El fracaso m¨¢s amargo de Lesmes
La pol¨¦mica de las hipotecas supone un serio varapalo para la credibilidad de la justicia
Nada m¨¢s llegar, en diciembre de 2013, a la presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Lesmes Serrano, nacido en Madrid en 1958 y padre de cinco hijos, encendi¨® la mecha de una granada que ahora le acaba de explotar. Antes de cumplir los 100 d¨ªas en el cargo, Lesmes, que accedi¨® a la judicatura despu¨¦s de haber ejercido durante nueve a?os como fiscal y a la presidencia de los jueces despu¨¦s de ocho a?os en cargos pol¨ªticos durante los sucesivos gobiernos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ¡ªdirector general de Objecci¨®n de Conciencia y de Relaciones con la Administraci¨®n de Justicia¡ª, declar¨®: ¡°El Consejo se crea para dos funciones que se considera que no pueden estar en manos del Gobierno: el nombramiento de cargos judiciales y el ejercicio de la disciplina, porque al juez se le controla con el palo y la zanahoria¡±.
?Aquello del palo y la zanahoria no solo sent¨® como un tiro en la carrera judicial ¡ªtres de las cuatro asociaciones exigieron una rectificaci¨®n y una de ellas la dimisi¨®n¡ª, sino que se convirti¨® en todo un programa de gobierno: el mandato de Lesmes, que expira el 4 de diciembre, se ha caracterizado, seg¨²n sus cr¨ªticos, por un presidencialismo muy marcado, favorecido por la reforma de la Ley Org¨¢nica del Poder Judicial de Alberto Ruiz-Gallard¨®n que ¨¦l ayud¨® a dise?ar. En virtud de la nueva ley, ya no se necesitan los votos de los tres quintos de los vocales del Consejo General del Poder Judicial para nombrar a los magistrados del Tribunal Supremo o a los presidentes de Sala, de los tribunales superiores de justicia o de las audiencias provinciales, sino tan solo mayor¨ªa simple. Si bien es verdad que, de los 225 nombramientos aprobados en los ¨²ltimos cinco a?os, 207 lo han sido por unanimidad o mayor¨ªa cualificada de tres quintos, los 18 que lo han sido por mayor¨ªa simple le han servido a Lesmes para colocar a sus afines, lo que, a la postre, le ha supuesto su mayor fracaso.
La imposici¨®n de Luis D¨ªez-Picazo en la Sala de lo Contencioso-administrativo (la Sala Tercera) del Tribunal Supremo ya fue pol¨¦mica en 2015, pero ahora, con su nefasta gesti¨®n del conflicto de las hipotecas, vuelven a surgir las voces que consideraron su nombramiento una ¡°arbitrariedad¡± y una imposici¨®n del PP, porque?D¨ªez-Picazo hab¨ªa participado, junto a Lesmes, en la reforma de Ruiz-Gallard¨®n. ¡°Lesmes tiene su gran cuota de responsabilidad en lo que ha sucedido¡±, explica un magistrado de larga experiencia, ¡°porque se empe?¨® en nombrar presidente de la sala de lo contencioso a D¨ªez-Picazo un buen jurista, pero sin experiencia jurisdiccional, y por eso ten¨ªa muy dif¨ªcil dirigir una sala tan complicada, compuesta por muchos magistrados con gran experiencia. Hay que tener mucha auctoritas para poder dirigir esa sala y sobre todo hay que tener experiencia en el manejo de los temas jurisdiccionales, que no son los mismos que los acad¨¦micos. Aqu¨ª, al final de la deliberaci¨®n hay que decidir¡±. ¡°Por eso D¨ªez-Picazo se opon¨ªa a la celebraci¨®n de plenos¡±, prosigue este magistrado, ¡°porque no los controlaba bien, y esa aversi¨®n provoc¨® lo que ha pasado¡±.
El cambio introducido en la reforma de la Ley Org¨¢nica del Poder Judicial para cambiar la mayor¨ªa necesaria para los nombramientos propici¨® tambi¨¦n la designaci¨®n de Manuel Marchena como presidente de la Sala de lo Penal. Lesmes se asegur¨® as¨ª el control de las dos salas estrat¨¦gicas.
La correcci¨®n en el trato y la gran capacidad de trabajo que le alaban sus partidarios, se convierte en arrogancia y obsesi¨®n por el control para sus detractores. La austeridad en el gasto ¡ªen el periodo 2013-2018 se ha reducido en un 8,21% el presupuesto del CGPJ¡ª es visto por sus cr¨ªticos como dejaci¨®n de funciones. Los vocales llegaron a reclamar un programa y unos objetivos. ?l dijo que no. Que el principal objetivo era la austeridad.
Para muchos, otro problema de su mandato ha sido la comunicaci¨®n. Un magistrado de Madrid y una de Barcelona, de distinta sensibilidad, coinciden en la explicaci¨®n: ¡°La justicia es mal percibida por la sociedad y hoy, si algo no se comunica, no existe. Aquello de ¡°el buen pa?o en el arco se vende¡± ya no vale. Antes de Lesmes, los responsables del CGPJ ya hab¨ªan optado por tener un portavoz. Fueron los casos de Enrique L¨®pez o Gabriela Bravo. Eran jueces, daban la cara por el Consejo, explicaban los problemas. Lesmes acab¨® con eso y, seg¨²n sus cr¨ªticos, invisibiliz¨® el Consejo y dej¨® de tener una voz que explicara lo que all¨ª se hac¨ªa. Ha ocurrido en el caso del proc¨¦s y ha vuelto a pasar en el de las hipotecas. No hab¨ªa nadie que explicara nada y ha tenido que ser el propio Lesmes el que ha tenido que salir a pedir disculpas.
Cuando fue nombrado presidente, Lesmes aseguraba que el CGPJ era ¡°el palacio de las intrigas¡± y que iba a acabar con esa situaci¨®n. Cinco a?os despu¨¦s, el Supremo y el Poder Judicial quedan en entredicho ante los ciudadanos y ante los propios jueces, justo cuando el alto tribunal est¨¢ a punto de enfrentarse a uno de los juicios m¨¢s relevantes de sus dos siglos de historia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.