La cuarta ola del feminismo y el mundo gay se miran de reojo
La pelea por los vientres de alquiler ha aflorado antiguas y nuevas fricciones entre el colectivo homosexual y el movimiento de la mujer
El feminismo y el mundo gay, anta?o compa?eros de viaje, se miran hoy de reojo. Muchos lo saben, pero no todos lo quieren reconocer p¨²blicamente. No se trata solo de los vientres de alquiler, aunque este asunto ha abierto una grieta que no se cierra, si acaso se agranda. La que ya se reconoce como cuarta ola del feminismo, que hoy en d¨ªa saca a la calle a millones de mujeres, organiza un revolucionario Me Too, trata de cambiar la pol¨ªtica, abraza la ecolog¨ªa y rechaza el capitalismo en su versi¨®n m¨¢s dura, esa ola no se compadece con ciertos comportamientos del mundo gay. Choca con algunas formas de vida de la G del LGTBI.
En los ¨²ltimos a?os, algunas feministas volv¨ªan la cara ante la ostentaci¨®n de la caravana que reivindicaba los vientres del alquiler en el Orgullo Gay. Una pr¨¢ctica, la mercantilizaci¨®n del cuerpo de la mujer, que al feminismo en buena medida le espanta. ¡°?Qu¨¦ podemos hacer las feministas con ese orgullo de mercado? La cuarta ola del feminismo es marcadamente anticapitalista, muy cr¨ªtica con el neoliberalismo como fuente de desigualdad inagotable y de explotaci¨®n. Pero no solo son los vientres de alquiler. El mercado tiene una capacidad infinita para articular las demandas patriarcales: vientres, prostituci¨®n, pornograf¨ªa, la industria del sexo en general. Y ha tenido la misma capacidad y rapidez para satisfacer las disidencias sexuales¡±, dice la feminista Rosa Cobo Bedia, profesora de Sociolog¨ªa del G¨¦nero en la Universidad de A Coru?a.
¡°Para el feminismo radical, ciertos gais, no todos, est¨¢n faltos de una reflexi¨®n profunda sobre la igualdad de g¨¦nero. Esto ya ocurre desde hace a?os. Ellos estaban m¨¢s por homologarse con el mundo heterosexual y el feminismo preconiza cambios entre iguales, quiere combatir los roles de g¨¦nero y la supremac¨ªa masculina¡±, dice Luz Sanfeliu, militante feminista y profesora de la Universidad de Valencia.
En esa supremac¨ªa masculina en la que tambi¨¦n se detienen ciertos gais, los que salen a la calle en julio en una manifestaci¨®n paralela y minoritaria que se hace llamar Orgullo Cr¨ªtico, m¨¢s del gusto de algunas feministas. ¡°El patriarcado est¨¢ instalado en el colectivo gay. Muchos son machistas, yo lo s¨¦ porque soy activista LGTB y bisexual y me relaciono mucho con ellos. No entienden el movimiento feminista como lo entienden las mujeres. Algunos tambi¨¦n son plum¨®fobos, al gay m¨¢s afeminado le miran mal. La masculinizaci¨®n f¨ªsica es la norma, si sales de eso no eres m¨¢s que un mariquita gracioso¡±, critica sin ambages Javier Bujarrabal, colaborador del Orgullo Cr¨ªtico. ¡°Muchos gais no han hecho el camino del feminismo. Con su imagen musculada, machuna, a veces desprecian la pluma. Y algunos no se relacionan con las mujeres m¨¢s que desde la superioridad¡±, asiente Beatriz Gimeno.
?Qu¨¦ opina de este divorcio entre feminismo y mundo gay Jes¨²s Grande, el presidente de Cogam, el colectivo gay de Madrid? ¡°Hay un poco de separaci¨®n de ideas, pero es solo con el feminismo m¨¢s radical. Sobre la gestaci¨®n subrogada hemos llegado a cierta comprensi¨®n, aunque no con todo el feminismo. Como colectivo estamos completamente a favor [de esta pr¨¢ctica], si no hay intercambio econ¨®mico, reconoce. ¡°Yo ya he atendido tres casos y los tres eran mujeres. Los que est¨¢n en contra est¨¢n muy mal informados¡±, asegura. Sobre los planteamientos del Orgullo Cr¨ªtico sostiene que colaboran con ellos en algunas actividades y que ¡°en algunas cosas tienen raz¨®n¡±.
Cuando se pregunta a las activistas vinculadas de siempre al feminismo, la cosa cambia notablemente. Uge Sangil no cree que el movimiento LGTB se haya posicionado abiertamente a favor de los vientres de alquiler. Tampoco todos los gais opinan as¨ª. ¡°Yo estoy en contra de los vientres de alquiler. Tambi¨¦n s¨¦ de algunas pol¨¦micas entre el feminismo y el colectivo LGTB, pero creo que nuestra lucha es hereditaria del movimiento de las mujeres. Es verdad que alg¨²n sector del feminismo es transf¨®bico¡±, empieza Toni Poveda, un hist¨®rico activista LGTB. Pero reconoce que ¡°el machismo y la misoginia impregna a toda la sociedad¡±, incluido a los gais. ¡°Esto ha pasado siempre, ahora se est¨¢ exagerando. Mi objetivo siempre ha sido la transversalidad del feminismo¡±, a?ade.
Sangil, presidenta de FELGTB, la federaci¨®n nacional, reconoce que malestar hay, aunque no dir¨ªa brecha, entre el movimiento feminista y el colectivo LGTBI, si acaso un ¡°movimiento s¨ªsmico¡±. Y ella sit¨²a el epicentro en otro asunto: el sujeto pol¨ªtico del feminismo, cuestionado tambi¨¦n ahora. Se refiere a la divisi¨®n entre algunas feministas y las mujeres transexuales, de donde afloran extra?as palabras que ayer no exist¨ªan: cismujer, bifobias, transg¨¦nero, terf.
Cismujer (o cishombre) es un t¨¦rmino que quiere distinguir a las mujeres de las transexuales, por simplificar. Es decir, a quienes han nacido mujeres y est¨¢n conformes con ello de aquellas que nacieron con genitales masculinos pero se saben mujeres. Y de esta diferencia nacen las siglas terf (trans-exclusionary radical feminist), con las que se se?ala a las que discriminan a las segundas o no quieren que formen parte del mismo club. Algunas feministas entienden que desplazar a la mujer como objeto del feminismo har¨¢ da?o a la causa.
Un programa de igualdad o un asunto de diversidad
Las feministas reconocen que el movimiento gay es fuerte e influyente: ¡°Tiene complicidad con las instituciones, los partidos, los medios de comunicaci¨®n; la ley de matrimonio fue en Espa?a al tiempo que la de violencia de g¨¦nero, por ejemplo¡±, recuerda Rosa Cobo. Pero el auge del feminismo en los ¨²ltimos tiempos parece haberlo dejado peque?o. ¡°Tras compartir unas metas comunes, el movimiento gay ha hecho sus conquistas y se ha independizado mientras que el feminismo ha inundado a la sociedad con un programa de igualdad que quiz¨¢ ahora es el principal programa de progreso. El feminismo lo abarca todo, incluidos los gais. Van por caminos paralelos, pero no distintos. Y no veo la necesidad de que vayan aliados¡±, dice Juan Sisinio P¨¦rez, catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea y autor de Historia del Feminismo.
Pero lo cierto es que durante mucho tiempo han ido de la mano. O los unos se han apoyado en las otras, como piensa Rosa Cobo. Por ejemplo, ciertas conquistas del feminismo que dieron como resultado la creaci¨®n de concejal¨ªas, consejer¨ªas de la mujer, o incluso un Ministerio de Igualdad, se han encargado finalmente del asunto global de la ¡°diversidad¡±, que tambi¨¦n es una cuesti¨®n de igualdad, pero distinta. Incluso compartiendo recursos econ¨®micos. ¡°Pues me parece genial. Mientras las feministas nos hemos quedado detr¨¢s el LGTB ha avanzado¡±, dice Uge Sangil, de la Federaci¨®n estatal de gais y lesbianas.
Sin embargo, su colega Jes¨²s Grande de Cogam, cree que m¨¢s que discrepancias entre feminismo y gais es ¡°el activismo, en general, el que se est¨¢ desenganchando. Est¨¢ paralizado y manipulado por los poderes f¨¢cticos¡±.
¡°Hay una parte del feminismo muy transf¨®bica, pero es porque no lo conocen. Yo soy cr¨ªtica con parte del discurso trans, pero no con ellas. Por mucha discrepancia que haya, no creo que eso nos est¨¦ poniendo en peligro¡±, opina Beatriz Gimeno, en la actualidad diputada por Podemos en la Comunidad de Madrid, de siempre activista por los derechos LGTB.
Sexo y g¨¦nero
¡°El feminismo acogi¨® a las trans y nos invitaron a ir en su pancarta del 8-M¡±, recuerda la activista Carla Antonelli, enfadada hoy porque algunas feministas, ¡°no todo el colectivo¡±, se muestra en contra de las trans: ¡°Las terf¡±, se?ala. ¡°Y negar a las mujeres no es nada feminista¡±, a?ade. Ese mismo argumento es el que las feministas exponen a ciertas transexuales.
La cosa es que el sexo est¨¢ permeando el movimiento feminista. Lo que antes era patriarcado ahora es heteropatriarcado. La cuesti¨®n de g¨¦nero como roles atribuidos a hombres y mujeres es ahora una cuesti¨®n de identidades sexuales. ¡°Mis alumnos solo quieren hablar de g¨¦nero, de deseo, de sexualidad y ese debate fue vital para el feminismo en los a?os sesenta pero la libertad sexual es solo una parte del feminismo, la igualdad es otra¡±, explica Isabel Morant, catedr¨¢tica de Historia Moderna de la Universidad de Valencia. ¡°La discusi¨®n sobre los debates de identidad sexual est¨¢ muy de moda entre los j¨®venes, es algo que viene del mundo estadounidense. Creen que los derechos ya est¨¢n superados y muchos de los estudios feministas en EE UU toman ahora como objeto la identidad: negras, hispanas.. el cuerpo da la medida de todas las cosas. La gente mezcla cada vez m¨¢s los colectivos LGTB con el feminismo que es mucho m¨¢s amplio¡±, a?ade Morant, que fue directora de la colecci¨®n Feminismos, de la editorial C¨¢tedra.
He aqu¨ª otro de los obst¨¢culos donde la alianza entre el colectivo LGTB y el feminismo encuentra alguna grieta. ¡°El movimiento gay, desde su acta fundacional en Stonewall, en 1969, ha crecido mucho y r¨¢pido, con menos resistencia social, por cierto, que el feminismo. Para ellos, el problema fundamental es la opresi¨®n sexual, las disidencias sexuales, la proliferaci¨®n de los g¨¦neros, la forma de vivir la sexualidad. El feminismo es mucho m¨¢s que eso, las feministas ya hicimos esa lucha por la emancipaci¨®n sexual, junto con el colectivo LGTB¡±, analiza Rosa Cobo.
Efectivamente, gais y mujeres caminaron juntos durante mucho tiempo. El patriarcado, que quiere a la mujer mujer y al hombre hombre, ha machacado a ambos por igual. Por eso, no es casualidad que en Espa?a la ley de matrimonio homosexual llegara a Espa?a con el primer presidente declarado abiertamente feminista, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero.
Pero la lucha ha tomado muchos matices. Y hay quien defiende que algunos gais siguen siendo hombres machistas. O que el machismo no es solo cosa de heteros. ¡°Ellos, como hombres, han sido socializados en la idea de que su sexualidad es un derecho y nosotras no¡±, sostiene Rosa Cobo. Cierta hipersexualizaci¨®n o la consideraci¨®n de que el deseo sexual de los hombres es distinto (y a veces irrefrenable) es un reproche que el mundo feminista hace a menudo a los hombres, tambi¨¦n a los gais. ¡°El movimiento por la libertad sexual ha sido tan fuerte que ha acabado impregn¨¢ndolo todo hasta el punto de que a parte del feminismo se le acusa de pacato. Se vio con el Me Too, que algunas feministas francesas acusaron a otras de puritanas, pero creo que est¨¢n muy lejos de serlo¡±, dice Morant.
Mercado rosa es otra de las expresiones que surgen al abordar este divorcio entre el mundo morado y el multicolor. Define una forma de vida acomodada y sin freno entre algunos gais. Barrios que fueron humildes cuando no depauperados y ahora han experimentado una fuerte gentrificaci¨®n. Son la ¨¦lite.
¡°No tienen un movimiento social articulado como el feminismo, que ya cuenta tres siglos. Y no lo tienen porque en buena medida lo han vendido al mercado¡±, critica Rosa Cobo, consciente de que sus palabras no son c¨®modas. Las comparte Bujarrabal, del Orgullo Cr¨ªtico: ¡°Patrocinios, marcas, es el negocio del Orgullo actual, muy comercial y capitalista. En Chueca unos pocos empresarios gais se reparten el territorio: hoteles, bares; se han convertido en un parque de atracciones¡±. Matiza Uge Sangil: ¡°Creo que ese mercado rosa es una minor¨ªa. No todos los gais son capitalistas. Muchos j¨®venes no tienen ni para pipas¡±.
Nada a cambio
A la fil¨®sofa Celia Amor¨®s le debemos el t¨¦rmino ¡°relaciones ruinosas¡±, que define aquellas causas a las que el feminismo prest¨® su apoyo sin encontrar nada a cambio. Ocurri¨® en la Revoluci¨®n Francesa, que acabada la revuelta mand¨® a las mujeres a la cocina, o con el abolicionismo de la esclavitud, que de nuevo las dej¨® en la estacada. Hay m¨¢s ejemplos en el pasado. Ahora es la ecolog¨ªa otra de las grandes luchas del feminismo y ya hay quien avisa de que se est¨¢ pidiendo a la mujer m¨¢s de lo debido para la salvaci¨®n del planeta.
¡°Siempre seremos aliadas de las causas justas, pero el objetivo de muchos gais no es la emancipaci¨®n de la mujer, sino de su colectivo. El feminismo es anticapitalista neoliberal, contrario al sistema patriarcal y tenemos una relaci¨®n diferente con la sexualidad. Creo que el movimiento gay se ha apoyado en el feminismo. Fueron nuestros aliados, pero quiz¨¢ a partir de ahora no lo ser¨¢n, o solo una parte de ellos. La brecha es un hecho. Podremos coincidir en algunas cosas pero no establecer alianzas ruinosas¡±, dice Cobo.
Todos templan gaitas. Dicen que cualquier divisi¨®n definitiva puede afectarles a ambos. Carla Antonelli, zanja: ¡°No caigamos en las falsas trampas y en debates ¨¢cidos y est¨¦riles porque podemos ir a una batalla campal. Hay que rescatar las alianzas¡±.
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