Educar en Inteligencia Artificial
Que la balanza de pros y contras de la IA se decline del lado positivo va m¨¢s all¨¢ de formar en su conocimiento t¨¦cnico. Supone, sobre todo, ense?ar c¨®mo utilizar su potencial de manera ¨¦tica y responsable
El sistema educativo al completo se encuentra atento a los cambios a introducir para adaptarse al impacto de la Inteligencia Artificial (IA) sobre la investigaci¨®n, la docencia y la propia gesti¨®n institucional. Se reclama una participaci¨®n activa de los reguladores para poner l¨ªmite a los peligros que la IA puede presentar ¨Den caso de mal uso y abuso¨D sobre las personas, especialmente sobre los m¨¢s vulnerables. Entre ellos, destacan los menores, pero nadie queda exento de sufrir las consecuencias negativas que pueden derivarse en determinadas circunstancias. El Consenso de Pek¨ªn, que la UNESCO promulg¨® en 2019, se?ala las pautas que deben seguirse para preparar a quienes formulan las pol¨ªticas educativas en materia de IA, si bien todav¨ªa no contamos con un an¨¢lisis de c¨®mo se han implantado estas recomendaciones.
Por otro lado, las instituciones educativas conocen bien las resistencias culturales a los cambios. El miedo a lo incierto, al error, puede resultar paralizante o al menos ralentizar la aceleraci¨®n de la innovaci¨®n tecnol¨®gica y tambi¨¦n docente. Ante la inteligencia artificial, no merece la pena centrar el debate sobre si las m¨¢quinas aniquilar¨¢n la funci¨®n docente ¨Dalgo que se antoja improbable¨D, sino de qu¨¦ manera la van a transformar. El modo de dar clase ha de ser completamente repensado y con ¨¦l, el rol que los educadores tienen para guiar en el buen uso de una tecnolog¨ªa que, inevitablemente, est¨¢ ya presente en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. Concienciar y acompa?ar al personal docente e investigador (PDI) en esta transici¨®n digital, as¨ª como al de administraci¨®n y servicios (PAS), es condici¨®n indispensable para el ¨¦xito de la IA en el sistema educativo.
El Gobierno de Espa?a aprob¨® en mayo pasado en Consejo de Ministros destinar algo m¨¢s de 1.300 millones a los costes de esta preparaci¨®n docente, provenientes de los fondos europeos de recuperaci¨®n, transformaci¨®n y resiliencia. Pero canalizar esta importante inversi¨®n y materializarla en resultados requiere no solo recursos, sino tambi¨¦n tiempo. Un tiempo que puede verse innecesariamente alargado si no se trabaja colaborativamente, con voluntad constructiva y la participaci¨®n coordinada de todas las partes implicadas.
A pesar de las estas dificultades, los beneficios pueden resultar muy superiores para optimizar la investigaci¨®n y hacer m¨¢s eficiente la gesti¨®n acad¨¦mica. Algunos pueden albergar mayores dudas sobre las ventajas que la IA puede tener en la pr¨¢ctica docente, donde la vertiginosa velocidad de cambio resulta inasumible para los r¨ªgidos sistemas educativos. Una muestra: seg¨²n el Global Education Monitoring 2023, la tecnolog¨ªa evoluciona a un ritmo mayor del que es posible evaluar, donde los productos de tecnolog¨ªa educativa cambian, de media, cada 36 meses.
Sin embargo, que la balanza de pros y contras de la IA se decline del lado positivo va m¨¢s all¨¢ de formar en su conocimiento t¨¦cnico, sin lugar a dudas, necesario. Supone, sobre todo, educar en c¨®mo utilizar todo su potencial de manera ¨¦tica y responsable. Este compromiso por el uso ¨Dy no el abuso¨D debe trasladarse a toda la cadena de la IA: desde el programador, quien debe asegurarse de minimizar los sesgos que puede llegar a perpetuar ¨De incluso ampliar¨D la propia tecnolog¨ªa, a las empresas que lo impulsan y aplican, donde es preciso establecer l¨ªmites normativos y morales que no violen los derechos humanos en aras del beneficio econ¨®mico.
Tampoco debemos obviar la responsabilidad individual en el uso que hacemos de la inteligencia artificial. Esa responsabilidad comienza en esforzarse por aprender a manejar esta tecnolog¨ªa. La tentaci¨®n de sucumbir a la comodidad que representa la IA en nuestras vidas, a cambio de datos, puede ser leg¨ªtima, pero debe hacerse con conocimiento de causa ¨Daflorando o, mejor, evitando, cualquier patr¨®n oscuro y malintencionado¨D y protegiendo a los m¨¢s vulnerables.
Solo si reguladores, legisladores, instituciones acad¨¦micas, educadores, estudiantes, profesionales y ciudadanos ponemos en el centro a la persona y nos formamos y educamos en su uso responsable, la inteligencia artificial podr¨¢ ser vivida en todo su esplendor.
Anna Bajo Sanju¨¢n es jefa global de impacto social de Santander Universidades en Banco Santander.
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