?Por qu¨¦ los hombres van menos al m¨¦dico y c¨®mo afecta esto a su salud?
Los hombres visitan al m¨¦dico de familia un 8% menos que las mujeres en Espa?a. Los expertos advierten de los efectos perniciosos de que se sometan a muchos menos controles preventivos
Tienen cinco a?os menos de esperanza de vida. Tienen m¨¢s probabilidades de morir en un accidente o en un suicidio. Pero echando un vistazo a la sala de espera de un centro de salud, se dir¨ªa que los hombres no tienen ning¨²n problema. Y ese es, precisamente, parte del problema. La Encuesta Europea de Salud en Espa?a puso cifras a esta tendencia: un 21% de hombres y un 29,2% de mujeres aseguraron haber asistido a la consulta del m¨¦dico de familia en las ¨²ltimas cuatro semanas. La diferencia es m¨¢s amplia en la primera juventud, pero se mantiene alrededor de los 10 puntos porcentuales hasta los 65 a?os, cuando las cosas empiezan a igualarse.
Benno de Keijzer, m¨¦dico y profesor de Antropolog¨ªa especializado en estudios de g¨¦nero en la Universidad Aut¨®noma de M¨¦xico, lo resume de forma elocuente: ¡°Los varones suelen ir al m¨¦dico cuando son chicos, hasta los 13 a?os. Despu¨¦s desaparecen para volver a aparecer de mayores, con unos 60 y ya con algunos achaques¡±, explica en un intercambio de audios. ¡°Salvo la gran excepci¨®n de que s¨ª encontramos a j¨®venes y adolescentes, los s¨¢bados y viernes en la noche, poblando los servicios de urgencia de los hospitales¡±.
Es una idea de masculinidad caduca, que permea gota a gota hasta filtrarse en aspectos tan triviales y alejados de la expresi¨®n de g¨¦nero como el consumo de carne, la asunci¨®n de riesgos o la visita al m¨¦dico. En este contexto, algunos solo acuden a la consulta cuando tienen un problema de salud avanzado. ¡°Muchos hombres habitamos el cuerpo como si fuera una m¨¢quina¡±, reflexiona de Keijzer. ¡°Es como la frase ¡®hasta que el cuerpo aguante¡¯, que se aplica al alcohol, al sexo, a la salud¡ Implica entender el cuerpo como un instrumento. Y as¨ª es dif¨ªcil entrar en la pr¨¢ctica del autocuidado o en la evitaci¨®n de los factores de riesgo¡±.
De Keijzer, autor de varios estudios sobre el tema, se?ala otro factor m¨¢s, relacionado con el machismo: ¡°El cuidado ha sido hist¨®ricamente feminizado. A las mujeres les toca cuidar a los menores y a los mayores, y hay una estrecha relaci¨®n entre el heterocuidado y el autocuidado¡±. Abunda en esta idea Anastasia T¨¦llez, antrop¨®loga y directora del Observatorio de las Masculinidades, para explicar que la edad, la educaci¨®n y el contexto son importantes. ¡°Hay muchas formas de entender la masculinidad¡±, se?ala en conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°Y hay muchos hombres que, cuando empiezan a tener hijos, o a cuidar de sus padres, se incorporan en el cuidado como nunca lo hab¨ªan hecho antes. Incorporan nuevos h¨¢bitos y se los aplican a s¨ª mismos¡±.
Sin embargo, la figura del hombre que evita al doctor por miedo a perder el control, a salir de ah¨ª con una dieta, unas pastillas o un diagn¨®stico funesto, goza de una estupenda salud. Al menos metaf¨®ricamente. ¡°Muchos siguen viendo como un s¨ªmbolo de debilidad que el m¨¦dico, no digamos la m¨¦dica, tenga el poder de cambiarle el estilo de vida¡±, explica T¨¦llez. Son los hombres que no se ponen casco si trabajan en la obra, los que dicen: ¡°Nunca falt¨¦ a mi trabajo, aun teniendo 40 de fiebre¡±, ¡°Nunca me ech¨¦ protector solar¡±. ¡°Es el concepto de masculinidad asociado al riesgo, a la valent¨ªa y a la fortaleza¡±.
Numerosos estudios en los ¨²ltimos a?os, publicados en diferentes publicaciones, han se?alado esta relaci¨®n entre ideolog¨ªa y reticencia a ir al m¨¦dico. Como se?ala la psic¨®loga Diana S¨¢nchez, coautora de uno de ellos, se han estudiado las diferencias biol¨®gicas entre hombres y mujeres para explicar por qu¨¦ ellas viven m¨¢s. Tambi¨¦n se han analizado sus diferencias psicol¨®gicas para entender por qu¨¦ los hombres se suicidan m¨¢s. ¡°Pero una posible explicaci¨®n es que los hombres son m¨¢s reticentes a ir al m¨¦dico. Y una vez que van, son menos honestos¡±. La biolog¨ªa o la fisiopatolog¨ªa han estudiado c¨®mo el g¨¦nero puede marcar nuestra esperanza de vida, pero tambi¨¦n hay equipos que lo hacen teniendo en cuenta estos determinantes sociales, como el de Mar¨ªa Jos¨¦ Calero Garc¨ªa, investigadora de las diferencias de g¨¦nero en el envejecimiento de la Universidad de Ja¨¦n.
El miedo de que miren ¡®ah¨ª abajo¡¯
Seg¨²n la Encuesta Merck: Hombres, C¨¢ncer y Tab¨²es de 2022, los hombres se someten a muchos menos controles preventivos que las mujeres, con un 61% de estas frente a un 43%. Entre las pruebas que cita, sobresale el c¨¢ncer colorrectal. Las diferencias en la revisi¨®n de c¨¢nceres espec¨ªficamente masculinos y femeninos son evidentes. Un 60% de los hombres no se revisa la pr¨®stata con la periodicidad necesaria, mientras que solo un 24% de mujeres evita la prueba de c¨¦rvix.
¡°Es por miedo, desinformaci¨®n, virilidad¡ y que no nos gusta que nos miren ah¨ª abajo¡±, explica Mario Dom¨ªnguez Esteban, ur¨®logo del hospital universitario Marqu¨¦s de Valdecilla, quien apunta tambi¨¦n a una cuesti¨®n educacional. ¡°Las mujeres est¨¢n acostumbradas a ir al m¨¦dico. Desde j¨®venes empiezan a consultar todos los a?os al ginec¨®logo, porque se les ha transmitido que hay riesgos por c¨¢ncer y lo han integrado. A los hombres no se les ha transmitido esta necesidad¡±.
Se est¨¢ empezando a hacer. Hay pa¨ªses que tienen programas de concienciaci¨®n sobre la necesidad de ir al m¨¦dico espec¨ªficamente dirigidos al hombre. Brasil, Irlanda y Australia, por poner tres ejemplos, aunque seg¨²n se?ala Benno de Keijzer, ¡°son acciones marginales, insuficientes y tard¨ªas¡±. A nivel global tambi¨¦n existe Movember, un movimiento dedicado a concienciar y recaudar fondos para acelerar la investigaci¨®n de enfermedades que afectan a los hombres, como el c¨¢ncer de pr¨®stata y el de test¨ªculos.
Pero es dif¨ªcil cambiar con anuncios y campa?as una realidad tozuda, cimentada en costumbres interiorizadas. Las mujeres empiezan a visitar al ginec¨®logo a entre los 13 a?os y los 15 a?os. La primera visita del hombre al ur¨®logo se suele dar pasados los 45. Ellas se acostumbran desde adolescentes a exploraciones dolorosas e invasivas, mientras que ellos ven con terror una intervenci¨®n que, adem¨¢s, puede poner en tela de juicio su idea de masculinidad. ¡°Muchos hombres tienen miedo a lo que les podamos hacer en el chequeo urol¨®gico, a la exploraci¨®n rectal¡±, confirma el doctor Dom¨ªnguez. ¡°Y es algo que a veces es necesario, pero no siempre est¨¢ presente¡±.
Estos prejuicios y esta falta de educaci¨®n se trasladan a lo que ve diariamente Dom¨ªnguez en su consulta. ¡°Muchos hombres no sienten la necesidad de ir al m¨¦dico hasta que se encuentran mal. Y muchos no vienen concienciados, sino obligados. Me encuentro a pacientes de 50 a?os que vienen diciendo: ¡®No, si yo me encuentro fenomenal, pero mi pareja me ha obligado¡±.
La idea de que el hombre sea m¨¢s reacio a acudir al m¨¦dico est¨¢ cada vez m¨¢s extendida, pero tiene sus detractores. Luis Llanes, jefe de urolog¨ªa del Hospital de Getafe, se?ala distintos estudios m¨¦dicos para argumentar que ¡°existen importantes excepciones a esta opini¨®n generalizada, porque hay pocos estudios de poblaci¨®n general en los que se hayan comparado los patrones de consulta de hombres y mujeres con enfermedades similares¡±. No tiene sentido comparar el c¨¢ncer de mama (que afecta a mujeres j¨®venes y se supera en un 90% de los casos) o el de cuello uterino (con una tasa de supervivencia del 67%) con el de pr¨®stata (que afecta a hombres mayores y se supera en un 85% de los casos) o el de test¨ªculos (en un 95%).
Hay otros factores, explica el doctor Llanes, como el empleo, el tama?o familiar o el estado civil, que, seg¨²n algunos expertos, ¡°podr¨ªan ser importantes para explicar las diferencias de g¨¦nero en las consultas¡±. El g¨¦nero no define, o no deber¨ªa definir, la relaci¨®n con el m¨¦dico. Pero la educaci¨®n y los prejuicios se manifiestan en aspectos triviales. Comer una ensalada, usar protector solar, llorar o ir al m¨¦dico no son acciones que sirvan para definir la masculinidad de una persona, pero ha pervivido durante demasiado tiempo la idea de que as¨ª es. La masculinidad t¨®xica condiciona el comportamiento de millones de hombres; tambi¨¦n la forma en la que habitan y cuidan de sus cuerpos.
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