El a?o fren¨¦tico de Marchena
El presidente del tribunal del ¡®proc¨¦s¡¯ ha pasado del elogio un¨¢nime a encajar las crit¨ªcas de un sector por la sentencia
Mientras transcurr¨ªa el juicio del proc¨¦s, cuando le llov¨ªan los elogios por el aplomo con el que dirig¨ªa la vista oral, Manuel Marchena se esforzaba por mantener los pies en el suelo y repet¨ªa una reflexi¨®n: ¡°Me endiosan y luego me querr¨¢n matar. Este pa¨ªs es especialista en subir a alguien a los cielos y luego lanzarle a pedradas al infierno¡±. La frase ha resultado premonitoria a la vista de c¨®mo han recibido la sentencia del Tribunal Supremo los sectores m¨¢s partidarios de aplicar a los l¨ªderes independentistas el delito de rebeli¨®n y las largas penas que conlleva. El presidente de la Sala de lo Penal y ponente de esa resoluci¨®n est¨¢ llevando las cr¨ªticas con deportividad, seg¨²n su entorno.
La sentencia pone fin a un a?o fren¨¦tico para Marchena, que ha pasado de ser un magistrado pr¨¢cticamente desconocido fuera del ¨¢mbito judicial a convertirse en una especie de ¨ªdolo de masas cuyas intervenciones durante el juicio se recopilaban en videos de Youtube y se viralizaban entre aplausos por la Red. ?l era consciente de eso. Pero, adem¨¢s de esa cautela por saber que el fin de la historia no gustar¨ªa a todos, esgrim¨ªa otra raz¨®n para blindarse de las alabanzas: ¡°Los comentarios elogiosos hacen da?o porque te generan enemigos¡±.
Y a Marchena, seg¨²n coinciden quienes le tratan con frecuencia en el alto tribunal, le gusta llevarse bien con todo el mundo y, salvo excepciones, que las hay, lo consigue. Por eso cuando el PSOE acept¨® hace un a?o la propuesta del PP de situar al presidente de la Sala de lo Penal al frente del Consejo General del Poder Judicial a cambio de que el bloque progresista tuviera un vocal m¨¢s que el conservador, algunos magistrados advert¨ªan en el Supremo, medio en broma medio en serio, que Marchena solo necesitar¨ªa un pleno para revertir esa supuesta minor¨ªa. ¡°Es muy simp¨¢tico, muy seductor. Sabe convencerte para llevarte a su terreno¡±, resume un compa?ero.
Durante los cuatro meses que dur¨® la vista oral sol¨ªa comentar que la intensidad de las sesiones le imped¨ªa gozar de un juicio que cualquier magistrado sue?a con dirigir. ¡°Es un desaf¨ªo intelectual y jur¨ªdico, pero no lo disfruto¡±, musitaba. Aunque un tribunal es un ¨®rgano colegiado donde las decisiones se toman en com¨²n, la presidencia asume la direcci¨®n y todas las intervenciones durante la vista. En una como esta, retransmitida ¨ªntegramente en directo y con las defensas de los acusados mirando por adelantado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Marchena sab¨ªa que ten¨ªa que medir mucho sus palabras. Y eso, admit¨ªa, le generaba presi¨®n. Cada vez que ten¨ªa que hablar, aunque aparentara seguridad, estaba pensando en no meter la pata, confesaba a quien le alabara el temple que transmit¨ªan la mayor¨ªa de sus intervenciones.
A la tensi¨®n de no decir nada que pudiera ser malinterpretado por las defensas sumaba la de tener que tomar nota de todo lo que ocurr¨ªa para poder redactar la sentencia. Tecle¨® cada pregunta y cada respuesta. Cada intervenci¨®n de las defensas y de las acusaciones m¨ªnimamente trascendente. ¡°Es agotador¡±, coment¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n en su entorno.
Desconect¨® una vez. Apenas diez segundos, seg¨²n confes¨® luego. Y tuvo que pedir disculpas a la abogada Ana Bernaola, del equipo de defensa de Jordi S¨¤nchez, Josep Rull y Jordi Turull, a la que hab¨ªa cortado en medio del interrogatorio a un testigo, votante del 1-O, porque entendi¨® que estaba pregunt¨¢ndole por episodios ajenos a la jornada de votaci¨®n. El malentendido vino porque el presidente hab¨ªa cambiado de modelo de tableta y se atasc¨® con el teclado. Uno de sus compa?eros de tribunal se dio cuenta y le coment¨® el embrollo que se estaba haciendo apuntando la pregunta; y Marchena entendi¨® que la pregunta no proced¨ªa y la cort¨®.
Pese a la presi¨®n, el juicio fue m¨¢s fluido de lo que el tribunal pensaba antes de empezar. Hubo situaciones broncas, pero menos de las temidas. Antes de la vista, cuando decidieron emitir la a trav¨¦s de la p¨¢gina web del CGPJ, pensaron en instalar junto en la mesa del presidente un bot¨®n del p¨¢nico, un dispositivo que permitiera cortar la emisi¨®n si la cosa se pon¨ªa caliente. Pero Marchena, seg¨²n fuentes del Supremo, lo rechaz¨®.
El tribunal se hab¨ªa preparado para escenarios tensos, para tener que quitar la palabra a los abogados, para tener que cortar m¨ªtines pol¨ªticos. Y, aunque algo de eso hubo, la situaci¨®n nunca se desbord¨®. Solo un d¨ªa, en la sesi¨®n 44, Marchena perdi¨® la paciencia durante el interrogatorio a varios testigos propuestos por el presidente de ?mnium, Jordi Cuixart. Cort¨® a varios, les inst¨® a no replicarle, amag¨® con expulsar a alguno y el tribunal lleg¨® a difundir su ¡°profundo malestar¡± por el comportamiento ¡°intolerable¡± de algunos comparecientes.
Aunque la situaci¨®n siempre se mantuvo bajo control, cuando acababa la sesi¨®n y sus compa?eros se marchaban Marchena se sol¨ªa quedar en la sala donde se reun¨ªan los magistrados en los recesos y all¨ª permanec¨ªa un rato en un ejercicio de descompresi¨®n.
La redacci¨®n de la sentencia, cuentan en su entorno, la afront¨® con menos temor que el juicio. Empez¨® nada m¨¢s acabar la vista y la ha terminado pocos d¨ªas antes de que se hiciera p¨²blica. Los miembros del tribunal se repartieron algunas partes del trabajo, como el an¨¢lisis de la implicaci¨®n individual de los 12 acusados, y el texto recoge aportaciones de todos. Pero Marchena, como hace el ponente de cualquier sentencia, ha escrito ¨ªntegramente la resoluci¨®n.
Tom¨® vacaciones 10 d¨ªas de agosto y, sobre todo en la fase final de la redacci¨®n, solo acud¨ªa al Supremo los d¨ªas se?alados para deliberar o a reuniones como presidente de la Sala de lo Penal. La mayor parte del tiempo trabajaba en casa. Le gusta escribir y cuenta a menudo que tiene en el periodismo una vocaci¨®n frustrada. Tambi¨¦n le tiraba la pol¨ªtica y lleg¨® a matricularse en Ciencias Pol¨ªticas en Madrid mientras estudiaba Derecho en Deusto. Pero no pod¨ªa ir a clase y lo acab¨® dejando a la mitad.
Marchena, como todos los miembros del tribunal, ha le¨ªdo mucho en el ¨²ltimo a?o sobre Catalu?a y las ra¨ªces del conflicto territorial. Desde la serie de reportajes publicados por Chaves Nogales en 1936 bajo el t¨ªtulo ?Qu¨¦ pasa en Catalu?a? al libro escrito por el exconsejero de Empresa Santi Vila, que dej¨® el Govern horas antes de que el Parlament aprobase la declaraci¨®n unilateral de independencia y ha sido condenado por desobediencia a un a?o y ocho meses de inhabilitaci¨®n. Las conversaciones sobre las lecturas relacionadas con el proc¨¦s se colaron m¨¢s de una vez en las deliberaciones posteriores al juicio.
El presidente del tribunal es pesimista con el conflicto catal¨¢n. Y su pesimismo, como el de otros magistrados, ha ido en aumento a medida que transcurr¨ªa el juicio y constataban la polarizaci¨®n de la sociedad catalana representada en los testigos de las acusaciones y las defensas. Les ha resultado inc¨®moda esa sensaci¨®n de que todo el pa¨ªs, y especialmente la clase pol¨ªtica, hab¨ªa descargado en ellos la responsabilidad de solucionar el problema. Estaban convencidos de que su sentencia, m¨¢s que resolverlo, lo pod¨ªa complicar. Otra reflexi¨®n que ha resultado premonitoria ante la escalada de violencia desatada tras la condena a los l¨ªderes del proc¨¦s.
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