Teor¨ªa y pr¨¢ctica de la socializaci¨®n del sufrimiento
La estrategia de ETA y HB para colapsar la democracia en 1995 cataliz¨® las grandes movilizaciones sociales que acabaron con la banda
Lo dise?aron como una herramienta para extender el dolor y cien asesinatos y miles de actos de terror despu¨¦s, acabaron por volverse contra ellos. A principios de 1995 Herri Batasuna oficializ¨® una nueva estrategia que consideraba ¡°leg¨ªtimo¡± utilizar ¡°todas las formas de lucha, tanto la institucional, la de la calle como la lucha armada¡± contra sus enemigos. ETA llevaba m¨¢s de 750 asesinatos, pero no consegu¨ªa sus objetivos y la izquierda abertzale dio un paso m¨¢s que sintonizaba al 100% con las directrices de ETA para aniquilar al discrepante. Se llamaba Oldartzen (acometiendo), y con el tiempo se rebautiz¨® como la de "la socializaci¨®n del sufrimiento".
El atentado que inaugur¨® ese periodo en la historia terrible de ETA, en 1995 fue el de Gregorio Ord¨®?ez, el teniente de alcalde de San Sebasti¨¢n del PP al que siguieron muchos m¨¢s, entre ellos el secuestro y asesinato del concejal del PP de Ermua, Miguel ?ngel Blanco en 1997. "A mi hermano lo mat¨® ETA , pero la orden sali¨® del despacho de al lado de mi hermano en el Ayuntamiento de San Sebasti¨¢n, del despacho del grupo de HB. Le mataron porque mi hermano socializaba la valent¨ªa", explica Consuelo Ord¨®?ez. ¡°Sin la participaci¨®n activa de HB y sin ese colch¨®n social, ETA no hubiera durado tanto tiempo¡±, explica?el doctor en historia por la Universidad del Pa¨ªs Vasco, y autor del Informe Foronda, Ra¨²l L¨®pez Romo.
¡°Desde el punto de vista humano tuvo un impacto tremendo¡±, asegura el diputado socialista Eduardo Madina, una de las v¨ªctimas de ETA y de esa estrategia en 2002: ¡°La extensi¨®n del terror como la piedra angular del totalitarismo tuvo unas consecuencias terribles¡±, recuerda. ¡°Desde el punto de vista pol¨ªtico esa etapa supuso el inicio de las grandes movilizaciones sociales que acabaron actuando como un catalizador del final de ETA¡±, explica. Solo en 1996, los grupos de apoyo a la organizaci¨®n terrorista organizados en lo que se denomin¨® la kale borroka atacaron 50 sedes del PNV, 26 de PSE-EE, ocho del PP, ocho de EA y cuatro de IU. Todav¨ªa en 1996 los partidos vascos caminaban de la mano. El pacto de Ajuria Enea se hab¨ªa firmado por todos menos HB en 1988 y la frontera estaba situada entre dem¨®cratas y violentos. PNV y PSE gobernaban en coalici¨®n.
La divisi¨®n del Pacto de Lizarra
Uno de los momentos en los que se manifest¨® la gran divisi¨®n pol¨ªtica entre nacionalistas y no nacionalistas que consagr¨® el Pacto de Lizarra se produjo en febrero de 2.000 cuando ETA asesin¨® con una furgoneta bomba al que hab¨ªa sido vicelehendakari socialista, Fernando Buesa y a su escolta, Jorge D¨ªez.
El lehendakari Ibarretxe rompi¨® el pacto de legislatura que su Gobierno (PNV-EA) hab¨ªa suscrito en mayo de 1999 con Euskal Herritarrok, los herederos de HB, pero no logr¨® la unidad de los dem¨®ctaras. Aquel d¨ªa los dem¨®cratas no gritaron unidos contra ETA. Se gritaron los unos a los otros. Socialistas y populares protestaron por el asesinato. El PNV y EA organizaron otra marcha en Vitoria en favor del lehendakari cuyo impulso soberanista releg¨® al PNV a la oposici¨®n en las elecciones de 2008, por primera vez desde la recuperaci¨®n de la democracia en Espa?a.
Tres a?os despu¨¦s de poner en marcha Oldartzen, y convencido de que aquello supondr¨ªa el fin de ETA, el PNV suscribi¨® el Pacto de Lizarra firmado por partidos y asociaciones soberanistas, con el pl¨¢cet de la banda. Se equivocaron. A partir de ese momento la brecha se traz¨® entre nacionalistas y no nacionalistas y los segundos se convirtieron en los enemigos. Sin embargo, la magnitud de las concentraciones y manifestaciones de los ciudadanos, en Euskadi y en el resto de Espa?a, super¨® con creces la divisi¨®n que se abri¨® en los partidos vascos tras la firma del Pacto de Lizarra.
ETA asesin¨® durante la vigencia de Oldartzen a 98 personas, una treintena eran pol¨ªticos, cuando en los doce a?os anteriores sus v¨ªctimas se elevaron a 450. Herri Batasuna, el brazo pol¨ªtico de ETA, dirigido entonces con pu?o y letra de hierro por Rufi Etxeberria, -posiblemente coautor de la ponencia- dio cobertura a una situaci¨®n de violencia irrespirable en Euskadi que influy¨® en la pol¨ªtica vasca. El manual de aquella locura se basaba en complementar los asesinatos, -ahora ya sobre todo con coche bomba, m¨¢s f¨¢ciles e indiscriminados-, con pintadas, iconograf¨ªa amenazante, las llamadas telef¨®nicas personales, los insultos en la calle o en los bares, las cartas an¨®nimas a los hijos y parejas de los amenazados y la presi¨®n que supon¨ªa las concentraciones frente a domicilios particulares, y el fuego de los c¨®cteles molotov y la kale borroka.
En 2002, hab¨ªa 963 personas escoltadas por la amenaza de ETA, sin contar a los 11.483 agentes trabajando en el Pa¨ªs Vasco, todos ellos objetivos de la banda; de ellos, 4.365 eran efectivos de las FSE y los 7.118 restantes eran ertzainas.
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