Podemos remueve la tierra jornalera

Cuando Diamantino Garc¨ªa muri¨® en 1995, el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se preparaba para gobernar Espa?a e inaugurar el bipartidismo que regir¨ªa los siguientes 20 a?os. El cura de los pobres, as¨ª le llamaban, hab¨ªa fundado a?os atr¨¢s el Sindicato de Obreros del Campo (SOC) con un pu?ado de hombres de los que saldr¨ªan hist¨®ricos dirigentes empe?ados en ese ideal de que la tierra deb¨ªa ser para quien la trabajase. Diego Ca?amero, uno de aquellos tipos, desayuna a las 7.30 en el centro obrero de El Coronil con una veintena de jornaleros. Pan de mollete blanco con aceite de la tierra y un poco de jam¨®n. En unos minutos marchar¨¢n hacia una de las propiedades de 25 hect¨¢reas que ellos mismos explotan estos d¨ªas en el vecino municipio de Puerto Serrano. Algo parecido a aquel viejo sue?o jornalero. Aunque esto no lleg¨® a verlo Diamantino. ¡°No hay que olvidarle¡±, dice Ca?amero se?alando con el dedo el nombre del p¨¢rroco escrito en letras de cer¨¢mica en la fachada del centro obrero.

Otra cosa que tampoco vio el cura fue el abrupto final del idilio de su gente con IU. Despu¨¦s de 27 a?os y tras mucho debate, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) ¡ªo m¨¢s bien la CUT, el brazo pol¨ªtico del sindicato¡ª decidi¨® en enero no presentarse a las elecciones municipales y auton¨®micas bajo las siglas de IU y explorar nuevas v¨ªas. Pero el adelanto electoral les ha pillado con el pie cambiado, en pleno proceso de cambio. Y no todos tienen claro ahora quienes deben ser los nuevos compa?eros de viaje. Algunos como Ca?amero, exalcalde del Coronil -que hoy gobierna el PSOE- y portavoz del SAT, no tienen dudas sobre la integraci¨®n electoral en Podemos, que entre otras cosas ha prometido una reforma agraria. Tanto en el Parlamento andaluz (donde el sindicato aporta tres candidatos a las listas), como en las municipales, bajo la marca conjunta de Ganemos. Otros como el hist¨®rico alcalde de Marinaleda, Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Gordillo, no ven clara esa alianza y lo decidir¨¢n en asamblea.

Esta ma?ana en el campo trabajan hombres y mujeres de todas las edades. Tienen 540 kilos de alcachofas por recoger. Algunas se han quedado negruzcas por la helada de la noche. Esas se vender¨¢n peor. Porque al final, la comida entra por los ojos, dice Ca?amero mientras corta uno de los tallos con la navaja sobre un paraje propiedad un d¨ªa de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Mateos. Con lo que saquen pagar¨¢n el cr¨¦dito de 20.000 euros que han pedido. De momento trabajan gratis.

S¨¢nchez Gordillo medita todav¨ªa bajo qu¨¦ siglas se presentar¨¢ en Marinaleda

Aqu¨ª la tierra es f¨¦rtil y las alcachofas y las habas crecen por la ladera en un espejismo de verde abundancia. Pero Puerto Serrano, un pueblo de 7.000 habitantes en la falda de la sierra gaditana, es uno de los rincones m¨¢s pobres de Europa. Mucho m¨¢s que esos griegos, reclaman ellos. Aqu¨ª la tasa de paro supera el 40% y el Ayuntamiento a menudo no tiene ni para las n¨®minas a sus empleados. No est¨¢n mucho mejor en El Coronil, en Espera, en Villamart¨ªn o en otros pueblos de esta preciosa y pobre campi?a. Sin las ayudas y el famoso PER ¡ªactual Plan de Fomento del Empleo Agrario (Pfoea)¡ª, algunos dif¨ªcilmente sobrevivir¨ªan. Y cuando se acercan las elecciones, todo es usarlas como baza electoral. ¡°No es culpa nuestra. Las manos de un joven son para trabajar, no para pedir limosna. Pero no quisieron desarrollar esta zona y ahora no hay otra cosa. Aqu¨ª est¨¢ el 95% del algod¨®n, pero ni una sola empresa textil¡±, defiende Ca?amero cabreado cuando se le recuerdan las palabras de Albert Rivera (¡°vamos a ense?ar a pescar en Andaluc¨ªa, no a repartir pescado¡±).

En Bornos, un pueblo vecino, sucede lo mismo. A las 11 de la ma?ana, Ca?amero, que est¨¢ en todos los fregados de la zona, se acerca hasta ah¨ª porque un grupo de vecinos ha ocupado una corrala con 41 viviendas. Varios ni?os y un gallo con las alas como llamas de fuego corretean en la puerta. Cuando el sindicalista aparece, se organiza una asamblea y les aconseja resistir unidos, no enfrentarse ¡°al alcalde ni a los bancos¡±. Aguantar. Al menos de momento. Junto a ¨¦l est¨¢ el responsable del SAT en Bornos, Jos¨¦ Manuel Fern¨¢ndez, que reconoce que el adelanto electoral ha pillado al sindicato desprevenido. Aqu¨ª han montado una plataforma que llamar¨¢n S¨ª se puede para presentarse en las municipales. De momento, gobierna el PSOE.

Con la irrupci¨®n de Podemos, muchos de estos pueblos miran en busca de respuestas hacia Marinaleda (2.748 habitantes), el otro gran polo de la lucha jornalera, donde S¨¢nchez Gordillo ¡ªque ¨²ltimamente ha atravesado algunos problemas de salud¡ª gobierna desde 1979.Aqu¨ª da igual si concurre por IU, Ganemos o bajo las siglas de la CUT. La gente le sigue a ¨¦l, pero ¨¦l todav¨ªa no tiene claro a qui¨¦n deben seguir. Le gusta Podemos, pero le parecen demasiado ambiguos. Lo explica paseando por el Humoso, la finca que el pueblo explota cooperativamente y que emplea a diario a jornaleros en paro (la tasa, seg¨²n el alcalde, es ahora del 13%). ¡°Lo estamos meditando. ?Puede debilitar esta situaci¨®n? S¨ª, claro. Pero hay que reflexionar para hacer lo m¨¢s coherente¡±.

La oposici¨®n del PSOE aqu¨ª es escasa, y seg¨²n ellos, est¨¢ marginada y amenazada, como denuncia el concejal (los socialistas tienen dos ediles) Mariano Pradas. ¡°No hay espacio para la cr¨ªtica. Aqu¨ª ¨¦l [Gordillo] reparte el trabajo y las ayudas a su antojo. Es una compra de votos¡±, responde cuando se le inquiere sobre las mayor¨ªas absolutas que acreditan el apoyo popular a Gordillo. El partido tiene cinco afiliados en el pueblo y debe componer sus listas con miembros de otros municipios.

Muchos jornaleros ven? popularizadas muchas de sus hist¨®ricas reivindicaciones con la irrupci¨®n de Podemos

En general, los marinale?os con los que uno se cruza durante un d¨ªa (una quincena al azar) apoyan su gesti¨®n y presumen de esta suerte de vida comunal donde algunos construyen sus propias casas (incluido Gordillo) y resuelven sus problemas a golpe de asamblea sin necesidad de una Polic¨ªa Municipal. Tambi¨¦n es cierto que un clima de opini¨®n tan abrumadoramente un¨¢nime, la cr¨ªtica suele o¨ªrse en privado y en voz baja. Est¨¢ claro, sin embargo, que Podemos, esa ¡°coyuntura pol¨ªtica a la que hay que abrirse¡±, como la define Ca?amero, no preocupa en este pueblo sin banderas institucionales. Todo lo contrario. Es innegable la enorme simpat¨ªa que despiertan entre los jornaleros, que ven ahora popularizadas muchas de sus hist¨®ricas reivindicaciones y convertidas en conversaci¨®n pol¨ªtica del d¨ªa a d¨ªa. Otra cosa es la divisi¨®n que pueda generar. Habr¨ªa que preguntarle a Diamantino.