¡°No tolero un solo ni?o avergonzado por no tener libros¡±
Su campa?a por un material escolar asequible ha llegado al Congreso
Cuando Elena Alfaro tiene miedo, cocina lentejas. Le relaja. En los ¨²ltimos meses lo hace bastante, quiz¨¢ abrumada por la repercusi¨®n de la idea que le asalt¨® una madrugada y que ha derivado en una proposici¨®n que se debatir¨¢ en el Congreso. Hace justo un a?o, esta arquitecta de 42 a?os echaba una mano a Pilar, su madre, y otras mujeres en una ONG religiosa. Era septiembre, inicio del curso escolar, y llegaban muchas familias asegurando que no pod¨ªan pagar los libros de texto de sus hijos. ¡°Mi madre estaba desesperadita¡±, rememora en una terraza madrile?a frente a una tempura de verduras a la que hace poco caso.
Organizaron una colecta familiar para cubrir algunos parches. F¨¢cil. Alfaro es la menor de 15 hermanos y todos aportaron alg¨²n dinerillo a la recaudaci¨®n. Luego apareci¨® otra mujer m¨¢s, con tres hijos y 1.000 euros de ingresos mensuales familiares. ¡°Pero ?qu¨¦ es esto? No es tolerable que un solo ni?o pase verg¨¹enza en el colegio por no tener libros de texto¡±, se indign¨®. No pod¨ªa dormir del cabreo ¡°monumental¡± y a las tres de la ma?ana cre¨® una petici¨®n de firmas en la plataforma de Internet Change.org con el siguiente lema: ¡°Por un precio justo para los libros de texto¡±. Su propuesta hab¨ªa recabado hasta ayer m¨¢s de 280.000 apoyos.
M¨¢s de 578.000 ni?os perdieron la ayuda de libros el a?o pasado. No es su caso. Sus hijas, de 5 y 10 a?os, van a un colegio de pago laico. ¡°Yo lo he elegido, pero no hay derecho a que ocurra en la escuela p¨²blica mientras se inventan mercadillos solidarios. Si los pol¨ªticos hacen caridad, aunque sea con la mejor voluntad, ?qui¨¦n legisla?¡±.
Picotea una verdurita enharinada mientras recuerda lo que vino despu¨¦s. Firmaron sus hermanos, sus primos, sus sobrinos. La bola ech¨® a rodar. Empez¨® a mirar cuentas, papeles, y perfil¨® m¨¢s la idea que ya est¨¢ en la C¨¢mara baja: la creaci¨®n de un banco de libros de texto obligatorio en cada centro p¨²blico y concertado a disposici¨®n de todos los alumnos ¡°para que no se segregue a los cr¨ªos¡±. ¡°Es pura econom¨ªa dom¨¦stica: si los pol¨ªticos reparten el dinero de las ayudas entre los centros, en unos a?os dispondr¨¢n de todo el material¡±. Tras decenas de entrevistas, su propuesta se debatir¨¢ como proposici¨®n no de ley de UPyD el pr¨®ximo d¨ªa 24 en el Congreso de los Diputados.
Lejos queda el d¨ªa en que fue al Congreso con las primeras 100.000 firmas y no obtuvo respuesta. Se quej¨® al Defensor del Pueblo y le contestaron a los tres meses sin una soluci¨®n clara. Sigui¨® adelante. ¡°La fuerza reside en no rendirse. Los pol¨ªticos juegan con que te vas a cansar y el tiempo est¨¢ de su lado¡±.
Alfaro aprendi¨® de su madre y ahora es el modelo de sus hijas. Entre cucharadas alternas a la tarta y la mousse de yogur, revela la ¨²ltima iniciativa de su hija mayor. ¡°Mami, ?c¨®mo se abre una petici¨®n en Internet?¡±, le pregunt¨® una tarde. La ni?a no soporta los leotardos del uniforme por una dermatitis y quer¨ªa llevar pantalones. Decidieron que lo mejor era escribirle una carta directamente al director. ¡°Tienes que tener claro que a lo mejor no ganas¡±, le aconsej¨® ella. ¡°Pero no olvides nunca que, al menos, te deben responder¡±. Su hija ha cambiado este curso el uniforme.
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