S¨¢nchez cuadra mejor las cuentas de los hogares que las p¨²blicas
El Gobierno elev¨® el gasto pero no puede aprobar impuestos para compensarlo y deja sin solucionar el d¨¦ficit; las subidas de sueldos y pensiones mejora la situaci¨®n de las familias
El Gobierno de Pedro S¨¢nchez aterriz¨® hace casi nueve meses con poco margen de actuaci¨®n pero mucha ambici¨®n en materia econ¨®mica. La hoja de ruta se la hab¨ªa marcado un par de meses antes, con un presupuesto alternativo que public¨® desde la oposici¨®n. Las l¨ªneas estaban claras: un aumento multimillonario del gasto p¨²blico y m¨¢s impuestos con los que poder pagar la factura de una agenda social ambiciosa. Lo primero han conseguido en parte desplegarlo. Han llevado adelante la subida de pensiones el 1,6% y el salario de los funcionarios el 2,25% (dos compromisos del anterior Gobierno), y el salario m¨ªnimo ha dado el salto m¨¢s grande de la democracia, hasta los 900 euros: las cuentas de los hogares cuadran mejor con ese empuj¨®n. El ajuste del d¨¦ficit se les ha atragantado m¨¢s con sus escasos 84 diputados y la imposibilidad de aprobar el presupuestos. Los nuevos impuestos dormir¨¢n el sue?o de los justos. Y el agujero fiscal ser¨¢ la patata caliente con el que deber¨¢ lidiar el pr¨®ximo ministro de Hacienda: el d¨¦ficit p¨²blico espa?ol sigue siendo el mayor de la eurozona, y la deuda p¨²blica roza el 100% del PIB. Mal equipaje para la pr¨®xima crisis.
El resultado es que, de cara a Bruselas, el Gobierno de Pedro S¨¢nchez deja los n¨²meros tan endiablados como los encontr¨®: entraron en el Gobierno cuando Espa?a ten¨ªa el descuadre en las cuentas p¨²blicas m¨¢s elevado de la UE: el 3,1% al final de 2017. Saldr¨¢n dej¨¢ndolo alto (previsiblemente el 2,7% en 2018) y con compromisos suficientes como para que siga por encima del 2% en 2019. Si el d¨¦ficit espa?ol no lidera la UE, ser¨¢ porque a Francia se le habr¨¢ ido todav¨ªa m¨¢s la mano. Las cuentas p¨²blicas, en fin, no cuadran; a cambio, las de muchos hogares s¨ª cuadran un poco mejor, con mayores pensiones y salarios. Y eso que la falta de presupuestos ha impedido llevar la agenda social m¨¢s lejos y aprobar la subida de las becas, los fondos para dependencia, contra violencia de g¨¦nero o contra la pobreza infantil.
Subir las pensiones el 1 de enero el 1,6% y las m¨ªnimas en 3% le cuesta al Estado 2.600 millones al a?o. Eso s¨ª: se benefician de eso 10,5 millones de espa?oles. Elevar los sueldos de los funcionarios el 2,25% supone unos 3.400 millones de euros: unos tres millones de trabajadores p¨²blicos ya lo cobran desde el 1 de enero. Con la tasa Google, la tasa Tobin, los cambios en el impuesto de sociedades y otras medidas fiscales ¡ªque no ver¨¢n la luz porque las Cortes quedar¨¢n disueltas en dos semanas¡ª el Gobierno calculaba que era capaz de recaudar casi 5.700 millones m¨¢s. Eso, sumado a una muy generosa previsi¨®n de ingresos tributarios por la mejora del consumo interno gracias a los sueldos m¨¢s altos, deb¨ªa permitir dejar el d¨¦ficit por debajo del 1,8%. Incluso, por debajo del 1,3%, seg¨²n se aventur¨® a decir Hacienda pese al escepticismo general entre los expertos.
Muchas voces (desde la Autoridad Fiscal Independiente al Banco de Espa?a) han tachado esas previsiones de optimistas. Ahora parecen ciencia ficci¨®n, porque el gasto est¨¢ comprometido e incluso ha empezado a desembolsarse, y buena parte del alza de ingresos se ha desvanecido sin presupuestos. Los nuevos impuestos no van a llegar. En 2018, si se cumplen las previsiones, el d¨¦ficit se ha quedado cerca del 2,7%; en 2019 Espa?a terminar¨¢ por encima del 2%, puede que cerca del 2,5% del PIB si se cumplen los peores augurios. Ese agujero no le va a gustar a Bruselas. Tampoco le va a gustar que la deuda p¨²blica siga cerca del 96% del PIB. Aun as¨ª, es posible que el brazo ejecutivo de la UE muestre solo un discreto disgusto. Porque Espa?a, pese a todo, es un alumno de notable en comparaci¨®n con el constante desaf¨ªo de Italia y el caos del Brexit. Lo ¨²nico que cuenta ahora mismo para Bruselas es dejar el d¨¦ficit claramente por debajo del sacrosanto 3% del PIB y seguir dando muestras de compromiso con el proyecto europeo.
Espa?a terminar¨¢ 2019 con el mayor d¨¦ficit de la zona euro, pero tambi¨¦n con uno de los crecimientos econ¨®micos m¨¢s s¨®lidos, previsiblemente en el 2,2%. En medio de la desaceleraci¨®n que arrecia en todo el Atl¨¢ntico Norte y pese a la retirada de buena parte de los vientos de cola del ¨²ltimo lustro, el PIB espa?ol aguanta el tipo. Cierra el 2018 creciendo a tasas trimestrales del 0,6%: ya quisieran poder decir lo mismo Alemania (0,0%), Italia (-0,1%) e incluso Francia (0,2%). Parte de los vientos de cola no abandonaron a S¨¢nchez: el petr¨®leo sigue barato. Y eso, para un pa¨ªs como Espa?a, dependiente de las importaciones de crudo, es ox¨ªgeno puro. El colch¨®n por los est¨ªmulos del Banco Central Europeo ha seguido anestesiando a los mercados y la prima de riesgo. Los turistas llegan. El sector inmobiliario despierta. Y el paro, el gran problema de Espa?a, sigue por encima del 14%, pero al menos no ha dejado de bajar.
El ministerio de Econom¨ªa deja algunos deberes hechos. La mayor¨ªa son poco glamurosos, pero alguien ten¨ªa que hacerlos: se ha dedicado a trasponer muchas directivas europeas que los anteriores departamentos del PP hab¨ªan escondido en el caj¨®n. La ley hipotecaria puede que sea la ¨²ltima herencia: deber¨ªa aprobarse el jueves en el Congreso, tras un largo proceso parlamentario. De no salir adelante, Espa?a se arriesgaba a una multa de Bruselas de 100.000 euros diarios, porque la Comisi¨®n Europea lleva esperando desde 2014 a que sea aplicada. Incluye nuevas obligaciones para la banca y algunas protecciones extra para los hipotecados, sobre todo, en materia de reclamaciones, embargos y desahucios.
Si al Gobierno se le podr¨¢ achacar (muy probablemente) una promesa incumplida en materia econ¨®mica, es la de la reforma laboral. S¨¢nchez, desde la oposici¨®n, lleg¨® a hablar de derogarla. Luego de derogarla parcialmente. La ministra de Trabajo, Magdalena Valerio, se comprometi¨® a eliminar ¡°los elementos m¨¢s lesivos¡± de la reforma de 2012. Los sindicatos han presionado hasta el ¨²ltimo momento para forzar los cambios. Pero sigue en un caj¨®n. CC OO y UGT aseguran que el Gobierno todav¨ªa est¨¢ a tiempo: si lo aprueba por decreto ley, podr¨ªa tratar de convalidarlo aunque sea en el tiempo de descuento. No parece probable que lograra los apoyos necesarios. Aunque tampoco parece que tuviera mucho que perder por intentarlo.
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