El coro escolar que canta a Bel¨¦n Gopegui
La autora pone letra al nuevo ¨¢lbum de Milagros, el conjunto femenino que se form¨® en un colegio p¨²blico de Madrid y ha acompa?ado a Rosal¨ªa
Representan a la ¨²ltima generaci¨®n que toc¨® la flauta en clase por obligaci¨®n. Un curso despu¨¦s de que las chicas de Milagros acabaran Primaria, la asignatura de M¨²sica qued¨® arrinconada en el cuadrante horario de las mar¨ªas y optativas. La formaci¨®n surgi¨® en una de esas aulas defenestradas por la ley LOMCE, cuando en las tardes de lluvia seis ni?as de 12 a?os sub¨ªan a toda prisa las escaleras del Colegio P¨²blico P¨ªo XII ¡ªubicado en el barrio de La Ventilla, al norte de la capital¡ª para ensayar junto a su profesora Ana Molina. El selecto repertorio inclu¨ªa a Kraftwerk, Brian Eno o Cecilia. Pero una hora de clase se quedaba corta. Y juntas la estiraron hasta lograr composiciones propias y grabar tres discos.
¡°Yo llevaba la m¨²sica compuesta a los ensayos y luego la reinterpret¨¢bamos entre todas¡±, relata la maestra. Ahora las chicas tienen entre 19 y 20 a?os. En sus elep¨¦s, el sonido del sintetizador se desliza sobre unos coros espectrales que han captado la atenci¨®n de dos madrinas. Primero, de Rosal¨ªa, a quien acompa?an en Pienso en tu mir¨¢, un tema de caj¨®n flamenco y reverberaciones incluido en El mal querer (2018). Despu¨¦s suscitaron el inter¨¦s de Bel¨¦n Gopegui (Madrid, 57 a?os), que pone letra al ¨²ltimo ¨¢lbum de Milagros, bautizado con el nombre de la escritora. Las canciones, grabadas en dos tardes en el sal¨®n de Molina y mezcladas durante el confinamiento, est¨¢n redactadas en primera persona del plural. Constituyen estrofas breves de afirmaci¨®n colectiva. Relatos sobre la inmigraci¨®n o el sentimiento de pertenencia que transcurren en alg¨²n lugar indeterminado de la conurbaci¨®n global.
El grupo se ha citado en una punta de la plaza de Castilla donde inmortalizaron su graduaci¨®n escolar. ¡°La mayor¨ªa de nosotras ha tenido problemas en casa. No fue todo de color de rosa. La m¨²sica era una forma de evadirnos y pasarlo bien¡±, asegura Bianca Crina, estudiante de Criminolog¨ªa e hija de padres rumanos. Wendy Casa agrega que la herida migratoria permanece abierta pese al paso del tiempo. ¡°Mis t¨ªos y abuelos siguen viviendo en Ecuador. Es muy caro viajar hasta all¨¢, as¨ª que no puedo verlos todos los a?os. Al menos ahora charlamos por videollamada, antes hab¨ªa que utilizar una tarjeta de prepago con el tel¨¦fono fijo¡±, cuenta. A ellas Gopegui les dedic¨® Abuela, sufrido homenaje al que el piano brinda un cierto asidero pop.
Profesora y escritora se conocieron por medio de Christina Rosenvinge. Los primeros compases de la colaboraci¨®n sonaron pronto. Una y otra quer¨ªan que el disco se anclara en las biograf¨ªas de unas chicas de barrio. ¡°Es como si Bel¨¦n nos conociera antes incluso de habernos visto¡±, defiende Crina. La autora ya cre¨® un territorio musical en Deseo de ser punk (Anagrama), una novela generacional en la que Martina, de 16 a?os, define el mundo adulto con base en las baladas rock de Guns N¡¯ Roses o la beligerancia de The Stooges. Entre sus universos hay similitudes, sugiere la escritora: ¡°Creo que Milagros tienen en com¨²n con ella su voluntad de no ser vivida por los dem¨¢s, por lo que se supone que te han asignado quienes se permiten el lujo de disponer de las vidas ajenas¡±.
Secundarias de sus sue?os
¡°Martina empieza a darse cuenta de eso y las chicas de Milagros tambi¨¦n, saben que quienes te dicen que seas la protagonista de tus sue?os en el fondo quieren que sirvas a los suyos¡±, prosigue Gopegui, quien se encontr¨® con varias de estas j¨®venes para dar forma a sus historias. ¡°De los propios sue?os, cuando son buenos, no se es protagonista, se es siempre personaje secundario¡±, sentencia. Su novela evidencia que los referentes musicales ayudan a construir un relato sobre el mundo. Y al mismo tiempo, proponen una postura por obra u omisi¨®n: ¡°M¨¢s que una identidad, me gusta la idea del c¨®digo, construirte con la m¨²sica un c¨®digo de las cosas que quieres que te importen y las que no, las que quieres que te atraviesen y las que no dejar¨¢s que te rocen, aunque duelan¡±.
Se dir¨ªa que en Milagros tienen claro lo que les hiere. Nora El Bouhni, hija de padre marroqu¨ª y madre gitana, explica que ella es ¡°la primera mujer de la familia que ha podido estudiar¡±. Acaba de empezar Derecho, que desear¨ªa rematar con un m¨¢ster en Derechos Humanos. ¡°Somos ocho hermanos y en casa me ha tocado hacer pedagog¨ªa sobre feminismo. A¨²n queda mucho para alcanzar la igualdad¡±, sostiene. Cuando acuden juntas a las manifestaciones del 8 de marzo, atestiguan ¡°un cambio generacional¡±. ¡°Nuestros predecesores naturalizaban unas situaciones que ahora identificamos y rechazamos¡±, opina Diana Palacios, nacida en Paraguay.
Quiz¨¢ la m¨²sica urbana tenga algo que ver. ¡°Escuchamos mucho a Nathy Peluso o Ms Nina, que tienen un discurso inclusivo¡±, subraya Lesly Morocho. Sobre estos y otros lances versa Corazones no admitidos, la m¨¢s austera de las elaboraciones. ¡°Sacas ganas del lamento / sacas ganas de este fr¨ªo / te me pones en las ganas / te me quitas del hast¨ªo¡±, dice la letra. El coro adquiere aqu¨ª todo el protagonismo, pos¨¢ndose en ocasiones sobre una ligera almohadilla electr¨®nica. La instrumental recuerda al mismo Brian Eno que versionaban en clase. Desaparecida la m¨²sica de muchos centros p¨²blicos, qui¨¦n sabe si en el futuro otro milagro como este ser¨¢ posible.
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