El gran espejismo de la cooperaci¨®n oficial espa?ola
Espa?a es un pa¨ªs mayoritariamente comprometido con el desarrollo, que cuenta con profesionales excepcionales. Pero al mismo tiempo, tiene un sistema de cooperaci¨®n oficial que necesita renovarse
El ?ndice de Transparencia de la Ayuda 2024 ha sacado la tarjeta roja a la cooperaci¨®n oficial espa?ola. Esta iniciativa, mejorable como todo, impulsa algo casi revolucionario en cualquier ¨¢mbito de la acci¨®n exterior: fomentar la transparencia y la rendici¨®n de cuentas. Desde hace m¨¢s de 10 a?os es un buen punto de encuentro para visualizar los enormes cambios que se han producido en el ¨¢mbito de la cooperaci¨®n internacional.
El caso de Espa?a es llamativo. Especialmente para todos aquellos que cre¨ªan que los malos resultados del ?ndice 2022 solo pod¨ªan mejorar. Este a?o, de 50 organizaciones, la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional y Desarrollo (AECID) ha quedado pen¨²ltima, solo por delante de la agencia china. La raz¨®n oficial es que la AECID ha comenzado a desarrollar su nuevo sistema de informaci¨®n y eso le ha llevado a pausar la publicaci¨®n de datos. Sin duda esto puede funcionar como justificaci¨®n temporal, pero en el resto del art¨ªculo expongo por qu¨¦ creo que los problemas son m¨¢s profundos y suscitan una pregunta inc¨®moda: ?es posible que los grandes debates a nivel pol¨ªtico e institucional de los ¨²ltimos a?os no hayan conseguido solventar los problemas de fondo de la cooperaci¨®n oficial espa?ola?
Indudablemente, todos queremos un modelo de cooperaci¨®n renovado. Este verano, en contraste con los malos resultados del ?ndice de Transparencia, esper¨¢bamos la aprobaci¨®n del nuevo Plan Director de la Cooperaci¨®n Espa?ola (2024-2027). Mejor dicho, esper¨¢bamos un texto que plasmase el impulso modernizador que ha llevado a actualizar la ley de cooperaci¨®n despu¨¦s de m¨¢s de 20 a?os.
El nuevo plan director muestra una visi¨®n completamente sobredimensionada de lo que en realidad es una cooperaci¨®n con grandes limitaciones en tama?o y capacidad
Sin embargo, ese impulso se ha quedado cort¨ªsimo. Tanto que sugiere que los aires de cambio han podido ser un simple espejismo. Por una parte, porque las propuestas que presenta el Plan Director, ya sea a trav¨¦s de la intensificaci¨®n de la cooperaci¨®n con algunas regiones como ?frica subsahariana o de otras iniciativas, como la aprobaci¨®n del Estatuto del Cooperante; la creaci¨®n del nuevo Fondo de Desarrollo Sostenible (FEDES); o la reforma de la normativa de subvenciones, son bienvenidas, pero dif¨ªcilmente pueden considerarse hitos de la cooperaci¨®n o aportes realmente innovadores.
Por otra, porque la lectura del Plan Director evidencia carencias que vienen de muy lejos. El texto da continuidad a lo de siempre. Muestra una visi¨®n completamente sobredimensionada de lo que en realidad es una cooperaci¨®n con grandes limitaciones en tama?o y capacidad. Es tan grandilocuente que, en muchos p¨¢rrafos, raya lo delirante. Y, lo peor de todo, demuestra a¨²n muy poca consideraci¨®n con el nivel de conocimiento y experiencia del sector y ninguna con los que pagamos todo esto.
Es preocupante que a estas alturas esta gu¨ªa de actuaci¨®n siga sin ofrecer ning¨²n dato que explique c¨®mo la cooperaci¨®n espa?ola ha atendido necesidades concretas o explicar qu¨¦ hemos hecho bien y en qu¨¦ debemos mejorar. Que no haya ninguna referencia a ¨¢reas de impacto que justifiquen un curso l¨®gico de acciones futuras. Que no haga un m¨ªnimo balance del gasto o de la experiencia de iniciativas y alianzas para el logro de objetivos espec¨ªficos. Una cifra, un porcentaje, una tendencia. Algo que ayude a entender de d¨®nde venimos y a donde vamos (?no deber¨ªa ser esa la esencia de un Plan Director?). Nada.
Los ¨²nicos n¨²meros que aparecen son los relativos al aumento propuesto por la nueva ley, del actual 0,3% al 0,7% del PIB. Pero ese apunte viene deliberadamente desprovisto de la voluntad de proporcionar orientaciones, aunque sean todav¨ªa difusas, acerca de para qu¨¦ doblar el presupuesto o c¨®mo se va a utilizar. El Plan Director sigue ignorando cosas que hoy ya no son secundarias. Por ejemplo, ?hay alguna raz¨®n que justifique que los espa?oles deban invertir el doble en su cooperaci¨®n oficial sin un cambio radical de la cultura de objetivos y resultados?
Esto me hace volver al ?ndice de Transparencia de la Ayuda. Les pido que se fijen en las organizaciones que quedan en lo alto de la lista. Todas realizan un ejercicio completo y sistem¨¢tico de rendici¨®n de cuentas para demostrar el v¨ªnculo entre objetivos y resultados. No hay trampa ni cart¨®n. Y, sin embargo, seguimos a a?os luz de ellas. Por mucho que la AECID desarrolle un nuevo sistema de informaci¨®n de datos sobre nuestra ayuda oficial.
Espa?a es un pa¨ªs mayoritariamente comprometido con el desarrollo, con profesionales excepcionales. Pero al mismo tiempo, tiene un sistema de cooperaci¨®n oficial muy dif¨ªcil de revitalizar.
El gran dilema es que Espa?a es un pa¨ªs mayoritariamente comprometido con el desarrollo, que cuenta con profesionales excepcionales. Pero al mismo tiempo, tiene un sistema de cooperaci¨®n oficial muy dif¨ªcil de revitalizar.
No es el momento de enredarse en las cr¨ªticas y justificaciones de siempre, sino de demostrar que hay ambici¨®n y voluntad de ofrecer un horizonte mucho m¨¢s convincente. Uno que trascienda el tono evangelizador del Plan Director y confirme el deseo de lograr objetivos que animen una profunda transformaci¨®n. Les propongo uno, y me atrevo a decir que tendr¨ªa un apoyo mayoritario: que la cooperaci¨®n espa?ola est¨¦ entre las 25 primeras del ?ndice de Transparencia en el 2030. Para ello cada vez estoy m¨¢s convencido de que hay que ampliar un espacio nuevo, que crezca al margen de lo viejo, en coordinaci¨®n, pero fuera de Exteriores, y mucho m¨¢s cerca de Econom¨ªa e Industria, y de entidades como el ICEX y Cofides. Un espacio en sinton¨ªa con las necesidades de la cooperaci¨®n de hoy y de los pr¨®ximos a?os, donde pueda generarse una visi¨®n y una cultura de trabajo radicalmente diferentes.
Hace ya algunos a?os que llevo publicando art¨ªculos sobre la necesidad de modernizaci¨®n de la acci¨®n exterior espa?ola. Es frustrante seguir haci¨¦ndolo. Me gustar¨ªa equivocarme y que la nueva ley est¨¦ siendo capaz de inspirar los cambios que necesita nuestro sistema oficial de cooperaci¨®n. Yo, hoy por hoy, no los percibo. Sigo advirtiendo los s¨ªntomas de siempre, a remolque de tendencias y enfoques de terceros. Encubriendo con discursos la falta de datos concretos sobre un nuevo modelo, realmente integrador, que proyecte una convicci¨®n clara sobre lo que queremos ser, a qu¨¦ queremos contribuir y c¨®mo llevarlo a cabo.
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