Brujas o despreciadas: ser mujer en la castigada Kivu del sur
Hay un largo camino para formar como l¨ªderes a quienes ha sido educadas como personas sin derechos. Y comienza por definir qu¨¦ es la violencia de g¨¦nero, seg¨²n la jurista Yvette Mushigo, que trabaja en la castigada regi¨®n de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo en la que naci¨®
Las armas que fabrican y adquieren los poderosos se reparten en las guerras. Pero despu¨¦s se dispersan por aqu¨ª y all¨¢ y quedan en manos de quienes las tomar¨¢n con la poblaci¨®n desarmada en los interludios de paz. Nadie que venga de un territorio de interminables conflictos armados olvida esta m¨¢xima, pero las mujeres del este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC) ¨Czona que limita con pa¨ªses como Ruanda, Burundi, Uganda y Tanzania¨C aseguran que las balas son apenas uno m¨¢s entre los problemas de su vida diaria. Y es que han vivido la violencia disfrazada de muchas cosas, cuenta Yvette Mushigo, jurista y experta en justicia de g¨¦nero nacida en la regi¨®n en 1977.
Mushigo es una de esas valerosas mujeres de Kivu del sur, en el oriente de ese pa¨ªs que cuando ella naci¨® se llamaba Zaire. Hoy ejerce como secretaria ejecutiva de Synergie des Femmes pour la Paix et la R¨¦conciliation-SPR (Sinergia de Mujeres por la Paz y la Reconciliaci¨®n), una red de organizaciones de Derechos Humanos de Ruanda, Burundi y la RDC. En un di¨¢logo mantenido antes de participar en el coloquio Mujeres y ni?as en la guerra: Colombia y la RDC, en la Casa Encendida de Madrid el pasado 14 de junio, explica: ¡°La tendencia es pensar que las violencias vienen de los conflictos, pero hemos demostrado que, incluso antes de que se desataran, las mujeres viv¨ªan otras formas de violencia, cultural, econ¨®mica y dom¨¦stica¡±.
¡°Incluso antes de que se desataran los conflictos, las mujeres viv¨ªan otras formas de violencia, cultural, econ¨®mica y dom¨¦stica¡±Yvette Mushigo
Mushigo lo ejemplifica en las injusticias que provocan pr¨¢cticas habituales como la poligamia o la desposesi¨®n del derecho a la herencia de las ni?as, que tambi¨¦n sufren frecuentemente la aberraci¨®n del incesto. Adem¨¢s, a las mujeres se les niega la palabra en p¨²blico, son acusadas de ¡°brujas¡±, agredidas y discriminadas por ello, y se les impide gestionar sus propias tierras. ¡°Se trata de una socializaci¨®n sin derechos; si ellas no aprenden que eso no es lo normal, tampoco saben que pueden denunciar¡±, sostiene.
Por lo dem¨¢s, el silencio que se produce cada vez que un periodista pronuncia la palabra Ruanda para preguntar a alguien de la regi¨®n por las consecuencias del genocidio ¨Ctanto en el propio territorio ruand¨¦s como en los pa¨ªses del entorno¨C demuestra que las heridas est¨¢n abiertas. El miedo cunde a¨²n y se conjuga en presente.
V¨ªctimas de sus riquezas
Olvidadas (o dejadas a su suerte) por el poder central, a m¨¢s de 1.500 kil¨®metros al este de Kinshasa, capital de la RDC, las provincias de Kivu padecen lo mismo que toda la regi¨®n de los Grandes Lagos: la pobreza que causa la riqueza. La zona atrae las ambiciones y las crueldades de quienes quieren apoderarse de sus recursos naturales y sus inmensas reservas minerales de oro y colt¨¢n, entre otros disputados tesoros geol¨®gicos. Mushigo conoce bien el territorio, al que llama la capital mundial de la violaci¨®n: ¡°Soy hija de un maestro y recuerdo que batallaban con la Administraci¨®n central para que les pagaran los salarios¡±. Cuenta que, en su ¨¦poca de estudiante, pasaron todo un a?o sin estudiar por una huelga de profesores y que, por ¨¦pocas, los propios padres han tenido que mantener a los maestros. Esos dramas contin¨²an hasta hoy, asegura. Con las rutas en ruinas y las escuelas en manos privadas, explica, los ni?os y ni?as de familias humildes deben ir muy lejos para estudiar.
?Qu¨¦ ha hecho de Kivu del sur un lugar que atrae todos los males contempor¨¢neos del continente? ¡°Las rebeliones que comenzaron a gestar grandes cambios en la RDC han venido de Kivu del sur, desde, al menos, los sesenta, contra Mobutu Sese Seko en el poder¡±, detalla Mushigo. ¡°En 1997, cuando ascendi¨® Laurent-D¨¦sir¨¦ Kabila, la rebeli¨®n vino de Kivu del sur. En esos mismos a?os, la zona recib¨ªa a miles de refugiados extranjeros que hu¨ªan de otros conflictos¡±, afirma.
La jurista define sin eufemismos lo que sucede en la regi¨®n hoy. Se trata de una guerra por la materia prima, el colt¨¢n. ¡°Hay personas que se benefician de una regi¨®n inestable para que el comercio ileg¨ªtimo se instaure. El hecho de que no haya un Estado ordenado que defienda las minas o las reservas forestales (porque la madera es otro de los recursos cotizados) deja a los pobladores inermes frente a grupos bien aprovisionados de armas ligeras que atraviesan las fronteras sin impedimentos¡±, asevera. Algo que ACNUR corrobora con frecuentes informes, como el que recientemente cifraba en m¨¢s de cinco millones los desplazados internos en RDC, en la emergencia humanitaria de desplazamiento interno de mayor magnitud en ?frica.
A las fechor¨ªas b¨¦licas estimuladas desde el exterior se adhieren otros cr¨ªmenes cotidianos, como los secuestros a cambio de rescates dinerarios, las violaciones y los robos
A ese contexto se suma el reclutamiento de miles de j¨®venes congole?os desempleados por parte de criminales de otras guerras. As¨ª, a las fechor¨ªas b¨¦licas estimuladas desde el exterior se adhieren cr¨ªmenes cotidianos, como los secuestros a cambio de rescates, las violaciones y los robos. ¡°Es imposible que las mujeres escapen a esa situaci¨®n de violencia¡±, resume Mushigo. Para colmo de males, cuando creen que solamente un hombre podr¨¢ resguardarlas, terminan dependiendo de maridos a menudo acostumbrados a menospreciarlas.
La red puede contener la primera respuesta
En esta sociedad tan vulnerable y desintegrada que emerge de las provincias de Kivu, un grupo de activistas pusieron en funcionamiento en 2013 el programa Femmes au Phone (mujeres al tel¨¦fono), con el apoyo de organizaciones europeas como la espa?ola LolaMora Producciones. El objetivo: que las mujeres pudiesen confiar en alguien y dejar grabados sus testimonios sobre lo que viv¨ªan cotidianamente, y hacerlo en suajili o en su lengua local.
Femme au Fone (FAF) est un projet qui est bas¨¦ sur un syst¨¨me de communication SMS qui relie les femmes locales aux femmes des organisations qui font du lobby au niveau local, national et international. @PBI_ISEC @AmbSzweWarszawa @EITIorg @Internews @OCWomensMarch @LUnionEuropenn pic.twitter.com/axGZ83OyPt
— SPR GRANDS-LACS (@LacsSpr) December 6, 2021
La campa?a, que se difundi¨® a trav¨¦s de radios locales, invitaba a las mujeres a enviar un mensaje de texto cuando se sintieran v¨ªctimas o en riesgo de sufrir alg¨²n tipo de violencia, ya fuera esta dom¨¦stica, jur¨ªdica, ambiental, econ¨®mica, f¨ªsica, sexual o cultural. Esos mensajes, recogidos por un sistema inform¨¢tico, eran, a su vez, analizados por periodistas y soci¨®logos que verificaban la informaci¨®n con contactos en la regi¨®n, y posteriormente sirvieron de registro para una publicaci¨®n de 2018 que la propia Mushigo tradujo al franc¨¦s: Cuando la inseguridad es un asunto de mujeres. Testimonios de Sud Kivu (aqu¨ª se puede descargar el libro en espa?ol).
¡°Lo primero, lo crucial, es que las mujeres sepan definir lo que es la violencia para ellas y denunciar lo que viven¡±, subraya la jurista. Aunque eso no basta: quien recibe esos mensajes debe saber utilizar con responsabilidad la informaci¨®n, y saber defenderlas. La red de Mushigo las ayuda jur¨ªdicamente y trata de ofrecer formaci¨®n en derechos de la mujer a trav¨¦s del di¨¢logo p¨²blico. La jurista reconoce que mujeres como ella han desarrollado unas capacidades que las convierten en ¡°personas peligrosas¡± a ojos de la comunidad . ¡°Como si vini¨¦ramos a ejercer, o imponer, un poder a un sistema patriarcal (representado por el marido) que hasta ahora siempre ha controlado todo¡±.
Lo primero, lo crucial, es que las mujeres sepan definir lo que es la violencia para ellas y denunciar lo que vivenYvette Mushigo
Mushigo tiene claro que aunque acompa?en a esas esposas y madres a poner denuncias, ¡°el sistema judicial se ci?e al dinero¡±. Se reafirma en que la mujer debe buscar la justicia social y no solo confiar en la Justicia; esto es, perseguir la aplicaci¨®n de las normas por parte de las autoridades. Adem¨¢s de reclamar la aplicaci¨®n de las leyes.
Su cometido, insiste Mushigo, es acompa?ar a mujeres para que puedan acceder a espacios de responsabilidad en la vida p¨²blica. A nivel comunitario, desde el activismo feminista congole?o las activistas trabajan en la formaci¨®n de hombres en una ¡°masculinidad positiva¡±, involucrando a los jefes comunales, que tienen un poder reconocido por las instituciones.
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