El acoso sexual diario de hombres con poder
El ¡®caso Weinsten¡¯ pone de manifiesto el abuso sobre la mujer en todos los entornos laborales. Tambi¨¦n en Espa?a

Cuando el caso Weinstein salt¨® a los titulares, las chicas de la Asociaci¨®n Aspasia de la Facultad de Filosof¨ªa de la Complutense pusieron en marcha un correo electr¨®nico. Era su aportaci¨®n particular a la etiqueta #MeToo -yo tambi¨¦n- con la que mujeres de medio mundo estaban contando sus experiencias de acoso sexual en la red. Para su sorpresa -o no, porque esta es la historia de un secreto a voces- el correo se llen¨® de consultas y denuncias. ¡°Lo abrimos hace poco m¨¢s de una semana y media para que las compa?eras pudieran hablar de estas agresiones. Y s¨ª, nos han llegado muchas peticiones de ayuda¡±. Lo cuenta Blanca Fustero, una estudiante de 20 a?os que al llegar a la facultad decidi¨® fundar con otras compa?eras esta asociaci¨®n feminista. Tres a?os despu¨¦s, son ya ochenta ¡°guerreras¡±, como ellas se definen. Y no paran de trabajar. Se re¨²nen en el ¨¢tico del edificio de Filosof¨ªa en Ciudad Universitaria.
Tiene el espacio algo de desv¨¢n destartalado, con sillones de un verde ajado, mesas recuperadas de cualquier sitio, libros desperdigados y una gran pizarra en la que queda testimonio de sus estrategias de acci¨®n. Hoy, mientras ultiman los detalles de una recogida de tampones y compresas para mujeres en dificultades, hablan sobre el productor de Hollywood y sobre los otros Weinsteins cotidianos a los que se tienen que enfrentar.
¡°Hay casos de acoso en esta facultad¡±, dice rotunda Paula C. Chang. A sus 22 a?os habla con una determinaci¨®n que solo es comparable a su indignaci¨®n. ¡°Nos est¨¢n llegando casos que est¨¢n relacionados entre s¨ª, lo cual nos hace pensar que es un fen¨®meno social m¨¢s que un caso aislado de acoso. Porque son varios profesores y son siempre los mismos¡±. Tienen claro que hay un patr¨®n: hombre, mayor, con un puesto asegurado como catedr¨¢tico o profesor titular. Todas est¨¢n de acuerdo en que la clave est¨¢ en la relaci¨®n de poder. En las manos del profesor est¨¢ su futuro acad¨¦mico. A veces, aprobar o suspender no depende de contestar a un examen correctamente. ¡°Es ¨¦l el que lleva el micr¨®fono, el que est¨¢ diciendo la verdad y t¨² eres la que est¨¢s aprendiendo¡±, explica Carlota Bravo-Ferrer, otra de las fundadoras de Aspasia, ¡°se siente con poder para hacer todo lo que quiera. Y ese todo lo que quiera es muy peligroso porque adem¨¢s implica muchas cosas turbias¡±.
Carlota cuenta que en algunas ocasiones es mejor renunciar a la asignatura. ¡°Hay profesores con muy mala fama. Prefieres suspender, ir a septiembre, que ir a su tutor¨ªa y estar con ¨¦l a solas, porque te pones en una situaci¨®n de riesgo¡±. Las cinco chicas reunidas en los sillones de terciopelo ajado se quitan la palabra. ¡°A veces no te coges esa asignatura y las vas dejando para el final de la carrera, porque no te la puede dar otro profesor¡±, a?ade Blanca Fustero. Y Carlota insiste en que aunque se sepa, nadie dice nada. ¡°Todo el mundo sospecha, pero nadie se atreve a dar la voz de alarma. La mujer tiene miedo de lo que puedan pensar los dem¨¢s, porque est¨¢ normalizado y piensan: es lo que te toca por ser mujer¡±.
De esa verg¨¹enza que perpet¨²a el silencio se valen los acosadores. Muchos se escandalizaron porque el comportamiento de Harvey Weinstein era vox p¨®puli en Hollywood. Pero el acoso sexual en el trabajo o en la universidad siempre lo es. Lo recalca Herminia Su¨¢rez Mata, abogada especializada en este tipo de delito y portavoz de la Asociaci¨®n Adavas. Son muchas las mujeres a las que ha acompa?ado a juicio, pero sabe que lo dif¨ªcil es precisamente eso: que se atrevan a llegar a los tribunales. ¡°Lo que hacen las mujeres cuando sufren este tipo de hechos es irse del trabajo y no denunciar. Porque piensan que no tienen pruebas. Por eso siempre digo lo mismo: hay que denunciar, porque si no lo hacemos hay un individuo en la calle con plena libertad para seguir cometiendo delitos¡±. Reconoce, sin embargo, que no es f¨¢cil para las v¨ªctimas. Ni revivir lo que les ha pasado, ni contarlo en p¨²blico, ni enfrentarse a lo que la letrada Su¨¢rez Mata define como interrogatorios dur¨ªsimos, ¡°parece que te est¨¢n juzgando a ti siempre¡±. En la sala no es raro encontrarse con testigos que se retractan por miedo a las represalias de un acusado que sigue siendo su jefe. ¡°Cuando vas a juicio ya sabes que el acosador va a llevar toda la corte de trabajadoras y trabajadores que l¨®gicamente van a decir que es excelente. Porque no pueden decir otra cosa. Est¨¢n atravesados por el miedo¡±. Herminia Su¨¢rez Mata recuerda el caso del due?o de un hostal en Astorga. Dos de las trabajadoras que ten¨ªan que testificar no se atrevieron a hacerlo hasta que no hab¨ªan dejado el empleo. Finalmente, el acusado fue declarado culpable por acoso y por abuso sexual.
En su larga experiencia en los tribunales no solo se ha encontrado con testigos amedrentados y magistrados que somet¨ªan a las denunciantes a interrogatorios que parec¨ªan m¨¢s una incriminaci¨®n, adem¨¢s ha visto fiscales que se desentend¨ªan. ¡°Y si el fiscal no acusa¡±, explica, ¡°el juez no puede continuar con el procedimiento. Por eso es muy importante saber que siempre hay que llevar acusaci¨®n particular. Ese es el motivo por el que se cre¨® nuestra asociaci¨®n¡±. Una asociaci¨®n, Adavas, que naci¨® en 1991 para asistir a las v¨ªctimas de violaciones y que desde 1997 presta sus servicios a las mujeres que han sufrido cualquier tipo de violencia sexual.
En Adavas ayudan tambi¨¦n a las j¨®venes que sufren acoso en el entorno educativo. A Herminia Su¨¢rez Mata no le extra?a lo que cuentan las universitarias de la Facultad de Filosof¨ªa. Explica que ahora mismo est¨¢n esperando la sentencia en firme de un caso de as¨ª. ¡°A veces las solicitudes se hacen de manera indirecta: ya sabes lo que tienes que hacer si quieres que te apruebe. Y adem¨¢s estos hechos cuando ocurren con una persona, ocurren con otras. No sucede aisladamente¡±.
Por eso seg¨²n la abogada, es esencial que las mujeres se apoyen unas a otras para denunciar. Como ha ocurrido despu¨¦s de los primeros testimonios en el caso Weisntein. ¡°Es determinante¡±, dice, ¡°ayuda much¨ªsimo a personas que pueden estar pasando por situaciones similares y no saben c¨®mo contarlo. Cuando ven que les pasa a personas relevantes como estas actrices se atreven a dar el paso¡±.
La vicepresidenta de la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas Themis, Mar¨ªa ?ngeles Jaime de Pablo, coincide en la importancia de que se conozcan los excesos de personajes poderosos como el productor de Hollywood. Es el ejemplo perfecto de individuo que convierte su poder en un arma para coaccionar a sus v¨ªctimas. Seg¨²n la abogada de Themis, ¡°este tipo de situaciones no se explican si no hay una situaci¨®n previa de desequilibrio de poder. Y estas personas utilizan el que tienen -econ¨®mico, de direcci¨®n o social- para tener acceso a mujeres que de otra manera no tendr¨ªan. Sucede en todo tipo de ¨¢mbitos, pero cuando hay jerarqu¨ªa a¨²n m¨¢s¡±.
En la jerarqu¨ªa del cine, Harvey Weinstein estaba en la c¨²spide que en otro tiempo ocuparon los grandes magnates. Hac¨ªa y deshac¨ªa carreras. De actrices, de actores o de directores. Las reglas del juego de Hollywood las dictaba ¨¦l. Pero m¨¢s all¨¢ del mundo del celuloide hay muchas otras c¨²spides cotidianas que donde los acosadores act¨²an tambi¨¦n con impunidad. El acoso sexual aparece en todos los sectores laborales. Lo explica con detalle Cristina Cuenca Piqueras, una de las pocas personas que ha estudiado acad¨¦micamente este fen¨®meno. No ha sido f¨¢cil porque los datos estad¨ªsticos son casi inexistentes. El ¨²ltimo informe espec¨ªfico del CIS es del a?o 2001. ¡°Hay una autora que dec¨ªa que el acoso sexual es como la hermana peque?a de la violencia de g¨¦nero¡±, explica la soci¨®loga, ¡°porque no est¨¢ visibilizado. Solamente surge en momentos puntuales, cuando un caso aparece en la prensa¡±.
En su tesis doctoral, Cuenca Piqueras analizaba los factores que propiciaban el acoso en el trabajo. ¡°Es m¨¢s habitual en sectores muy masculinizados, como en el ej¨¦rcito o en los pilotos de aviones, en los deportistas de alta competici¨®n o ahora en el cine. Pero no solamente depende de esos par¨¢metros. Tambi¨¦n de los personales¡±. Cuando una mujer est¨¢ en una situaci¨®n m¨¢s vulnerable o tiene dificultades para llegar a fin de mes se convierte en la presa perfecta. ¡°Aguantan m¨¢s porque no tienen otra¡±, sentencia la soci¨®loga. Y sin embargo no le extra?a el caso Weinstein. Porque no hay ning¨²n trabajo libre de la amenaza. Y porque en determinadas profesiones se producen momentos de socializaci¨®n en los que las fronteras profesionales se difuminan. ¡°Hay negocios como este del cine en los que hay eventos sociales donde todo se desprofesionaliza. Eventos donde se bebe pero se siguen tratando temas relacionados con el trabajo. Y supongo que se cierran contratos o proyectos¡±. En esas fiestas, durante los festivales, aprovechaba Weinstein para abordar a j¨®venes aspirantes a estrellas. Sin tantas lentejuelas, ni tanto brillo, en algunas fiestas de empresa es donde los acosadores encuentran la excusa para comenzar a actuar.
En las alfombras rojas de los grandes estrenos o bajo la luz fluorescente de una oficina cualquiera en cualquier ciudad, el acosador se vale siempre de las mismas armas. De su poder. De su capacidad de decisi¨®n sobre el destino de sus v¨ªctimas. De la vulnerabilidad. Ya sea una subordinada en el trabajo o una joven estudiante en la universidad. Contra su amenaza hay pocas escudos para defenderse. El m¨¢s ¨²til es tambi¨¦n el m¨¢s dif¨ªcil de utilizar: hablar.
El paradigma Nevenka
En el a?o 2001 una joven concejala de Ponferrada se atrevi¨® a presentar una querella contra el entonces alcalde por acoso sexual. ?l, Ismael ?lvarez, fue declarado culpable. Ella, Nevenka Fern¨¢ndez, termin¨® march¨¢ndose del pa¨ªs sometida a una presi¨®n que ya era imposible aguantar.
¡°Es un caso paradigm¨¢tico en el que aparecen los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos del acoso¡±, apunta Cristina Cuenca Piqueras. ¡°Ella sufri¨® el problema por el que muchas mujeres no denuncian: la doble victimizaci¨®n. En el caso de Nevenka se ve¨ªa claramente en el juez que dec¨ªa: oye, t¨², que no eres cajera del Mercadona, ?por qu¨¦ aguantas esto? Bastante ha sufrido ya como para que le echen en cara el problema que ha tenido. Es inhumano¡±.
Tan inhumano que Nevenka Fern¨¢ndez, economista, una joven preparada con una carrera prometedora, gan¨® el juicio pero tuvo que rehacer su vida fuera de Espa?a. Aqu¨ª segu¨ªa siendo blanco de cr¨ªticas y de dudas. No bastaba con que la justicia le hubiera dado la raz¨®n. Ismael ?lvarez fue condenado a pagar una multa de 6.480 euros y una indemnizaci¨®n de 12.000. La pena de la v¨ªctima, la de Nevenka Fern¨¢ndez, es infinitamente m¨¢s complicada de cuantificar.
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