Un Brasil de carne y otro de hueso: la herencia de Bolsonaro para Lula
Con m¨¢s de 33 millones de personas pasando hambre y un pa¨ªs que se acerca a la recesi¨®n, ?se podr¨¢ cumplir la promesa de tres comidas al d¨ªa en la mesa de la gente?
Empieza la cuenta atr¨¢s para que Jair Bolsonaro deje la presidencia de Brasil y, el 1 de enero, Luiz In¨¢cio Lula da Silva ocupe por tercera vez el cargo. El mundo ha dado un vuelco tan intenso como inesperado desde su ¨²ltimo mandato (2007-2010), pero algo le resultar¨¢ familiar al nuevo mandatario. Si hace un par de d¨¦cadas abander¨® las acciones que resultaron en la salida de Brasil del Mapa del Hambre, en 2014, ahora tendr¨¢ que repetir el ¨¦xito. En esta ocasi¨®n, ante un ej¨¦rcito de 33 millones de hambrientos. Pero, ?c¨®mo un pa¨ªs que ha sido un referente en la erradicaci¨®n de la miseria ha llegado al punto de que un 16% de su poblaci¨®n no tenga suficiente para comer?
La 2? Encuesta Nacional sobre Inseguridad Alimentaria en el Contexto de la Pandemia de Covid-19 en Brasil, realizada puerta a puerta y divulgada en abril, muestra los desastrosos efectos del desmantelamiento de pol¨ªticas p¨²blicas indispensables para las familias pobres. Desde el a?o pasado, los afectados por la hambruna han incrementado en 14 millones, es decir, m¨¢s que los habitantes de S?o Paulo, la ciudad m¨¢s poblada de Am¨¦rica Latina.
El 3,5% de los brasile?os sufr¨ªa, entre 2018 y 2020, de inseguridad alimentaria grave y un 23,5%, moderada
Durante la pandemia, el hambre se ha disparado hasta alcanzar los niveles de hace tres d¨¦cadas. Al mismo tiempo, la encuesta desvela que, justo antes de la covid-19, las cifras ya sub¨ªan sin cesar: el 3,5% de los brasile?os sufr¨ªa, entre 2018 y 2020, de inseguridad alimentaria grave, y un 23,5%, de moderada. Uno de cada cuatro brasile?os (57 millones) no pod¨ªa asegurar un sustento de calidad y en cantidad adecuada, debido, tambi¨¦n, a una inflaci¨®n que crece de manera constante, a la par que los empleos informales.
El hambre ha estado al acecho, pero hubo un tiempo en el que Brasil quer¨ªa erradicar la pobreza extrema ¡ªque es el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Cuando la inseguridad alimentaria se situ¨® en el centro de la agenda pol¨ªtica brasile?a, el pa¨ªs se convirti¨® en un ejemplo internacional en la elaboraci¨®n y ejecuci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas, tras sacar a m¨¢s del 80% de la miseria, seg¨²n un informe de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentaci¨®n (FAO).
Con una estrategia singular desde los a?os noventa, la lucha contra la falta de acceso a comida en Brasil se intensific¨® en 2003, momento en el que Lula lleg¨® a la presidencia e hizo frente a la pobreza como un problema reversible, y no como mera fatalidad. De hecho, varios factores contribuyeron a la asombrosa haza?a del pa¨ªs.
Una parte importante del logro se debe a un solo programa social que ha sido copiado en unos 40 pa¨ªses: la ¡°Bolsa Familia¡±, un plan de transferencias monetarias directas condicionadas que beneficiaba a familias empobrecidas y que contribuy¨® al paso de millones de brasile?os de la clase D/E (familias de ingresos bajos o muy bajos) a la clase C (de rentas medias). En s¨ªntesis, era un conjunto de acciones desarrolladas para el alivio inmediato de la pobreza, de acuerdo con la situaci¨®n de cada n¨²cleo familiar. A cambio, los beneficiarios deb¨ªan cumplir con ciertos requisitos, como, por ejemplo, mantener a los ni?os en la escuela, a fin de poner fin al ciclo de miseria.
Hist¨®ricamente, para lidiar con la erradicaci¨®n del hambre y la extrema pobreza, la pol¨ªtica m¨¢s exitosa suele ser la del Estado de Bienestar Social, es decir, un Estado que intervenga para mejorar las condiciones socioecon¨®micas de los ciudadanos. La medida fue creada en Alemania a finales del siglo XIX, cuando la estrechez asolaba Europa.
Seg¨²n el Foro Econ¨®mico Mundial, hoy el gasto social es especialmente alto en pa¨ªses europeos que ¡ªcomo Francia, Finlandia y B¨¦lgica, entre los pa¨ªses con mejores ¨ªndices de calidad de vida¡ª tienen el Estado de Bienestar Social muy presente. Brasil, sin embargo, no tiene mucha tradici¨®n en el asunto. Las ayudas sociales solo pasaron a ser un deber del Estado despu¨¦s de la Constituci¨®n, en 1988; antes, desde el punto de vista gubernamental, el combate a la pobreza era visto como caridad.
Durante un D¨ªa de la Madre, cuando hab¨ªa gente que mendigaba huesos en mercadillos, Bolsonaro posaba con una pieza de ganado japon¨¦s que cuesta, de media, 400 euros el kilo
Particularmente, los programas sociales han sido constantemente criticados. El propio Bolsonaro se enorgullece de haber sido el ¨²nico parlamentario en votar en contra del fondo de combate a la pobreza. Discurso que, meses antes de las elecciones, cambi¨®: Bolsa Familia fue sustituido por Auxilio Brasil, dise?ado b¨¢sicamente para romper el r¨¦cord en la cantidad de familias atendidas. Esto chocaba con el principio de su mandato, cuando puso fin al conjunto de acciones implementadas en los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff, ambos del izquierdista Partido de los Trabajadores.
Mendigar huesos en el mercadillo
En el pa¨ªs m¨¢s desigual de Am¨¦rica Latina, la pobreza tiene color y sexo. La mayor¨ªa de los que comen menos de lo que deber¨ªan son familias encabezadas por mujeres negras. En 1958, la autora y poeta Carolina Maria de Jesus, habitante de una favela de S?o Paulo, escrib¨ªa en su diario (publicado en Espa?a como Cuarto de Desechos): ¡°(¡) Cuando llegu¨¦, mis hijos me dijeron que hab¨ªan encontrado fideos en la basura. Como la comida escaseaba, cocin¨¦ los fideos con frijoles. Y mi hijo Jo?o Jos¨¦ me dijo: ¡®Si me dijiste que ya no ibas a comer de la basura¡¯. Fue la primera vez que falt¨¦ a mi palabra¡±.
En nuestros d¨ªas, esto es un d¨¦j¨¤ vu: durante un D¨ªa de la Madre, cuando hab¨ªa gente que mendigaba huesos en mercadillos, Bolsonaro posaba con una pieza de ganado japon¨¦s que cuesta, de media, 400 euros el kilo ¡ªlo equivalente a tres meses de la ayuda de emergencia durante la pandemia.
Brasil es el tercer productor mundial de alimentos y el primer exportador del planeta de carnes bovina y av¨ªcola. El agro-negocio contribuye con el 60% de la balanza comercial. En la mesa de los brasile?os, en cambio, se sirven los alimentos procedentes de la agricultura familiar. Este tipo de cultivo est¨¢ marcado por la diversidad de productos. Gracias a ello, el plato de comida es abundante y con alta gama de colores, como recomiendan los nutricionistas.
El campo es el ep¨ªtome de la negligencia. All¨ª, donde se reafirma que el hambre es el resultado de la desigualdad en la distribuci¨®n de riquezas, es donde se cae la falacia bolsonarista de que nadie pasa hambre en Brasil. Es donde ocurre una especie de contrato leonino: los campesinos producen el alimento, pero no llegan a fin de mes. En un pa¨ªs en el que el desmantelamiento de los programas orientados hacia la compra de la producci¨®n agr¨ªcola tambi¨¦n puso fin a las donaciones para las personas en situaci¨®n de inseguridad alimentaria.
Lula gan¨® las elecciones con la promesa de tres comidas al d¨ªa en la mesa de la gente, pero las finanzas p¨²blicas est¨¢n demasiado ajustadas para hacerla realidad. El escenario es diferente al que se encontr¨® durante la presidencia de 2003 a 2010, cuando el gr¨¢fico de la econom¨ªa global figuraba contornos andinos. Ahora, Brasil est¨¢ a la sombra de una recesi¨®n, y de ser un pa¨ªs sin dinero libre para nuevas inversiones en pol¨ªticas p¨²blicas. Aunque su experiencia previa ante una masa de miserables tiene val¨ªa, el nuevo mandatario tendr¨¢ que condimentar la receta, no vale solo con recalentarla.
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