Puigdemont, ?y ahora qu¨¦?

La sentencia sobre el proceso separatista allana en negro el futuro del expresidente Carles Puigdemont. Sus correligionarios presos han franqueado ya parte de un calvario carcelario que ¨¦l deber¨¢ transitar si vuelve a Espa?a o se hiciese efectiva la euroorden que este lunes reactiv¨® el juez instructor del Supremo Pablo Llarena.

Si vuelve, entregado o voluntariamente, acabar¨ªa entre rejas (se fug¨®). A esperar su propio juicio. Pero con una diferencia: no ser¨ªa juzgado en el Tribunal Supremo, sino en la Audiencia Nacional. ?Por qu¨¦? Aunque la sentencia haya condenado por sedici¨®n a sus colegas separatistas, su condici¨®n jur¨ªdica sigue siendo la de procesado por rebeli¨®n, lo que lleva aparejada la suspensi¨®n autom¨¢tica de funciones como eurodiputado. No le servir¨ªa alegar que hechos similares a los que se le atribuyen ya han sido calificados de sedici¨®n por el alto tribunal. Hasta que no sea juzgado, Puigdemont es reo de rebeli¨®n, lo que conlleva suspensi¨®n de funciones.

Tampoco podr¨¢ demandar que le levanten la suspensi¨®n bas¨¢ndose en su fuero por ser eurodiputado electo. El fuero de un parlamentario va unido al ejercicio de la funci¨®n p¨²blica. Y, si no la ejerce porque est¨¢ suspendido, no le protege tal fuero. Todo esto tendr¨¢ otra consecuencia: si no tiene fuero, el juez Llarena (una vez le env¨ªe a prisi¨®n) remitir¨ªa a Puigdemont ante la juez Mar¨ªa Tard¨®n, titular del Juzgado Central 3 de la Audiencia Nacional, el primero que abri¨® diligencias contra los cabecillas del proc¨¦s. El juicio, por tanto, ser¨ªa ante la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Y si al expresidente Puigdemont no le gusta la sentencia, puede recurrirla. En ese caso, ante la Sala de lo Penal que preside el juez Manuel Marchena.

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Para los l¨ªderes del proc¨¦s ya condenados, las posibilidades que tienen ahora de alcanzar la libertad a corto o medio plazo pueden venir ¡ªo no¡ª por dos v¨ªas. Por la del indulto (el presidente en funciones S¨¢nchez ya ha dicho que no conceder¨¢ esta medida de gracia) o por la v¨ªa del tercer grado penitenciario (solo tendr¨ªan que ir a la c¨¢rcel a dormir). La llave para otorgar el tercer grado la tiene de hecho el presidente de la Generalitat, Quim Torra, quien ha llamado a la desobediencia civil e incluso ha sugerido que les dejar¨ªa libres si eran condenados (se supone que otorg¨¢ndoles el tercer grado).

Legalmente, es la junta de tratamiento de la prisi¨®n (formada por t¨¦cnicos) la que debe proponer a los responsables de los servicios penitenciarios de la Generalitat si procede otorgar un r¨¦gimen de semilibertad y esta toma la decisi¨®n. De este modo, el Govern puede dar el tercer grado a¨²n en contra del criterio de los t¨¦cnicos. Eso s¨ª, tendr¨ªa que esforzarse mucho en la motivaci¨®n. Y no es nada f¨¢cil hacerlo ante penas del calibre de las impuestas a los ya condenados.

Darles el r¨¦gimen abierto en este momento, ser¨ªa enfrentarse a casi toda jurisprudencia penitenciaria. Y acechar¨ªa el delito de prevaricaci¨®n. Por otro lado, solo la Fiscal¨ªa (cuyo m¨¢ximo responsable es nombrado por el Gobierno central) puede recurrir un tercer grado ante el juez de vigilancia penitenciaria. En ¨²ltima instancia, el asunto puede volver a las manos del Supremo como tribunal sentenciador.