Los drones sobrevuelan el campo andaluz

La concentraci¨®n de historia en los olivares al sureste de C¨®rdoba es impresionante. All¨ª, antes de nuestra era, tuvieron lugar batallas decisivas en la guerra civil romana que llev¨® al poder a Julio C¨¦sar y all¨ª, en la localidad de Espejo, tom¨® Robert Capa en 1936 la foto del miliciano ca¨ªdo con la que empez¨® el fotoperiodismo moderno. Ya hab¨ªa olivos en la ¨¦poca de Roma y dominaban el paisaje en la Espa?a del siglo pasado. Sin embargo, es un escenario que est¨¢ a punto de sufrir la que puede ser la revoluci¨®n m¨¢s importante en siglos. Los viejos olivos centenarios, de varios pies, esparcidos por el campo, est¨¢n siendo reemplazados por el olivar superintensivo, arbustos unidos los unos a los otros, que se recogen con m¨¢quinas y sobrevolados por drones que ayudan a calcular el regad¨ªo necesario. Es una transformaci¨®n que acabar¨¢ por dejar sin sentido el viejo dicho "cada mochuelo a su olivo".

"El paisaje est¨¢ cambiando porque un olivar superintensivo no es lo que estamos acostumbrados a ver", explica Miguel ?ngel Raso, ingeniero agr¨®nomo de 29 a?os. "La agricultura es cada vez m¨¢s competitiva: o avanzas y te adaptas o desapareces", agrega este trabajador aut¨®nomo que representa una generaci¨®n que, en su mayor¨ªa, se ha alejado de la agricultura. El sector agroalimentario tiene un peso grande en el PIB andaluz (8%) y en el empleo (10%) y aporta un 25% de toda la producci¨®n agr¨ªcola espa?ola. Sin embargo, se enfrenta a un momento crucial, sacudido por un lado por guerras de precios, y, por otro, por un mundo globalizado que le obliga a ser cada vez m¨¢s competitivo. Y eso pasa necesariamente por la modernizaci¨®n. "Es el sector en el que se est¨¢ investigando m¨¢s ahora mismo", se?ala Elena V¨ªvoras, consejera de Agricultura de la Junta. "Sin investigaci¨®n no hay futuro, porque no hay rentabilidad. El sector privado tiene que hacer un esfuerzo importante y tiene que producirse una mayor empat¨ªa entre los agricultores y los investigadores".

Los problemas del campo andaluz no se centran tanto en la propia producci¨®n agraria como en la comercializaci¨®n, en la capacidad para encontrar un valor a?adido. "Conseguir una mayor calidad es esencial en un mercado mundial, es la forma de diferenciarse", afirma Antonio Delgado, profesor de Ciencias Agroforestales de la Universidad de Sevilla. "Es un sector muy bien organizado, que tiene clara la demanda pero marcada por las grandes superficies", prosigue. Nathalie Chavrier, responsable del sector agroalimentario en la Corporaci¨®n Tecnol¨®gica de Andaluc¨ªa, una fundaci¨®n apoyada por 150 empresas para promover el desarrollo de la I+D+i, cree que es "necesario un esfuerzo para profesionalizar la comercializaci¨®n". "Es importante tener una visi¨®n de mercado m¨¢s amplia. El sector agroalimentario est¨¢ acostumbrado a la pol¨ªtica de la subvenci¨®n, en su mayor¨ªa a trav¨¦s de la PAC. La cultura de la innovaci¨®n todav¨ªa no ha calado: hay muchos proyectos, pero son puntuales. Hay que cambiar por completo la din¨¢mica, convencer de que la innovaci¨®n no es un gasto, es una inversi¨®n".

El olivar ¨Cdos de cada cinco litros de aceite de oliva que se producen en el mundo son en Andaluc¨ªa¨C puede servir para ilustrar esta dicotom¨ªa. Por un lado, est¨¢ la producci¨®n a granel, las grandes extensiones que apuestan por reducir los costes cambiando la forma de cultivo. El olivar representa 1,5 millones de hect¨¢reas (en torno al 27% del total en la UE). Sin embargo, el superintensivo representa todav¨ªa una peque?a parte, entre 50.000 y 100.000 hect¨¢reas seg¨²n las fuentes. En el superintensivo se recoge con m¨¢quinas y son suficientes tres personas: el coste de recolecci¨®n se rebaja enormemente (en el olivar tradicional, son necesarios 20 trabajadores). Pero, al final dado que el aceite se vende a granel, el precio es el mismo y las grandes cadenas imponen su ley. "La tendencia es el intensivo porque es mucho m¨¢s rentable. El olivar tradicional sobrevive por las ayudas europeas", afirma Miguel ?ngel Raso.

En el otro extremo, est¨¢ la agricultura ecol¨®gica que, con considerables inversiones, se abre camino en los mercados internacionales. Est¨¢ dirigida a consumidores dispuestos a pagar m¨¢s por productos de mucha calidad y muy sensibles al medioambiente. "El mercado del aceite de oliva solo se va a salvar con la calidad", asegura Josemar¨ªa Serrano L¨®pez, gerente de la finca Duernas, en Santa Cruz (C¨®rdoba), mientras contempla como se embotella un aceite ecol¨®gico de m¨¢xima pureza destinado a ser vendido en farmacias en B¨¦lgica. Exportan el 90% de su producci¨®n a medio mundo y es la gran apuesta de futuro para esta finca centenaria.

En el caso de la agricultura ecol¨®gica, la innovaci¨®n representa en parte ir hacia el pasado. Pero tambi¨¦n el campo est¨¢ viviendo una revoluci¨®n tecnol¨®gica. Las universidades andaluzas se han convertido en punteras, junto a las de Australia y California, en investigaci¨®n aplicada a la agricultura y las zonas de mayor producci¨®n agr¨ªcola, Almer¨ªa y Huelva, est¨¢n entre las m¨¢s sofisticadas del mundo. Es imposible resumir todos los proyectos que est¨¢n en marcha: drones con c¨¢maras t¨¦rmicas, aprovechamiento de residuos, selecciones gen¨¦ticas, cambios en el sabor, en la calidad... Jos¨¦ Enrique Fern¨¢ndez Luque, director del Instituto de Recursos Naturales Agrobiolog¨ªa de Sevilla, dependiente del CSIC, dirige un equipo que ha desarrollado t¨¦cnicas que permiten medir con precisi¨®n el agua que necesita un cultivo a trav¨¦s de un sistema de censores. Ahora mismo, a trav¨¦s de una aplicaci¨®n de m¨®vil, un agricultor puede conocer cu¨¢ntas horas de riego son necesarias. Fern¨¢ndez Luque explica: "En Andaluc¨ªa se ha producido un avance extraordinario pero que no acaba de llegar al agricultor. Existe un claro problema de transferencias". De hecho, la Junta de Andaluc¨ªa ha puesto en marcha el proyecto Recupera2020, con 25 millones de euros de fondos europeos, para aumentar la transferencia tecnol¨®gica al campo.

El equipo de agricultura de precisi¨®n de Manuel P¨¦rez-Ruiz, profesor de la Universidad de Sevilla, es el m¨¢ximo ejemplo del salto entre la universidad y el campo. Con proyectos financiados por diferentes instituciones, P¨¦rez-Ruiz trabaja con drones que ayudan a identificar las zonas de malas hierbas para reducir la utilizaci¨®n de fitosanitarios o a trazar mapas para mejorar el riego. En el peque?o despacho que acoge a su equipo, hay un simulador de un tractor que se conduce solo guiado por GPS. Sin embargo, son proyectos que llegan con cuentagotas a los agricultores. "En cualquier investigaci¨®n siempre hay que preguntarse para qu¨¦ sirve, que aplicaci¨®n tiene, todo esto solo tiene sentido si llega al agricultor", afirma P¨¦rez-Ruiz, que pas¨® dos a?os en la universidad californiana de Davis, considerada el Silicon Valley de la investigaci¨®n agr¨ªcola.