El calendario de las fiestas perdidas de Madrid
El santoral marcaba muchas de las celebraciones populares que alegraban la vida de los madrile?os
FOTOGALER?A | Im¨¢genes de las romer¨ªas y verbenas que Madrid cambi¨® o dej¨® de celebrar
De la procesi¨®n a la romer¨ªa y la verbena: la medida del tiempo en Madrid la daban las fiestas. Las de la corte que fue la m¨¢s poderosa del mundo y tambi¨¦n las religiosas, que derivaban en populares. Si los festejos de la realeza y de la Iglesia serv¨ªan para asentar la jerarqu¨ªa social, las populares eran un batiburrillo de gentes que aprovechaban los el santoral para darse al baile, las comilonas, los juegos y el acercamiento social. Tal lleg¨® a ser la profusi¨®n de festivos que en el siglo XIX Narv¨¢ez impuls¨® una reforma radical para eliminar muchos de ellos.
Estas son solo algunas de las fiestas que los madrile?os actuales no pueden disfrutar o ya no en su formato original:
ENERO. Las vueltas en torno a San Ant¨®n. El patr¨®n de los animales concitaba una romer¨ªa en su iglesia de la calle Hortaleza, en torno a cuya manzana los participantes daban varias vueltas. En un dicho popular, dos castizos discut¨ªan cu¨¢l era el primer festejo del a?o. ¡°La primera verbena que Dios env¨ªa es la de San Antonio de la Florida¡¯, afirmaba uno. ¡®Detente, var¨®n, que primero va la de San Ant¨®n¡¯, le respond¨ªa otro¡±, detalla el director de la Imprenta Municipal, el historiador Francisco Mar¨ªn Perell¨®n.
FEBRERO. Prot¨¦genos la garganta, San Blas. En la colina del Retiro que hoy acoge el Observatorio Astron¨®mico hubo, hasta su demolici¨®n en el siglo XIX, una ermita dedicada a San Blas, santo protector de las gargantas. All¨ª marchaban en romer¨ªa los madrile?os cada 2 de febrero y com¨ªan las rosquillas ¡®curativas¡¯ del santo. La talla acab¨® en la iglesia de San Gin¨¦s y la romer¨ªa, en mera fiesta religiosa, hasta que hace unos a?os algunas asociaciones la recuperaron.
FEBRERO. Tres d¨ªas de Carnaval. La calle y la plaza Mayor acog¨ªan los carnavales madrile?os, que a veces se desmadraban. Los tres d¨ªas de Carnestolendas se tiraban al pr¨®jimo ¡°cosas sucias¡± o harina, salvado, naranjas o agua, se simulaban batallas en las que se repart¨ªan vejigazos ¡ªgolpes con vejigas de animal¡ª, se ataban a las colas de los perros trastos, y trapos a los vestidos de las gentes, como ha estudiado la profesora de Historia Moderna de la Universidad Aut¨®noma de Madrid Mar¨ªa Jos¨¦ del R¨ªo, autora de Madrid, Urbs regia. La capital ceremonial de la Monarqu¨ªa Cat¨®lica?(Marcial Pons, 2000).
La ¡®torre infiel¡¯ de Lavapi¨¦s
Las verbenas de San Joaqu¨ªn y Santa Ana, y de La Magdalena (desaparecidas) y las todav¨ªa festejadas de San Cayetano, La Paloma y San Lorenzo alegraban las noches de los madrile?os. Esta ¨²ltima, celebrada en la segunda semana de agosto, se volvi¨® especialmente divertida en 1889, el a?o de la Exposici¨®n Universal de Par¨ªs en la que se inaugur¨® la torre Eiffel. Vecinos y comerciantes de la calle Ave Mar¨ªa, en Lavapi¨¦s, financiaron una r¨¦plica en madera y tela de la famosa construcci¨®n parisina, que los residentes del barrio no tardaron en rebautizar con sorna como "la torre infiel", recoge la web de la Biblioteca Virtual memoriademadrid. Muchas fueron las veces en que la ciudad no escatim¨® dinero en los festejos. "Las relaciones de los gastos de las fiestas que se conservan en el Archivo de Villa suelen diferenciar entre fiestas ordinarias anuales y extraordinarias, celebradas con motivo de alg¨²n destacado acontecimiento: la proclamaci¨®n de un monarca, la canonizaci¨®n de un santo, el nacimiento de un infante, una boda real, la victoria en una batalla...", detalla Hortensia Barderas, directora del Museo de Madrid.
CUARESMA. La Mi-Car¨ºme, una fiesta que no cuaj¨®. En el siglo XIX se import¨® de Francia una fiesta elegante que celebraban las clases altas para aliviar la pesada penitencia de la Cuaresma y en las que varias mujeres se escog¨ªan como reinas. En 1908, una delegaci¨®n de las reinas de Par¨ªs visit¨® Madrid, y hasta la reina Mar¨ªa Cristina quiso conocerlas. Se sigui¨® celebrando, aunque sin mucho arraigo, hasta la d¨¦cada de los a?os treinta del siglo XX.
VIERNES SANTO. La Cara de Dios. Una de las romer¨ªas m¨¢s castizas se celebraba en la antigua capilla de Nuestra Se?ora de la Concepci¨®n, en la zona de la actual calle de la Princesa. ¡°Se llamaba popularmente la iglesia de la Cara de Dios porque albergaba un lienzo tosco de la Santa Faz¡±, describe el historiador Jos¨¦ Miguel Mu?oz de la Nava, del Museo de Historia de Madrid. Dej¨® de celebrarse cuando lo dispuso en 1918 el alcalde, Francos Rodr¨ªguez, pero se transform¨® en la verbena de San Fernando o de la Princesa, que cada 30 de mayo se festejaba cerca de Moncloa. La revista Nuevo Mundo describ¨ªa en 1905 la agon¨ªa de una celebraci¨®n que perd¨ªa su car¨¢cter piadoso: ¡°Hoy la fiesta es (...) un quebrantamiento del precepto del ayuno (...). A la Cara de Dios se va ante todo a ver mujeres bonitas y mantones de Manila¡±.
ABRIL. La alfarer¨ªa de San Marcos. En el siglo XV, Juan II concede a Madrid una feria de una semana de duraci¨®n con mercado franco, que se sigue celebrando como tal hasta que en el siglo XIX la liberalizaci¨®n econ¨®mica hace que pierda sentido. Se convierte entonces en una feria de alfarer¨ªa que se celebra en el entorno de la puerta de Atocha. ¡°Con Tierno Galv¨¢n la fiesta se recuper¨®, pero vinculada ya a San Isidro¡±, especifica Mar¨ªn Perell¨®n.
MAYO. Las Mayas y las Cruces. ¡°La de las Mayas era una fiesta de las ni?as y chicas j¨®venes que eleg¨ªan a la m¨¢s guapa de su barrio¡±, describe Del R¨ªo. Las muchachas engalanaban sus puertas con flores para celebrar la primavera. A la chica se la sentaba en un taburete ¡ª¡°la silla de la Reina¡±¡ª adornado con flores y sedas, y en volandas la llevaban a un trono decorado con tapices, colgaduras, alfombras, cuadros y cornucopias. All¨ª colocaban a la Maya y la coronaban soberana de la Primavera. Comenzaba entonces el baile, que duraba hasta altas horas. ¡°Aquellas fiestas, muy habituales en el Mediterr¨¢neo, tuvieron m¨¢s incidencia en los siglos XVI y XVII, y, aunque Carlos II las prohibiera por paganas, siguieron celebr¨¢ndose. Carlos III intent¨® regularlas y fueron decayendo y siendo sustituidas por la fiesta de las Cruces de Mayo, de ah¨ª que en muchas localidades se confundan¡±, detalla Mu?oz de la Nava. Hay constancia de que en torno a 1870 segu¨ªan celebr¨¢ndose. En los a?os 90 se recuperaron en Lavapi¨¦s.
MAYO/JUNIO. Un Corpus Christi tambi¨¦n profano. La principal fiesta de Madrid fue durante siglos la del Corpus Christi, como en otras ciudades como Granada, Sevilla o Toledo, que aunque sigue celebr¨¢ndose ha perdido el relumbr¨®n de anta?o, cuando todos los oficios y gremios ten¨ªan que organizar sus danzas y mojigangas a las que contribu¨ªa dando dinero el Ayuntamiento. Una figura esencial de la parte profana era la Tarasca, una carroza con la figura de un animal mitol¨®gico cabalgado por la de una mujer. ¡°Cada vez se hicieron m¨¢s sofisticadas, con aut¨®matas, fuegos artificiales¡ muchos madrile?os iban a verla¡±, comenta Mu?oz de la Nava, hasta que Carlos III las prohibi¨® por considerarlas m¨¢s profanas que religiosas.
JUNIO. Las ¡®brujas¡¯ de San Juan. Madrid no era ciudad de hogueras por San Juan, pero s¨ª de adivinas y supuestas hechiceras. ¡°Por fuentes de la Inquisici¨®n sabemos que se expedient¨® y se conden¨®, aunque no con mucho rigor, a mujeres que ven¨ªan de los alrededores de Madrid o de Valencia porque iban a recoger plantas a la Casa de Campo para sus rituales de magia¡±, ilustra Del R¨ªo, que destaca que la mujer tuvo mucha presencia en las fiestas populares y en las de la Corte, pero no tanto en otras, como las del Corpus. En el Madrid festivo las majas estaban siempre presentes. ¡°Sal¨ªan a pedir dinero y eran muy desenvueltas. Tanto, que llegaban a molestar. Acud¨ªan con panderos a los balcones y a las fiestas. Si no se les daba dinero, armaban bulla¡±, abunda la experta.
JULIO. Todos al Sotillo. La de Santiago el Verde fue una de las romer¨ªas m¨¢s concurridas y quiz¨¢ de las m¨¢s antiguas de Madrid. Los madrile?os iban a pasar un d¨ªa de campo al Sotillo, una peque?a isla en el Manzanares, a la altura de Villaverde. ¡°Posiblemente hubiera alguna ermita dedicada a Santiago en el lugar, pero no sabemos mucho m¨¢s¡±, apunta Mar¨ªn Perell¨®n. En el siglo XVII ya hab¨ªa deca¨ªdo y en el XVIII se hab¨ªa perdido por completo. En julio, el d¨ªa 26, se festejaba tambi¨¦n a San Joaqu¨ªn y Santa Ana, otra fiesta perdida.
SEPTIEMBRE. La Virgen del Puerto. La ermita de la Virgen del Puerto en el Manzanares que en el siglo XVIII mand¨® construir el corregidor de la ciudad, el Marqu¨¦s de Vadillo, atrajo la devoci¨®n de los numerosos asturianos que viv¨ªan en Madrid, que en la capital conservan sus costumbres de origen: bailan danzas regionales y comen bollos pre?aos. ¡°Se celebr¨® desde 1718 hasta la Guerra Civil, cuando toda la zona, incluida la ermita, qued¨® destruida. Las celebraciones se trasladaron a la zona de Arganzuela, pero decayeron¡±, detalla Mu?oz de la Nava.
Los reyes m¨¢s fiesteros
?"La corte de Felipe IV y de Carlos II mostraba una afici¨®n a las batallas burlescas de Carnaval y se inclu¨ªan en las partidas presupuestarias dinero para comprar huevos de agua de ¨¢mbar; se pod¨ªan lanzar hasta m¨¢s de mil en un solo d¨ªa", apunta Del R¨ªo. Mejor ese olor arom¨¢tico que el de las inmundicias que se arrojaba entre s¨ª la plebe, aunque los cortesanos y el pueblo llano se encontrasen en muchas celebraciones. Las parroquias organizaban procesiones para llevar la comuni¨®n a los enfermos que no pod¨ªan comulgar en las iglesias. Los Habsburgo asentaron una costumbre que hoy se podr¨ªa calificar de populista. "Hay un grabado en el que se ve a Carlos II y su s¨¦quito por el paseo de la Florida y se encuentran con un cura que va a llevar la eucarist¨ªa a un enfermo; el rey le cede su carroza, y era una manera de decir que Dios estaba con la Monarqu¨ªa Cat¨®lica", se?ala la investigadora. El a?o estaba cuajado de fiestas de Corte, un equivalente a nuestros d¨ªas festivos, en los que cerraban muchas instituciones oficiales.?Lleg¨® el siglo XIX y hubo que poner pie en pared. "El calendario era tan denso que se hace la reforma m¨¢s radial hasta entonces, en ¨¦poca, curiosamente, del conservador Narv¨¢ez". Y aquella limpia tuvo una v¨ªctima inesperada: las im¨¢genes religiosas que la gente colocaba en los edificios. "Se busc¨® eliminarlas, porque se dec¨ªa que si la gente quer¨ªa venerarlas, que lo hicera en las iglesias. En torno a aquellas figuras se concitaban festejos, y hay que tener en cuenta que una fiesta en la calle siempre cuesta m¨¢s de controlar", ilustra la investigadora.
A LO LARGO DEL A?O. El Dios grande y el Dios chico. Algunas procesiones se llamaban ¡°de impedidos¡± porque estaban dedicadas a los enfermos que no pod¨ªan ir a la iglesia a comulgar: los sacerdotes y los hermanos de las cofrad¨ªas les llevaban la comuni¨®n a su casa por la ma?ana y, ya por la tarde, se celebraban bailes en los portales. La fiesta dej¨® huella en el callejero, sospecha Mar¨ªa Jos¨¦ del R¨ªo: ¡°Los nombres de las calles Mediod¨ªa Grande y Mediod¨ªa Chica, en La Latina, provienen del itinerario de las fiestas de impedidos¡±. ¡®Mediod¨ªa¡¯ se refiere a Dios, hecho cuerpo en la eucarist¨ªa. El Dios grande era el que procesionaba bajo palio grande y el chico, con palio peque?o, por las calles m¨¢s estrechas¡±. Estas procesiones tuvieron ¡°una fuerza?muy notable¡± en Madrid hasta mediados del siglo XX. Hace 20 a?os, la investigadora lleg¨® a conocer a una anciana de unos 80 a?os que se ganaba el pan vendiendo aleluyas, unos papelitos en los que aparec¨ªa escrita la palabra para alabar al santo en procesi¨®n.
Este reportaje pertenece a la serie ?rase una vez Madrid, dedicada divulgar a aspectos poco conocidos del pasado de la ciudad y que se publican semanalmente a lo largo del verano. Puede leer aqu¨ª los reportajes ya publicados Las otras 'Gran V¨ªa' que no pudieron ser, La primera plaza de Espa?a de la que solo se salv¨® Cervantes, Una enorme calle para un ¡®Escorial¡¯ laico y republicano y De la pol¨¦mica Almudena a un ¡®San Pedro¡¯ futurista para Madrid; y ver las fotogaler¨ªas As¨ª ser¨ªa el Madrid del futuro, Tres siglos de la plaza de Espa?a de un vistazo, La Castellana naci¨® de una fuente y una casa de campo y Las catedrales que pudo tener Madrid.
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