Por qu¨¦ creer que estamos en forma nos ayuda a llevar una vida m¨¢s saludable
Cada vez m¨¢s estudios demuestran que el marco mental adecuado para mejorar nuestro estado f¨ªsico no tiene por qu¨¦ ajustarse a la verdad
El autoenga?o, los sesgos de confirmaci¨®n, ver lo que queremos ver, y escuchar solo lo que nos conviene son maneras de huir de la realidad. No es una pr¨¢ctica recomendable, excepto en una circunstancia, la ¨²nica donde s¨ª parece funcionar la distorsi¨®n cognitiva: la autopercepci¨®n sobre nuestra actividad f¨ªsica. Cada vez m¨¢s estudios demuestran que el marco mental adecuado para mejorar nuestro estado f¨ªsico no tiene por qu¨¦ ajustarse a la verdad.
Es decir, si usted es sedentario y est¨¢ convencido de que no puede ser otra cosa, probablemente no har¨¢ ni el intento de cambiar. Se resignar¨¢ a su destino de persona lenta, sin nervio y sin tono muscular. Lo resume as¨ª Jos¨¦ Carrascosa, psic¨®logo del deporte: ¡°Uno tiende a cumplir sus propias expectativas. Decirse a uno mismo: ¡®nunca he hecho ejercicio¡¯ o ¡®no voy a andar porque me canso enseguida¡¯ es entrar en un bucle de pensamientos autolimitantes¡±. El trabajo de Carrascosa es justo cambiar ese marco mental. Y nadie le exige ajustarse cien por cien a la realidad.
Las investigaciones de Ciencias del Deporte han encontrado un beneficio inesperado en los dispositivos que registran constantes vitales como los pasos diarios y las horas de sue?o. Cuando el usuario cree que tiene una vida muy sedentaria y el dispositivo lo desmiente con sus m¨¦tricas, esa persona recupera autoestima y mejora sus datos de salud. Se demostr¨® en un estudio reciente donde varias personas cambiaron la percepci¨®n que ten¨ªan de su calidad de vida despu¨¦s que un dispositivo registrara su actividad f¨ªsica.
En la investigaci¨®n, 162 adultos que jam¨¢s hab¨ªan contado sus pasos diarios permitieron que un dispositivo electr¨®nico los monitorease durante cuatro semanas. A un primer grupo se le dio un reloj que inflaba la contabilidad y que, por ejemplo, le hac¨ªa creer a sus usuarios que hab¨ªan andado 9.800 pasos cuando en realidad solo hab¨ªan dado 7.000 pasos reales. Al segundo grupo le entregaron un dispositivo que hac¨ªa todo lo contrario: reduc¨ªa sus pasos un 40%, haciendo pensar que andaban unos 4.200 pasos diarios a quienes hubiesen dado esos mismos 7.000 pasos reales. A los otros dos grupos del estudio se les entregaron relojes que no ment¨ªan y que contaban exactamente los pasos reales.
Al final del ensayo, todos los que cre¨ªan que hab¨ªan alcanzado los 7.000 pasos diarios, fuera cierto o no, ten¨ªan una mejor autoestima. Cuando comenzaron a medir su actividad, hab¨ªan empezado tambi¨¦n a cuidar la alimentaci¨®n y consum¨ªan menos alimentos ricos en grasas. Su forma f¨ªsica hab¨ªa mejorado aun cuando su actividad segu¨ªa siendo la misma. El ¨²nico cambio sustancial registrado por los investigadores fue el marco mental, sent¨ªan que estaban haciendo ¡°suficiente¡± ejercicio, que sus niveles de actividad f¨ªsica hab¨ªan mejorado y, por tanto, ellos estaban m¨¢s sanos. Y esto funcionaba como un efecto placebo.
En cambio, los que solo hab¨ªan llegado a los 4.000 pasos (recordemos que llevaban un reloj trucado) estaban tristes, hundidos en la miseria. Mostraban una autoestima baja, un estado de ¨¢nimo cercano a la depresi¨®n, com¨ªan peor y registraban peque?os aumentos de la frecuencia cardiaca y la tensi¨®n arterial en reposo. Todo ello a pesar de que su conteo de pasos era exactamente igual que el del resto de los grupos, pero ellos no lo sab¨ªan. As¨ª que este grupo se resign¨® a su destino de seres lentos, sedentarios y de salud precaria.
Un conocido estudio de 2007, firmado por Alia Crum, directora del Mind & Body Lab de la Universidad de Stanford, ya hab¨ªa explorado el impacto que ten¨ªa sobre la salud la mera creencia de llevar una vida activa. El experimento reclut¨® a 84 camareras de hotel que se cre¨ªan sedentarias, y argumentaban que su trabajo nunca les permitir¨ªa sacar tiempo libre para ir a un gimnasio y mejorar su salud. Crum y su equipo hicieron ver a estas mujeres que eran ¡°bastante activas¡±. Les demostraron con estad¨ªsticas que sus tareas laborales como cambiar la ropa de cama, pasar la aspiradora, o levantar objetos exced¨ªan la actividad f¨ªsica diaria recomendada por las autoridades sanitarias, pero ellas lo desconoc¨ªan. Un mes despu¨¦s, las mediciones del estudio demostraron que su grasa corporal y su presi¨®n arterial hab¨ªan disminuido, aunque en sus vidas todo segu¨ªa igual, excepto la idea que ten¨ªan de s¨ª mismas y de su gasto cal¨®rico.
Este mismo equipo de la Universidad de Stanford demostr¨® en otro trabajo que los hombres y las mujeres que se consideraban m¨¢s sedentarios que otras personas de su edad ten¨ªan un riesgo mayor de muerte prematura que los que se percib¨ªan a s¨ª mismos como m¨¢s activos, independientemente de ambas percepciones fueran o no ciertas. Los autores de estos trabajos aclaran que las mejoras en los indicadores de salud son peque?as, por lo que no se puede considerar que cambiar el marco mental sea suficiente o pueda sustituir al ejercicio, aunque s¨ª les parece relevante que solo con un cambio de percepci¨®n se pueda generar un cambio de actitud favorable a la vida activa.
Estos autores recomiendan coger papel y l¨¢piz y anotar nuestra actividad f¨ªsica: si andamos, si subimos las escaleras, si vamos al gimnasio o sacamos al perro. Debemos ser exhaustivos con las horas y los minutos. En esta lista deben incluirse algunas tareas dom¨¦sticas que normalmente no se consideran ejercicio f¨ªsico. Se trata de obtener una foto lo m¨¢s exacta posible de nuestra actividad f¨ªsica antes de colocarnos la pesada etiqueta de sedentarios.
¡°Es un pensamiento autolimitante, que tambi¨¦n puede ser cambiado y sustituido por otras ideas¡±, indica Carrascosa, que asegura que no es tan ¡°dif¨ªcil¡± conseguirlo, aunque ¨¦l no se apunta a la estrategia del autoenga?o, excepto si sirve como motivaci¨®n. ¡°Si alguien quiere ser una persona activa no le bastar¨¢ con pensar que lo es, tendr¨¢ que dise?ar un plan gradual de actividad f¨ªsica que le deje sensaci¨®n de cansancio, pero no de agotamiento, y que vaya aumentando en tiempo y en ritmo¡±. Pero antes o despu¨¦s tendr¨¢ que dejar de pensar que es un negado, un paquete, que se lesiona, que el deporte no est¨¢ hecho para ¨¦l. Las afirmaciones rotundas sobre nosotros mismos funcionan como una profec¨ªa autocumplida. ¡°El pensamiento negativo m¨¢s dif¨ªcil de desactivar, confirma el psic¨®logo, es el inocente, pero rotundo, ¡®Yo soy as¨ª¡¯¡±.
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