?Lo escuchan? Es Espa?a flipando
Rivera se erigi¨® en protagonista del debate porque un 'sorpasso' de Vox condena a su partido a un retrato poselectoral feroz
La primera?consecuencia de la intervenci¨®n de Albert Rivera fue anular a Pablo Casado. Rivera lo ech¨® a empujones de su papel, le arrebat¨® el vocabulario y hasta el rubor en las mejillas, dejando al l¨ªder del PP p¨¢lido y desbordado la primera mitad del debate. Rivera pidi¨® la dimisi¨®n de Rosa Mar¨ªa Mateo y le dijo a S¨¢nchez que llevaba la palabra ¡°indultos¡± en la frente, una expresi¨®n que repiti¨® despu¨¦s haciendo que se la escrib¨ªa ¨¦l mismo en la suya, con tanto ¨¦nfasis que casi acaba el debate con ella escrita. Sac¨® la noticia de un ni?o Antonio arruinado a los 10 a?os por culpa de una mala herencia, ense?¨® una foto de S¨¢nchez con Torra y la dej¨® colocada en el atril como si fuese su mesilla de noche, le pas¨® luego un recorte a la mesa de S¨¢nchez, que se ¡°arrodilla ante quienes quieren liquidar Espa?a¡±, los que ¡°escupen¡± a Espa?a, si gobierna la izquierda ¡°c¨®janse la cartera¡± porque ¡°van a ir a saco¡± (?pako?), el ¡°milagro econ¨®mico del PP est¨¢ en la c¨¢rcel¡± con una foto de Rato entrando en el coche policial, ¡°no sea carca¡± a S¨¢nchez, ¡°se me saltaron las l¨¢grimas¡± y ¡°me duele Espa?a¡± al hablar del?proc¨¦s. El viaje al centro de Rivera, cuando lo emprenda, va a necesitar mucho queroseno.
Rivera (¡°?lo oyen?, es el silencio¡±) se erigi¨® en protagonista del debate porque un sorpasso de Vox condena a su partido a un retrato poselectoral feroz. Lo hizo transitando entre la efectividad y la verg¨¹enza ajena, especialmente en su discurso final declamando como un poetuitero. No luchaba contra nadie espec¨ªficamente en el plat¨®, sino contra Vox, llevando a los simpatizantes de la extrema derecha contra S¨¢nchez como un flautista de Hamelin; ning¨²n votante de Abascal pudo sentirse hu¨¦rfano en el debate a la hora de atizarle al presidente del Gobierno. Del jaleo organizado se benefici¨® Pablo Iglesias, que se pas¨® una hora y media pidiendo a la gente que bajase el tono porque no le dejaban leer la Constituci¨®n tranquilo, sin apretarle las tuercas a S¨¢nchez ni a nadie en general; fue el que menos espect¨¢culo dio y el que menos dio la murga con fotos, gr¨¢ficos y barritas, e intent¨® hablar de vivienda, salario m¨ªnimo y esos asuntos que suelen pasarse por alto en las grandes citas: que lo hiciese leyendo la Constituci¨®n hizo pensar en una futura Ley Fundamental con el director's cut del padre Iglesias, religioso constitucional, sin la injerencia de los art¨ªculos que menos le convienen. Fue, con todo, el que mejor estuvo, algo que en un debate as¨ª y con el electorado que se est¨¢ criando en Espa?a no implica necesariamente una victoria.
S¨¢nchez, el hombre sin cintura, perdi¨® su minuto de oro con el guion aprendido en lugar de responder a los silencios a los que apel¨® Rivera segundos antes. Le ocurri¨® lo mismo en su primer discurso; fue a pi?¨®n fijo y luego dej¨® silencios ruidosos a las preguntas de Iglesias y Rivera sobre sus pactos del d¨ªa despu¨¦s. Empez¨® acartonado con un tono profesoral que tuvo que remontar hasta aferrarse a una expresi¨®n (¡°detector de verdades¡±) que perdi¨® todo su encanto la segunda vez que la dijo. Bien es verdad que el destino del sintagma, Pablo Casado, ya estaba para entonces inmerso en su tradicional espiral de datos tergiversados y acusaciones chanantes (¡°Otegi dice que est¨¢ harto de que le llame todos los d¨ªas¡±) en su intento de volver a parecerse a s¨ª mismo. El mejor momento del apocado S¨¢nchez fue cuando hel¨® a Casado con las iniciativas parlamentarias que vot¨® el PP con Bildu en el Pa¨ªs Vasco ("?de qu¨¦ color tiene las manos?"); Casado eligi¨® cuidadosamente la enorme sonrisa con la que responder: esos segundos fueron eternos.
Casado primero genera una atm¨®sfera de realismo m¨¢gico antes de meterse en harina. Por ejemplo, si tiene que anunciar una revoluci¨®n fiscal, la anuncia como "la mejor de la historia". Si unos Presupuestos tienen a su juicio demasiado contenido social, no son socialistas ni socialdem¨®cratas, sino "comunistas". Estas exageraciones infantiles, casi divertidas, las utiliza como calentamiento suyo y del personal, de tal forma que cuando empieza a dar n¨²meros y porcentajes lo hace con la misma contundencia con la que dar¨ªa el censo de Macondo, su registro de nacimientos y defunciones. Sus n¨²meros son de verdad porque ya no pertenecen a este mundo.
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