Guacamayos y cacat¨²as en mitad de La Mancha
Un santuario en Toledo acoge cientos de animales recuperados del comercio y la tenencia ilegal
Los chillidos de nueve loros indonesios irrumpen en una finca de la provincia de Toledo. Las plumas rojas, amarillas, verdes y moradas de las aves contrastan con el paisaje ¨¢rido de Castilla-La Mancha, adonde?fueron trasladados despu¨¦s de que el Servicio de Protecci¨®n de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil los recuperara del tr¨¢fico ilegal.?Como estas aves, que est¨¢n bajo el cuidado de veterinarios de la Fundaci¨®n para la Investigaci¨®n en Etolog¨ªa y Biodiversidad (FIEB), cientos de espec¨ªmenes son destinados cada a?o a centros de recuperaci¨®n, donde permanecen mientras se resuelven los expedientes abiertos tras su decomisaci¨®n.?
La fundaci¨®n alcanz¨® en 2013 un acuerdo con la autoridad administrativa en Espa?a del Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES, por sus siglas en ingl¨¦s) para alojar a algunos de los animales recuperados. Ahora FIEB acoge en sus instalaciones a m¨¢s de 436 individuos rescatados de 30 especies distintas. Los felinos y grandes primates decomisados del tr¨¢fico o la tenencia ilegal en Espa?a son llevados al otro centro de rescate CITES, en Alicante, y m¨¢s animales se distribuyen en los 27 centros colaboradores ¡ªzool¨®gico o centros de educaci¨®n ambiental ¡ªque hay en el pa¨ªs.
"La tarea de estos centros es mantener a los animales en las mejores condiciones posibles hasta que se resuelva el expediente", explica por tel¨¦fono Mercedes N¨²?ez, coordinadora Nacional CITES en Espa?a. N¨²?ez afirma que el compromiso con el convenio es "absoluto", aunque aclara: "Somos consciente de que no se cubre el 100% de los gastos".
En la finca de m¨¢s de diez hect¨¢reas, Carmen Aranda, coordinadora de FIEB,?avanza por los caminos de piedra que comunican las ¨¢reas diferenciadas para recibir aves, reptiles, peque?os mam¨ªferos no primates y los anfibios. Dos guacamayos que han perdido las plumas de su pecho caminan y se cuelgan con ayuda de sus picos?de las rejas de?una jaula vecina a la de los loros indonesios. Viven en una de las jaulas que se suceden una pegada a la otra. "Los animales llegan en muy mal estado", cuenta Aranda. Las aves suelen ser trasladadas en botellas, seg¨²n detalla: "La mayor¨ªa llegan asfixiados". Se decomisan, adem¨¢s, anfibios y mam¨ªferos: "Algunos vienen sedados, para?que respiren muy poquito".?
Cuando llegan, la mayor¨ªa de los animales pasan d¨ªas sin comer y suelen estar deshidratados. "Si son de la naturaleza vienen estresad¨ªsimos y muchos a punto de morir y si son expoliados de un particular suelen venir en malas condiciones de alimentaci¨®n", alerta la veterinaria. Los seis trabajadores de la fundaci¨®n y los voluntarios que reciben a los animales intentan, primero, que recuperen su salud: "A partir de entonces, intentamos recuperarlos a nivel social". Para eso, prueban introducirlos en grupos y buscan asemejar las condiciones de la jaula a las de la naturaleza.
"Es muy dif¨ªcil reproducir un ambiente realmente bueno para que el animal se acostumbre y viva bien", advierte Aranda. Adem¨¢s, les ponen juguetes de troncos y otros materiales y les esconden la comida para enriquecer a¨²n m¨¢s el ambiente: "En la naturaleza un p¨¢jaro puede tardar 15 o 16 horas al d¨ªa buscando comida y alimentarse y ac¨¢ comen en un bol", resume la veterinaria.
Chema, un b¨²ho nival que vive en una jaula donde los chillidos de los loros ya casi no se sienten, lleg¨® hace cinco a?os sin plumas en las patas y el pecho, un ala amputada y una fractura mal curada que le impide volar. El Seprona lo recuper¨® de un mercado medieval en el que lo expon¨ªan paran que los visitantes se hicieran fotograf¨ªas. Este ave rapaz, t¨ªpica de las zonas n¨®rdicas de Europa y Am¨¦rica, tampoco caza. "Hoy te toca conejo, que no te gusta ni un pelo", le dice Aranda mientras le acerca un trozo de carne, ya cortada, al pico. "Est¨¢ destinado a vivir por el suelo los quince o veinte a?os de vida que le quedan", se lamenta.
En la jaula de al lado del b¨²ho nival, un ave de Siberia permanece inm¨®vil bajo la sombra, donde el sol del mediod¨ªa toledano no le llega. M¨¢s all¨¢, dos pares de ¨¢guilas harris reposan en un tronco mientras dos trabajadores del centro renuevan el c¨¦sped falso que cubre uno de los troncos de su jaula. Aranda reconoce que no es ideal que los animales vayan a un centro de rescate: "Es la ¨²nica salida que tienen, pero lo ideal es que no lleguen nunca porque una vez que llegan a un centro pueden estar aqu¨ª much¨ªsimos a?os".
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