Albert Einstein, Kennedy y Sissi: un viaje por las operaciones m¨¢s c¨¦lebres para explicar la historia de la cirug¨ªa
El cirujano Arnold Van de Laar recopila en ¡®El arte del bistur¨ª' las m¨¢s curiosas an¨¦cdotas sobre la cirug¨ªa, como la muerte de Harry Houdini y la reducci¨®n de abdomen que realizaban en el imperio romano
Albert Einstein entr¨® en quir¨®fano en 1948 con un aneurisma de la aorta abdominal ¨Cuna dilataci¨®n anormal de la arteria por el debilitamiento de la pared arterial¨C. La cirug¨ªa a¨²n no hab¨ªa avanzado lo suficiente para tratar este problema, as¨ª que su cirujano decidi¨® envolverla con celof¨¢n. El cient¨ªfico sobrevivi¨® siete a?os m¨¢s, aunque actualmente se duda de que fuera gracias al celof¨¢n y no a la suerte. El mismo cirujano que intent¨® salvar la vida de John F. Kennedy tras su atentado en Dallas en 1963, tuvo en su mesa de operaciones unos d¨ªas m¨¢s tarde a Lee Harvey Oswald, supuesto asesino del presidente estadounidense, aunque tampoco pudo hacer nada para evitar su muerte.
El cirujano holand¨¦s Arnold Van de Laar (Bolduque, Holanda, 53 a?os) cuenta estas y 26 operaciones m¨¢s en un repaso por la historia de la cirug¨ªa en su libro El arte del bistur¨ª (Salamandra). ¡°Hay muchas historias de operaciones famosas, pero sus escritores no son m¨¦dicos. Escrib¨ª el libro para poder contar estas historias desde una perspectiva m¨¦dica y que no se perdiera informaci¨®n¡±, explica.
La muerte de Sissi, la emperatriz austriaca, por un perforamiento del pericardio tras ser apu?alada con un estilete, la ¨²ltima funci¨®n de Houdini con una apendicitis aguda de la que acab¨® muriendo, o la reducci¨®n de abdomen que realizaban en el imperio romano son algunas de las historias que el holand¨¦s desarrolla a lo largo de los cap¨ªtulos.
El autor reconoce que uno de los puntos d¨¦biles que tiene todav¨ªa su campo es el gran respeto que muchos cirujanos j¨®venes tienen por los m¨¢s veteranos. ¡°No deben escuchar sus consejos, sino examinar la evidencia que ahora se publica en art¨ªculos cient¨ªficos¡±. Ejemplifica su postura con el caso de Theodor Billroth, el primer cirujano en realizar una cirug¨ªa abdominal: ¡°Dijo que no se deb¨ªa operar un coraz¨®n y no explic¨® por qu¨¦, pero como era un experto, simplemente nadie lo hac¨ªa¡±, sentencia.
A pesar de su cr¨ªtica hacia Billroth, el autor manifiesta que le hubiera ¡°encantado¡± estar presente en esa primera operaci¨®n de est¨®mago en 1848. ¡°Me encanta mi especialidad, as¨ª que hubiera estado ah¨ª todo el tiempo [en referencia a los a?os que pas¨® Billroth como cirujano en Ginebra (Suiza)]¡±, comenta el holand¨¦s. Van de Laar es cirujano general especializado en cirug¨ªa gastrointestinal, comenz¨® su carrera en 2001 en la isla de San Mart¨ªn y es el primer m¨¦dico de su familia. ¡°Siempre me gust¨® trabajar con las manos y en la adolescencia me interesaba mucho saber c¨®mo funcionaba nuestro cuerpo, as¨ª que supongo que se unieron ambas cosas¡±, dice para explicar su pasi¨®n por su profesi¨®n.
Hasta que se invent¨® la anestesia en el siglo XIX, los pacientes estaban despiertos durante las intervenciones quir¨²rgicas. Esto, adem¨¢s de un enorme sufrimiento, pod¨ªa provocarles un trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico y convirti¨® la velocidad en la cualidad m¨¢s importante de estos profesionales, como cuenta el cirujano en el libro. Van de Laar tiene claro que no hubiera podido ejercer en aquella ¨¦poca: ¡°No creo que hubiera tenido el valor y la conciencia necesarios¡±
Para ejemplificar el horror que esto supon¨ªa para los pacientes, cuenta en el libro la historia de Frances Burney, una escritora brit¨¢nica a la que le extirparon un pecho. Los cirujanos que le atendieron le diagnosticaron c¨¢ncer y le quitaron la mama entera sin ninguna sedaci¨®n. Burney qued¨® traumatizada, pero vivi¨® treinta a?os m¨¢s.
Con el conocimiento actual, el escritor duda de que se tratara realmente de un c¨¢ncer de mama. Sin embargo, no considera que la operaci¨®n fuera un error porque la paciente sobrevivi¨®. ¡°Realmente pensaron que era necesario y consultaron entre ellos¡±, afirma el holand¨¦s. ¡°Hoy en d¨ªa tal vez no hubi¨¦ramos hecho esa operaci¨®n en su caso, pero no podr¨ªan [los cirujanos] haber sabido eso¡±.
Las diferencias de g¨¦nero no quedan fuera de su discurso. Van de Laar reconoce que el futuro de su profesi¨®n ¡°son las mujeres¡±. Cada vez entran m¨¢s cirujanas en los hospitales y el autor cree que se conseguir¨¢ la paridad, aunque hoy en d¨ªa todav¨ªa es muy superior la presencia de los hombres. ¡°En mi hospital, de 25 cirujanos, solo tenemos dos mujeres trabajando¡±.
El autor habla tambi¨¦n de la evoluci¨®n entre profesional y paciente. ¡°No creo que la confianza en los m¨¦dicos sea cada vez menor, pero los pacientes son cada vez m¨¢s cr¨ªticos con lo que se les aconseja¡±, dice. Sostiene que hace 20 o 30 a?os, si un cirujano recomendaba una operaci¨®n, su paciente la aceptaba sin objeciones. ¡°Ahora le pide que le explique por qu¨¦ cree que la necesita¡±. El holand¨¦s ve este avance con buenos ojos: ¡°[El paciente] no debe confiar en el m¨¦dico, siempre debe confiar en la evidencia¡±.
Ahora la mayor¨ªa de operaciones se realizan a partir de una consulta multidisciplinaria entre el cirujano y todos los especialistas, por lo que cuando se aconsejan no es una decisi¨®n individual, manifiesta. Esta forma de trabajar, adem¨¢s, ayuda a acercar las posturas entre los cirujanos y los m¨¦dicos internistas ¨Clos que son especialistas, pero no operan¨C. ¡°El cirujano siempre buscar¨¢ la soluci¨®n como una operaci¨®n y el internista quiere ayudar al paciente sin ella¡±, lo que a veces dificulta el trabajo conjunto, argumenta Van de Laar.
A pesar de esas diferencias, el cirujano reconoce que hay una tendencia a ¡°operar cada vez menos¡±. Hace cinco a?os, si alguien ten¨ªa un accidente automovil¨ªstico y se romp¨ªa el bazo, hab¨ªa que operarle r¨¢pidamente para evitar que se desangrara. ¡°Ahora se puede intervenir directamente en los vasos sangu¨ªneos para frenar el sangrado¡±, ejemplifica.
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