La construcci¨®n de la enemistad

Todos los que hemos hecho palabras del presente desacuerdo hemos perdido amigos por el camino. Sin hablarnos, s¨®lo con el gesto, un simple verso, un desacuerdo, y ya se rompi¨® el universo que antes parec¨ªa el lugar confortable de la amistad.

El proc¨¨s nos ha tra¨ªdo eso, la destrucci¨®n sistem¨¢tica de la amistad. De parte y parte, como dec¨ªa mi madre. En un lado y en otro se han ido criando las alcantarillas del desacuerdo. Vayamos a este momento. Antes de que hablara el Rey de concordia ya estaban preparadas las linotipias de las tachaduras para decir que al Monarca ni agua. Desde las brumas de Bruselas exigieron di¨¢logo, como si esa mercanc¨ªa no fuera de ida y vuelta y no una imposici¨®n de parte. A las palabras de Felipe VI le sacaron punta hasta en Zaragoza, donde al organizador oficial de Podemos se le ocurri¨® compararlo con el discurso (ese s¨ª que vale) de Monedero. Y por esa cuesta se han ido introduciendo en el t¨²rmix navide?o todo tipo de azafranes oscuros para pintarle a Espa?a de podredumbre su cara. En esto lleg¨® Rufi¨¢n, tambi¨¦n, y puso una diana tuitera en torno a uno de nuestros mejores periodistas, ?scar L¨®pez-Fonseca.

Dicen di¨¢logo, exigen di¨¢logo, y de pronto cercenan hasta la ra¨ªz de la palabra, pues di¨¢logo es la transmisi¨®n de razones de seres que aspiran a entenderse. Gan¨® Arrimadas la elecci¨®n en puridad, pero han sido tan mezquinos con esa victoria como con aquellos a los que no les bailan ni el agua ni la sal: ni la saludan desde la distancia de sus ideolog¨ªas. Al contrario, la putean. Han hecho de la ideolog¨ªa una piedra que cae sobre los discrepantes como si no hubiera pasado sino el autob¨²s ruidoso del 1 de octubre. Ese odio que ahora reclama rendici¨®n a los vencidos, siendo los vencidos los franquistas de aqu¨ª abajo, les lleva a decir que no perdonar¨¢n jam¨¢s ni aquella jornada ni tampoco que quienes est¨¢n fuera, porque no han vuelto, no hayan vuelto a casa por Navidad. Como si adem¨¢s de haber roto la ley no hubieran tambi¨¦n fabricado las trampas.

En ese discurso del Rey pidiendo concordia, que es la antesala del di¨¢logo del que tanta alharaca se hace desde el brumario bruselense, se col¨® con intenci¨®n un s¨ªmbolo de lo que junta: el emblema de la Fundaci¨®n Princesa de Girona. Como TV3 aprieta tanto que no deja ver ni al Rey hablando, muchos catalanes se perder¨ªan ese emblema de di¨¢logo. Es una escultura, obra de Juan Mu?oz, que simboliza los premios al talento espa?ol que desde all¨ª se dan desde hace casi una d¨¦cada para alentar el conocimiento y la inteligencia, para mejorar lo que ??igo Errej¨®n llama "la conversaci¨®n espa?ola". Esa fundaci¨®n sigue actuando en todo el pa¨ªs, y sigue en Girona, pero all¨ª no es desde hace rato recibida como lo que es, un monumento a la inteligencia, sino como una excrecencia de esta Espa?a lamentable.

La enemistad est¨¢ creada. Una de las dos partes ha de llamar antes, o ambas simult¨¢neamente, para acabar con esta locura. De momento les dejo el aliento de un poeta catal¨¢n, Joan Margarit, que hace nada recit¨®, en Madrid y en Barcelona, con el granadino Luis Garc¨ªa Montero a favor de la paz civil que elimine, de momento, tanta enemistad, semejante inquina. El verso: "El viento os traer¨¢ nuestra llamada". De alguna parte ha de venir. Por piedad, por paz, por los perdones.