¡®Amasunzu¡¯, el peinado de la monarqu¨ªa tutsi que ponen de moda los artistas en Ruanda
Este corte popular a finales del siglo XIX resurge entre creadores, en un momento en el que el Gobierno busca forjar una identidad nacional recuperando la tradici¨®n precolonial
Tres serpientes de pelo trenzado bajan impolutas por la cabeza de Kubwimana Seleman, dejando huecos c¨®ncavos al aire. ¡°No es f¨¢cil tenerlo as¨ª, me lo tengo que arreglar dos veces a la semana¡±, r¨ªe. Seleman tiene 27 a?os y es un artista en ciernes en la escena cultural de Ruanda. Su pelo es una obra de arte en s¨ª misma. ¡°Es el amasunzu, pero con un toque moderno con las rastas para adaptarse a los tiempos¡±, dice el pintor.
Seleman es un creador de tendencias. El artista forma parte de una reducida comunidad de j¨®venes que parecen empezar a poner de moda el amasunzu por las calles de Ruanda, m¨¢s de 100 a?os despu¨¦s. ¡°Incorporo la cultura a mis obras¡±, resume Seleman. ¡°La gente de mi generaci¨®n me pregunta por qu¨¦ vuelvo a la cultura ruandesa. No quiero ir copiando todo lo que se ve en las redes sociales, que es fruto del colonialismo¡±, a?ade.
S¨ªmbolo de la hegemon¨ªa tutsi
En diciembre de 1896, Yuhi V Musinga accedi¨® al trono del Reino de Ruanda. En las im¨¢genes de la ¨¦poca se lo ve con un cuidado peinado amasunzu. Para finales del siglo XIX, la monarqu¨ªa tutsi que gobernaba el pa¨ªs hab¨ªa convertido el estilo de pelo en un s¨ªmbolo de realeza y de identidad. ¡°El amasunzu era el corte de pelo exclusivo de los ruandeses, tanto para hombres como para mujeres, e incluso para ni?os¡±, explica Vivaldi Ngenzi, director del Museo de Arte de Ruanda, ubicado en el antiguo palacio presidencial en Kigali.
El peinado amasunzu era una muestra del poder, la nobleza y el prestigio de un hombre en el reino. Tal era su importancia que hab¨ªa hasta competiciones para ver qui¨¦n lo luc¨ªa m¨¢s cuidado, ya que el peinado otorgaba una imagen de guerrero y de protector del pueblo. El simbolismo era distinto para las mujeres. ¡°Con el peinado se sab¨ªa su estado civil¡±, afirma Ngenzi. Ellas comenzaban a lucirlo en la adolescencia, habitualmente entre los 16 y 18 a?os, como s¨ªmbolo de virginidad y se?al de estar listas para el matrimonio.
Pero por encima de todo, lucir el amasunzu era el indicativo de obediencia al r¨¦gimen mon¨¢rquico y de pertenencia a una clase social elevada. Los tutsis lo luc¨ªan con orgullo y aquellos que no lo llevaban eran considerados unos ciudadanos subversivos por las autoridades de la ¨¦poca.
La gente de mi generaci¨®n me pregunta por qu¨¦ vuelvo a la cultura ruandesa. No quiero ir copiando todo lo que se ve en las redes sociales, que es fruto del colonialismoKubwimana Seleman, artista ruand¨¦s
Cuando los alemanes llegaron a Ruanda en 1896, se apoyaron en el rey Yuhi V Musinga para establecer su colonia, respetando a cambio su condici¨®n de monarca y sus tradiciones. La llegada de los belgas acab¨® con el Reino de Ruanda y el poder de los tutsis, y desterr¨® el amasunzu. Hasta hoy.
El genocidio contra los tutsis de 1994 marc¨® el punto de mayor divisi¨®n del pa¨ªs. Tras su final, por primera vez desde la monarqu¨ªa, un tutsi volvi¨® al poder, Paul Kagame. En un pa¨ªs roto por el odio entre vecinos, el l¨ªder del Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s ha impuesto una identidad nacional basada en s¨ªmbolos culturales precoloniales. El Gobierno ruand¨¦s ha rescatado tradiciones de la monarqu¨ªa tutsi: en la web de promoci¨®n tur¨ªstica del pa¨ªs se promociona el amasunzu o la danza intore. Aunque quiz¨¢s quien haya contribuido a que se hable m¨¢s del peinado fuera de las fronteras ruandesas sea la actriz mexicana-keniana Lupita Nyong¡¯o, que luci¨® un elaborado amasunzu en la ceremonia de los Oscar de 2018, durante la promoci¨®n de la pel¨ªcula Black Panther.
En el empuje por recuperar la tradici¨®n y hacerla atractiva para las generaciones nacidas tras el genocidio, artistas como Seleman han recuperado el amasunzu como un s¨ªmbolo de orgullo por lo local. ¡°Estoy muy orgulloso de mi cultura, en las exhibiciones intento adem¨¢s ponerme trajes tradicionales¡±, dice.
La realidad es que el peinado sigue asociado a una clase social determinada. Si en la antig¨¹edad se asociaba a hombres poderosos, hoy se vincula a artistas que viven en Kigali que pueden modernizar la tradici¨®n. ¡°Los artistas en Ruanda desempe?an un papel importante en la sociedad e historia social, pol¨ªtica y econ¨®mica del pa¨ªs¡±, asegura Ngenzi. ¡°El regreso del amasunzu es un s¨ªmbolo de autoestima y afirmaci¨®n para los artistas. Es la manera que tienen los artistas de confirmar su identidad como ruandeses¡±, a?ade.
En total, hay m¨¢s de 30 tipos de peinados amasunzu distintos, todos caracterizados por ser alargados y bien firmes, como si fuesen escarpadas colinas. Para conseguirlo, se corta el pelo en diagonal, degradado, y se deja crecer durante meses.
Para lucirlo perfecto se necesita un cuidado constante y un buen peluquero. Seleman va dos veces a la semana a la peluquer¨ªa Wamunigga, que lleva 11 a?os trabajando el amasunzu. ¡°Desde que empec¨¦ me lo piden; s¨ª veo un aumento, sobre todo entre artistas¡±, asegura el propietario, Didier Nsabimana. El peluquero tarda 50 minutos con cada cliente, e intenta innovar para adaptar el peinado a los gustos actuales. Todos los clientes son hombres. ¡°Las mujeres no lo quieren, pero tratamos de atraerlas¡±, incide Nsabimana.
Cuando empez¨® a utilizar el amasunzu, Seleman pagaba 7.000 francos ruandeses, unos cinco euros, por cada sesi¨®n, pero cambi¨® a este peluquero de su barrio, que le cobra siete veces menos. Ahora intenta aprender ¨¦l para ahorrarse ese dinero. En Ruanda, el PIB per capita no llega a los 1.000 euros al a?o, as¨ª que poder lucir un amasunzu perfecto est¨¢ reservado solo para personas con buenos ingresos.
¡°La gente se queda mir¨¢ndome y empiezan a hablar, llamo la atenci¨®n¡±, admite el pintor. ¡°En una exposici¨®n de arte el p¨²blico lo entiende, pero en el pueblo me miran raro y dicen que parezco un anciano. Conocen la historia de la tradici¨®n, pero no entienden por qu¨¦ se usa ahora¡±, explica.
En el estudio Colectivo de Artes Medi¨¢ticas Envision, Seleman retoca una parte de su ¨²ltima colecci¨®n, titulada Un d¨ªa en la vida. Cada uno de los 98 cuadros que la forman tiene un color vivo y una persona muy peque?a dibujada que realiza una labor del d¨ªa a d¨ªa. ¡°La gente trabaja muy duro, pero la sociedad no ve a esa gente, a la que me gusta representar as¨ª, peque?a. Tenemos que fijarnos en los detalles¡±, cuenta el pintor. ¡°Mi antigua colecci¨®n sol¨ªa hablar de paz y unidad. Ahora hay seguridad, trabajamos y buscamos que el pa¨ªs se desarrolle. Los ruandeses somos gente normal. Cuando eres libre y est¨¢s en paz puedes llegar a donde quieras¡±. Detr¨¢s de ¨¦l, Kagame parece estar observ¨¢ndolo con una sonrisa de oreja a oreja, en un retrato hecho por un compa?ero suyo.
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