El mejor convenio, cerca o muy lejos
Los acuerdos laborales de cada empresa y los sectores estatales son los m¨¢s eficaces Los pactos provinciales a menudo acaban en condiciones inasumibles para muchas compa?¨ªas
En Jap¨®n, cuando llega la primavera, trabajadores y empresarios negocian sus convenios colectivos. Lo llaman la ofensiva de primavera: miles de mesas de negociaci¨®n abiertas al mismo tiempo tratando de pactar los convenios. Con tal sincronizaci¨®n se pretende que sindicatos y patronos dialoguen con la mente puesta, sobre todo, en su propia empresa: en el balance, en la cuenta de resultados, en la cartera de pedidos, en la productividad¡ Tambi¨¦n que unos no busquen fuera grandes subidas de sueldos para justificar sus demandas; o que otros no tengan un ojo puesto en cuanto suben o no los salarios de la competencia para ganarle terreno.
Los salarios o las jornadas ¡ªlo m¨¢s importante de un convenio colectivo¡ª se negocian as¨ª en cada empresa. La ofensiva de primavera busca conjugar dos formas de negociaci¨®n colectiva: la que prioriza lo pactado en las compa?¨ªas, y la centralizada en cada sector que logra resultados similares en todas las empresas y tiene la mente puesta en la coyuntura econ¨®mica del momento. Se trata de coordinar ambas para lograr lo mejor de cada una.
La teor¨ªa dice que la mejor negociaci¨®n colectiva es la que se centraliza por sectores en el ¨¢mbito estatal o la que se concentra en cada compa?¨ªa. ¡°Desde el punto de vista acad¨¦mico, la que da resultados m¨¢s ¨®ptimos es la que se realiza en las empresas y la centralizada¡±, explica Laura Ortiz, profesora de Econom¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
¡°Tiene que caber la posibilidad de que en las empresas haya las m¨¢ximas posibilidades de negociaci¨®n para que haya m¨¢s flexibilidad interna. Pero esto es una parte, tambi¨¦n tienen que centralizarse m¨¢s en los sectores a nivel estatal¡±, resume Florentino Felgueroso, profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Oviedo. La primera parte de la tesis de Felgueroso es la que persigue el nuevo Gobierno. El 7 de enero, apenas seis meses despu¨¦s de la ¨²ltima reforma laboral ¡ªla de convenios¡ª, Rajoy presentar¨¢ el borrador de la suya, haya o no consenso con los agentes sociales.
El Ministerio de Empleo, dirigido ahora por F¨¢tima B¨¢?ez, buscar¨¢ invertir la situaci¨®n actual. Pese a que hay m¨¢s convenios colectivos de empresa (74,28%) que de cualquier otro ¨¢mbito, su cobertura apenas alcanza al 8,2% de los trabajadores. El grueso de la negociaci¨®n colectiva se acumula en las provincias (57% de empleados con convenio), el ¨¢mbito al que los economistas lanzan sus dardos porque producen los resultados m¨¢s ineficientes, los menos ajustados a las necesidades de las compa?¨ªas o del pa¨ªs. La primera prueba que esgrimen es la evoluci¨®n de los salarios, habitualmente mayor que las pactadas en las empresas o en los sectores estatales. Aunque Jos¨¦ Ignacio P¨¦rez Infante, economista conocedor de la negociaci¨®n colectiva espa?ola, recuerda que la mayor¨ªa de convenios de empresa se pactan en grandes compa?¨ªas en las que se puede acordar otro tipo de remuneraciones (fondos de pensiones o seguros m¨¦dicos) y eso libera de presi¨®n a los salarios. ¡°El convenio provincial se ha convertido en un convenio colectivo de macroempresas¡±, ataca Salvador del Rey, catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo. El economista Felgueroso, partidario de la descentralizaci¨®n, apuntilla: ¡°Lo que ahora pasa es que hay sectores donde en una provincia pocas empresas pactan unas condiciones laborales inasumibles para las que quieren entrar. Y as¨ª eliminan la competencia¡±. En su mente, como en la de Del Rey, est¨¢ la construcci¨®n o la hosteler¨ªa, sectores que, seg¨²n los datos del Ministerio de Empleo, concentran en la provincia casi el 100% y poco m¨¢s del 80% de la negociaci¨®n colectiva, respectivamente.
La ¨²ltima reforma ya quiso corregir esta realidad. ¡°Salvo que un acuerdo o convenio colectivo de ¨¢mbito estatal o de comunidad aut¨®noma estableciera reglas distintas sobre estructura de la negociaci¨®n colectiva, un convenio de empresa tendr¨¢ prioridad aplicativa¡±. Ninguna menci¨®n al nivel provincial.
Como ministro de Trabajo entonces, Valeriano G¨®mez aval¨® el objetivo de que los convenios se polaricen en los extremos y eliminar las estaciones intermedias. La reforma aprobada cuando ¨¦l ocupaba la cartera todav¨ªa no se ha dejado notar. Apenas lleva medio a?o en vigor, y la duraci¨®n m¨ªnima de los convenios es de un a?o. ¡°Es imposible que tenga efectos ya. Adem¨¢s, todo el mundo est¨¢ esperando el pr¨®ximo tranv¨ªa¡±, explica Tom¨¢s Sala-Franco, catedr¨¢tico de Derecho del Trabajo en la Universidad de Valencia. Cuando habla de ¡°tranv¨ªa¡±, Sala-Franco, m¨¢ximo responsable de la Comisi¨®n Nacional de Convenios Colectivos durante la primera legislatura de Zapatero, se refiere a la reforma de la negociaci¨®n colectiva que el Partido Popular anunci¨® la pasada legislatura.
La mayor crisis de los ¨²ltimos 80 a?os y m¨¢s de cinco millones de parados no dan para tener mucha paciencia. Tampoco esperan el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, la Uni¨®n Europea y dem¨¢s organismos internacionales que, pese a que aplaudieron la reforma de junio, ya demandan otra en la que se apueste por m¨¢s descentralizaci¨®n. El programa electoral del ahora partido en el Gobierno adelanta sus intenciones en este terreno: ¡°Tendr¨¢n prevalencia en cuestiones salariales y condiciones de trabajo los convenios o acuerdos de empresa que pacten los empresarios y los trabajadores¡±. No lo dice ni baja al detalle, pero el objetivo es claro: contenci¨®n salarial, cuando no bajada de sueldos.
En las empresas se pactan menores aumentos de sueldo que en provincias y sectores. Se pretende poder producir con menos gastos para vender m¨¢s barato. Es decir, ganar competitividad (y, de paso, empleo) por la v¨ªa m¨¢s tradicional, f¨¢cil y r¨¢pida, mucho m¨¢s que la inversi¨®n en modernizaci¨®n de equipos y formaci¨®n.
S¨ª que baja al detalle Salvador del Rey, tambi¨¦n abogado laboralista de Cuatrecasas, bufete que suele asesorar a empresas y que en reformas anteriores ha aconsejado a CiU o CEOE, la ¨²ltima durante las negociaciones fallidas de primavera: ¡°Cuando el PP habla de la estructura, se refiere a potenciar la negociaci¨®n colectiva en la empresa. No solo que haya convenios de empresa, sino que en estas se potencien los acuerdos y pactos [otro tipo de ententes entre trabajadores y empresarios, m¨¢s sencillos] que ahora parecen clandestinos. Se trata de complementar la negociaci¨®n colectiva¡±.
Cuando se habla de descentralizar los convenios, pocos defienden abiertamente eliminar los ¨¢mbitos sectoriales o territoriales. El avasallador predominio de peque?as y medianas empresas lo hace imposible. En la negociaci¨®n colectiva, b¨¢sicamente, lo que se dilucida es algo tan viejo en las relaciones laborales como el salario o la organizaci¨®n del trabajo. Y eso en muchos casos supone conflicto (huelgas, paros, protestas), algo que muchas pymes ni pueden ni quieren asumir. La negociaci¨®n se desplaza por ello hacia ¨¢mbitos m¨¢s amplios. Acabar con ellos, sin m¨¢s, supondr¨ªa dejar sin cobertura a la mayor¨ªa de los empleados (el 75% de trabajadores est¨¢n en empresas de menos de 250 empleados).
¡°Soy esc¨¦ptico sobre las posibilidades de una reforma as¨ª en Espa?a¡±, expone Miguel ?ngel Malo. Adem¨¢s de la posibilidad de dejar sin la protecci¨®n de los convenios a muchos trabajadores, este profesor de Econom¨ªa Laboral en la Universidad de Salamanca aduce otra raz¨®n: ¡°Si se diera pie a una reforma as¨ª, me temo que aparecer¨ªan un mont¨®n de gestor¨ªas y abogados que generar¨ªan procedimientos est¨¢ndar que no tendr¨ªan mucho que ver con la realidad¡±.
¡°Ser¨ªa dif¨ªcil que se plantee la desaparici¨®n del nivel sectorial. Nadie lo quiere. Hay empresas que nunca podr¨¢n negociar convenios¡±, explica Carolina Mart¨ªnez, presidenta hasta ahora de la Comisi¨®n Nacional de Convenios y catedr¨¢tica de Derecho del Trabajo, ¡°el sistema de representaci¨®n de los trabajadores est¨¢ pensado para grandes empresas. Hasta que no hay 50 trabajadores en un centro, no se constituye un comit¨¦¡±.
El proceso de centrifugado de la negociaci¨®n colectiva no es nuevo, ni exclusivo de Espa?a. Lleva en marcha d¨¦cadas, que en buena medida coinciden con los a?os del ¡°empeoramiento de la redistribuci¨®n de la renta debido sobre todo a la presi¨®n sobre los salarios¡±, como escriben Ant¨®n Costas y Xos¨¦ Carlos Arias en su libro La torre de la arrogancia. En 1979, Margaret Thatcher llev¨® a cabo uno de los centrifugados de convenios m¨¢s radicales del mundo occidental. Pas¨® de un extremo a otro en apenas un a?o, seg¨²n la base de datos del profesor de la Universidad de ?msterdam, Jelle Visser, experto en negociaci¨®n colectiva en Europa. Por las mismas fechas, tambi¨¦n los pa¨ªses n¨®rdicos, de gran tradici¨®n sindical, pusieron en marcha la centrifugadora. Pero su turbina da vueltas m¨¢s lentamente. El acuerdo ¨²nico estatal que impon¨ªa los salarios para todos los sectores y empresas pas¨® a mejor vida hace a?os. Pese a ello, sus niveles de coordinaci¨®n entre los distintos ¨¢mbitos a la hora de negociar los convenios, seg¨²n Visser, son de los m¨¢s altos del mundo, junto a Alemania o Austria.
¡°Hay evidencia emp¨ªrica de que donde hay m¨¢s coordinaci¨®n el resultado es mejor¡±, explica Laura Ortiz. Pa¨ªses donde la crisis est¨¢ golpeando con menos fuerza al empleo lo muestran (Alemania, Holanda, Austria). ¡°La clave es la coordinaci¨®n¡±, subraya Felgueroso. Ambos coinciden, a pesar de su distinta visi¨®n de la negociaci¨®n colectiva. Tambi¨¦n lo hace Del Rey, aunque matiza: ¡°Yo creo en la coordinaci¨®n, partiendo de que hay descentralizaci¨®n¡±.
En Espa?a, siguiendo a Visser, el grado de coordinaci¨®n es alto. Hay un acuerdo, no vinculante, que recomienda a los negociadores c¨®mo han de evolucionar los salarios. Y ese es uno de los criterios que toma el profesor holand¨¦s para determinar un mayor o menor grado de coordinaci¨®n.
¡°No veo que el camino sea la descentralizaci¨®n. Donde domina esa estructura, como en Reino Unido, la mayor parte de asalariados est¨¢ en grandes empresas¡±, explica Ortiz, apoy¨¢ndose en datos de Eurostat que muestran que en Espa?a el 38,4% de empleados trabajan en empresas de m¨¢s de 250 trabajadores, frente al 64% que lo hacen en Reino Unido.
No es ese pacto el que molesta a quienes demandan m¨¢s descentralizaci¨®n. Lo que no les gusta es la expresi¨®n ¡°salvo pacto en contrario¡±, que introdujo la ¨²ltima reforma. En opini¨®n de Felgueroso, con esas cuatro palabras se permite que perviva una negociaci¨®n colectiva heredada en muchos sectores de la ¨¦poca franquista. ?l defiende una negociaci¨®n colectiva con dos niveles: uno sectorial estatal que ordene y coordine y otro, voluntario, que se ajuste a las empresas. Para mantener su posici¨®n recurre al convenio de la qu¨ªmica, ejemplar para todo el mundo (sindicatos, empresarios, economistas, abogados). Tambi¨¦n el profesor de relaciones laborales del IESE Sandalio G¨®mez es partidario de esta propuesta: ¡°El nivel provincial es atomizar mucho¡±.
¡°El propio convenio, que se ha ido renovando desde hace 30 a?os, ya reconoce que las empresas puedan negociar sus propios acuerdos adapt¨¢ndolos a sus necesidades¡±, explica Jos¨¦ Carlos Ruiz, responsable del sector qu¨ªmico de UGT, ¡°por eso muchas veces me extra?o cuando oigo que hay que reformar la negociaci¨®n colectiva para dar prioridad a las empresas¡±. Seg¨²n sus c¨¢lculos, la mayor¨ªa de los 240.000 trabajadores de esta industria est¨¢n cubiertos por este convenio. Son las grandes empresas, como Solvai o Fertiberia las que han llegado a un acuerdo propio con sus empleados. Pero las pymes, donde trabaja el 86% de trabajadores del ramo, ¡°se adhieren a este convenio¡±. ¡°Se reconocen dos ¨¢mbitos de negociaci¨®n, el sectorial y el de empresa. Esto permite que todos los trabajadores tengan unas condiciones m¨ªnimas y que no haya dumping entre las empresas¡±, explica con cierto orgullo, pese a que su organizaci¨®n no ha firmado el ¨²ltimo pacto con la patronal.
Este ¨²ltimo argumento es el que exponen los constructores para rechazar una negociaci¨®n colectiva centrifugada en su sector. En este punto, CEOE no tiene una postura ¨²nica. Los fabricantes de coches defienden convenios en cada empresa mientras que Confemetal, o la CNC, patronal de la construcci¨®n, prefieren que las conversaciones se den en los ¨¢mbitos territoriales. En estos dos sectores la negociaci¨®n que prevalece es la provincial. ¡°Me parece arriesgado tocar la estructura de la negociaci¨®n colectiva¡±, advierte Pedro Fern¨¢ndez Alen, secretario general de la CNC, firme partidario de dejar intacto este punto de la reforma laboral del ¨²ltimo Gobierno socialista. ¡°La descentralizaci¨®n es destrozar a las pymes. Eso vende para las empresas que no conviven en un mismo centro de trabajo. Es abrir una guerra de guerrillas y que haya dumping social¡±, se?ala. La opci¨®n que defienden en la CNC, se resume en una frase: ¡°Que cada sector pueda organizarse como quiera¡±.
En esa l¨ªnea se expresa tambi¨¦n Sala-Franco: ¡°No me gusta la intervenci¨®n estatal. Hay 17 expresiones de la autonom¨ªa de la negociaci¨®n colectiva [en referencia a los convenios colectivos, pactos de empresa, convenios franja, acuerdos¡]. Una cosa es el convenio de la qu¨ªmica, donde hay un negociaci¨®n ingeniosa, y otra el de la construcci¨®n. Simplificar es un horror¡±.
Su sucesora en la Comisi¨®n Nacional de Convenios, Carolina Mart¨ªnez, tambi¨¦n se muestra esc¨¦ptica con el resultado de una posible reforma: ¡°Cada sector tiene que ver con cosas que no son la ley. Queda muy poco que se pueda hacer ya. Y m¨¢s sin acuerdo entre sindicatos y empresarios¡±. Ni dentro del propio bloque empresarial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.