Inteligencia artificial, una revoluci¨®n sin l¨ªmites
Bajo el lema ¡°conocer para avanzar¡±, en el segundo foro Tendencias se abordaron temas clave de nuestro tiempo como la influencia exponencial de la IA, la nueva era de la educaci¨®n, la reinvenci¨®n del trabajo, el impacto de la digitalizaci¨®n en la salud, el futuro de la movilidad o la gesti¨®n del agua
En una reciente entrevista en YouTube, a ese fen¨®meno imprevisto que ha sido el historiador y fil¨®sofo israel¨ª Yuval Noah Harari le pesa una sensaci¨®n de que no existe elecci¨®n, ni camino, ni esperanza; solo la interminable repetici¨®n de lo sordo o lo semitr¨¢gico. ¡°La gran pregunta es si nos vamos a adaptar a la inteligencia artificial [IA] o ella se va a adaptar a nosotros. M¨¢s y m¨¢s, desde luego, nosotros somos quienes tenemos que adaptarnos a ella¡±, sostiene el intelectual. Resulta dif¨ªcil encontrar una fuerza centr¨ªpeta que no lleve a esa misma direcci¨®n en uno de los debates m¨¢s importantes de nuestro tiempo. Pero es precisamente su dificultad lo que le da sentido. Habita en la naturaleza humana enfrentarse a los retos. Esta es la filosof¨ªa de las segundas jornadas de Tendencias (2024), un foro organizado por EL PA?S con el patrocinio de Abertis, Enag¨¢s, EY, GroupM, Iberdrola, Iberia, Mapfre, la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos (OEI), Redeia, Santander y Telef¨®nica.
El encuentro es transversal, desde la educaci¨®n hasta la geopol¨ªtica. Aunque siempre con la IA entre defensas, cr¨ªticas, esperanzas y fe. ¡°Ellos [se refiere a Elon Musk y Sam Altman, responsable de OpenAI] sienten que est¨¢n haciendo lo m¨¢s importante, no ya en la historia de la humanidad sino en la historia de la vida¡±, recuerda Harari. Y nos traslada a l¨ªnea del tiempo. Si se piensa hasta lo que sabemos, tiene dos paradas. Hace 4.000 millones de a?os aparecen las primeras formas de vida. En ese tiempo no ocurren grandes cosas; amebas, dinosaurios, seres humanos. Son formas org¨¢nicas. Ahora llegan Musk y Altman y emprenden la segunda experiencia m¨¢s importante del universo: el comienzo de la evoluci¨®n inorg¨¢nica. La IA solo tiene 10 o 15 a?os de existencia. No hemos visto nada hasta el momento. ChatGPT son las amebas ¡ªsencillos organismos unicelulares¡ª de las nuevas tecnolog¨ªas que encabezan la evoluci¨®n de la inteligencia artificial.
Pero como gran historiador, Harari sabe que tampoco hay tantos ejemplos de seres humanos inmensamente ego¨ªstas y tremendamente bondadosos. El mundo se mueve en los espacios, con sus matizaciones, que dejan los resquicios intermedios. La inteligencia artificial tambi¨¦n tiene el apellido de colaborativa. ¡°La tecnolog¨ªa actual aumenta las capacidades de los trabajadores, mejora sus desempe?os, pero no los reemplaza¡±, reflexiona Beatriz Sanz, Global Consulting Data and Analytics leader de EY. Ya han creado programas para facilitar estas tecnolog¨ªas a los trabajadores. Y cree en dos cosas a la vez: ¡°Innovaci¨®n y regulaci¨®n¡±. Ah¨ª est¨¢ la normativa europea. ¡°La IA general va a llegar¡±, analiza Gonzalo T¨¦ubal, director de Audiencias e Inteligencia Artificial en Prisa Media. Ahora una campa?a publicitaria tendr¨¢ una creatividad y unos mensajes m¨¢s precisos y dirigidos al consumidor concreto: que entienda y responda a sus necesidades.
En este lugar de fracturas, la publicidad siempre ha iluminado la idea de que la IA ser¨¢ una especie de maremoto anegando el sector. Dise?adores, creativos, locutores. ?El fin de un oficio? ¡°No. La clave de la gesti¨®n del cambio son las personas. La velocidad de computaci¨®n est¨¢ avanzando de manera brutal y nosotros estamos ayudando a que esa tecnolog¨ªa se sepa manejar desde dentro¡±, defiende Rafael Serrahima, managing director del grupo publicitario GroupM Nexus. Y a?ade: ¡°Nos toca correr para quedarnos como estamos¡±.
Todo esto trae, al igual que la estela de un cometa, esa aventura de reinventar el trabajo en el comienzo de la era dorada de estas tecnolog¨ªas. Pilar Ll¨¢cer, fil¨®sofa, especialista en ¨¦tica de los negocios y autora de dos libros de ida y vuelta ¡ªTe van a despedir y lo sabes y Te van a contratar y lo sabes (Editorial Almuzara)¡ª, inicia su exposici¨®n con controversia; destaca la empat¨ªa de los algoritmos. O con preguntas: ?el mejor trabajador es quien m¨¢s tiempo pasa en la empresa? Una casa de arena y sol para la IA. ¡°La tecnolog¨ªa siempre nos ha hecho mejores¡±, zanja.
Pese a todo, queda un sentido de rendici¨®n frente a lo tecnol¨®gico. Hay que adaptarse. ¡°La IA generativa aumenta la capacidad humana, existe una inteligencia interior, pero no podemos controlarla, solo sabemos los datos que genera¡±, aventura Inma Mart¨ªnez, pionera tecnol¨®gica en IA y digitalizaci¨®n. ¡°Lo que no queremos es una IA a lo estadounidense. Hay pa¨ªses que est¨¢n desarrollando su propia inteligencia para protegerse¡±. Incluso firmas emergentes trabajan en proyectos peque?os, aut¨®nomos e independientes.
La incertidumbre cada empresa la incorpora de una forma. ¡°La IA la han dise?ado las personas y son ellas las que tienen que ir en primer lugar¡±, explica Susana Toril, directora de Personas y Diversidad de Enag¨¢s. Y a?ade: ¡°Hasta las m¨¢quinas necesitan que seas amable a la hora de interactuar con ellas. Tenemos una gran oportunidad y los ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas] nos marcan el camino¡±.
Prop¨®sito y mejoras reales
Esa v¨ªa del trabajo antes pasa por los pupitres. ?C¨®mo fijar los l¨ªmites de la educaci¨®n? Aqu¨ª las lecturas son m¨¢s diversas. H¨¦ctor Ruiz Mart¨ªn, director de la International Sciencie Teaching Foundation donde investiga el ¨¢mbito de la neurociencia, vuelve hacia algo muy l¨®gico: ¡°Para que sea de verdad innovaci¨®n tiene que tener un prop¨®sito y es mejorar un problema¡±. Y subraya: ¡°Si la ense?anza de la tecnolog¨ªa reproduce modelos de hace dos siglos, entonces no sirve para nada¡±. Son realidades, algunas, distintas. Macarena Llaraud¨®, representante permanente de la OEI en Uruguay, sabe que sus necesidades resultan diferentes a las europeas. ¡°La educaci¨®n y la tecnolog¨ªa deben estar en la escuela p¨²blica, si no estamos abriendo una brecha social¡±. O quiz¨¢ no son tan distintas porque tambi¨¦n trabajan, como en Espa?a, para que m¨¢s chicas se decidan por formatos STEAM (acr¨®nimo en ingl¨¦s de ciencia, tecnolog¨ªa, ingenier¨ªa, artes y matem¨¢ticas).
Volviendo a la memoria, I?aki Ortega, doctor en Econom¨ªa en la Universidad Internacional de La Rioja y director general de la consultora Llorente y Cuenca, recuerda tres revoluciones educativas en un pa¨ªs, entonces, atrasado: la alfabetizaci¨®n, la educaci¨®n superior y la tercera, la actual: la formaci¨®n durante toda la vida. Mientras, Ruiz Mart¨ªn precisa que uno de cada cuatro estudiantes no es capaz de entender lo que est¨¢ leyendo. ?Una educaci¨®n a dos velocidades?
Sobre esta entrop¨ªa educativa, Pablo Doberti, consultor ejecutivo de Grupo Santillana, admite que la ¡°tecnolog¨ªa es el mayor desordenador que conozco, pero despu¨¦s se ordena. Este es su gran desaf¨ªo¡±, cuenta. El riesgo, seg¨²n Sonia D¨ªez, posibilista educativa y presidente de EducAcci¨®n, ¡°es que no puedes introducirla sin cuestionarla; pero, por ejemplo, puede ser una ayuda para chicos disl¨¦xicos¡±. Ya lo escribi¨® la poeta Mary Oliver: ¡°Alguien a quien una vez am¨¦ me regal¨® una caja llena de oscuridad. Me llev¨® a?os entender que esto tambi¨¦n era un regalo¡±.
Vigilancia sobre la ¡®dictadura digital¡¯ del trabajo
Phoebe V. Moore, profesora de la Universidad de Essex (Reino Unido), lanza palabras, pensamientos e ideas más rápido que el cálculo de los propios algoritmos. Su especialidad es la relación entre la inteligencia artificial (IA) y el trabajo, al tiempo que estudia su intersección con la normativa. Un álgebra difícil. Sabe que su país está fuera de la ley de IA que regula esta tecnología en la Unión Europea. Pese a todo, reivindica tres reglas. La minimización de los datos; recurrir, siempre que sea posible, al espacio analógico, quizá por una especie de agotamiento —se deduce— de esta dictadura digital. Proporcionalidad; la búsqueda del equilibrio entre trabajadores, sindicatos y la propia empresa. E incorporar, finalmente, una práctica que no está lo suficientemente extendida: los empleados deberían dar su consentimiento directo para utilizar sus datos. Porque el riesgo, en su forma de ordenarlo, es alto cuando se recurre al espacio biométrico y se utilizan estas tecnologías, por ejemplo, en la selección de trabajadores. La IA genera riesgos particulares. “¿Cómo protegemos nuestros propios datos?”, se cuestiona Moore. “Hay que dejar muy claro para qué se usan y la posibilidad del olvido. Nos controlan demasiado en el trabajo”, advierte. Los peligros están ahí: frente a uno. Por ejemplo, los psicológicos. O su uso para medir la productividad. “No se han cuidado las repercusiones de estas tecnologías y el avance de las big tech”, puntualiza.
?ric Sadin: ¡°Esta tecnolog¨ªa tiene superioridad cognitiva¡±
“Yo, a la catástrofe la vi venir”. En alguien que cita a menudo esta frase del escritor Louis-Ferdinand Céline, extraída de su novela Viaje al fin de la noche (1932), resulta fácilmente intuitivo saber cuál es su posición sobre la inteligencia artificial. El filósofo Éric Sadin (París, 1973) lleva años escribiendo en esa compleja intersección entre tecnología y sociedad. Siendo uno de los grandes ensayistas europeos, lo ha dejado claro en títulos como La humanidad aumentada, La inteligencia artificial o La silicolonización del mundo (editados por Caja Negra). Destila frases que exigen tiempo asimilarlas. “Los datos brotan de nuestro cuerpo para ser recogidos y procesados por inteligencias artificiales negativas. Es “capitalismo hematológico”. El cuerpo se convierte en algo fijo y sin sangre frente a la pantalla. La crítica es una avalancha. “Por primera vez en la historia de la humanidad los sistemas nos empujan a actuar de una determinada manera [no como elegimos]”, alerta Sadin.
El ultra presente ChatGPT cumple dos años el 30 de noviembre. “Vivimos un momento muy serio, de mucha gravedad. Está gestionando la naturaleza humana de forma digital. Ningún político habla del tema y la sociedad apenas se moviliza, continúa apática, y esta tecnología está siendo dotada de una superioridad cognitiva”. El filósofo se queja de que no “entendemos” lo que falta por venir. Si un chico tiene ChatGPT, llegará el momento que cuestionará a su padre, “¿Para qué tiene que ir a clase a mejorar su escritura? ¿Para qué tiene que ir cuando una máquina lo sabe todo?” Y si existe una empresa que representa todo este viaje es Amazon. “Es el infierno de la logística. Cada acción trata de aumentar la productividad y generar mayores ganancias. Esta automatización es el desierto de los seres humanos. La hiperhomogeneización, que no exista ningún defecto; esto es la empresa de Bezos”, critica. La regulación no vendrá a salvarnos.