?Dem¨®crata feminista o aut¨®crata de ideas anticuadas? Las dos caras de Samia Suluhu, presidenta de Tanzania
Una de las dos ¨²nicas jefas de Estado de ?frica accedi¨® al poder de rebote. Sus pol¨ªticas y declaraciones, con frecuencia contradictorias, desconciertan a un pueblo ¨¢vido de libertad
Mujer en una sociedad profundamente patriarcal. Musulmana en un pa¨ªs de mayor¨ªa cristiana. Originaria de Zanz¨ªbar, una regi¨®n semiaut¨®noma con sus propias leyes, costumbres e identidad cultural. Son algunas caracter¨ªsticas de Samia Suluhu (Makunduchi, 64 a?os), presidenta de Tanzania, cargo al que lleg¨® de rebote tras la muerte, el 17 de marzo de 2021, de John Magufuli, el l¨ªder negacionista de la covid que hab¨ªa aislado al pa¨ªs africano con un discurso anticolonial extremo mientras reprim¨ªa internamente a todo aquel que osara discutirle.
Siendo entonces vicepresidenta, Suluhu asumi¨® la jefatura de Estado por precepto constitucional. Ha tenido que gobernar entre prejuicios, suspicacias y ausencia de legitimidad. Al principio de su mandato, mostr¨® una fuerte voluntad de transformaci¨®n y pareci¨® abrir una senda hacia la igualdad de g¨¦nero. Pero hoy arrecian las preguntas a tenor de sus pol¨ªticas y declaraciones p¨²blicas, muchas veces desconcertantes. ?Dem¨®crata genuina o reformista cosm¨¦tica? ?Icono feminista o mujer que perpet¨²a los estereotipos de g¨¦nero? Suluhu, conocida popularmente como mama Samia, ha ido tomando decisiones confusas y ecl¨¦cticas. Solo un hecho parece innegable: junto a la presidenta de Etiop¨ªa, Sahle-Work Zewde, es actualmente la ¨²nica pol¨ªtica africana en la c¨²spide del poder.
Suluhu arranc¨® con buen pie, si bien su antecesor se lo hab¨ªa puesto en bandeja. Le bast¨® con comparecer en p¨²blico mascarilla en boca y proclamar que la covid supon¨ªa una amenaza seria contra la que no bastaban los rezos, como hab¨ªa sugerido Magufuli. Pronto llegaron los gestos que indicaban una nueva era: viajes al exterior, atracci¨®n de inversores for¨¢neos... Y al poco aparecieron las primeras se?ales de apertura democr¨¢tica. ¡°Parec¨ªa que quer¨ªa reescribir la historia del pa¨ªs modificando el sistema legal, mejorando la libertad de prensa y permitiendo a la oposici¨®n manifestarse¡±, afirma por videoconferencia el activista por los derechos humanos Tito Magoti. ¡°Gener¨® ilusi¨®n, sobre todo entre las ¨¦lites ilustradas y la gente m¨¢s comprometida con la democracia¡±.
Parec¨ªa que quer¨ªa reescribir la historia del pa¨ªs modificando el sistema legal, mejorando la libertad de prensa y permitiendo a la oposici¨®n manifestarse. Pero muchas de sus promesas no se han cumplidoTito Magoti, activista por los derechos humanos
Magoti conoce de primera mano los mecanismos represivos del per¨ªodo anterior. Muy activo en redes sociales, el 20 de diciembre de 2019 hombres sin identificar lo ¡°secuestraron¡±, como ¨¦l lo califica. Aunque la polic¨ªa admiti¨® a las pocas horas que lo hab¨ªa detenido, no revel¨® d¨®nde estaba ni de qu¨¦ se le acusaba hasta que fue presentado ante un tribunal el d¨ªa 24. ¡°Me llevaron de un lugar a otro con los ojos tapados¡±, relata. Finalmente, se presentaron cargos en su contra por un supuesto delito de ¡°sabotaje econ¨®mico¡±. Pas¨® un a?o en prisi¨®n y fue liberado a principios de 2021 tras pagar, asegura, 7.000 euros bajo cuerda.
Con el ascenso de Suluhu al poder, crey¨® en la posibilidad de una Tanzania democr¨¢tica tras casi 60 a?os bajo el yugo del Partido de la Revoluci¨®n (CCM, por sus siglas en suajili), la formaci¨®n que hab¨ªa monopolizado la Administraci¨®n desde la independencia del Reino Unido en 1962. Tres a?os despu¨¦s, mira a Suluhu con escepticismo: ¡°Muchas de sus promesas no se han cumplido¡±, asegura. Este activista denuncia que la mandataria ¡°se ha hecho experta en tocar y dejar estar¡± los asuntos de mayor enjundia: la reforma de la Constituci¨®n y el sistema electoral, que garantizan de hecho la permanencia en el poder del CCM.
Para Nico Minde, investigador especializado en pol¨ªtica tanzana del Instituto para Estudios de Seguridad (con sede en varias capitales africanas), Suluhu s¨ª alberga un ¡°deseo real¡± de democratizar el pa¨ªs, pero intenta ¡°encontrar un equilibrio entre su voluntad y la realidad¡± porque, sostiene, la f¨¦rrea resistencia al cambio del n¨²cleo duro del CCM inhibe su margen de maniobra.
¡°Antes reinaba la brutalidad¡±, comenta Minde. ¡°Ahora la polic¨ªa acude a las manifestaciones de la oposici¨®n para garantizar la ley y el orden, y no se proh¨ªbe que los medios de comunicaci¨®n critiquen al Gobierno¡±. Admite, no obstante, que estas medidas ¡°no est¨¢n echando ra¨ªces a un nivel profundo¡±. Y asegura que ¡°existe una duda razonable de si [Suluhu] no quiere ir m¨¢s lejos¡± porque el statu quo podr¨ªa beneficiarla de cara a las pr¨®ximas elecciones presidenciales, previstas para 2025.
Alberga un deseo real de democratizar el pa¨ªs, aunque est¨¢ tratando de encontrar un equilibrio entre su voluntad y la realidadNico Minde, investigador del Instituto para Estudios de Seguridad
Para Maria Sarungi, impulsora del movimiento Change Tanzania y simpatizante de Chadema (principal partido de la oposici¨®n), todo en Suluhu es ¡°fachada¡±. Est¨¢ convencida de que nunca impulsar¨¢ una reforma constitucional de calado y de que Tanzania contin¨²a sometida a ¡°estructuras autoritarias que se las apa?an para presentarse ante el mundo¡± como un r¨¦gimen multipartidista y tolerante.
En marzo de 2023, la vicepresidenta de EE UU, Kamala Harris, visit¨® el pa¨ªs y se refiri¨® a Suluhu como ¡°adalid de la democracia¡±. Seg¨²n Sarungi, la realidad es que la presidenta tanzana juega como nadie al tira y afloja, entreabriendo y volviendo a cerrar espacios de libertad relativa. Ella aboga, como ¨²nica soluci¨®n factible, por una ¡°gran movilizaci¨®n ciudadana de resistencia civil no violenta que fuerce un cambio real¡±.
Ha hecho mucho da?o a la consideraci¨®n del p¨²blico sobre las mujeres en posiciones de liderazgoMaria Sarungi, impulsora del movimiento Change Tanzania
Sarungi tampoco reconoce a Suluhu ning¨²n valor para la causa feminista. Por el contrario, estima que su figura resulta contraproducente: ¡°Ha hecho mucho da?o a la consideraci¨®n del p¨²blico sobre las mujeres en posiciones de liderazgo. Al comprobar su incompetencia, cada vez m¨¢s gente concluye que no valemos para liderar, que es demasiado para nosotras¡±.
La presidenta ha favorecido el acceso femenino a los c¨ªrculos de poder. Un tercio de su Gobierno son mujeres; juezas y parlamentarias cuentan ahora con asientos reservados. Getrude Dyabene, jefa de la unidad de g¨¦nero en el Centro para los Derechos Legales y Humanos, preferir¨ªa ¡°tener una presidenta elegida¡±, pero reconoce que Suluhu se ha erigido en referente no solo ¡°para las musulmanas de Tanzania y de toda ?frica¡±, sino para las africanas en su conjunto. ¡°Muchas la vemos como una victoria de nuestra causa. Nos encanta que represente a Tanzania en sus frecuentes viajes al exterior y demuestre que una mujer puede perfectamente ocupar la presidencia¡±. El ¨ªndice global sobre brecha de g¨¦nero del Foro Econ¨®mico Mundial (encabezado por Islandia, Noruega y Finlandia) muestra un claro progreso: puesto 82 en 2021, 64 en 2022 y 48 el a?o pasado.
Cuenta Dyabene que, en una reuni¨®n privada, su organizaci¨®n estaba intentando conseguir financiaci¨®n para las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero. ¡°Nos dijo que, cuando una mujer se empodera y alcanza la independencia, empieza a despreciar al hombre, y que por eso algunos recurren a la violencia, por lo que hab¨ªa que entenderlos¡±. Tambi¨¦n recuerda que, cuando era vicepresidenta, la l¨ªder declar¨® que, en casa, su obligaci¨®n como musulmana era someterse a su marido. ?Significa esto que incluso una mujer con un alto cargo ha de aguantar malos tratos o ser excluida de las decisiones familiares?¡±. Al poco de ser nombrada presidenta, Suluhu afirm¨®, al referirse a la selecci¨®n femenina de f¨²tbol, que con ¡°esos pechos planos¡±, para la mayor¨ªa de las jugadoras se antojaba ¡°un sue?o¡± casarse. ¡°No ve¨ªa a deportistas, sino a mujeres que buscan marido¡±, lamenta Dyabene.
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