a indonesio de Rafah.
La huida de esta familia comenz¨® el quinto d¨ªa de bombardeos israel¨ªes, hacia el 13 de octubre, cuando Hawajri, su esposa y sus cuatro hijos tuvieron que abandonar su casa en la ciudad de Gaza. Un supermercado colindante fue alcanzado de lleno por un proyectil y la vivienda de este enfermero tambi¨¦n qued¨® inhabitable. La familia encontr¨® refugio en una casa-oficina de la ONG en la misma zona hasta mediados de noviembre. ¡°El tiempo en que estuvimos refugiados en esa casa de MSF los pasamos rodeados de tanques. El sonido de los disparos y el ruido de los blindados desplaz¨¢ndose no paraba nunca. Mis hijos quedaron traumatizados e incluso hoy confunden los sonidos de los coches con los de los tanques¡±, explica.
Mis cuatro hijos me preguntan por qu¨¦ nos matan, qu¨¦ hemos hecho para sufrir algo as¨ª.Mohammad Hawajri, enfermero de MSF
Volver y reconstruir
El 7 de octubre, milicianos del movimiento islamista palestino Ham¨¢s, que gobierna de facto en Gaza, se infiltraron en Israel y mataron a unas 1.200 personas y tomaron como rehenes a 250, seg¨²n cifras oficiales. Horas despu¨¦s, Israel lanz¨® una ofensiva militar, a¨¦rea y terrestre, contra la Franja que dura hasta hoy y ha provocado m¨¢s de 30.000 muertos en Gaza, seg¨²n cifras del Ministerio de Sanidad palestino.
¡°Mis hijos est¨¢n muy afectados por la guerra, me cuesta mucho que se duerman. El peque?o se despierta un mont¨®n de veces, tiene pesadillas y pregunta por sus juguetes, su mochila del colegio o su habitaci¨®n. Mi hija mayor perdi¨® a algunos amigos y profesores, su escuela fue bombardeada varias veces y no deja de pensar en eso¡±, explica. ¡°Intento contarles historias de esperanza, que esta guerra terminar¨¢ y ma?ana, ojal¨¢, podremos volver a nuestra casa, la arreglaremos y reconstruiremos Gaza¡±, agrega.
Cuando la familia de Hawajri lleg¨® del norte a Rafah, encontr¨® cobijo junto a otros trabajadores de MSF en un antiguo sal¨®n de eventos que la ONU habilit¨® como refugio. Pero a principios de enero un ob¨²s de tanque atraves¨® una de las paredes e hiri¨® gravemente a una ni?a de cinco a?os, Malak, hija de un empleado de la organizaci¨®n, que falleci¨® posteriormente. Si el proyectil hubiera explotado habr¨ªa sido una masacre.
Desde ah¨ª, Hawajri y su familia se instalaron en otro refugio, tambi¨¦n en la ciudad de Rafah. ¡°Es muy duro seguir siendo fuerte. Me despierto cada d¨ªa y doy gracias por estar aqu¨ª todav¨ªa. Primero, compruebo c¨®mo est¨¢n mis cuatro hijos, si se sienten bien, porque han tenido problemas de salud como calambres en el abdomen y dolores de est¨®mago. Intento darles t¨¦ caliente, veo c¨®mo conseguir agua en buen estado... ¡°, explica.
Es una batalla lograr pan, alubias enlatadas, alguna galleta o lo que sea para que mis hijos coman. Ya no hay comida sana en el mercado.Mohammad Hawajri, enfermero de MSF
Este padre de familia explica que frecuentemente est¨¢n enfermos, como gran parte de los ni?os de Gaza, que comen poco y lo que encuentran, a menudo comida en mal estado y agua no potable. Adem¨¢s, el humo y las sustancias desprendidas por las bombas y los explosivos les afectan al sistema respiratorio y a los ojos. ¡°Soy enfermero y ni siquiera logro ocuparme bien de mis hijos. ?Te das cuenta?¡±, piensa en voz alta.
¡°Cada ma?ana tambi¨¦n veo como est¨¢n mis colegas, que est¨¢n con nosotros en el mismo refugio. Nos contamos las ¨²ltimas noticias, a menudo malas. Siempre hay colegas, parientes, amigos que han muerto. Todos los d¨ªas tengo que dar el p¨¦same a alguien¡±, explica.
Hacia las siete de la ma?ana, un autob¨²s recoge a los trabajadores de MSF para trasladarlos al Hospital de campa?a indonesio de Rafah, donde la ONG presta apoyo con personal palestino e internacional para atender a heridos que necesitan cuidados postoperatorios. Cuando terminan la jornada, el mismo autob¨²s los traslada al refugio. ¡°Trabajamos duro en el hospital, hacemos todo lo que podemos por los heridos, intentamos salvar vidas. Cuando el autob¨²s nos trae de vuelta, intento ir al mercado que est¨¢ cerca del refugio, para comprar algo de comida para los ni?os. Es una batalla lograr pan, alubias enlatadas, alguna galleta o lo que sea para que mis hijos coman. Ya no hay comida sana en el mercado¡±, concluye.
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