Que Vox os lo premie
Lejos de ver el Valle de los Ca¨ªdos como una obra de exaltaci¨®n siempre lo percib¨ª como un adefesio de reprobaci¨®n y de condena
Yo estoy muy afectado. Tengo un ataque de escepticismo que me sobrecoge. El demonio del relativismo me posee, y mi idea de la historia de Espa?a me hace ser muy cauto. Nadie me comprende. Me rodea el fervor y a m¨ª me sube la desconfianza.
Lo que se lleva es destacar la valent¨ªa de los enterradores de muertos ya enterrados, cuando para m¨ª, valent¨ªa la tuvieron los que, habi¨¦ndose enfrentado a muerte en la Guerra Civil, decidieron enterrar el odio en un pacto que ha dado la paz y la prosperidad m¨¢s larga de nuestra historia. Estoy esperando todav¨ªa a los valientes que sepan bajarse de los maximalismos en que cabalgan y que nos conducen al precipicio.
Me identifico con la idea central del editorial que le dedic¨® EL PA?S, con un art¨ªculo de Ignacio Varela, en El Confidencial y con el de Daniel Gasc¨®n en EL PA?S del s¨¢bado. Lo de Varela pens¨¦ que era cosa de la edad. Pero Gasc¨®n es joven, y eso me desconcierta.
Por lo dem¨¢s solo veo ataques de solemnidad y de gozo. A m¨ª no me queda nada ni de lo uno ni de lo otro, porque lo gast¨¦ todo el d¨ªa en que muri¨® y, sobre todo, el d¨ªa que aprobamos la Constituci¨®n. Esa es la losa con la que el pueblo espa?ol enterr¨® a Franco y con la que puso fin al interminable y violento siglo XX, el m¨¢s largo de la historia. Eso s¨ª, me imaginaba al pueblo espa?ol sentado en paz sobre la losa de granito, por si acaso.
No soy de los que gustan de aventar las cenizas de los muertos, porque pienso que todos llevamos un siux sanguinario dentro en lo tocante a los cementerios. Y soy de los que creen que el t¨¦trico Valle de los Ca¨ªdos era un perfecto monumento al horror de la guerra y la posguerra, que caminaba de modo inexorable hacia el musgo y el olvido. Lejos de verlo como una obra de exaltaci¨®n siempre lo percib¨ª como un adefesio de reprobaci¨®n y de condena.
Por eso, aun a riesgo de la incomprensi¨®n, voy exactamente en direcci¨®n contraria: hubiera sacado a todas las v¨ªctimas de esa tumba oprobiosa, y a las de todas las cunetas, y hubiera dejado a Franco en el lugar en el que al parecer no quiso ser enterrado. Yo, en su lugar, tambi¨¦n lo hubiera rehuido, pero es lo que pasa cuando no lo dejas todo atado y bien atado.
Como he dicho en vano a los j¨®venes que me rodean, nada m¨¢s peligroso que desenterrar a un muerto que, por lo dem¨¢s, se estaba quietecito. Cre¨¦is haber desenterrado a Franco y lo hab¨¦is resucitado. Disfrutadlo, que yo ya lo disfrut¨¦ en vida. Que Vox y los independentistas os lo premien y si no, que la historia os lo demande.
Y hoy el No-Do podr¨ªa haber dicho, esta vez sin faltar a la verdad, que Franco sigue ganando batallas despu¨¦s de muerto: le ha arrebatado a Felipe El Hermoso el r¨¦cord de entierro m¨¢s largo de la historia de Espa?a. Si bien esta vez, en lugar de una reina loca que lo llore, hemos dispuesto de una vicepresidenta llenando de totales de celebraci¨®n la prensa, la radio y la televisi¨®n. As¨ª mudan los duelos en Espa?a.
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