La crisis de 2008 redujo la mortalidad en Europa
La menor actividad econ¨®mica supone menos tr¨¢fico, contaminaci¨®n y consumo de tabaco y alcohol
Los efectos a corto y medio plazo de la crisis en la salud pueden parecer contradictorios, sobre todo si solo se mide la mortalidad. Por ejemplo, un ¨²ltimo estudio de la recesi¨®n que empez¨® en 2008 la relaciona con un descenso de la tasa de defunciones en Europa. El trabajo, que se publica hoy en Nature Communications, lo ha dirigido Joan Ballester, de ISGlobal, centro impulsado por La Caixa, y analiza los datos de mortalidad entre 2000 y 2010, un periodo en que de forma generalizada la tasa en Europa baj¨®.
Aunque hay unanimidad en que?unas peores condiciones econ¨®micas se asocian con unos peores datos de salud, Joan Ramon Villalb¨ª, de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona, advierte de que eso es a medio y largo plazo. Con la reciente crisis "no sabemos qu¨¦ pasar¨¢ en 10 a?os¡±, dice. Pero s¨ª que confirma que en otras situaciones de empeoramiento econ¨®mico se ha visto que la recesi¨®n tiene un primer efecto de reducir la mortalidad. La causa, explica Villalb¨ª, es que se reducen los desplazamientos y hay m¨¢s paro juvenil, por lo que los j¨®venes no tienen dinero para comprarse motos o coches y hay menos accidentes de tr¨¢fico. Tambi¨¦n, al haber menos dinero, se reduce el consumo de alcohol y tabaco. Y el desempleo se centra en la construcci¨®n, que es el sector laboral que sufre m¨¢s siniestros, y en general hay menos accidentes laborales.
A estos factores, Ballester a?ade el descenso de la contaminaci¨®n al caer la actividad industrial y el transporte de mercanc¨ªas. Y tambi¨¦n que, al aumentar el desempleo, disminuyen la obesidad y el sedentarismo. "Si tienes un trabajo muy absorbente, no tienes tiempo para hacer ejercicio y comes cualquier cosa", pone como ejemplo. Si se est¨¢ desocupado, hay m¨¢s probabilidades de ir al gimnasio y de preparase la comida en casa, por ejemplo.
Laura Vallejo-Torres, presidenta de la Asociaci¨®n de Econom¨ªa de la Salud (AES), coincide en la valoraci¨®n de los resultados del trabajo. "No es un hallazgo aislado observar que la mortalidad disminuye en ¨¦pocas de recesi¨®n econ¨®mica", dice, y tambi¨¦n comparte los motivos de este comportamiento: "El descenso en la mortalidad por accidentes de tr¨¢fico y por enfermedades cardiovasculares" y que "en periodos con altas tasas de desempleo las personas mejoran sus h¨¢bitos de vida?¨Creducen el consumo de tabaco y el exceso de peso y realizan m¨¢s ejercicio f¨ªsico¨C y tambi¨¦n reducen el uso del transporte privado".
El primer firmante del trabajo destaca que la relaci¨®n entre un descenso del PIB (el indicador que mide la extensi¨®n de la recesi¨®n) y la ca¨ªda de la mortalidad ajustada al envejecimiento es tan claro que en los pa¨ªses en que la recesi¨®n se sinti¨® con m¨¢s intensidad, los fallecimientos tambi¨¦n disminuyeron m¨¢s. En Espa?a, por ejemplo, esa tasa estaba bajando al 2% interanual, pero pas¨® al 3% a partir de 2008, recoge el trabajo. "El efecto es pr¨¢cticamente inmediato", afirma Ballester. "Esto es general a toda Europa, aunque alg¨²n pa¨ªs refleje peor esa relaci¨®n, como Reino Unido y Holanda", dice. De hecho, incluso en los datos espa?oles tomados en bruto (n¨²mero de fallecidos y tasa por 100.000 habitantes), la tendencia es la misma: baja hasta 2010.?
Aunque el trabajo solo llega hasta ese a?o, el investigador ha hecho un r¨¢pido c¨¢lculo sobre los datos de los a?os posteriores, en los que la crisis empez¨® a superarse. Y la relaci¨®n se confirma, pero al rev¨¦s. Seg¨²n empieza a subir el PIB, el descenso de la mortalidad se frena e incluso se producen algunos aumentos, de acuerdo con esta somera proyecci¨®n.
Respecto a las posibles secuelas de la crisis, la presidenta de la AES dice que "pese a que la mortalidad puede haber disminuido en el corto plazo, los resultados en el largo plazo los desconocemos". "Muchos estudios anteriores y los relativos a esta crisis econ¨®mica no abarcan el periodo de tiempo necesario para poder observar los efectos que se derivar¨¢n de las repercusiones sociales de la crisis, tales como el aumento de las tasas de pobreza y de riesgo de exclusi¨®n social. Adem¨¢s, una reducci¨®n en mortalidad puede ir acompa?ada de un aumento en desigualdades socioecon¨®micas, y no es, por supuesto, incompatible con un empeoramiento para determinados sectores m¨¢s vulnerables de la poblaci¨®n. Un ejemplo de esto ¨²ltimo es la poblaci¨®n inmigrante en situaci¨®n irregular, que sufri¨® un aumento en su tasa de mortalidad de un 15% debido a las medidas implantadas durante la recesi¨®n econ¨®mica, que inclu¨ªan la retirada de la tarjeta sanitaria de este colectivo".
Esa ¨²ltima medida se decidi¨® en 2012, fuera ya del periodo que abarca el trabajo, pero su principal autor opina que en la mortalidad general tuvo muy poco impacto porque "los inmigrantes no son tantos y son, en su mayor¨ªa, j¨®venes".
La excepci¨®n a esta relaci¨®n entre las variaciones del PIB y la mortalidad parecen ser las defunciones por suicidio. "Las personas con una depresi¨®n o que no est¨¢n bien pueden reaccionar peor" ante la crisis, expone Ballester, aunque su equipo no ha entrado en detalle en este cap¨ªtulo y habla por referencia a lo que se ha publicado sobre otras situaciones similares. En Espa?a, por ejemplo, representan el 0,1% de los fallecimientos anuales, una proporci¨®n que apenas var¨ªa desde hace una d¨¦cada.
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